En clave de azul
Una retrospectiva recoge la vasta trayectoria del pintor cántabro Agustín de Celis, y que se recrea sobre el rey de los colores fríos
Marta Mantecón 19/10/2016
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
---------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?
---------------------------------
Azul, azul
Viajando desde la nada
¿Qué llevas en las manos
tan azul?
Carmen González
Toda pintura comporta un viaje, y la pintura de Agustín de Celis (Comillas, 1932) se caracteriza por un nomadismo estético vertebrado en series que, a modo de estaciones, han ido componiendo una singladura que hoy abarca más de cinco décadas. Esta voluntad de estilo mutante ha determinado una práctica creativa que funciona como un laboratorio en perpetuo proceso de definición, cuyo principal empeño, con independencia de su carácter figurativo o abstracto —o de su factura más o menos geométrica o lírica—, ha sido el estudio del dinamismo en la pintura; un movimiento que emana de la propia obra en relación con el lugar y la interpretación del espacio, y que se materializa desde un primer momento en paisajes de resonancias marinas, construidos desde la memoria y el recuerdo, con una dominante siempre en azul.
El recorrido planteado en esta exposición se abre precisamente con un conjunto de obras que operan con esta noción de viaje, tan afín a toda su poética, protagonizadas por personajes anónimos en continuo tránsito, observados desde la ventana de un tren. El paisaje que les sirve de contexto, teñido de azul, se convierte en un pretexto para mostrar al ser humano en movimiento, incorporando barridos que subrayan ese valor dinámico que procura conferir a toda su pintura. En este sentido, es preciso señalar la importancia de su estancia en Italia, tras obtener el Gran Premio de Roma de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1960, donde se aproxima a determinados planteamientos del futurismo que van a dejar una impronta significativa en su trabajo posterior.
Tras estos primeros ensayos, Celis atraviesa una etapa más comprometida con la realidad política y social española, participando de las corrientes neofigurativas y de orientación pop que circulaban por la escena artística nacional e internacional de la década de los sesenta y primeros setenta. Influido por el lenguaje cinematográfico, observamos cómo la serie de los Archivos manifiesta su interés por la repetición —otra de las notas distintivas de su pintura—, al presentar sucesiones de imágenes seriadas que recuerdan los fotogramas de una película, cuyo carácter secuencial dota de un intenso ritmo visual a todo el conjunto.
El fin de la dictadura y la transición democrática suponen el inicio de un nuevo periodo en el que desarrolla una pintura más intelectual o, si se quiere, más sensorial y poética, que se concreta en sus Paisajes de la imaginación, más próximos a los valores abstractos —siempre en clave de azul—; si bien, los ecos de su pintura deben más al futurismo y al cubismo que a las corrientes neoexpresionistas que dominaban el horizonte europeo a comienzos de los ochenta.
El azul es un color que no pesa, vuela
En lugar de un formalismo reductivo, Agustín de Celis busca elementos de alcance universal que van a encontrar su mejor plasmación en la serie Vestigia, fruto de un trabajo de investigación sobre la arquitectura desde la perspectiva de la práctica pictórica que le lleva a profundizar en la poética del hallazgo y en la elevación del resto a experiencia estética. La representación de la ruina —un elemento más plástico que documental, entre lo sublime y lo pintoresco— le permite tratar con lo originario, reforzando su potencial significante y estético como depósito de memoria, pero también como fenómeno liminal, frontera o umbral.
Y las ruinas se acaban sumergiendo en el azul. Celis retorna una vez más a sus propios orígenes, al paisaje con referencias marinas de su etapa inicial. Frente a una realidad cada vez más mediada, sobreexpuesta e incluso escenificada, el pintor parece reafirmarse en la idea de que es la imaginación la que efectivamente construye el paisaje, tal como puso de manifiesto Baudelaire. El azul adquiere ahora todo el protagonismo, en ocasiones, estableciendo un diálogo con otros colores. Sus indagaciones sobre la pintura y el espacio confluyen en un original repertorio de composiciones que, bajo el epígrafe Del azul al azul, refuerzan la utilización simbólica del color que, unida a su permanente búsqueda de dinamismo y a su voluntad de saber, le conducen a la aplicación de las nuevas tecnologías en el ámbito de la plástica.
Lo inhabitable
El color del mar se adueña de su obra para ofrecer un conjunto de paisajes imaginados, impregnados de azul pintado, de azul fotografiado, de azul filmado. Agustín de Celis captura el color a través de la cámara y lo proyecta en el espacio. En Techné, por ejemplo, lo utiliza como base compositiva estática, pero dotado de movimiento gracias a las herramientas digitales, lo que da como resultado su representación en perpetuum mobile. La luz se hace pintura por medio del color.
“El azul es un color que no pesa, vuela”, sostiene Agustín de Celis. La historia del arte da cuenta de toda una genealogía en azul, del Giotto a Klein, quizá porque sus virtudes psicológicas y su potencial expansivo lo convirtieron en el vehículo ideal para simbolizar lo espiritual y transportar lo inmaterial o, dicho de otro modo, para liberar al color de su materialidad y plasmar la sensibilidad a partir de la imaginación, algo que sin duda responde a un anhelo de renovación frente a la alienación de los sentidos.
El suyo es un azul secreto, próximo a esa búsqueda de una dimensión sensible, más allá de lo material, que participa de cierta estética de la desaparición, poniendo la máscara de lo visible sobre lo invisible. El pintor persigue entonces algo que no existe y solo anida en su imaginario más íntimo, siguiendo una suerte de modelo sinestésico que, por definición, reúne las percepciones sensoriales externas con las imágenes internas de la memoria y la anticipación, pero que, sin embargo, dada la profusión de imágenes de nuestra iconosfera, se ha vuelto anestésico.
El pintor persigue algo que no existe y solo anida en su imaginario
Tal vez por esta razón reaparece el texto, primero como un vestigio que va dejando su rastro sobre la superficie bañada de azul, hundiéndose o emergiendo de ella, para luego ocupar la práctica totalidad de la composición. En 1975 Agustín de Celis participaba en el homenaje colectivo a Pasolini que tuvo lugar en el Estudio Levi de Madrid. Las obras realizadas en aquel momento incorporaban una serie de textos del poeta Carlos Oroza, que constituían toda una declaración de principios respecto a la situación sociopolítica que vivía España antes de la democracia.
Cuatro décadas después, rehabilita estos mismos textos, pero esta vez para significar solo algunas palabras y articular un discurso en términos plásticos. Las letras amplifican su presencia en el plano pictórico, sumando a la progresión temporal otra espacial que funciona, igual que sus ruinas, como un resto significante articulado en un contexto visual (lo mismo que una imagen puede leerse, una palabra escrita puede verse), que traslada un ejercicio de percepción, de recuerdo, de tránsito, donde la memoria histórica enlaza con la memoria personal a través del color.
El azul de Agustín de Celis es profundamente intempestivo, lo mismo que sus paisajes imaginados, donde lo latente siempre afluye, como un palimpsesto, quizá porque para ser verdaderamente contemporáneo es preciso volver una y otra vez sobre un presente que no se puede habitar.
---------------------------------
CTXT ha acreditado a cuatro periodistas --Raquel Agüeros, Esteban Ordóñez, Willy Veleta y Rubén Juste-- en los juicios Gürtel y Black. ¿Nos ayudas a financiar este despliegue?
Autor >
Marta Mantecón
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí