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A lo largo de mi niñez y durante mi formación de aprendiz de gitano al uso, fueron muchas las voces que me proponían el radicalismo y la integridad hacia “lo moreno”,  sólo y exclusivamente “lo moreno”, sólo a lo que parece intrínsecamente natural en la cultura de mi etnia, venerando y siendo consecuente con la vida y la obra de los cantaores ancestrales de mi raza, los chamanes de la tribu; a muchos de estos maestros les tengo que agradecer la transmisión genética del sentido del tempo y la afinación particular de la que disfruto, así como la responsabilidad de ser los grandes inventores y creadores de estilos y formas de ser y estar en lo flamenco.

Sobre todo en el llamado cante gitano andaluz, donde se sublima el cante, el baile y ahora también el toque, como forma de entender la vida; una forma de vida ante la adversidad o con la alegría, desde el principio de los tiempos hasta nuestro presente, que aún hoy, aún hoy día, se desarrolla como la memoria histórica de las costumbres de la cultura de un pueblo, con una identidad propia; por eso nos sentimos propietarios o copropietarios, digamos que con más acciones en esta empresa, en este arte, con los avales del compás intuido y una forma de expresión, más sensible, quizás, más ligada a lo espiritual, a una cierta trascendencia cultural. En fin.

La naturalización de estos conceptos le lleva a uno a querer indagar en la cara oculta de la luna, en el otro lado. Se presupone. Y allí, en ese espacio de los demás, en ese territorio antagónico se despierta mi interés por la vida y obra de “Enrique Morente”, así, entre comillas, un autor propio, y a base de escucharlo, de leer sobre él, a la influencia que se denota, veo e intuyo en compañeros cantaores a los que admiro, y, sobre todo, en la influencia personal que ejerce en Israel Galván, con el que llevo casi cuatro años trabajando, un artista que reconoce abiertamente su afinidad con Morente, sí, ya sin comillas, un Enrique Morente con el que el trató y colaboró.

Israel Galván me dice: “A Morente no se le considera un cantaor rítmico, pero yo le veo una capacidad rítmica enorme, porque no sigue un patrón, (¡alerta!), sino muchos a la vez, su habilidad rítmica no ha sido reconocida como se merece”.

Completamente de acuerdo, hay algo que fascina y que a mí me desconcierta, porque aún no he llegado a comprenderlo bien, (¡niveles!), y es en ciertos descuadres mágicos, donde parece que no se está en el tempo, pero, que al final siempre cuadra, instantes en verdad mágicos y verdaderos.

No hace tanto leía una entrevista que le hicieron a Morente donde demostraba, su dignidad, su honradez y su humildad

Preguntándole a Israel Galván por Enrique Morente en lo creativo: “Cuando nos va bien a los artistas, tendemos a seguir repitiéndonos, repetirnos una y otra vez. Buscamos esa complicidad con un público que ya es nuestro. Pero, a veces, hay que romper, hay que cambiar para seguir haciendo cosas verdaderas.”

Me pregunto. ¿Quizás el artista que se sepa trascendente no se siente avezado a proponer fórmulas que inviten a sus interlocutores a traspasar sus zonas de confort obrando creaciones inéditas? ¿A pesar del riesgo? Estoy seguro que Enrique Morente sabía que trascendería, sin vanidad ninguna.

No hace tanto leía una entrevista que le hicieron a Morente donde demostraba, su dignidad, su honradez y su humildad, y decía: “No se puede sentar cátedra de como se tiene que hacer el arte, pero yo creo que un artista, tiene que vivir lo que pasa en su entorno”.

Y en relación con su disco Omega, con los Lagartija Nick, le preguntaron: a usted quién lo entiende mejor, ¿los flamencos o los rockeros?

Y Morente: “Con los rockeros me llevo mejor. Yo soy un cantaor sin identidad, ¿de dónde es mi cante?, ¿de dónde vengo?, ¿de dónde soy?. Hombre sé que mi familia viene de Pinos, una familia buenísima, que nací en el Albaicín, que escuchaba flamenco en las tabernas y que mi madre cantaba más bien que todo, ella tenía el LA absoluto, me di cuenta después, por una cosita que le grabé. Pero yo soy más bién, Heavy Metal, me parece, ¿no?, tampoco estoy muy seguro, tampoco estoy muy seguro”.