Trump empieza a traicionar a la 'white working class'
La elección de su gabinete incumple sus promesas de redefinir la globalización y los grandes tratados de libre comercio
Andy Robinson Miami , 16/11/2016
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Un buen consejo para quienes temen que la elección de Donald Trump va a desatar una nueva era de racismo y/o fascismo en EE.UU. viene de Bart Mervil, activista haitiano en Miami que, como residente de Little Haití, conoce el daño que hace la filantropía de la Fundación Clinton: “Claro que Trump es racista; ¿y los demás? Por lo menos sabemos lo que tenemos delante”. Otro buen consejo viene de Mark Silverman, abogado defensor de indocumentados en California. “Tenemos que mantenernos tranquilos e informados; es muy poco probable que Trump siga adelante con las deportaciones masivas; no hay motivos para el pánico”. Cabe recordar que, con Obama, medio millón de padres fueron deportados y separados de sus hijos. El plan de deportar o encarcelar a los indocumentados inculpados por delitos graves que Trump mencionó el domingo 13 de noviembre en 60 minutos, el programa de la CBS, es la reafirmación de la política existente. Aunque no está claro dónde va a encontrar tres millones de delincuentes sin papeles.
Lo cierto es que Trump seguramente tardará poco en traicionar a aquella “clase obrera blanca” que él convirtió, como jamás ha podido la izquierda, en protagonista de la campaña electoral. No solo incumplirá sus delirantes promesas de expulsar a todos los inmigrantes indocumentados --la verdadera clase trabajadora en Estados Unidos--, sino también sus promesas de redefinir la globalización de mercado y los grandes tratados de libre comercio. Trump ha puesto marcha atrás.
El plan de deportar o encarcelar a los indocumentados inculpados por delitos graves es la reafirmación de la política existente
Ya se han visto las primeras señales de que, lejos de ser el anti establishment, es parte de ello. Ha nombrado a lobbistas como asesores y ha incorporado a miembros de la cúpula republicana, a la que supuestamente había desafiado, a su probable gabinete. Todo indica que –con el republicano ortodoxo Reince Priebus en el puesto clave de jefe de Estado mayor-- el compromiso de Trump de defender el sistema de pensiones públicas (Social Security) y la mínima sanidad pública (Medicare) pronto será agua de borrajas. Por si fuera poco, hay rumores de que Jamie Dimon, el presidente de JP Morgan, es candidato para ser secretario del Tesoro. Dado este comienzo es imposible que Trump revoque el tratado de libre comercio con México o que ponga aranceles sobre importaciones a China. Es decir que todo habrá cambiado para que todo siga igual de mal o peor para el mitificado obrero blanco.
Y por eso, esto puede ser una oportunidad. Trump sí cumplirá con el recorte del impuesto de sociedades al 15% y del tipo superior del impuesto de la renta a solo el 25%. La desigualdad en EE.UU., donde solo el 10% de la población se ha beneficiado de todo el crecimiento registrado desde 1980, subirá aún más en la “América grande de nuevo” de Donald Trump. Y, claro, la clase obrera blanca –inteligente, pese a su ignorancia, como jamás entenderán los editorialistas del New York Times y The Guardian-- tomará nota de la traición. “Cuidado con un populista que choca contra la realidad; cuando el público se da cuenta de que su campeón no tiene poderes mágicos sufre el remordimiento del comprador”, escribió Ed Luce en el Financial Times.
Trump sí cumplirá con el recorte del impuesto de sociedades al 15% y del tipo superior del impuesto de la renta a solo el 25%
De modo que, en vez de perder el tiempo lamentando la derrota de Hillary Clinton, o echando la culpa a Julian Assange y a los rusos, o llorando por los deportados que ya estaban siendo deportados, hay que hacer caso a lo que aconsejó Bernie Sanders: “En la medida en que Trump vaya en serio cuando habla de mejorar las vidas de las familias trabajadoras en este país, yo y otros progresistas trabajaremos con él; en la medida en que adopte políticas racistas, xenófobas, sexistas o dañinas para el medioambiente, haremos una oposición implacable”.
Si el rechazo de la presidencia de Trump, mientras tanto, ha dado otro impulso al nuevo movimiento contestatario que emergió en torno a la candidatura de Sanders, bienvenido sea. Puede haber posibilidades de que emerja un candidato de izquierdas capacitado para levantar la bandera de la clase obrera blanca, negra, morena, asiática, indígena, femenina, masculina, gay, hetero, trans. Clinton jamás lo iba a hacer. El 48% de los estadounidense se define ya como working class frente al 33% de 2000. Y el 51% de los jóvenes rechaza el capitalismo, más de la mitad de ellos, el 33%, son partidarios del socialismo.
Hay que tener en cuenta que Trump es el síntoma de la debilidad del proyecto neoliberal. La plutocracia estaba mucho mejor protegida cuando su defensor era el New York Times y no Breitbart, el delirante medio especializado en teorías de conspiración, cuyo exdirector Steve Bannon será una figura clave en la nueva Administración Trump.
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Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
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