LA VIDA EN B
Montoro en el país de los ‘binladen’
Hacienda amenaza con prohibir los pagos en efectivo de más de mil euros cuando el 85% del dinero en metálico circula en billetes de 500 y las comisiones ya suponen un tercio del negocio de la banca
Eduardo Bayona 7/12/2016
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Cristóbal Montoro, durante una rueda de prensa posterior a un Consejo de Ministros de 2014.
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¿Para qué, o por qué, querrá el Gobierno bajar de 2.500 a 1.000 euros la cifra máxima que alguien puede pagar en metálico, y contra factura o recibo, cuando en la práctica los ciudadanos y las empresas que operan en blanco pasan por el banco cantidades inferiores a esa cifra de manera habitual?
Oficialmente, la medida, todavía pendiente de ponerse en marcha, tiene como objetivos aflorar parte de una economía sumergida que cada año mueve más de 200.000 millones de euros en el país –equivale a un 19,2% del PIB y subiendo, según Gestha, el sindicato de los técnicos de Hacienda– y elevar la recaudación por IVA. Sin embargo, tres datos oficiales ponen en duda que extremar el celo con el uso de cantidades de esas magnitudes, y aunque se mantenga la actual sanción de un 25% de lo pagado en mano por encima del máximo autorizado, pueda tener efectos tan beneficiosos para la economía como los que pronostica Hacienda.
Por una parte, según el INE (Instituto Nacional de Estadística), el importe medio de los efectos bancarios tramitados el año pasado en España fue de 1.512 euros, ya que empresas y ciudadanos pasaron al cobro por bancos y entidades financieras 2,63 millones de recibos, facturas, letras y pagarés --11.877 por día hábil-- por un valor conjunto de 3.988 millones de euros.
El dinero circulante se ha reducido a menos de la mitad en un sexenio: de los 76.558 millones de euros de diciembre de 2010 a los 30.448 del pasado mes de octubre
Billetes de 500 y cuevas de Alí Babá
Por otro lado, según el Banco de España, el 85% del dinero que circula en el país --26.000 millones de 30.448-- se mueve en billetes de 500 euros, esos a los que el imaginario popular bautizó como Bin Laden por ser tan difíciles de localizar como en su día lo fue el fallecido jefe integrista.
Y, en tercer lugar, el dinero circulante se ha reducido a menos de la mitad en un sexenio: de los 76.558 millones de euros de diciembre de 2010 a los 30.448 del pasado mes de octubre. Entre otros motivos, porque en ese periodo, que incluye las fases de mayor dureza de la crisis, el estallido de la burbuja inmobiliaria y el desplome de las rentas como consecuencia de la precarización, han salido de la circulación 26.000 millones en billetes de 500, 1.800 de 200 y 7.700 de cien. Es decir, que de unas cuevas parecidas a las del cuento de Ali Babá –el fraude fiscal tiene en España una tasa de impunidad cercana al 80%, de la que se benefician principalmente las grandes fortunas-- han salido en seis años, como aquel que no quiere la cosa, 35.500 millones de euros en billetes grandes.
Así, el globo sonda de los mil euros toma vuelo en un país en el que, según indican los datos oficiales, la gente opera por lo general a través de los bancos y en el que seis de cada siete euros que teóricamente circulan en la calle tienen un formato de difícil encaje en las carteras de bolsillo y que Gestha considera “el instrumento preferido para realizar operaciones en negro”.
Cuidados intensivos para la banca
Sin embargo, sí habría quien puede beneficiarse de una eventual reducción de los límites para manejar dinero en efectivo: la misma banca que obtuvo beneficios fiscales de miles de millones de euros tras la anterior modificación del Impuesto de Sociedades, aunque a primera vista parecía gravosa para el sector, y a cuyo bloque rescatado el Gobierno de Mariano Rajoy va a seguir tutelando a través del FROB dos años más de lo inicialmente previsto.
El Ejecutivo considera que cinco años es un plazo “manifiestamente insuficiente” para salir de las antiguas cajas de ahorro y los pequeños bancos quebrados y, mientras sostiene que hacerlo en menos tiempo puede resultar gravoso para el erario público, aporta 5.291 millones que no apoquinan las entidades financieras al fondo de intervención europeo –la Junta Única de Resolución-- creado para “acabar con el vínculo entre riesgo bancario y soberano en aras de reducir la probabilidad de nuevas crisis financieras”.
¿Qué beneficios podría obtener la banca española de una limitación a la baja de las cantidades máximas que pueden moverse en efectivo? Parece obvio que la parte proporcional a la cuantía de las comisiones que cobre a sus clientes por cada una de esas operaciones y por disponer de los instrumentos necesarios para tramitarlas, como una tarjeta o una cuenta.
Las comisiones se han convertido en uno de los principales puntales del negocio bancario español: el sector cerró 2015 con unos beneficios de 10.389 millones de euros
El peso de las comisiones por pagar y cobrar
Las comisiones, de hecho, se han convertido en uno de los principales puntales del negocio bancario español: el sector cerró el ejercicio de 2015 con unos beneficios de 10.389 millones de euros tras un margen bruto de 82.679, la tercera parte de los cuales --17.495, casi 850 más que un año antes-- aparecen anotados como “comisiones netas” en las cuentas de la AEB (Asociación Española de la Banca). Organizaciones de consumidores como Aicar-Adicae estiman que un tercio del negocio bancario procede de las comisiones, que le suponen al consumidor un gasto medio anual de entre 250 y 529 euros.
¿Tanto pesan las comisiones en las cuentas de los bancos y los bolsillos de sus clientes? En el caso del Grupo Santander, el principal emporio bancario español, su saldo neto pasó de los 10.471 millones de 2011 a 10.033 el año pasado, mientras otras patas del negocio como las operaciones financieras llegaban a dar pérdidas –770 millones el año pasado– y el margen de los intereses se mantenía en el entorno de los 30.000.
Hace años que la principal fuente de ingresos por comisiones del grupo, que apenas alcanzaba los 4.000 millones de rendimiento global en el cambio de siglo, se encuentra en la gestión de cobros y pagos, cuya aportación específica osciló en los tres últimos ejercicios entre los 4.625 y los 4.898 millones, muy por encima de los 3.600 que llegaron a generar en ese mismo periodo las derivadas de la gestión de los fondos de pensiones, los de inversión y las pólizas de seguros, que se sitúan en segundo lugar.
Las cifras son similares en otros grupos bancarios como BBVA –4.511 millones de euros netos en 2015, más de la mitad de ellos (2.424, un 17% más que dos años antes) por la gestión de pagos y cobros– y, también, como La Caixa, que en un solo año vio aumentar un 11% el rendimiento conjunto de las comisiones al pasar de 1.622 a 1.803 millones.
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