Niza, el laboratorio electoral de la seguridad
El recuerdo del atentado del 14 de julio sigue muy presente en la ciudad siete meses después. Una experiencia traumática que los candidatos presidenciales de derecha y ultraderecha intentan utilizar en su beneficio
Enric Bonet Niza , 22/02/2017
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Marine Le Pen posa el pasado 13 de febrero con una simpatizante del FN en el mercado de Cours Saleya en Niza.
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Ni rastro de las flores, los muñecos de peluche y las banderas tricolores. Unas piedras de playa alineadas en forma de corazón representan el único recuerdo presente en el Paseo de los Ingleses de Niza del trágico atentado del 14 de julio. Siete meses después del ataque del camión que provocó la muerte de 86 personas y más de 450 heridos, los objetos que homenajearon durante meses a las víctimas fueron guardados el pasado 9 de febrero en un centro de archivos municipales. Aunque se haya retirado este memorial ciudadano improvisado, el horror sigue muy presente entre los nizardos.
“No soporto el hecho de volver al Paseo de los Ingleses”, afirma Vincent Delhomel-Desmarest, secretario general de la asociación de víctimas Promenade des Anges. Aunque no perdió a ningún familiar, este empleado de un restaurante en el Paseo de los Ingleses vivió de cerca el ataque del camión, como lo hicieron buena parte de las 30.000 personas que esa noche estaban en la playa contemplando los tradicionales fuegos artificiales de la fiesta nacional. Desde entonces, el horror vivido resulta imborrable: “La vida cotidiana se ha vuelto mucho más difícil. Uno suele estar deprimido y siente una gran fobia cuando se encuentra en lugares donde hay mucha gente”. Un miedo exacerbado por los líderes políticos de la derecha y la extrema derecha que ha hecho de Niza un lugar simbólico de la Francia amenazada por el terrorismo yihadista.
La líder ultranacionalista Marine Le Pen visitó el 13 de febrero el Paseo de los Ingleses en un homenaje a las víctimas del atentado. Tras el baño de masas que recibió en esta ciudad profundamente conservadora, la candidata del Frente Nacional aprovechó su visita para criticar las políticas de seguridad adoptadas tanto por el gobierno socialista como por las autoridades locales conservadoras: “Me gustaría que aplicáramos todas las medidas necesarias para que el riesgo de un atentado sea mínimo. Pero tengo la sensación de que actualmente el riesgo es máximo”.
La líder ultranacionalista Marine Le Pen visitó el 13 de febrero el Paseo de los Ingleses en un homenaje a las víctimas del atentado
“Marine Le Pen ha necesitado casi un año y una campaña para las presidenciales para venir al Paseo de los Ingleses”, criticó el exalcalde de Niza y actual responsable de la seguridad de la ciudad, el conservador Christian Estrosi. Este lugarteniente del expresidente Sarkozy calificó esta visita como “un acto populista”. Curiosamente, el candidato de la derecha republicana a las presidenciales, François Fillon, empezó su campaña con un desplazamiento similar a Niza a principios de enero. Entonces, hizo prácticamente el mismo recorrido que Le Pen. Primero, homenajeó a las víctimas del atentado, y se desplazó luego a la frontera entre Francia e Italia.
El líder conservador utilizó este viaje para presentar sus propuestas en materia de inmigración y lucha contra el terrorismo; por ejemplo, la fijación de cuotas que reduzcan de forma severa el número de inmigrantes o la expulsión de todas las personas sospechosas por sus vínculos con el terrorismo (los famosos ficheros S). Próximas al programa de la extrema derecha, estas medidas fueron elaboradas con la ayuda de uno de los barones locales de la derecha republicana en Niza: Éric Ciotti (presidente del consejo departamental de los Alpes-Marítimos). Como Estrosi, este sarkozista confeso no sólo se caracteriza por evocar a menudo el horror vivido la noche del atentado, sino también por sus amalgamas constantes entre la inmigración y el terrorismo.
No obstante, el viaje de Fillon se produjo antes de las revelaciones de los supuestos empleos ficticios como asistentes parlamentarios de su mujer y sus hijos. Un escándalo que le ha hecho retroceder de forma notable en los sondeos, relegándolo a una hipotética tercera posición en la primera vuelta de las presidenciales, por detrás de Le Pen y del candidato centrista Emmanuel Macron. Ante la debilidad de la candidatura de Fillon, resulta aún más significativa la visita de Le Pen a Niza. En este bastión tradicional del centro derecha, la líder ultranacionalista aspira a seducir a los habitantes de una ciudad inmersa en una deriva securitaria y en un ambiente cada vez más xenófobo.
Liberación del discurso racista
Lejos del laxismo evocado por Le Pen, las medidas de seguridad adoptadas en Niza resultan excepcionales. Varias decenas de soldados de la legión extranjera patrullan por las calles de la ciudad ostensiblemente armados. Con más de 1.300 cámaras vigilando las calles, Niza se coloca solo por detrás de París en videovigilancia. “Pero el porcentaje de cámaras por cada habitante resulta muy superior en Niza”, recuerda Henri Busquet, secretario local de la Liga de los derechos del Hombre.
La municipalidad ha contratado además agentes de seguridad para vigilar la entrada de los centros y ha prohibido el acceso a los recintos educativos a todas aquellas personas que no formen parten de la comunidad escolar (tampoco los padres). Además, pretende incorporar a un agente armado de la policía local en el interior de cada centro. Unas medidas recomendadas por gabinete israelí Lota, que asesora a las autoridades de Niza en materia de seguridad. “Es un hecho inédito en Francia. Nunca antes se había contratado a policías armados para que vigilaran el interior de las escuelas”, critica Yvon Guesnier, secretario local del sindicato CGT Education.
Según los sondeos, la candidata del FN conseguiría su mejor resultado en la primera vuelta de las presidenciales en la región de Provence-Alpes-Côte d’Azur, un 36%
“El atentado ha facilitado los comportamientos racistas”, lamenta Amor Ghul, de 56 años. “Antes los simpatizantes del FN eran más reservados. Ahora resulta más fácil oír insultos en contra de los extranjeros”, declara este franco-tunecino que vive en Niza desde hace casi cuarenta años. Ghul es el gerente de una pastelería oriental en el humilde barrio de Ariane, situado en medio de las montañas de los Alpes Marítimos, al este de Niza. Buena parte de los 12.000 habitantes de este distrito, donde se suceden las hileras de bloques de pisos de alquiler social, es de origen árabe o magrebí. Muchos de ellos afirman sentirse doblemente afectados por el atentado del 14 de julio.
“La mayoría de los musulmanes hemos sido doblemente víctimas. Hubo 23 personas de confesión musulmana que murieron. Los otros fuimos señalados rápidamente como culpables del atentado”, denuncia Moustapha Mahmaud, presidente de la Federación de los Musulmanes del Sur. Su mujer y sus hijos se encontraban en el Paseo de los Ingleses la noche del 14 de julio y el día siguiente cuando acudieron al homenaje a las víctimas, “hubo mucha gente que se apartó de nosotros y nos dijo que no podíamos estar allí porque mi mujer llevaba un velo”.
Según Mahmaud, las relaciones entre las distintas comunidades religiosas solían ser cordiales y la mayoría de los nizardos no tenían comportamientos racistas antes del atentado “Pero sus dirigentes sí que lo son. Ellos han contribuido a liberar el discurso racista”, critica. Pocas semanas después del atentado del 14 de julio tuvo lugar la polémica del burkini. La presencia de esta prenda en las playas de la Costa Azul resultaba minoritaria, pero esto no impidió que la mayoría de las localidades del departamento de los Alpes-Marítimos prohibieran esta práctica. Una decisión adoptada primero por los municipios gobernados por la derecha republicana e imitada luego por los alcaldes del Frente Nacional.
“Marine, ¡aquí estás en tu casa!”, le dijo un simpatizante del FN a Le Pen durante su visita a Niza, según el diario local Nice-Matin. Estas declaraciones no sólo ilustran el anclaje de la extrema derecha en el sur de Francia, sino que muestran su potencial de crecimiento entre aquellos votantes obsesionados con la seguridad. Según los sondeos, la líder ultranacionalista conseguiría un 36% de los votos en la primera vuelta de las presidenciales en la región de Provence-Alpes-Côte d’Azur. Este sería su mejor resultado.
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