Marta del Castillo retrata la Violencia de Género
Nuestras muertas han cambiado de ‘definición’ en los 8 años que han pasado desde que la mataron. Ahora, a nadie le cabría ninguna duda de que se trata de un crimen machista, se denunciaría como tal y así se le llamaría en los medios de comunicación
Cristina Fallarás 22/02/2017
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El 28 de diciembre de 2004, el Pleno del Congreso de los Diputados aprobó con mayoría absoluta (ni un voto en contra) el proyecto de Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Cuatro años y 27 días después, dos jóvenes llamados Miguel Carcaño y Javier García Marín, El Cuco, asesinaron en Sevilla a una muchacha llamada Marta del Castillo. Tenía 17 años y había sido novia de Carcaño, quien de hecho le asestó el golpe fatal.
Una sociedad define a sus muertos, los clasifica. No es lo mismo una anciana calcinada rodeada de velas que una anciana calcinada después de que su marido manipulara el suministro de gas.
Se consideró entonces que el asesinato de Marta del Castillo no cabía dentro de la recién nacida Ley de Violencia de Género.
El 14 de abril de 2010, en declaraciones a Europa Press, el entonces delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente, afirmó: “Es violencia de género porque nace de esa agresión sexual llevada a cabo por dos chicos según se deduce del informe, pero no sería del ámbito de la relación de pareja, puesto que no ha sido un factor desencadenante en la motivación del crimen”. Más de un año antes, Inmaculada Montalbán, entonces vocal del Consejo General del Poder Judicial, presidenta de la Comisión de Igualdad y presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, opinaba lo mismo. Se trataba de un caso de violencia machista, “pero no de los que contempla la Ley”.
La “muerta”
Martes 21 de febrero de 2017, 17.30h. Inmaculada Montalbán, hoy en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, no parece, por su currículum, una mujer que titubee. Quienes la conocen la definen como enérgica. Sin embargo, al otro lado de la línea telefónica, titubea.
–Ha pasado mucho tiempo… Creo recordar que en aquel momento no existían indicios de que existiera o hubiera existido entre el asesino y la víctima una relación de pareja… o sentimental.
–Pero habían sido novios.
–Eso… creo que no se sabía. No lo recuerdo bien... Si la institución concluyó que existía una relación sentimental entre ellos, efectivamente se trata de un crimen de violencia de género.
Alude a la Convención de Estambul (Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica), firmado por España y publicado en el BOE el 6 de junio de 2014. Entre otras cosas, en dicho acuerdo se afirma que “por ‘violencia contra la mujer’ se deberá entender una violación de los derechos humanos y una forma de discriminación contra las mujeres, y se designarán todos los actos de violencia basados en el género que implican o pueden implicar para las mujeres daños o sufrimientos de naturaleza física, sexual, psicológica o económica, incluidas las amenazas de realizar dichos actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, en la vida pública o privada”. Es decir, saca el concepto “violencia contra la mujer” del ámbito de la pareja. Eso se explica porque, como afirma Montalbán, “las cosas están cambiando, ha habido una pedagogía en este tema, y una sensibilización” de la sociedad.
Martes 21 de febrero de 2017, 18.00h. Miguel Lorente, entonces delegado del Gobierno para la Violencia de Género y hoy reconocido especialista en el tema, también duda al teléfono.
–No recuerdo bien el momento en el que declaré que no entraba dentro de la Ley integral… Podría ser que entonces se creyera que el asesino no era Carcaño sino su amigo [El Cuco]…
–Si la hubiera matado El Cuco no sería considerado por la Ley un crimen de Violencia de Género.
–Claro. El artículo 1 considera que para que un crimen vaya a los juzgados especializados en Violencia de Género y la víctima pueda beneficiarse de apoyos y ayudas debe suceder en el ámbito de una relación de pareja presente o pasada.
–Pero la mató Carcaño.
–Entonces… es un caso de Violencia de Género claro.
Tanto si a Marta del Castillo la había matado el amigo de su exnovio –aun estando éste presente– como si, habiéndola matado Carcaño, no se conocía relación “sentimental” entre ellos, la Ley integral contra la Violencia de Género española no lo podía considerar un crimen machista. Paralelamente, ni la sociedad ni los medios de comunicación han considerado jamás este caso como tal.
Nuestras muertas han cambiado de definición en los 8 años que han pasado desde que mataron a la muchacha. Ahora, a nadie le cabría ninguna duda de que se trata de un crimen machista.
Tanto Montalbán como Lorente tienen razón hoy en sus argumentaciones, aunque sus recuerdos yerran: sí se sabía que eran exnovios y sí se sabía que la había matado Carcaño. ¿Entonces? Sencillamente, nuestras muertas han cambiado de definición en los 8 años que han pasado desde que mataron a la muchacha. Ahora, a nadie le cabría ninguna duda de que se trata de un crimen machista. Ahora se denunciaría como tal y así se le llamaría en los medios de comunicación.
Sin embargo, tanto entonces como ahora, la Ley sólo la considera víctima de la Violencia de Género si la mata Carcaño después de haber mantenido una relación de pareja. Hoy en día, como entonces, si la mata El Cuco o si no se demuestra la relación, es solo un crimen común.
Los vivos
Una sociedad define a sus muertos, los clasifica. Quizás los muertos también definen la sociedad de los que quedan vivos.
El pasado 15 de febrero, la Policía Nacional detuvo a un vecino de Málaga. Nueve días antes, el Ayuntamiento de la ciudad había publicado en Twitter la foto del minuto de silencio en memoria de la última víctima de la violencia machista. El detenido contestó en la red: “ALGO HARÍA LA PUTA DE ELLA PARA ACABAR ASÍ”.
Miguel Lorente utiliza este caso para explicar la reacción que, por parte de algunos hombres, está provocando la respuesta social ante la violencia contra la mujer. Es extrañísima, si no imposible, una reacción semejante ante la noticia de cualquier otro asesinato. El asesinato se condena o se nutre de silencio. Sin embargo, cuanto más visible se muestra la condena a la violencia contra la mujer, aparecen más respuestas que la justifican e incluso la jalean. Valgan los casos de la violación perpetrada por el grupo autodenominado “La Manada” en Sanfermines o los apoyos en los campos de fútbol a los deportistas maltratadores al grito de “Puuuuta, puuuuta”. “Ante el resultado objetivo del homicidio, no suelen suceder adhesiones, y en cambio sí sucede en los casos de violencia de género”.
cuanto más visible se muestra la condena a la violencia contra la mujer, aparecen más respuestas que la justifican e incluso la jalean
El rechazo a la idea misma de violencia de género podría explicar la carta que Antonio del Castillo, padre de Marta, escribió a su hija la fecha en la que ésta habría cumplido 25 años. Incluye este párrafo: “Me he dado cuenta de que todo es política, de que existen varios tipos de justicia y de que no es igual para todos, que dependiendo quien te mate los castigos y tus derechos son totalmente distintos, aunque el fin sea el mismo: la muerte, si mueres por un terrorista, la ley te ampara hasta en las redes sociales, por violencia de género las penas son mayores y se les aplica más atenuantes del delito. Pero si es por violencia común, entonces es como si fuese algo de pobres o más generalizado, en fin, que la justicia es para quien tiene amistades o mucho poder”.
La familia rechazó desde el principio considerar el asesinato de la hija como un crimen machista. “Hay gente que ve la Violencia de Género como una especie de mancha”, explica Lorente, quien añade un dato preocupante: los estudios sociológicos en este sentido muestran que en 2006 este tipo de violencia golpeó a 400.000 mujeres; en 2011 ya eran 600.000. “La mayor conciencia y el incremento de recursos está generando más violencia”, lamenta el exdelegado del Gobierno.
Cuando, en 2009, Miguel Carcaño mató a su exnovia Marta del Castillo, la Ley integral contra la violencia de género estaba en pañales, la sociedad y los medios de comunicación ignoraban este tipo de consideraciones e incluso los especialistas en el tema titubean al recordar los términos. Subido al lomo de ese caso, en marzo de 2015, el Gobierno de Mariano Rajoy aprobó en solitario la cadena perpetua, llamada “prisión permanente revisable”, y Javier Arenas, también del PP, pidió que se endurecieran las condenas en el caso de los menores adolescentes. Ninguno de ellos aludió a la Violencia de Género.
Hoy, sólo ocho años después, a nadie le cabría duda de que el asesinato de Marta del Castillo es un crimen machista. Sin embargo, la Ley sigue anclada en aquel momento.
La sociedad española define hoy de otra manera a sus muertos. Las asesinadas van pidiendo paso y nos retratan.
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