Perfil
Emmanuel Macron, el banquero “antisistema” que llama a las puertas del Elíseo
Próximo a las élites económicas, el exministro socialista de Economía aspira a vencer las presidenciales gracias a su discurso regenerador y anti-‘establishment’
Enric Bonet París , 25/02/2017
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Más de una veintena de portadas en los semanarios franceses durante el último año. El líder centrista Emmanuel Macron, 39 años, no es precisamente un hombre detestado por la prensa. La candidatura del exministro de Economía en el Ejecutivo de François Hollande se ha beneficiado de “un bombardeo mediático”, asegura el analista político Thomas Guénolé en la revista Marianne. Inflado o no por los medios, pocos dudan de la relevancia de su candidatura en las elecciones presidenciales. Según los sondeos, Macron obtendría un 18,5% de los votos y disputaría en la primera vuelta, a finales de abril, la segunda plaza con el candidato conservador François Fillon (21%). En caso de clasificarse para la segunda vuelta, a principios de mayo, se impondría con un 58% de los votos ante la líder ultranacionalista Marine Le Pen (42%).
Esta posible victoria de Macron no deja de resultar sorprendente teniendo en cuenta que este antiguo banquero de Rothschild nunca había participado en unas elecciones y los franceses apenas lo conocían antes de que fuera nombrado ministro de Economía en septiembre de 2014. “El éxito del fenómeno Macron se debe al bajo nivel de los candidatos de los partidos tradicionales”, asegura el politólogo Christophe Bouillaud. Para este profesor de Sciences Po Grenoble, “Fillon seduce a los votantes de derechas, pero los electores de centro lo encuentran excesivamente conservador. Y el Partido Socialista (PS) tardó demasiado en escoger a su candidato en unas primarias celebradas a finales de enero”. Además, la división de la izquierda dificulta las aspiraciones del carismático Jean-Luc Mélenchon (social-ecologista).
La fragmentación del sistema político francés ha abierto un espacio para el discurso de Macron: centrista, europeísta, business friendly, pero muy crítico con las élites políticas. “En Francia, existe un anhelo de una parte del electorado de ser gobernados por un hombre de centro”, explica Jean Petaux, politólogo en Sciences Po Bordeaux. Este dirigente “de izquierdas y de derechas” debería aportar las soluciones económicas que las formaciones tradicionales no han sabido aplicar. Sólo el 12% de los franceses confía actualmente en los partidos políticos, según un estudio de Cevipof. Un desarraigo que el exministro de Economía está sabiendo aprovechar con astucia con la creación en abril del año pasado del movimiento político En Marche! (EM), cuyas siglas se corresponden con las iniciales del nombre del candidato.
La fragmentación del sistema político francés ha abierto un espacio para el discurso de Macron: centrista, europeísta, business friendly, pero muy crítico con las élites políticas
Con menos de un año de existencia, En Marche! ya cuenta con cerca de 200.000 inscritos. Como ocurre con Podemos en España, militar en este movimiento político no implica el pago de ningún tipo de cuota, sólo hace falta un par de clics en su página web. Esto no impide que sus simpatizantes parezcan devotos a su causa. Miles llenan cada uno de los mítines de Macron. Vestidos muchos de ellos con unas camisetas blancas con las siglas de la formación, los marcheurs aplauden las propuestas de un candidato rodeado por una cierta aura de joven prodigio. Una reputación significativa en un país donde existe una gran fascinación por los hombres providenciales, desde Napoleón hasta el general De Gaulle.
Filósofo de formación, banquero de profesión
Nacido en 1977 en Amiens (norte de Francia) en una familia de clase media, Macron se enamoró con 17 años de su profesora de francés en el instituto, Brigitte Trogneux. Aunque esta estaba casada y tenía tres hijos, su relación fructificó y contrajeron matrimonio en 2007, a pesar de que ella fuera veinticuatro años mayor que él. Una historia de amor que ha hecho correr ríos de tinta en la prensa del corazón francesa. “Ella tiene una gran admiración por él. Es su primera fan, casi una groupie”, explica un amigo de la pareja en la biografía Emmanuel Macron, en marche vers l’Elysée, del periodista Nicolas Prissette.
Tras haber terminado el bachillerato en el prestigioso instituto parisino Henry IV, Macron estudió Filosofía en la Universidad de Nanterre. Allí trabajó como asistente del pensador existencialista Paul Ricoeur. Pese a su reputación de tecnócrata, el exministro de Economía es “un literato”, asegura Prissette. Además de Ricoeur, lee asiduamente a autores clásicos como Hegel o Maquiavelo y a pensadores políticos contemporáneos como Cornelius Castoriadis o Claude Lefort. Unos referentes que han influido en su ideario liberal. “Macron entiende el liberalismo desde un punto de vista filosófico que hace de la libertad el eje central del comportamiento de las personas”, afirma Prissette. Un liberalismo que aboga por la desregulación y el libre mercado, pero también por el progreso en materia de derechos civiles.
Macron entiende un liberalismo que aboga por la desregulación y el libre mercado, pero también por el progreso en materia de derechos civiles
Aunque empezó una tesis doctoral, Macron abandonó su carrera como hombre de letras para dedicarse a la alta administración pública. “Paul Ricoeur escribió sus mejores libros después de haber cumplido 60 años. Yo no tenía esta paciencia.”, reconoció él mismo. Por este motivo, decidió formarse en la elitista École Nationale d’Administration (ENA) y al graduarse consiguió una plaza como inspector de Hacienda. Así empezó una carrera meteórica que al poco tiempo lo llevaría a convertirse en gerente asociado del Banco Rothschild en Francia.
Mientras trabajaba como banquero, Macron tenía un salario de 400.000 euros anuales y cerró un valioso acuerdo entre Nestlé y Pfizer que le permitió ganar una prima de 2,8 millones de euros netos, según el Journal du Dimanche. Sin embargo, abandonó en 2012 este puesto tan bien remunerado para trabajar como secretario general adjunto del Elíseo para el presidente socialista François Hollande. Un cargo que le permitiría dos años después dar el salto al gobierno como ministro de Economía.
Responsable de la política económica de Hollande
“Resulta sorprendente el hecho de que Macron llegara al poder por su perfil técnico, cuando en realidad siempre quiso hacer política”, asegura Prissette. Aunque militó en el PS entre 2006 y 2009, no participaba en las tareas orgánicas del partido. En cambio, su primera actividad política destacada tuvo lugar en 2007 como ponente de una comisión de expertos sobre el crecimiento económico, animada por el antiguo consejero socialista Jacques Attali. Esta comisión fue un encargo del expresidente Nicolas Sarkozy y un buen ejemplo de la connivencia entre élites conservadoras y socialdemócratas. Un ambiente en el que Macron se mueve como pez en el agua.
su primera actividad política destacada tuvo lugar en 2007 como ponente de una comisión de expertos sobre el crecimiento económico. Esta comisión fue un encargo del expresidente Sarkozy
Gracias a su amistad con Attali, conoció a Hollande y este lo escogió como asesor económico para las primarias socialistas de 2011. Primero, como secretario del Elíseo y, luego, como ministro de Economía, Macron diseñó las medidas económicas más polémicas del quinquenio Hollande, como la rebaja fiscal de 40.000 millones de euros a las empresas o la famosa Ley Macron, que amplió la apertura de las tiendas en domingo y liberalizó sectores tan variopintos como las notarías o los autobuses. Incluso participó de forma directa en la elaboración de la reforma laboral, ya que “negoció con la patronal la introducción de una cláusula que facilitara el despido por motivos económicos”, explica la periodista Marion L’Hour, coautora con Frédéric Says del libro Dans l’enfer de Bercy y jefa adjunta de la sección de economía y sociedad de la emisora de radio France Inter.
A pesar de que estas medidas acentuaron la división entre el gobierno y los sindicatos, Macron fue uno de los ministros más populares, sobre todo entre los votantes conservadores. Este apoyo se veía reafirmado por la benevolencia con la que el presidente Hollande abordaba las múltiples salidas de tono de su ministro preferido en las que ponía en duda pilares del modelo social francés, como las 35 horas de trabajo semanal. “Hollande no tenía a ningún heredero político y siempre consideró a Macron como su sucesor”, afirma Prissette.
Macron diseñó las medidas económicas más polémicas del quinquenio Hollande, como la rebaja fiscal de 40.000 millones de euros a las empresas
En cambio, Macron perdió rápidamente la confianza en Hollande y no tardó en traicionarlo. Pensaba que era un dirigente cobarde, incapaz de llevar a cabo las reformas necesarias. “En verano de 2015, empezó a valorar la idea de presentarse a las presidenciales”, asegura Prissette. Ese proyecto comenzó a tomar forma a principios del año pasado, cuando multiplicó sus reuniones en el Ministerio de Economía con “gente alejada de la actividad económica, como politólogos o líderes religiosos. Incluso se reunió con un grupo de sus seguidores en Facebook”, explica L’Hour. Según revela esta periodista en Dans l’enfer de Bercy, el 80% del dinero presupuestado para los gastos de representación del ministerio de Economía lo empleó en ese tipo de comidas y cenas. “Incluso había días en los que cenaba dos veces”, reconoce L’Hour.
El candidato de la “gran coalición”
Esta supuesta agenda paralela como ministro y candidato concluyó a finales de agosto cuando anunció su esperada dimisión del Ejecutivo. Empezó, entonces, a trabajar en exclusiva para su candidatura, que oficializó a mediados de noviembre. “Nuestro sistema político está bloqueado. Los aparatos políticos paralizan nuestra capacidad de avanzar”, afirmó Macron durante un discurso con el que quiso mostrar su rechazo a las élites políticas tradicionales. Aseguró, asimismo, su voluntad de presentarse sin participar en las primarias organizadas por el Partido Socialista, ya que consideraba el marco de los partidos tradicionales como un espacio caduco.
“Macron ha sabido distinguirse del legado de Hollande por su juventud y su dinamismo. Pero también porque es un electrón libre, que atrae a un electorado libre”, explica Petaux. “Uno de los motivos de su éxito es la capacidad para presentarse como nuevo, aunque provenga del interior del sistema”, asegura Bouillaud. Recuerda que este tipo de candidaturas es cada vez más habitual en Europa, con casos como el de To Potami en Grecia o Ciudadanos en España.
“Mi oferta política consiste en unir la socialdemocracia, la ecología realista, la derecha orleanista (moderada) y el gaullismo social”, dijo Macron a principios de febrero durante una entrevista en France Inter. Reconocía así su voluntad de reeditar en Francia la alianza entre conservadores y socialdemócratas que gobierna en Alemania o que aprueba la mayoría de las iniciativas legislativas en el Parlamento Europeo. Una “gran coalición” que sería vista con buenos ojos por aquellos grandes empresarios que simpatizan con Macron; como Xavier Niel, copropietario del diario Le Monde; Bernard Arnault, propietario del grupo de lujo LVMH; o Marc Simoncini, el fundador de la web de citas Meetic.
La simpatía de la patronal hacia Macron se debe probablemente a su programa económico neoliberal. Este incluye medidas como una reducción en 60.000 millones de euros del gasto público, la supresión de 120.000 puestos de funcionarios o una disminución del Impuesto sobre la fortuna (ISF), que dejaría de tasar las acciones y sólo afectaría al patrimonio inmobiliario. Para compensar estas políticas de austeridad, propone invertir 50.000 millones para impulsar la transición energética y mejorar la formación de los jóvenes y parados.
La simpatía de la patronal hacia Macron se debe probablemente a su programa económico neoliberal. Este incluye medidas como una reducción en 60.000 millones de euros del gasto público
“Macron mantiene un discurso económico bastante clásico que dice que Francia no ha hecho las reformas necesarias, a diferencia de Reino Unido”, afirma Frédéric Farah, coautor del libro Introduction inquiète à la « Macron-économie », en una entrevista en el diario digital Mediapart. Según este economista, el exministro recupera viejas recetas thatcheristas de los años ochenta, pero las presenta con una retórica más social. Reivindica, por ejemplo, la desregulación de la economía y la implantación de empresas como Uber, ya que estas garantizan un acceso al empleo a los sectores más desfavorecidos, como los jóvenes de la banlieue [los barrios periféricos]. Además, se beneficia de la ambigüedad de un programa que no presentará de forma detallada hasta principios de marzo.
“Esta ambigüedad puede tener también efectos negativos, ya que le criticarán tanto por la derecha como por la izquierda”, explica Bouillaud. De hecho, Macron se vio involucrado a mediados de febrero en una doble polémica. Primero, recibió unas críticas durísimas de los miembros de la derecha y la extrema-derecha por haber considerado que la colonización en Argelia había comportado crímenes contra la humanidad. Pocos días después, generó una gran indignación entre los líderes de la izquierda al asegurar que los manifestantes de la Manif pour tous, contrarios al matrimonio homosexual, habían sido humillados.
No obstante, el principal punto débil de la candidatura de Macron es que “tiene un electorado potencial muy inestable”, afirma Bouillaud. Según los sondeos, sólo el 36% de los electores que dicen que le votarán se muestran convencidos de hacerlo. Una escasa fidelidad electoral que dificulta el éxito de la ambiciosa operación Macron.
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