1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.347 Conseguido 91% Faltan 15.800€

¿A la mierda el trabajo?, perdón ¿de qué trabajo hablamos?

Cualquier propuesta de acción política que pretenda ser emancipadora debe considerar las desigualdades entre mujeres y hombres e incorporar formas de contribuir a la desarticulación del patriarcado como eje de dominación

Cristina Carrasco 1/03/2017

<p>Una mujer realiza trabajos domésticos en una calle de Italia. </p>

Una mujer realiza trabajos domésticos en una calle de Italia. 

Mario Mancuso

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT necesita 300 suscripciones mensuales para ser sostenible y cada vez más independiente. Puedes ayudarnos aquí

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

El término trabajo se puede entender como la actividad realizada por la especie humana destinada a satisfacer sus necesidades y, por tanto, directamente relacionada con su supervivencia y reproducción. Sin embargo, desde los procesos de industrialización, el concepto de trabajo fue secuestrado por la ideología productivista de las sociedades industriales, estableciéndose una identificación entre trabajo (una actividad) y empleo (una relación social). De esta manera, tradicionalmente, los estudios sobre el trabajo han considerado solo la parte mercantil de la actividad económica y, por tanto, un tipo de trabajo –el empleo– que ha estado socialmente asignado a la población masculina.

Pero una rápida mirada hacia el pasado nos permite observar que a lo largo de la historia de la humanidad se han desarrollado formas de trabajo absolutamente diversas, bajo distintos marcos sociales, con distintos niveles tecnológicos, realizadas por distintos miembros del hogar, dentro o fuera del ámbito doméstico y con o sin remuneración. De estos distintos tipos de trabajo el que históricamente ha ocupado más tiempo y el que siempre ha acompañado al resto de los trabajos es el que podríamos denominar en términos genéricos “de subsistencia directa” y que hoy llamaríamos “doméstico y de cuidados”.

Con la implantación del sistema capitalista (patriarcal), todos los trabajos que se realizan en contextos no mercantiles quedaron devaluados y no reconocidos como trabajo

Con la implantación del sistema capitalista (patriarcal), todos los trabajos que se realizan en contextos no mercantiles quedaron devaluados y no reconocidos como trabajo, fundamentalmente, el trabajo doméstico y de cuidados –realizado básicamente por mujeres e implicado directamente en el cuidado de la vida y de los cuerpos-- se hizo invisible, a pesar de ser el eje central de la existencia humana. Este “olvido” teórico y político –que ha ayudado a determinar diferencias profundas en los trabajos y en las vidas de mujeres y hombres-- no es sorprendente, ya que responde a una ideología patriarcal que ha desvalorizado todo aquello realizado tradicionalmente por las mujeres: sus formas de actuar, de pensar, su cuerpo (utilizado y violentado por lo masculino), el tipo de relaciones que establecen, etc. Y cuando estos trabajos salen al mercado, se mantienen como una actividad de nivel inferior. Así se ha ido construyendo un imaginario colectivo que asocia las actividades de cuidados y reproducción social a la baja cualificación.

Podría resultar curiosa o incomprensible esta desvalorización social de una actividad que es fundamental para la subsistencia de las personas y la reproducción social; ya que sin el cuidado que se realiza desde los hogares a lo largo de todo el ciclo vital: alimentación, niñez, cuidado en la salud, enfermedades, envejecimiento, cuidados afectivos y emocionales, etc., la vida no sería posible. Sin embargo, es perfectamente comprensible desde la perspectiva del sistema económico. La producción capitalista no tiene capacidad ni posibilidades de reproducir bajo sus propias relaciones de producción la fuerza de trabajo que necesita. La reproducción diaria, pero sobre todo la generacional, requiere de una enorme cantidad de tiempo y energías que el sistema no podría remunerar. Pero, además, el mercado no puede sustituir los complejos procesos de crianza y socialización que implican afectos, emociones, seguridades, etc. y que permiten que las personas se desarrollen como tales. Sólo la enorme cantidad de trabajo doméstico y de cuidados que se está realizando hace posible que el sistema económico pueda seguir funcionando. De ahí la invisibilidad que mantiene el sistema del nexo que relaciona ambos trabajos, ya que parte de sus beneficios proviene de ese trabajo no remunerado que le reproduce la fuerza de trabajo.

En nuestras sociedades capitalistas, ambos trabajos –mercantil y de cuidados-- son absolutamente necesarios para la subsistencia de las personas, aunque reciben un reconocimiento social muy distinto. El trabajo monetizado goza de valor social (aunque con diferencias importantes según el tipo de actividad), valoración de la que carece el trabajo realizado desde los hogares. Sin embargo, este último es el que está directamente relacionado con el cuidado y la vida de las personas por lo que debiera ser la preocupación social central. 

En definitiva, si se quiere reflexionar sobre la cuestión del trabajo, hay que ampliar la mirada y no considerar solo el trabajo remunerado, sino los distintos trabajos necesarios que tienen lugar en nuestras sociedades actuales. Aunque sin olvidar que los distintos trabajos no se realizan todos en un mismo contexto social ni bajo las mismas relaciones sociales; no todos tienen la misma importancia en nuestras vidas; algunos son absolutamente necesarios para la subsistencia y reproducción de la especie (alimentación, cuidados, educación, sanidad, etc.), otros no son básicos pero contribuyen al bienestar y a una vida más humana, y unos terceros  pueden ser prescindibles, e incluso, algunos pueden ser indeseables (como muchos trabajos de publicidad, finanzas, etc.). Estos últimos solo son necesarios para la continuidad del sistema económico capitalista. Por tanto, sería necesario replantear el valor de los trabajos en función de su aportación a los procesos vitales. 

Los distintos trabajos no se realizan todos en un mismo contexto social ni bajo las mismas relaciones sociales; no todos tienen la misma importancia en nuestras vidas

Desde esta mirada pierde sentido la expresión “a la mierda el trabajo” o hablar del “derecho a no trabajar” o del “trabajo como bien escaso”. En el primer lugar, respondiendo a la definición de trabajo, queda claro que para satisfacer las necesidades humanas es necesario trabajar (en algún tipo de trabajo). En el segundo, como participantes de una sociedad, todos y todas deberíamos contribuir al proceso común de dar respuesta a las necesidades tanto individuales como colectivas; quien no trabaja pero está en condiciones de hacerlo estaría parasitando de los/as demás. Y, en el tercero, lo que escasea en realidad no es el trabajo, sino los empleos promovidos por quienes tienen el poder de hacerlo. Además, desde nuestra perspectiva, hay que recordar que todos estos procesos no son neutros sino que están atravesados por distintos ejes de desigualdad, entre los cuales normalmente se “olvida” la desigualdad de género.

Por ello, cualquier propuesta de acción política que pretenda ser emancipadora debería tener una visión amplia en relación a los distintos trabajos –discutiendo cuáles serían básicos, cómo se repartirían, cómo se distribuiría la renta-, pero también debería considerar las desigualdades entre mujeres y hombres y, por tanto, incorporar formas de contribuir a la desarticulación del patriarcado como eje de dominación. Los procesos emancipadores obligan a considerar en conjunto los distintos sistemas de opresión. Sabemos que lo que no se nombra no existe. Por tanto, no hacer explícito el poder patriarcal y sus consecuencias sobre la vida de las mujeres es suponer que el modelo de comportamiento masculino en relación a la violencia contra las mujeres, la no asunción del trabajo de cuidados, etc. se resolverá por sí solo sin ningún tipo de intervención social o política.

La propuesta de una renta universal que sostiene la RBU no considera los aspectos señalados ni con respecto al trabajo ni con respecto a las relaciones patriarcales. En primer lugar, su planteamiento está sesgado hacia el trabajo remunerado, considerando de manera muy marginal los otros trabajos, con lo cual, desde nuestra perspectiva, sus posibles resultados serían limitados. Como señalé anteriormente, todos y todas deberíamos realizar algún tipo de trabajo necesario, pero la RBU no asegura ni plantea la distribución equitativa por ejemplo del trabajo de cuidados o de otros trabajos –seguramente desagradables-- necesarios para la subsistencia de la población. En segundo lugar, es una visión muy monetarizada, que contempla básicamente los aspectos dinerarios. Estamos de acuerdo en que en la situación actual de gran vulnerabilidad social y precariedad laboral, deberían realizarse políticas para evitar la pobreza, pero deberían realizarse junto a políticas que afecten a la reorganización o redistribución de los trabajos entre todas y todos. Por otra parte, la visión monetarizada también se traduce en su idea de pobreza, considerándola solo pobreza de recursos monetarios, sin tener en cuenta otras dimensiones de la pobreza como la falta de acceso a servicios básicos, la cultura o la pobreza de tiempo, característica esta última de la vida de las mujeres en sociedades capitalistas. Por último, la RBU manifiesta un sesgo neoliberal en su visión de la libertad de elección que tendría la población. Sabemos que la libre elección es un mito, una falacia introducida por la ideología neoliberal. Las personas estamos totalmente condicionadas por ideologías, entorno, presiones sociales, etc. En este sentido, las mujeres podrían “elegir voluntariamente” el trabajo doméstico y de cuidados no necesariamente porque sea su opción de vida, sino porque se vean obligadas por la presión social. Y, si no hay una respuesta colectiva y de la población masculina a la organización y la gestión del cuidado, las mujeres lo asumirán, sencillamente, por el valor que le dan a la vida frente a las exigencias del capital. De aquí la importancia de que cualquier propuesta de cambio incluya formas de influir en el comportamiento masculino para ir transformando el imaginario colectivo de la naturalización del cuidado como asunto de mujeres.

Así pues, si se piensa en alternativas viables actualmente, que tengan como objetivo una vida digna y vivible para toda la población –mujeres y hombres-- es necesario considerar un proceso de resignificación de mujeres y hombres más allá de una sociedad patriarcal, un cambio simbólico que conduzca a valorar socialmente las actividades de cuidados que dan sentido a la vida y que las mujeres han realizado a lo largo de la historia. Las relaciones patriarcales no se diluyen por sí solas ni se transforman solo porque se modifiquen las relaciones capitalistas. Por tanto, las propuestas de acción política deberían incorporar en sí mismas lo que alguna compañera denomina “potencialidad género-transformativa”.

----------------------

Cristina Carrasco es Economista. Profesora de Teoría Económica de la Universidad de Barcelona. Miembra del Instituto Interunivesitario de las Mujeres y el Género de las Universidades Catalanas y de la International Association for Feminits Economic. 

CTXT necesita 300 suscripciones mensuales para ser sostenible y cada vez más independiente. 

Autor >

Cristina Carrasco

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

14 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Tripalium

    Creo que la diferenciación entre trabajo y empleo (trabajo asalariado y trabajo no-asalariado) es clave y necesaria a la hora de analizar nuestras sociedades capitalistas y patriarcales. Recalcando además la invisibilización que se da del trabajo de cuidados como trabajo no remunerado mayormente en manos de las mujeres. Sin embargo, me sorprende el “sesgo neoliberal” que la autora atribuye a la que considero herramienta fundamental para una política emancipadora como es la Renta Básica Universal. Coincido cuando señala que “si se quiere reflexionar sobre la cuestión del trabajo, hay que ampliar la mirada y no considerar solo el trabajo remunerado, sino los distintos trabajos necesarios que tienen lugar en nuestras sociedades actuales.” Ello no es óbice para considerar que el lema que da pie al artículo: “A la mierda el trabajo” es acertado (por la propia etimología y origen del término trabajo) y clave para hacer frente tanto al capitalismo como al patriarcado que se deriva de él. Sin olvidar que, aunque nos gustaría que fuese de otra manera, el significado de trabajo extendido entre la población mayoritariamente se reduce a toda actividad pecuniaria destinada a garantizar el sustento material. Como señala el artículo “Las personas estamos totalmente condicionadas por ideologías, entorno, presiones sociales, etc.” y a mi entender, sobre todo, por la hegemonía cultural capitalista cuyo principal fruto es la sacralización del trabajo existente en nuestra sociedad: de lo que se trata es de poder “ganarse” la vida “dignamente” más allá de si existen o no puestos de trabajo suficientes, de si los trabajos desempeñados son contraproducentes social y ecológicamente o directamente absurdos. En este sentido, atendiendo al carácter dual del trabajo en Marx, es pertinente recordar la tesis defendida por John Holloway (y compartida por otros autores marxistas) en su libro “Agrietar el capitalismo. El hacer contra el trabajo” sobre el papel del trabajo asalariado y su producción constante de valor como motor del capitalismo. Por tanto si queremos dejar de alimentar el capitalismo (pilar básico en el que se apoya el patriarcado actual) cabría empezar por cuestionarnos el trabajo asalariado cotidiano. Sin embargo, a mi modo de ver, mientras los ingresos económicos necesarios para asegurarse el sustento de cada día dependan exclusivamente de tener empleo (trabajo asalariado) difícilmente nadie se cuestionará nada (tampoco el reconocimiento del trabajo de cuidados como algo vital). Todo quedará para el debate academicista, muy interesante, cargado de buenos deseos pero poco práctico y carente de propuestas concretas al desatender las condiciones materiales que impulsen el necesario cambio simbólico y social. Por eso, no comparto lo expuesto por la autora respecto a la Renta Básica Universal, ya que, al contrario de lo que señala, la Renta Básica Universal garantizando una base material de subsistencia a toda la población (al margen de tener empleo o no) contribuiría a que la población se liberase del imaginario cultural dominante y de esa manera poder emprender un camino hacia la emancipación real. Posibilitaríamos así replantearnos en primer lugar la conveniencia o no de las diferentes actividades económicas existentes actualmente y en segundo lugar la reorganización o redistribución de los trabajos necesarios entre todas y todos, en definitiva nuestro modo de vida. Mientras el sustento de la población solo pase por la obligatoriedad de vender la fuerza de trabajo en un escenario de precariedad laboral galopante, este horizonte se alejará. Por último y a modo de recordatorio, la Renta Básica Universal basada en “el derecho a la existencia”(nadie es libre si no tiene la existencia material garantizada) filosóficamente se justifica desde la milenaria libertad Republicana por tanto poco tiene de liberal y menos de neoliberal.

    Hace 7 años 8 meses

  2. Tripalium

    Creo que la diferenciación entre trabajo y empleo (trabajo asalariado y trabajo no-asalariado) es clave y necesaria a la hora de analizar nuestras sociedades capitalistas y patriarcales. Recalcando además la invisibilización que se da del trabajo de cuidados como trabajo no remunerado mayormente en manos de las mujeres. Sin embargo, me sorprende el “sesgo neoliberal” que la autora atribuye a la que considero herramienta fundamental para una política emancipadora como es la Renta Básica Universal. Coincido cuando señala que “si se quiere reflexionar sobre la cuestión del trabajo, hay que ampliar la mirada y no considerar solo el trabajo remunerado, sino los distintos trabajos necesarios que tienen lugar en nuestras sociedades actuales.” Ello no es óbice para considerar que el lema que da pie al artículo: “A la mierda el trabajo” es acertado (por la propia etimología y origen del término trabajo) y clave para hacer frente tanto al capitalismo como al patriarcado que se deriva de él. Sin olvidar que, aunque nos gustaría que fuese de otra manera, el significado de trabajo extendido entre la población mayoritariamente se reduce a toda actividad pecuniaria destinada a garantizar el sustento material. Como señala el artículo “Las personas estamos totalmente condicionadas por ideologías, entorno, presiones sociales, etc.” y a mi entender, sobre todo, por la hegemonía cultural capitalista cuyo principal fruto es la sacralización del trabajo existente en nuestra sociedad: de lo que se trata es de poder “ganarse” la vida “dignamente” más allá de si existen o no puestos de trabajo suficientes, de si los trabajos desempeñados son contraproducentes social y ecológicamente o directamente absurdos. En este sentido, atendiendo al carácter dual del trabajo en Marx, es pertinente recordar la tesis defendida por John Holloway (y compartida por otros autores marxistas) en su libro “Agrietar el capitalismo. El hacer contra el trabajo” sobre el papel del trabajo asalariado y su producción constante de valor como motor del capitalismo. Por tanto si queremos dejar de alimentar el capitalismo (pilar básico en el que se apoya el patriarcado actual) cabría empezar por cuestionarnos el trabajo asalariado cotidiano. Sin embargo, a mi modo de ver, mientras los ingresos económicos necesarios para asegurarse el sustento de cada día dependan exclusivamente de tener empleo (trabajo asalariado) difícilmente nadie se cuestionará nada (tampoco el reconocimiento del trabajo de cuidados como algo vital). Todo quedará para el debate academicista, muy interesante, cargado de buenos deseos pero poco práctico y carente de propuestas concretas al desatender las condiciones materiales que impulsen el necesario cambio simbólico y social. Por eso, no comparto lo expuesto por la autora respecto a la Renta Básica Universal, ya que, al contrario de lo que señala, la Renta Básica Universal garantizando una base material de subsistencia a toda la población (al margen de tener empleo o no) contribuiría a que la población se liberase del imaginario cultural dominante y de esa manera poder emprender un camino hacia la emancipación real. Posibilitaríamos así replantearnos en primer lugar la conveniencia o no de las diferentes actividades económicas existentes actualmente y en segundo lugar la reorganización o redistribución de los trabajos necesarios entre todas y todos, en definitiva nuestro modo de vida. Mientras el sustento de la población solo pase por la obligatoriedad de vender la fuerza de trabajo en un escenario de precariedad laboral galopante, este horizonte se alejará. Por último y a modo de recordatorio, la Renta Básica Universal basada en “el derecho a la existencia”(nadie es libre si no tiene la existencia material garantizada) filosóficamente se justifica desde la milenaria libertad Republicana por tanto poco tiene de liberal y menos de neoliberal.

    Hace 7 años 8 meses

  3. Marcos

    Siguiendo el silogismo que plantea la autora podríamos "valorar socialmente las actividades de cuidados que dan sentido a la vida" y seguir teniendo otros trabajos precarios, continuar vendiendo armamento o contaminando el planeta. Luego deberíamos refutar todo su planteamiento.

    Hace 7 años 8 meses

  4. Marcos

    "Por otra parte, la visión monetarizada también se traduce en su idea de pobreza, considerándola solo pobreza de recursos monetarios, sin tener en cuenta otras dimensiones de la pobreza como la falta de acceso a servicios básicos, la cultura o la pobreza de tiempo, característica esta última de la vida de las mujeres en sociedades capitalistas" Esto es demagogia pura, porque a falta de argumentos recurre a falacias como que la RBU es una renta a cambio de los servicios públicos actuales, cuando la RBU se pretende 4º pilar del Estado del Bienestar. Esa visión de la autora es la que plantea el capitalismo.

    Hace 7 años 8 meses

  5. marcos@rodalia.com

    Ramona, la RBU si puede contribuir a solucionar el Cambio Climático. Porque al ser Básica no se fomenta el consumismo.

    Hace 7 años 8 meses

  6. alfonso

    "..su planteamiento [RBU] está sesgado hacia el trabajo remunerado, considerando de manera muy marginal los otros trabajos" ¿Confunde la autora la RBU con el Trabajo Garantizado? ¿En que modo puede haber un sesgo hacia el trabajo remunerado si precisamente la RBU se basa en la innecesariedad de un trabajo para cobrar la renta? Precisamente la RBU permite que en muchos casos la persona pueda llevar adelante trabajos que hoy en día no son remunerados.

    Hace 7 años 8 meses

  7. Marcos

    "La reproducción diaria, pero sobre todo la generacional, requiere de una enorme cantidad de tiempo y energías que el sistema no podría remunerar." Me temo que eso es falso, no es que no pueda sino que no quiere.

    Hace 7 años 8 meses

  8. Marcos

    "Con la implantación del sistema capitalista (patriarcal), todos los trabajos que se realizan en contextos no mercantiles quedaron devaluados y no reconocidos como trabajo, fundamentalmente, el trabajo doméstico y de cuidados–realizado básicamente por mujeres e implicado directamente en el cuidado de la vida y de los cuerpos-- se hizo invisible, a pesar de ser el eje central de la existencia humana." Cierto, como lo son también la defensa del medioambiente, la causa animalista o los derechos humanos, también básicos para la existencia humana y no necesariamente asociados a un rol de género.

    Hace 7 años 8 meses

  9. Ramona

    Cae en el típico error de rechazar la renta básica porque no es suficientemente buena como para cambiar el mundo de un plumazo. Igual que quienes argumentan que no soluciona el problema del cambio climático. No acaba con el patriarcado, luego hay que rechazarla. Entonces no movamos un dedo porque no existe La Fórmula que acabe con todos los males del mundo de una vez. Hacen falta medidas complementarias a la RB, obviamente. Igual que hacen falta medidas complementarias a la educación pública: la educación pública por sí misma no acaba con las tasas de baja escolarización entre niños/as pobres; para ello hacen falta ayudas económicas y leyes que obliguen a los padres a escolarizar a sus hijos y que prohiban obligarlos a trabajar. No por esto rechazamos la educación pública. La educación pública, como la sanidad, tampoco acaba con el patriarcado, por cierto. Es preferible que las mujeres sigamos siendo dobles víctimas del patriarcado y de la explotación capitalista, antes que implantar una RB por riesgo a que nos quedemos limpiando nuestras casas. Pero si ya estamos limpiando en nuestras casas!

    Hace 7 años 8 meses

  10. juan

    Me ha gustado este artículo, es bueno que desde posiciones progresistas y feministas se pelee por tener un debate serio y no asistamos al rentabasiquismo como pensamiento único que represente la pretendida justicia social.

    Hace 7 años 8 meses

  11. Dubitador

    « la RBU manifiesta un sesgo neoliberal en su visión de la libertad de elección que tendría la población » Es para tirarse de los pelos. Como la RBU no aborda el patriarcado ni los cuidados, pues no sirve. Asi que nada serviria si no aborda el patriarcado y los cuidados. Es lo que pasa cuando se sectorializan las luchas.  Creo que las luchas culturales sectorializadas siquiera sirven para sumar fuerzas y adhesion de esos sectores, pues sus reinvindicaciones no son netamente incompatibles con el capitalismo y ahi tenemos a gays del PP que han abrazado las normativas de genero que les convienen pero continuan siendo petreos derechistas, o incluso mas aun, por si con ello se fueran a hacer perdonar su "asunto" de genero. Esas "luchas" sectorializadas en realidad nos dividen, nos fragmentan en colectivos orientados al "qué hay de lo mio" y si lo mio no se implementa al completo y ahora mismo, pues no me ajunto y formo partido propio. La socialdemocracia pasada al social-liberalismo ideó estas luchas sectoriales que ofrecen una apariencia de lucha, orientada a objetivos impecables, pero que en realidad fragmentan, fragilizan, desmovilizan y dejan el campo libre hacia la orientacion liberal. Toda lucha que no incida directamente contra el campo adversario atrae la lucha y conflicto tambien dentro del campo propio. Asi, las feministas buscaran machismos en Podemos o denunciaran feminismo insuficiente; los animalistas no ven suficiente entusiasmo animalista en Podemos; los gays pueden ser del PP y continuar siendolo... etc.

    Hace 7 años 8 meses

  12. Carlos

    Que diferente hubiera sido hablar de las virtudes de la RBU para abrir esa puerta a la emancipación de la mujer y de las personas dependientes. Sin embargo se le acusa injustamente de algo para lo que no está diseñada. ¡Por supuesto que debe ser acompañada de otras medidas que la complementen! Pero usted, en lugar de molestarse en complementarla con una propuesta, la azota por no ser la panacea. ¡Por supuesto que no es la panacea! No estamos en condiciones de hacerle el juego a la derecha, al neoliberalismo. Así que para el siguiente artículo, le pido que se documente más a fondo, y ofrezca su particular visión de cómo la RBU debería ser implantada. De otra forma, será impuesta de forma neoliberal como una mera justificación de eficiencia de mercado, y no como un derecho humano, enmancipatorio, que reconoce todo ese trabajo imprescindible para la vida y que nunca ha sido remunerado. Estoy convencida de que la renta básica de las iguales se ajustará bastante a su formación. Si me da una dirección, le envío una copia del libro con mucho gusto. Un cordial saludo.

    Hace 7 años 8 meses

  13. Carlos

    Que diferente hubiera sido hablar de las virtudes de la RBU para abrir esa puerta a la emancipación de la mujer y de las personas dependientes. Sin embargo se le acusa injustamente de algo para lo que no está diseñada. ¡Por supuesto que debe ser acompañada de otras medidas que la complementen! Pero usted, en lugar de molestarse en complementarla con una propuesta, la azota por no ser la panacea. ¡Por supuesto que no es la panacea! No estamos en condiciones de hacerle el juego a la derecha, al neoliberalismo. Así que para el siguiente artículo, le pido que se documente más a fondo, y ofrezca su particular visión de cómo la RBU debería ser implantada. De otra forma, será impuesta de forma neoliberal como una mera justificación de eficiencia de mercado, y no como un derecho humano, enmancipatorio, que reconoce todo ese trabajo imprescindible para la vida y que nunca ha sido remunerado. Estoy convencida de que la renta básica de las iguales se ajustará bastante a su formación. Si me da una dirección, le envío una copia del libro con mucho gusto. Un cordial saludo.

    Hace 7 años 8 meses

  14. Ricardo

    Aquí se habla de RBU y cuidados: http://rentabasicadelasiguales.coordinacionbaladre.org/libros

    Hace 7 años 8 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí