‘Il tempo del coraggio’
Nosotras, las mayorías sociales de Europa
Presentación del programa europeo de DiEM25 en Roma
Marcelo Expósito 26/03/2017
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Buenas noches Roma, Italia, Europa. Os traigo saludos desde Barcelona, ciudad del cambio, ciudad refugio, rebelde y feminista del Sur de Europa. Muchas gracias a DiEM por el honor de poder participar en la presentación de vuestro programa para Europa. Saludos, Yannis Varoufakis, gracias por haber representado por todos nosotros la dignidad del Sur de Europa frente a la Troika. Saludos a Razem y a las nuevas fuerzas políticas progresistas europeas. Saludos a los hermanos españoles de Podemos. Saludos, alcalde De Magistris, abrazos a Nápoles y a los gobiernos locales hermanos de las ciudades rebeldes del Sur.
Se cumple hoy el 60º aniversario de la firma de los Tratados de Roma. Durante días vengo escuchando en los actos protocolarios a los que asisto cómo las élites políticas y la burocracia europea celebran el éxito de la Unión. “Europa es una historia de éxito”, dijo el Rey de España en el Congreso de los Diputados; y casi todos los políticos españoles repiten este tópico. Pero al mismo tiempo, en los mismos discursos, todos se muestran preocupados por el ascenso de los populismos, advierten a la gente que no tomen decisiones erróneas. Para las élites que ensalzan las instituciones y los acuerdos económicos pero advierten contra los pueblos de Europa, Bertolt Brecht plantearía un reto: si no les gusta su pueblo, destitúyanlo si pueden y nombren otro.
La Europa que hoy se celebra es la Europa de Schuman, de Monnet, de Spaak. Pero nosotros debemos rememorar también la Europa de Alexandros Grigoropoulos, asesinado por el gobierno corrupto de Karamanlis, y la de Carlo Giuliani, asesinado por el gobierno corrupto de Berlusconi. Hoy se debe celebrar la Europa de Messina, pero también la de Praga, Génova y Lampedusa. La Europa de las protestas masivas contra la austeridad en Grecia en 2008, España en 2011, en Portugal e Italia en 2013.
Sin embargo, todos nosotros, que venimos de las críticas al Tratado de Maastricht, hoy, sencillamente, debemos impedir que la Unión Europea se desintegre. La Unión Europea alberga en su interior la lucha entre la democracia y la barbarie austeritaria. No existe un futuro para nuestros pueblos fuera de una Europa integrada. No podemos permitir su desmoronamiento, pero tampoco podemos permitir la Europa de dos velocidades, una Europa erigida sobre un clasismo interno entre Estados ricos y pobres.
Hoy estamos aquí no sólo para celebrar o rememorar, sino también para manifestar que debemos construir alianzas progresistas transnacionales que empujen a Europa a salir de la crisis con más democracia, y no con menos. El reto es enorme, por momentos se siente como imposible, pero resulta una cuestión literal de vida o muerte para los pueblos de Europa. Sin embargo, estas alianzas no tienen futuro si se piensan tan sólo como coaliciones entre organizaciones políticas, por muy necesarios que sean nuestros partidos. La alianza que Europa necesita es un frente amplio entre partidos, organizaciones y movimientos sociales, que sobre todo debe abrir espacios para el empoderamiento de las mayorías sociales que ahora sienten que su soberanía les ha sido secuestrada. Que sienten impotencia y miedo; pero cuya indignación ha sido también, sobre todo para nosotros en Cataluña y en España, el impulso del cambio. La soberanía debe ser devuelta a los pueblos de Europa, sobre todo a los pueblos del Sur. Y esta será una de las principales tensiones que deberemos afrontar, la que existe entre devolver a los pueblos el derecho a decidir por sí mismos, al mismo tiempo que construimos un espacio común europeo. Por todo ello, la nueva política europea necesita discutir con inteligencia para hacer propuestas sobre la construcción de alianzas transnacionales, la unidad monetaria o la recuperación de soberanía. Pero un proceso constituyente europeo necesita también rabia y músculo, esperanza y vísceras, cuerpos puestos a hacer política.
En el nuevo impulso que necesita Europa serán centrales las ciudades, especialmente las ciudades rebeldes del Sur. La confluencia de fuerzas políticas y sociales amplias, junto con el empoderamiento de la gente común, ha sido el mecanismo que nos ha permitido ganar en 2015 las ciudades de Barcelona, Madrid, A Coruña, Cádiz, Santiago, Ferrol, Zaragoza o Valencia, a las que saludo y abrazo hoy desde Roma. Barcelona, Lesbos, Lampedusa y París publicaron en septiembre de 2015 una carta bajo el título Nosotras, las ciudades de Europa. Se ofrecieron como una red de ciudades refugio para garantizar el derecho universal al asilo. Esa carta contenía un párrafo que merece la pena citar hoy, en el sesenta aniversario de la firma del Tratado de Roma: “Somos responsables ante la idea misma que vio germinar a Europa, fundada tras las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, la vergüenza del Holocausto y la derrota de los fascismos, para asegurar un futuro de paz, prosperidad y fraternidad a las generaciones venideras”.
Mucha fuerza para los retos que afrontamos, un gran abrazo fraterno a todos y a todas. ¡Sí se puede!
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Presentación del programa europeo de DiEM25 en Roma, Teatro Italia, 25 de marzo de 2017.
Autor >
Marcelo Expósito
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