García en el país favorito de la divina providencia
Capítulo VII. La trama gana consistencia teológica gracias a la policía nacional
Guillem Martínez 9/08/2017
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RESUMEN DE LO PUBLICADO: García sigue en su despacho, un club de cánabis. Allí, Estadella, del CNI, le ha solicitado sus servios para pillar a Puigecabanes y, tal vez, a Dios. La BURRA, o agencia de inteligencia catalana, parece, a su vez, más interesada en Puigeabanes. Ahora le toca el turno a la Brigada Catalana, la policía I+D del Gobierno PP.
La situación, ahora, era esta. Estadella seguía KO y, a mi lado, ahora estaba X, de la Brigada Catalana.
-Le diría que se sentara, pero veo que usted nació sentado. Me imagino que querrá hablar también de Dios, ¿no?
-Error. Quiero hablarle de Siddharta.
-¿Siddharta?
-Sí, Siddharta Gautama, Buda Gautama, Sakiamuni o, símplemente, el Buda. Esta historia empieza años después de la iluminación de Siddharta y su paso a la Premier Buda. Transcurre al pie del Himalaya, y se inicia cuando Siddharta va caminando con el yogui Rajiv Majara por un núcleo urbano. De pronto, se les acerca un parroquiano, y le pregunta a Buda si existe Dios. ¿Sabe lo que le contesta Buda?
-No.
-En efecto Le contesta no. Al poco viene otro pringui. Le pregunta lo mismo y, ¿sabe lo que le contesta Buda?
-No.
-Error. Le dice que sí. Pero no hay dos sin tres. Otro se le acerca y le formula la pregunta del día. ¿Sabe lo que le contesta Buda en esta ocasión?
-No lo sé.
-Correcto otra vez. Ha sacado dos de tres, no está mal. Nadie sabe, en fin, lo que le contesta. Simplemente le dice que medite con él. Lo hace y, al cabo de una hora, el parroquiano se levanta, le da las gracias por la respuesta y se va, más contento que un chinche. ¿Entiende el sentido de esta historia?
-No.
-Lo mismo le pasó al yogui Rajiv Majara, que le preguntó al Buda, oye Buda, machote, porqué, cuando te han preguntado por Dios, has contestado a uno que no no existe, al otro que sí que existe y al tercero no le has contestado nada. Y Buda, a su vez, le contestó: mira, Majara, el primero era un creyente y el segundo era un ateo. Me limité a negarles sus creencias. El tercero no creía, dudaba, por lo que le invité a hallar la respuesta. ¿Qué le parece esta historia?
-Tediosa, pero profunda.
-Pues a mí me parece una mierda pinchada en un palo. La vi en el Discovery Channel, un día que se changó la wifi y no podía acceder al porno. Le he explicado esta historia para presentarme. Hola. Yo soy el cuarto parroquiano. No le hubiera preguntado nada a Buda. Tal vez, tan solo, le hubiera pedido la documentación, para aplicarle posteriormente la Ley de Extranjería. Carezco, entre otras sensibilidades, de sensibilidad espiritual. Vamos, que si existe Dios o no, me la suda.
-Entonces, ¿de qué quiere hablar? ¿De Puigdecabanes?
-Me va a obligar a repetirle la parábola de Siddharta. Que se la resumo. No creo en lo que no esta claro que exista. Imagínese entonces en Puigdecabanes, ese delirio personal suyo, que sólo vive en su cabeza.
Llegados a ese punto, me alivió saber que Martínez, esa máquina de fastidiarme la vida, no había podido facturar nada, al menos, a la Brigada Catalana.
-Entonces, ¿qué quiere de mi?
-Su desesperación.
-Mi desesperación es un producto que ofrezco, gratuitamente, a todo el mundo.
-Pero a mi más, y de forma aún más gratuita. Verá, le tengo cogido por los huevos.
-Que son los pollos del mañana.
-¿Perdon?
-Nada. Cosas mías. Vaya a lo suyo.
-Pues iré, si me permite, al turrón. Sé que sus ingresos son precarios. El grueso de ellos viene de un número indeterminado de sablazos indiscriminados de 20 euros, pequeñas cantidades no penalizadas y, por ello, exentas de delito . Lo que factura en artículos, es pura calderilla y, si le parece, lo despreciaremos. Su segunda fuente de ingresos real es el importe del alquiler de su despacho, que no existe, que su diario le paga religiosamente cada mes, y que usted se pule en gastos varios.
-Varios no. Ya me gustaría. Me lo pulo en el Mercadona. Y porque la morgue no tiene punto de venta a pie de calle.
-¿Y qué diría su diario, el pagano de su falso alquiler, si descubriera que, desde hace cerca de un año, no ha parado de mentirles como un vellaco con material informativo falso?
-Me propondrían al César Ruano de periodismo.
-Es una posibilidad. Pero es más posible que le echaran a la calle y que le reclamaran, en tanto que deuda atrasada y no satisfecha, el importe total de lo invertido en el alquiler de su despacho.
Para qué les voy a engañar. El señor X me tenía cogido no solo por los huevos, sino por los pollos del mañana.
Para qué les voy a engañar. El señor X me tenía cogido no solo por los huevos, sino por los pollos del mañana.
-¿Qué quiere de mi?
-Lo primero que quería era motivarle.
-Lo ha hecho, por un tubo.
-Y lo segundo es lo siguiente. Quiero las urnas.
-¿Las urnas del referéndum? ¿Las tienen ya? ¿Dónde están?
-Eso es lo que, debidamente motivado, como lo está, debe de contestarme. Dispone de importantes contactos. El CNI, la BURRA, y los que irán surgiendo de su desesperación. Quiero saber si las urnas, como todo apunta ya, existen. Quiero saber dónde están. Y quiero ser el primero en saberlo. Creo que esto es todo, amiguito. Estaremos en contacto.
Dicho lo cual, X desapareció hacia la salida. Dejándome sólo con mis cuitas. Pero no por mucho tiempo. Es decir, que mis cuitas se volatilizaron inmediatamente ante lo que, seguidamente, acaeció.
Al salir a la calle X, en los escasos segundos en los que la puerta de acceso permaneció abierta, se colaron en el Club media docena de ratones. Subieron diligentemente hasta mi mesa y empezaron a hacer malabares con pelotitas de rayos de sol, mientras cantaban el regue I'm like a lyon in Sion . A su vez, una alarma agradable copó el local, como las que suenan en los casinos de Las Vegas cuando alguien gana el bote de las tragaperras. En ese momento las chicas Bond se acercaron hacia mí, sonrientes. Llevaban en las manos el Trofeo Amy Winehouse a la Constancia, que tenía la forma de la ensaladera de Wimbledon. Había hecho puré, en fin, el récord europeo de permanencia en un club de canabis. Pero eso no era todo. Una chica Bond se me acercó y me dijo.
-Pero esto no es todo, García. Mire.
La chica Bond dio un paso atrás. Y pude ver a Quimetta. Estaba bellisima. No gritaba sino que sus ojos reían. Llevaba un vestido de mi marca favorita. La marca Dostallasmenossss. El amor -el amor son unos rayos de color azul- copaba sus ojos y la paz -la paz en una agua densa- goteaba al final de cada uno de su cabellos. Su boca se abrió y me habló:
-García. No podemos separarnos. Somos las esferas de Platón, y debemos morir abrazados, o viviremos algo peor que la muerte. Pero no te preocupes, no moriremos de inanición, como profetizaba Platón a sus esferas. Nos comeremos nuestras bocas cada día. Se acabó ir al Mercadona.
Una voz masculina se agregó al grupo. Era el Obispo.
-Lo que dice esa buena mujer es cierto. Ser esfera de Platón equivale a un matrimonio indisoluble en todos los Estados de la Unión, salvo Texas y Vermont, que son muy suyos. Id, hermanos, en paz.
Mi corazón henchido de fuego movió mis músculos hasta aproximarme al rostro de Quimetta, cuya boca besé profundamente y con hambre atrasada. Noté entonces que Quimetta tenía bigote, y que éste pinchaba. Luego descubrí que estaba besando, en realidad, a Estadella, y que, debido a la permanencia de tantas horas en el club, estaba alucinando, más colgado que un higo.
Noté entonces que Quimetta tenía bigote, y que éste pinchaba. Luego descubrí que estaba besando, en realidad, a Estadella
-Estadella -dije, apartándome unos segundos de su bigote-.
-García, dígame.
-Esto no ha pasado.
-Nunca. Tranquilo.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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