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Pedro Sánchez.
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A/A Pedro Sánchez Pérez-Castejón
Muy señor mío:
Sepa usted que los seres humanos tenemos la costumbre de sudar. Ya ve, somos así. Y si alguno hubo sin secreciones, cayó en el olvido de los fenómenos incomprensibles. Sudamos y a veces sonreímos sin apretar, sin que nos cruja el moflete. Es algo que se nos escapa, como la risa a los niños en misa. Esas cosas les suelen suceder a los seres humanos, a todos, aunque carguen en su conciencia borrascas pasadas, incluso habiendo yacido con Albert Rivera, que pese a ser un invento, y quién sabe si de látex, ya ve, también suda. Nada, se lo cuento porque estoy segura de que puede serle de utilidad…
…Y para iniciar algo así como un acercamiento.
Aquí va el acercamiento, ahora que hemos entrado ya en humedades:
Por la presente quiero confesarle que aquel día que le planté cara en televisión, con mención a peleterías y joyas del barrio de Salamanca incluida, en realidad yo a usted ni le conocía. Pero hay que ver lo mal que se lo tomó. Eran los tiempos en los que a punto estaba de encamarse con Rivera, se acordará, mucho antes de su revelación, y lo cierto es que había llamado bien poco mi atención. Total, que le dije que el PSOE había dejado el socialismo un día a la puerta de la tienda de Elena Benarroch, y nadie me ha mirado con tanto hielo en mi puñetera vida. Lo juro. Ahora que ya sé que usted nunca fue a la tienda de Benarroch y que va a pasar a segundo de Lucha Obrera, en mi descargo debo decir que Felipe González aún era su padrino.
¿Sigue siendo González su padrino, señor Sánchez?
A lo que iba, que después de que haya visto la luz de la verdadera izquierda cristalina, me pregunto si podríamos iniciar una nueva relación, y cómo.
El problema está en el cómo, porque siendo yo mujer pasional y de natural vehemente, temo acabar dando vueltas a su alrededor como el gallo Claudio.
Quizás, no sé, quizás podríamos poner ambos de nuestra parte para iniciar la relación. Yo me callaría un poco, pegaría los brazos al cuerpo, y usted…. ¿Cómo decirlo? No es que yo le pida que se marque un Iceta, pero quizás si pareciera humano, vamos, humano sin exageraciones, lo nuestro tendría si no futuro, quizás unos minutos de presente como para que yo le hiciera un par de preguntas.
Ay, Pedro Sánchez, es que me piden que le escriba una carta y yo no sé qué decirle. Me dicen lo muchísimo que crece el PSOE desde su vuelta, lo mucho que le crecen las expectativas, y yo no sé qué sentir. Que me animan a comunicarme con usted, y nosotros… nosotros…
No es que yo le pida que se marque un Iceta, pero quizás si pareciera humano, vamos, humano sin exageraciones, lo nuestro tendría si no futuro, quizás unos minutos de presente como para que yo le hiciera un par de preguntas
Nosotros que nunca nos quisimos tanto, ni tanto ni mijita, estamos condenados a mirarnos a la cara, no me pregunte más.
Y por eso me atrevo a escribirle.
Me piden que le escriba, y yo le escribo, que a disciplina no me gana nadie. Pero no ignoro que dicha sugerencia, viniendo de Ctxt, esconde la velada solicitud de una entrevista o una oscura artería. De ahí todo esto.
Eso sí, le advierto, Sánchez, que yo sudo. Y debo añadir, perdone que insista, que parecer humano no da malos resultados. Muy al contrario, genera confianza en algunos sectores –qué locos– de la población.
Yo sudo y usted arrastra lo suyo. Así que podríamos considerarlo tablas a la hora de encontrarnos.
Porque soy muy consciente de lo suyo, no se crea. Lo que deben de significar para usted el lomo de Rivera, los escupitajos de González, Rubalcaba y Zapatero, y lo de recorrer en coche las Españas todas. Sin embargo, sepa que hay ejemplares de nuestra especie, humanos, que incluso con la conciencia peluda a cuestas, son capaces de marcarse un baile y sonreír sin apretar. Por eso guardo la secreta esperanza de que esta carta merezca respuesta.
Ah, la conciencia, Sánchez, la conciencia, qué le voy a contar yo a usted de la conciencia que no sepa. Pues eso, que de repente uno ve la luz y se le quedan las sombras trepadas a la chepa. Forever and ever se le quedan, no se haga ilusiones. Pero a ver, que quien más quien menos ha estado en la asamblea con Blesa, descanse en paz. O no.
No se apure, compañero Sánchez, de eso se trata. Todos sabemos la de cadáveres que debe uno dejar en el camino para llegar a una secretaría general. Y si en todos los partidos supone juego sucio, en el PSOE, cañonazos. Relájese, hombre, que la política es eso. Y desalíñese un poco –muy muy muy ocasionalmente–, que conseguirá aparecer a los ojos de sus posibles votantes como un hombre que goza.
Ah, la conciencia, Sánchez, la conciencia, qué le voy a contar yo a usted de la conciencia que no sepa. Pues eso, que de repente uno ve la luz y se le quedan las sombras trepadas a la chepa
No me alargo más.
Si nada de todo lo expuesto acaba por convencerle, sepa que he llegado a ablandar a pollos más duros poniéndoles a bailar el Pavo real.
Aquí se lo dejo, por si se anima. Y mucho ojo con la coreografía de El Puma, no se le vaya a ir de las manos:
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