PERIODISMO BLOW JOB
Indecencias legales
A tenor de lo proclamado en los últimos tiempos, vivimos bajo un compendio de normas inspiradas por la Divinidad, escritas tan en piedra como la Ley Mosaica
Pilar Ruiz 25/09/2017
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El descontento es el primer paso en el progreso de un hombre o una nación.
Oscar Wilde
Marzo de 1895. Entre una espectacular cobertura mediática --en aquel entonces también la había--, comienza el juicio de Oscar Wilde contra Queensberry. Wilde es una estrella mundial, fulgurante, de la literatura. La prensa y las clases privilegiadas que se desternillan con sus altas comedias siguen con pasión el curso de la polémica: el autor ha decidido demandar al marqués de Queensberry, inventor de las reglas modernas del boxeo y padre de Lord Alfred Douglas --el amigo/amado--, quien le ha acusado de sodomía. Es el comienzo del fin del escritor más famoso de Inglaterra después de Shakespeare y Byron. Con este último, no por casualidad también irlandés, mantiene Wilde cierto parecido en el éxito y el escándalo. Pero si Byron sobrevivió a ambos muriendo en la cima de la fama y casi heroico, no ocurrió lo mismo con el Divino Oscar; la Inglaterra victoriana no se parecía en nada a la Europa del Romanticismo: malos tiempos para ciertas líricas. Porque la demanda por difamación se volvió contra el propio Wilde hasta el punto de acabar condenado a dos años de trabajos forzados y precipitando su prematura muerte.
Gross Indecency (Indecencia grave), de Moisés Kaufman, recoge las actas de esos juicios y otros testimonios sobre el final de Wilde. El drama, recién estrenado en España por el TeatroLab, constituye un extraordinario ejemplo de texto-documento hecho teatro vivo, poniendo en pie no solo una anécdota histórica --como si la vida y obra de tal genio pudieran resumirse de tan pobre manera-- sino un caso judicial célebre por haber condenado, junto al genio, a la literatura, el arte, la libertad sexual y la libertad de expresión. Todo, desde la más estricta, nunca mejor dicho, legalidad.
En el mundo común de los hechos, los malos no son castigados, ni los buenos recompensados. El éxito se lo llevan los fuertes y el fracaso los débiles. Eso es todo.
Gross Indecency. Teaser from TeatroLab on Vimeo.
La voz de Wilde arde en el teatro, su casa. No como icono gay ni mártir homosexual, pues no le hubiera gustado nada ser reducido a ello, sino como un hombre acosado por el mundo que él mismo ha contribuido a crear, al que adoraba y que, a su vez, le rendía pleitesía. Tragedia legal, Gross Indecency enfrenta al artista con la realidad de otra teatralidad: la jurídica. Chivo expiatorio de una sociedad puritana que conserva sus valores con la llave de hipocresía más acendrada, la victoriana, Oscar paga muy cara la osadía de creerse protegido por su propia fama, ignorante de que en realidad vive en los márgenes: marginal son su estilo de vida, su espíritu satírico, su pensamiento filosófico, de un anarquismo flamboyant y estético.
A veces la gente pregunta qué forma de gobierno es la más adecuada para el artista. Solo hay una respuesta a esta pregunta: la forma más apropiada para el artista es la inexistencia de todo gobierno.
La sociedad perdona a veces al criminal, pero no perdona nunca al soñador.
Será la Corona –“La Reina contra Oscar Wilde”-- quien finalmente dé la vuelta a su querella contra el marqués y lo condene públicamente como sodomita. Las penurias en la cárcel de Reading y la tristeza de verse abandonado por su amado Lord Bosie, junto con la pobreza –el juicio le arruinó y todas sus obras se cancelaron-- le llevaron al exilio y a la muerte. Todo ello bajo la aplicación de la ley vigente en Gran Bretaña (Criminal Law Amendment Act de 1885) por la cual se extendía el delito de sodomía a cualquier práctica sexual entre varones y no solo al sexo anal. También Alan Turing fue condenado por “indecencia grave”, un eufemismo jurídico para definir la homosexualidad, según la ley que estuvo vigente hasta el año 1967. Hasta que Lord Arran, el defensor de su derogación, citara a Oscar Wilde en sede parlamentaria:
Gracias a que el proyecto va a ser aprobado ahora, quizá un millón de seres humanos podrán vivir tranquilamente. Encuentro en esto algo increíble y maravilloso. Oscar Wilde al ser liberado de la cárcel de Reading escribió a un amigo:
”Si, al final venceremos; pero el camino será largo y teñido del rojo del monstruoso martirio.”
Señores, el señor Wilde tenía razón: el camino ha sido largo y con mucho martirio, monstruoso y sangriento. Hoy, ¡gracias a Dios!, se ve el final del camino.
La despenalización total de la homosexualidad se hizo efectiva en 1982, aunque hasta 1992, con excepciones discriminatorias.
La moralidad es simplemente una actitud que adoptamos hacia las personas que personalmente no nos gustan.
¿Qué es la Ley? De bruces nos topamos con la rama filosófica del Derecho, tan apasionante como escurridiza. Esta pregunta se hace recurrente en tiempos como los actuales, más cuando una gran parte de la población del país considera que una ley fundamental, como lo es la Constitución, debería ser reformada, cambiada, modernizada. Pero el Semper post legem (“La ley siempre por detrás”) es de los pocos axiomas que todos los órdenes jurídicos cumplen a rajatabla. “La ley es la ley”, contestan algunos, que suelen ser los mismos que abogan porque “caiga todo el peso de ley” (dura lex, sed lex) sobre los delincuentes. ¿Cuáles? Siguiendo el retruécano, los que defina esa misma ley. Como si esta fuera autónoma y no emanada de seres humanos con sus aciertos y errores, intereses particulares o partidistas, sino directamente de Dios. Es decir una ley moral. ¿Una Verdad Revelada? Los mismos legisladores con togas como sotanas que condenaron a Wilde, llevaron al banquillo a Flaubert por Madame Bovary y obligaron a Baudelaire a suprimir alguno de los mejores poemas de Las flores del mal. En los interrogatorios a Wilde se reconocen las razones de los nazis contra lo que llamaron “arte degenerado” o las de los llamados “comités literarios” de la Rusia soviética.
Los libros que el mundo llama inmorales, son libros que muestran al mundo su propia vergüenza. No hay libros morales ni inmorales. Los libros están bien escritos o no lo están.
Algunos moralistas de nuestros días censuran a Wilde por la edad de sus chaperos, acusándolo de pederasta y argumentando que hoy día también podría haber sido condenado. Lo cierto es que la mayoría de ellos tenía en torno a 20 años, como relatan las actas del juicio al escritor. La prostitución entonces era considerada tácitamente como un trabajo, de ahí la Ley de Enfermedades Contagiosas de 1864 para garantizar que las prostitutas no padecieran ninguna enfermedad de transmisión sexual. Se descubrió así que a menudo gozaban de una mejor salud sexual que las mujeres que trabajaban 14 horas al día en una fábrica. Además, el trabajo infantil era legal en su época, como lo sigue siendo en muchos países del mundo.
Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro o tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de la tarde. No me duermo nunca. A veces canto cuando hay luz, pero no en la oscuridad, entonces no me atrevo a cantar. No me gusta estar en el pozo. Estoy medio dormida a veces cuando voy por la mañana. Voy a la escuela los domingos y aprendo a leer. (…) Prefiero mil veces ir a la escuela que estar en la mina.
Sara Gooder, minera, ocho años”. (Testimonio recogido por la Comisión Ashley, 1842)
Respecto a la edad legal para mantener relaciones sexuales, hay que recordar que la edad oficial para casarse en toda Europa estaba entonces entre los 13 y 15 años. Leonor Izquierdo se casó a los 15 años con Antonio Machado en 1909, cuando él tenía 34, y a nadie se le ocurriría acusar al poeta de pederastia; quizá porque no era homosexual. Cosas de las leyes del pasado.
“Los menores de 16 años ya no podrán casarse en España”
“Desde el 23 de julio la Ley de Jurisdicción Voluntaria eleva la edad mínima para contraer matrimonio. En los últimos 14 años se han casado 365 personas con este rango de edad” (El País, 22-7-2015)
Son innumerables las situaciones legales digamos, “indecentes”, siguiendo la terminología victoriana. Tras siglos de existencia, la esclavitud solo fue prohibida –para volver poco después-- por la tan denostada hoy día Revolución Francesa. 400 años duró el comercio esclavista en España. Pero si la Revolución emancipó a los esclavos, no hizo lo mismo con las mujeres. Hasta mediados del siglo XX las mujeres casadas aún debían pedir permiso de sus maridos para viajar, abrir una cuenta bancaria o comprar un coche; por no hablar del delito de adulterio. La lucha de las sufragistas europeas por el derecho al voto era ilegal y por ello se las juzgaba y condenaba a penas de prisión. Pasado: todo el mundo sabe que la igualdad de la mujer es una gran conquista efectiva y real.
“La abdicación asegura a Leonor como princesa de Asturias”. “Esta situación no estaba asegurada hasta ahora debido a que la Constitución Española da preferencia a los hombres en la línea sucesoria. Por tanto, el nacimiento de un varón en el matrimonio de los príncipes habría supuesto la relegación de su primogénita y un ataque a la igualdad de género en la Jefatura del Estado.” (Público, 3-6-2014)
Cuestión también pasada es el blindaje legal de las confesiones religiosas:
“Aunque en España no existe el delito por blasfemia como tal, el Código Penal recoge en su artículo 525 que las ofensas públicas a “los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa” pueden incurrir en penas de multa de ocho a doce meses.
En este artículo también se hace referencia a aquellas manifestaciones que “hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna”. Este delito de escarnio está tipificado en el Código Penal desde 1995, siete años después de que la Ley 5/1988 derogara el delito por blasfemia. Pese a la jurisprudencia que asienta la prevalencia de la libertad de expresión, este artículo del Código Penal sigue permitiendo que se presenten denuncias en los tribunales contra quienes satirizan sobre asuntos religiosos. El caso más conocido de un procesamiento apoyado en el citado artículo es el que afectó al cantautor Javier Krahe, juzgado y absuelto en 2012 por unas imágenes grabadas en 1977 y emitidas en 2004 al final de una entrevista en Canal +. En ellas, junto a unos amigos, Krahe explicaba “cómo cocinar un Cristo”. El cómico Leo Bassi se vio en una situación similar; tuvo que enfrentar varias denuncias –de las que fue absuelto– por haberse disfrazado de papa durante una obra de teatro y por simular el acto de la consagración con preservativos.” (Petición de Infolibre para la eliminación del Código Penal del castigo por ofender a una confesión religiosa. 12-4-2017).
Quizá la cuestión importante sea determinar qué es una ley más allá de conceptos morales o filosóficos. ¿Cuándo, cómo y por qué se crea una ley? Y sobre todo, ¿para quién? Eso sin olvidar que la independencia judicial siempre ha sido un desiderátum: quien ha de interpretar la ley e impartir justicia debería de ser independiente de sí mismo, es decir; de sus prejuicios, pero también de sus preferencias, simpatías e incluso de sus creencias o convicciones. Un imposible.
“La Abogada del Estado afirma que ‘Hacienda somos todos’ es un slogan no aplicable al derecho” (Europa Press, 11-1-2016)
La Constitución nacida de la transición democrática actual es presentada--representada como un sistema legal perfecto que niega la posibilidad de cambio alguno, sobre todo si los cambios no tienen que ver con la inclusión del déficit. Por otro lado, están la opinión pública, la manifestación pública y la libertad de expresión, consideradas en los Estados de derecho formas legítimas para reclamar el cambio de un marco jurídico cuya principal virtud y defecto sea, precisamente, la resistencia numantina a ser modificado en beneficio de quienes debería servir.
“Rafael Catalá jura como ministro de Justicia ante la Biblia y la cruz” (Público, 29-9-2014)
“Rajoy dice ahora ‘sí’ a reformar la Constitución y hablar de financiación”
“Guindos y Catalá son los ‘encomendados’ para la ‘mano tendida’ a la Generalitat, si renuncia al 1-O” (El Plural, 21-9-2017)
“Cuando Rajoy se negaba a reformar la Constitución: era ‘un error’” (El Plural, 21-9-2017)
A tenor de lo proclamado en los últimos tiempos, vivimos bajo un compendio de normas inspiradas por la Divinidad, escritas tan en piedra como la Ley Mosaica. Lo que no tenemos tan claro es que si esos mandamientos inmutables nos los sirven en versión De Mille o en la de Mel Brooks; dicho esto con permiso del divino Oscar, quien consideraba que si el sarcasmo es la forma más baja de humor, puede ser la más alta expresión de ingenio.
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Gross indecency del TeatroLab, dirigido por Gabriel Olivares. En cartel: Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez, Madrid, hasta el 8 de octubre.
El descontento es el primer paso en el progreso de un hombre o una nación.
Oscar Wilde
Marzo de 1895. Entre una espectacular cobertura mediática --en aquel entonces también la había--, comienza el juicio de Oscar Wilde contra Queensberry. Wilde es una estrella...
Autor >
Pilar Ruiz
Periodista a veces y guionista el resto del tiempo. En una ocasión dirigió una película (Los nombres de Alicia, 2005) y cada tanto publica novelas. Su último libro es "La Virgen sin Cabeza" (Roca, 2003).
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