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Era un 4 de diciembre
cuando tomamos la calle
era un 4 de diciembre
cuando dijimos que verde y blanca
era nuestra sangre
En la Avenida de la Constitución de Sevilla hay balcones decorados con la bandera de España. Entre el “desafío nacionalista” de hace un par de meses y hoy, 4 de diciembre, aún no ha llegado un nuevo evento con la potencia suficiente como para arriar las rojigualdas. La Navidad está a la vuelta de la esquina y los meteorólogos sociales se dividen en dos tipos: los que prevén que serán desplazadas por esas telas de los chinos que cada año por estas fechas aparecen con un dibujo del niño Jesús y los que, peor aún, temen que lo nacional y lo católico convivan en armonía en los balcones durante las próximas semanas. Fun fun fun. Bajo cualquiera de esas banderas de España en la Avenida de la Constitución de Sevilla pasean a diario decenas de miles de personas. Es zona de actividad. Una gran oficina de Correos, decenas de despachos de abogados, el tranvía, miles de guiris, la Catedral, una FNAC, centenares de bicicletas adelantando al tranvía, un número indeterminado de Starbucks y la manifestación del día frente al Ayuntamiento. Hoy toca una por la accesibilidad. Como suele pasar han ido cuatro. Iban a ir ocho pero los escalones de camino al lugar dejaron atrás a la mitad, cuentan.
Si preguntas a alguno de los ciclistas, abogados, manifestantes, trabajadores de Correos o dependientes del Starbucks por la fecha del 4 de diciembre lo más probable es el encogimiento de hombros. Si das comodín con pista, “un día histórico para Andalucía”, puede que alguno se lance a responder. Hemos venido a jugar: ¿el cumpleaños de Susana Díaz? El 4 de diciembre cumple hoy cuarenta años enterrado en el olvido. No hay imaginario popular a su alrededor en esas calles que fueron tomadas forzando que Andalucía fuese, por primera vez en la vida, tomada en serio. El referéndum del 28 de febrero de años después, hijo del 4 de diciembre, acaparó el imaginario de aquello como el PSOE acaparó el concepto de Andalucía. Sólo los más jóvenes de izquierdas hacen suyo hoy aquello que conocen por documentales de Canal Sur subidos a Youtube.
Días de guerra,
de fascistas en la acera
rezando a su dictador
tarde de espanto,
Málaga entera llorando
mataron a Caparrós
Quienes estuvieron, allí y entonces, cuentan que aquel 4 de diciembre del 77 no había espacio suficiente para ponerse o quitarse la bufanda entre El Prado de San Sebastián y la Plaza Nueva. No cabía un alma ni una bandera andaluza más. Aquí hay más gente que en la guerra, se decían unos a otros sorprendidos y quizá es que aquello, de algún modo, lo era. Andalucía, el patio trasero de la España franquista, se echaba a la calle para exigir no ya ser respetada, sino ser considerada nacionalidad en la nueva España. Toma ya. Las risas que salieron de los despachos de Madrid se escucharon desde Almería hasta Huelva. El primer mensaje oficial del Gobierno de Suárez sobre el asunto, que venía a decir algo así como “pero vamos a ver criaturas de dios, ¿a qué viene esto?”, provocó un efecto boomerang y el ruido en las calles andaluzas, desde Jaén hasta Cádiz, volvió a Madrid. Al paso de la manifestación por el precioso edificio La Adriática, en la Avenida de la Constitución de Sevilla –entonces calle Primo de Rivera– una familia de esas a las que la vida les permite vivir en un edificio monumental, saludaba –nietas, nietos, hijos, hijas, abuelas y abuelos– a los manifestantes de abajo. Lo hacían con bandera y saludos franquistas. Tras un primer mensaje desde abajo hacia arriba –fascistas, mamones, bajad de los balcones– poco contundente, las pedradas en dirección ascendente dieron paso a un mensaje mucho más rotundo. La policía de gris no tardó en cargar. ”Andalucía en las calles, tócate los huevos”, fue el segundo mensaje oficial del Gobierno de Suárez, previo al definitivo “sentémonos a hablar”. Entre los miles que hubo en las calles de Málaga había muerto a tiros un joven sindicalista. Aquello parecía no tener ya tener marcha atrás.
Rojos contra la pared
Blas Infante por los muros
No al 143
Sí al 151
Dos años y pico después de lo que hoy el telediario titularía como “violento desafío andalucista”, el ruido de las calles acabó en urnas un 28 de febrero. Andalucía se había colado por una grieta de la Constitución en la que se le exigía un imposible: la mayoría absoluta para el Sí a la nacionalidad, un Sí absoluto que tenía que ser logrado en todas y cada una de las ocho provincias y no sobre la participación del referéndum, sino sobre el censo total, muertos incluidos. Lo nunca visto se logró. Nunca antes Andalucía se había plantado de aquella manera, nunca Andalucía se había propuesto nada parecido y la primera vez que lo hacía era para conseguir un imposible. Menudo cromo para el currículum. Desde entonces hasta hoy, en el imaginario colectivo la fecha del 4 de diciembre se ha diluido pero ha quedado marcada a fuego una idea: cuando esta tierra se lo propone, puede defenderse y reivindicarse como la que más. El problema, mirando cuarenta años hacia atrás, es que la idea es lo único que quedó.
Cómo se puede olvidar
Cuarenta años de libertad
Libre libre para siempre
Qué bonita Navidad
de aquel 4 de diciembre
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Autor >
Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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