EL HACHA
Koke, resurrección
El Atleti le necesita, pero el equipo ha crecido tanto que ya no espera a nadie. Ojalá Koke haga honor a su apellido
Rubén Uría 2/02/2018
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Koke calentando antes del último partido de Liga contra Las Palmas. 28 de enero.
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Jorge Resurrección Merodio, alias Koke, es el centro de gravedad del Atlético, su gran amor desde niño. Si cualquier hincha rojiblanco tuviera que enumerar la lista de cualidades de Koke para ser un ídolo colchonero, pasaría horas redactando el magisterio de un volante que soñó jugar en este equipo desde que no levantaba un palmo del suelo y que logró hacer realidad su sueño. En esta selva en la que se ha convertido el fútbol, no sobran futbolistas que vistan la camiseta de la que siempre han estado enamorados. Koke está donde quiere estar, donde siempre quiso estar, en el lugar al que siempre quiso pertenecer. Al igual que Gabi o Torres, juró amor eterno al Atleti, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte les separe.
Su fuerza, sus padres. Su ídolo, su hermano. Su escuela, el fútbol de barrio. Su universidad, el Atleti. Si hay que correr, corre como el que más. Si hay que trabajar, curra como el que más. Si hay que defender al compañero, dentro y fuera del campo, se pone el primero de la fila. Si hay que dar la cara cuando se pierde, ahí está él. Si hay que apelar a la autocrítica, no se esconde. Y si hay que enviar un mensaje tanto al hincha como al vestuario, a Koke no le tiembla el pulso para decir, públicamente, que quien no quiera estar en el Atleti ya sabe dónde está la puerta. En plena madurez y como jugador de jerarquía, Koke se ha ganado el estatus de peso pesado del vestuario. Generador de juego, sacrificado en la intendencia, asistente de lujo y dotes de mando, siempre ha sido el oscuro objeto de deseo de media Europa. Barça, Bayern, Chelsea, City o Arsenal siempre han llamado a su puerta y siempre se han llevado la misma respuesta: es inmensamente feliz en el Atleti y no quiere salir.
Si uno tuviese que resaltar los méritos de Koke durante su trayectoria en el Atlético, siempre se quedaría corto. Ha rendido siempre a satisfacción, es el socio de todos, el especialista del laboratorio a pelota parada del Cholo y el hombre que, cuanto más juega por dentro, más daño hace al enemigo. Buen pie y mono de trabajo, visión de juego y llegada, Koke lleva años siendo la brújula de un Atleti donde todos sus compañeros saben que nadie como él es capaz de filtrar una pelota imposible para dejar en ventaja al compañero. Si el Atleti va partido a partido, Koke vive pase a pase. Y sin embargo, en los últimos meses, Koke, uno de los ídolos más queridos por la grada del Calderón y ahora del Metropolitano, atraviesa un peligroso bache de juego. Trabaja y corre como siempre, pero su fútbol de seda cada vez aparece con menos frecuencia. Corre y trabaja siempre, porque su compromiso es indiscutible, pero de un tiempo a esta parte, Koke ha pasado de ser un jugador trascendente a ser irrelevante. Y eso es una pésima noticia para los aficionados y una todavía peor para su gran valedor, Simeone.
Si Koke carbura, el Atleti es un Ferrari. Pero si Koke está lejos de su mejor versión, el Atleti se convierte en un coche utilitario. Y más allá de lesiones o molestias físicas, los números cantan: aunque su sacrificio sigue siendo intachable, porque es un gran recuperador de balones, en lo que va de curso no está siendo brillante con la pelota. Apenas ha anotado dos goles y repartido dos pases de gol en 25 partidos. Poco bagaje para un jugador de su categoría. De aquí a final de campaña, Koke necesita hacer honor a su apellido: Resurrección.
El Atleti le necesita como el comer y tiene que dar mucho más. Puede y debe hacerlo. A estas alturas de la película, después de la tempranera eliminación en Champions y con el palo de la Copa, el concurso de Koke será vital para un equipo que aspira a llegar lejos en la Europa League y a seguir compitiendo el campeonato de Liga hasta el final. El equipo ha crecido mucho, la competencia interna se potencia y el Atleti, impulsado por Simeone, vive el día a día. El fútbol es ganar y el Atleti del Cholo no puede esperar a nadie. Se llame como se llame. Y si Koke no quiere perder el tren, necesita reaccionar cuanto antes y subirse en marcha al último vagón. Calidad y arrestos le sobran. Personalidad, también. Es hora de reaccionar, de volver a ser la referencia del equipo, de ser el arquitecto que el entrenador necesita. Este verano se juega un Mundial y si Koke quiere estar en Rusia, va a tener que jugar mucho mejor de lo que está jugando.
Koke no es un robot. Es de carne y hueso. Lleva años rindiendo a un nivel altísimo y puede permitirse un pequeño bajón en su rendimiento, porque no tiene que demostrar nada a nadie, pero si la situación se sigue prolongando, las leyes no escritas del fútbol acabarán por imponerse, porque este es un deporte que no tiene memoria y presume de ello. El Atleti le necesita, pero ha crecido tanto que ya no espera a nadie. Ojalá Koke haga honor a su apellido.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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