1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Tribuna

Cuando el problema es la izquierda

Hoy asistimos a dos procesos distintos que no debemos confundir: un recambio de élites, frente a la crisis política del régimen, y a las primeras tentativas de formación de instituciones propias de clase

Emmanuel Rodríguez 7/02/2018

<p>Escalera social</p>

Escalera social

La Boca del Logo

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT está produciendo el documental 'La izquierda en la era Trump'. Haz tu donación y conviértete en coproductor. Tendrás acceso gratuito a El Saloncito durante un mes. Puedes ver el tráiler en este enlace y donar aquí.

Más de un mes de artículos y contraartículos sobre la izquierda y su incapacidad de salir de su propia burbuja social y cultural. La serie vino iniciada por un puñado de provocaciones en El Confidencial. Pero la discusión ha desbordado con mucho a sus promotores iniciales. En estas semanas han escrito figuras como el Nega, el secretario general de IU-Garzón, una conocida asesora de Ciudadanos, la cabeza de Politikon (Pablo Simón), algunos profesores universitarios y otros muchos articulistas y plumillas. Por mal planteado que nos resulte, por equívoco que nos parezca, este debate alcanza a decenas de miles de personas. Por eso merece la pena intervenir en él.

Los argumentos que abrieron la discusión no son especialmente originales. Se repite la incapacidad de la izquierda (incluida la nueva política) para llegar a los sectores populares, su siempre pretenciosa superioridad moral, su ensimismamiento y sobre todo su perfil social dominado por la clase media, por no decir, la élite cultural. Nada nuevo, apenas la constatación de una realidad que es común a casi todos los países occidentales: que vivimos en una de esas sociedades dominadas por la ficción de la clase media. Y que lo que los ingleses llamaban “nación política” resulta excluyente respecto de todo aquello que no encaja en esa norma social dominante (la clase media), por fetichista y especular que esta resulte. En nuestra “nación política” no hay espacio para lo que huela y sepa a “obrero”. En la incapacidad de la nueva política de escapar a este diagnóstico, quien escribe este artículo también probó suerte con un pequeño libro. Su propósito era ofrecer una explicación social al ciclo político que abre el 15M y a las tensiones y contradicciones que representa hacer una política de clase media, cuando esta entra en crisis.

Sea como sea, el interés de esta discusión sobre la izquierda llega cuando los polemistas plantean sus propuestas para corregir la situación. Existe una amplia variedad de respuestas. Unas se centran, las más, en que la izquierda debe hablar de las cosas que interesan “a la clase”. Otras, las menos, en que la izquierda debe ser parte de las clases populares y que estas clases deben hablar por sí mismas. Algunos incluso plantean propuestas de cuota obrera en los nuevos partidos. Hoy el cuotismo parece ser un “derecho” para todo sector movilizado. Otros incluso argumentan que en España no existe el problema: que los “obreros” siguen votando izquierda —quizás el problema es simplemente que no voten—. Casi todas coinciden, sin embargo, en que el objetivo es el gobierno de la izquierda, las políticas redistributivas, el gobierno para los débiles y bla, bla, bla...  En última instancia estamos ante opciones políticas electorales: entre aquellos que nos hablan de la reedición del viejo partido comunista o socialdemócrata con una amplia implantación social; y aquellos que nos proponen un  “tercerismo” populista, algo así como un Trump bueno.

Quizás merezca la pena plantear la cuestión en otro terreno, partiendo de algo tan banal como ¿qué es la izquierda? La izquierda es, sin duda, una tradición, un amplio conjunto ideológico, unos partidos y unas organizaciones, incluso una cultura, la cultura de izquierdas. Pero la izquierda no es la clase (la clase obrera). Esto es una obviedad. De hecho históricamente, la izquierda ha tenido a ratos (muchos ratos) una pésima relación con amplios segmentos del movimiento obrero. Así por ejemplo en los primeros años del siglo XX: cuando aquellos obreros que apostaron por organizarse “solos” y al margen de cualquier influencia de intelectuales de otras procedencias sociales, rechazaron una y otra vez su representación por parte de los partidos socialistas. No hablamos de experiencias pequeñas, el sindicalismo revolucionario —esto es, los wooblies de todos los países de habla inglesa, la primera CGT francesa y la CNT— se organizaron en una negación explícita a la delegación en la izquierda. 

Lo mismo se puede decir de la relación entre clase e izquierda en los conflictivos años sesenta y setenta. Durante este periodo, amplios segmentos del proletariado juvenil de medio planeta se separaron de los sindicatos y de los partidos comunistas y socialistas para formar sus propias organizaciones de lucha. A la vieja izquierda esta situación le resultó tan amenazadora, que en muchos países (incluido España) decidió combatir a estos “otros” obreros, a los cuales no entendían y para los cuales no disponían de nada que ofrecer. No sorprende así que los propios movimientos que entonces empezaban a crecer acogieran nombres que los distinguían de la vieja izquierda, como “nueva izquierda” o “autonomía obrera” (en primer lugar de los partidos y sindicatos de izquierda), a fin de no ser confundidos con tradiciones que consideraban completamente corrompidas. 

Por hablar de nuestro caso parroquiano. En la década de 1970, la izquierda española (PSOE y PCE) apoyó sin muchos remilgos, no sólo el acuerdo político que dio lugar a la democracia que hoy conocemos. De un modo mucho menos justificable, trató por todos los medios de acabar con la movilización obrera que agitaba fábricas y barrios. Y lo hicieron por medio de la imposición de la política de rentas (los acuerdos de la Moncloa de 1977) y de la absorción de los cuadros del movimiento, a través de una nueva forma de cooptación: la carrera política, y su derivado menor, la carrera del liberado sindical, a cuenta del Estado. En este periodo, la izquierda existente (salvo una minoría radical) no tuvo ningún empacho porque el cierre de fábricas y el desempleo creciente repercutiera en los más jóvenes, generando una situación de desesperanza que llevó a la tumba a varios miles de la mano de la más terrible de las pandemias sociales de la época, la heroína. No hay por eso, mucho lugar para la sorpresa, cuando el 15M se declaró “ni de izquierdas ni de derechas”. Con la izquierda realmente existente, había poco, muy poco, que compartir.  

Pero no nos perdamos en la historia, hablemos de lo que preocupa en esta discusión. En nuestra democracias, “avanzadas”, de consumo, de clase media, la izquierda tiene un papel muy preciso. Es el cuerpo institucional e ideológico que canaliza el malestar social por los cauces legales establecidos al efecto: la producción de opinión pública, los partidos, los sindicatos, el voto. En palabras viejas, la izquierda es lo que Althusser llamaba un “aparato ideológico de Estado”. La izquierda trabaja “por la ideología de Estado, al servicio de la política de Estado”. Y como carta alternativa a la “derecha”, la izquierda ha operado excelentemente en épocas normales, siendo un precioso puntal de la estabilidad social y política. En la viejas palabras de Althusser, sus partidos practicaron a la perfección el mejor de los cretinismos parlamentarios y sus sindicatos el “economicismo” más corporativo. 

El problema es que ya no estamos en una situación de normalidad. En tiempos de crisis, y estos son tiempos de crisis, la izquierda puede dejar de seguir cumpliendo con su papel. Y esto es lo que hace que ni el PSOE ni IU sirvieran a la altura de 2011, que surgiera Podemos en 2014 y que hoy parece que Podemos tampoco sirva.

Quizás debamos plantear el problema desde otra perspectiva. En términos de la política de transformación (la misma a la que apela la izquierda) el problema nunca puede ser lo que la izquierda hace o lo que la izquierda dice. El problema crucial es el de la organización de los sujetos dominados, excluidos, explotados. A veces, estos sujetos se reconocen en organizaciones y tradiciones de izquierda. Otras se inventan casi todo de raíz. Estas situaciones son casi siempre las más interesantes. En estas, los dominados, los excluidos, suelen aparecer como algo completamente nuevo. En estas ocasiones, sus movimientos se dotan de nombres y formas nuevas, potentes, casi deslumbrantes. Así ocurrió en los orígenes del movimiento obrero, que no era exactamente de izquierdas, sino “socialista”; también en todas las rupturas significativas de ese movimiento. Pero también es lo que sucedió en las sucesiva olas del feminismo, con los movimientos indígenas, con el movimiento negro y un largo etcétera. Ninguno de estos movimientos fue en principio admitido por la izquierda. En cualquiera de estas emergencias, la crítica se dirigió contra la izquierda, se denunció su elitismo, su colaboración con el Estado y todos sus privilegios. Y esta izquierda reaccionó la mayor parte de las veces de una forma conservadora y brutal. 

En España, la clase obrera ha dejado de existir desde hace ya 30 o 40 años. Ha dejado de existir no porque no existan obreros de fábrica, aunque sean muchos menos que en 1973, ni trabajadores manuales, ni desde luego un inmenso proletariado de servicios compuesto crecientemente por mujeres y migrantes. Ha dejado de existir porque no existe movimiento obrero, aunque existan sindicatos (en su mayoría en nómina del Estado). Porque no existe una cultura política obrera —o de estos nuevos segmentos proletarizados—, aunque existan toda clase de estilos y formas de vida “populares”, convenientemente explotados y neutralizados por la sociedad de consumo. Lo que debería sustituir a la clase obrera —los excluidos, los precarios, los sin derechos, los que no están en “política”— carecen de instituciones propias, de medios propios, de sindicatos y cooperativas que se diría con viejo lenguaje. Y este es el problema político de nuestro tiempo.

Que la izquierda no encaje en nada en las clases populares, que esté compuesta de aspirantes a nueva élite política —y cultural, lo que incluye a los “formadores de opinión”— es una obviedad. Hoy asistimos a dos procesos distintos y que no debemos confundir: un recambio de élites, frente a la crisis política del régimen y de una vieja clase política y cultural enrocada; y también asistimos a las primeras tentativas de formación de instituciones propias de clase. Al primer proceso se le llama renovación de la izquierda. Para el segundo todavía no tenemos nombre. 

La cuestión prioritaria no es que los pobres y los obreros voten a una opción de izquierda, ni siquiera que estén integrados en la “dirección” de la izquierda. No es tener un gran partido socialista-comunista, tampoco promover a un Trump bueno. El reto es que estos se organicen y de paso se alíen con todos aquellos sectores en proceso de desafiliación de la clase media. Si esto felizmente ocurre, que voten o no a la izquierda será una cuestión menor. A partir de ahí veremos otra vez lo que puede una política de clase. También lo poco que puede una política de izquierdas.

CTXT está produciendo el documental 'La izquierda en la era Trump'. Haz tu donación y conviértete en coproductor. Tendrás acceso gratuito a El Saloncito durante un mes.

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Emmanuel Rodríguez

Emmanuel Rodríguez es historiador, sociólogo y ensayista. Es editor de Traficantes de Sueños y miembro de la Fundación de los Comunes. Su último libro es '¿Por qué fracasó la democracia en España? La Transición y el régimen de 1978'. Es firmante del primer manifiesto de La Bancada.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

10 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. José

    La izquierda no está tan mal. Miren en UK y USA. En UK los labours han conseguido ser el partido socialista con más afiliados de toda Europa, gracias a Corbyn y su giro izquierdista, tanto o más que Podemos. En la patria de Tatcher. En Usa, Sanders, abiertamente socialista, casi consigue rivalizar con Trump. Ha quien hubiese ganado. Pero lo más importante es el aumento muy importante de apoyo a un programa socialdemócrata en USA. Increíble hace 10 años. En el continente ya ha desembarcado en Portugal y ya da sus primeros frutos, esta izquierda atlántica, que viene de donde nació el neoliberalismo actual. Que se caracteriza por recuperar el welfare state en su forma más pura. La izquierda está mejor ahora que cuando ZP o Blair.

    Hace 6 años 9 meses

  2. José

    La izquierda no está tan mal. Miren en UK y USA. En UK los labours han conseguido ser el partido socialista con más afiliados de toda Europa, gracias a Corbyn y su giro izquierdista, tanto o más que Podemos. En la patria de Tatcher. En Usa, Sanders, abiertamente socialista, casi consigue rivalizar con Trump. Ha quien hubiese ganado. Pero lo más importante es el aumento muy importante de apoyo a un programa socialdemócrata en USA. Increíble hace 10 años. En el continente ya ha desembarcado en Portugal y ya da sus primeros frutos, esta izquierda atlántica, que viene de donde nació el neoliberalismo actual. Que se caracteriza por recuperar el welfare state en su forma más pura. La izquierda está mejor ahora que cuando ZP o Blair.

    Hace 6 años 9 meses

  3. Protorm

    Emmanuel renunciando a disputar la izquierda y dejando huérfanos, de paso, a los procesos de autogestión en gran medida guiados por ideales y referentes de la izquierda en el sentido más amplio. De acuerdo en todo lo demás con Javier. No entiendo el tono pesimista. La izquierda está por fin sacudiéndose el elitismo cultural en que se había encerrado durante décadas. Y parece que está siendo capaz de reorganizarse encontrando puntos de encuentro dentro de la divergencia, especialmente a la hora de impulsar instituciones populares (desde el ámbito de vivienda a las luchas laborales). Se echa más en falta análisis constructivos que contribuyan a despejar esos caminos.

    Hace 6 años 9 meses

  4. Javier

    El artículo solo tiene sentido si se acepta la definición de izquierda como aparato ideológico de Estado. Creo que es un análisis simplista, que niega tanto la complejidad social presente como la historia de los movimientos obreros. La izquierda no son los partidos con representación parlamentaria y los sindicatos "en nómina del estado" . Estos forman parte de ella, nada más. Incluso si te acercas un poco a ellos, observarás en sus entornos muchas organizaciones más o menos formales y más o menos independientes que pueden sumarse a iniciativas o incluso proponerlas en muchos momentos, y alejarse de los partidos en otras cuestiones. La izquierda es un conjunto de fuerzas transformadoras que comparten un cuerpo teórico y algunas prácticas. Es un proyecto de metodología inductiva, con capacidad para integrar múltiples proyectos que trabajan a múltiples escalas. Su mapa es una amalgama inmensa, inabarcable incluso para militantes que llevan toda una vida luchando. Si se quiere simplificar mucho, hay una vía posibilista de la que habla el artículo, integrada en los aparatos del estado y una vía radical más en contacto con la sociedad o con sectores de la sociedad más alejados de este, que experimenta, proyecta, espolea a la primera. Es necesario que la vía radical tome fuerza, por supuesto. Si no es así la vía posibilista tiende a acomodarse, su integración en los aparatos del poder, su relación constante más con la derecha que con los que se supone más cercanos a ellos en el plano ideológico hace que acaben perdidos en limbos absurdos. Expulsar a esa vía radical del proyecto de la izquierda es lo que han pretendido siempre los sectores conservadores mezclados en las vías posibilistas, los advenedizos que sin compartir fundamentos siempre aparecen en el entorno de cualquier organización que toque poder. No hay por qué permitirlo. La izquierda es un conjunto de fuerzas transformadoras que busca una organización más eficiente y justa del ser humano, y tiene células dentro y fuera del estado. La derecha es un conjunto de fuerzas reaccionarias que busca una organización jerarquizada, que unas clases tengan privilegios sobre otras, permanecer dominando a la mayoría, y también tiene células dentro y fuera del estado.

    Hace 6 años 9 meses

  5. Javier

    El artículo solo tiene sentido si se acepta la definición de izquierda como aparato ideológico de Estado. Creo que es un análisis simplista, que niega tanto la complejidad social presente como la historia de los movimientos obreros. La izquierda no son los partidos con representación parlamentaria y los sindicatos "en nómina del estado" . Estos forman parte de ella, nada más. Incluso si te acercas un poco a ellos, observarás en sus entornos muchas organizaciones más o menos formales y más o menos independientes que pueden sumarse a iniciativas o incluso proponerlas en muchos momentos, y alejarse de los partidos en otras cuestiones. La izquierda es un conjunto de fuerzas transformadoras que comparten un cuerpo teórico y algunas prácticas. Es un proyecto de metodología inductiva, con capacidad para integrar múltiples proyectos que trabajan a múltiples escalas. Su mapa es una amalgama inmensa, inabarcable incluso para militantes que llevan toda una vida luchando. Si se quiere simplificar mucho, hay una vía posibilista de la que habla el artículo, integrada en los aparatos del estado y una vía radical más en contacto con la sociedad o con sectores de la sociedad más alejados de este, que experimenta, proyecta, espolea a la primera. Es necesario que la vía radical tome fuerza, por supuesto. Si no es así la vía posibilista tiende a acomodarse, su integración en los aparatos del poder, su relación constante más con la derecha que con los que se supone más cercanos a ellos en el plano ideológico hace que acaben perdidos en limbos absurdos. Expulsar a esa vía radical del proyecto de la izquierda es lo que han pretendido siempre los sectores conservadores mezclados en las vías posibilistas, los advenedizos que sin compartir fundamentos siempre aparecen en el entorno de cualquier organización que toque poder. No hay por qué permitirlo. La izquierda es un conjunto de fuerzas transformadoras que busca una organización más eficiente y justa del ser humano, y tiene células dentro y fuera del estado. La derecha es un conjunto de fuerzas reaccionarias que busca una organización más jerarquizada, para que unas clases tengan privilegios sobre otras y permanecer dominando a la mayoría, y también tiene células dentro y fuera del estado.

    Hace 6 años 9 meses

  6. disiento

    Forman parte del problema los que dicen que el problema es la izquierda. ¿ A este capullo le paga la derecha por decir estas cosas ?.

    Hace 6 años 9 meses

  7. Mentalmente

    Yo estoy en contra de usar el lenguaje de las izquierdas y derechas para hacer política. Es un lenguaje profundamente MENTIROSO, BRUTO, FALAZ, CAVERNARIO, LIBERTICIDA, ANTISOCIAL e INHUMANO. Todo argumento que use ese lenguaje está PODRIDO, y no sirve para nada, porque habla de algo que es un FALSEDAD. Y con ese lenguaje SE TAPAN LAS INJUSTICIAS, una ciudadanía MANIPULADA con eso, a la que JAMÁS le preguntan nada, que JAMÁS tiene el control político de su estado-nación, que TIENE VOTO PERO NO TIENE VOZ. ¡NUNCA MÁS ESE LENGUAJE! ¡PREGUNTAR Y DAR VOZ A LA CIUDADANÍA!

    Hace 6 años 9 meses

  8. juan

    Ahora mismo tengo cierta seguridad, vivienda ya pagada y ahorros (sin herencias), sin embargo ahora gano el SMI autoempleado, a diferencia de muchos progres limipio mi casa y consumo telecinco en vez de Netflix, nunca viajo de vacaciones al extranjero. Mi madre es una viuda con una pensión de viudedad baja y le gustan las óperas en la tele. ¿de qué clase somos cada uno? La gente sube y baja a lo largo de la vida y puede tener gustos transversales, igual que muchos precarios que comparten piso pagan a una persona, normalmente mujer e inmigrante, para que limpie su piso, lo de los señoritos de toda la vida. Un poco harto de la retórica de clases.

    Hace 6 años 9 meses

  9. Pau

    Emmanuel perdonando vidas. Toda una sorpresa.

    Hace 6 años 9 meses

  10. casiopeo

    Un análisis que se queda en nada. ¿quien , cómo se organizan esa nueva clase obrera precaria y silenciosa? ese es el quid. Se olvida que la clase obrera industrial se autoorganiza cuando se dan las razones objetivas y subjetivas para ello. Objetivas: el sistema de organización industrial capitalista acumula cientos de obreros en el mismo espacio, la fábrica, lo que facilita mucho la autorganización colectiva. Eso ya no existe, el precariado está disperso, atomizado por todo el tejido productivo, compartiendo espacio fisico con unas generaciones mayores que se han salvado de la quema. Subjetivas: lo social se transmuta en identidad: la desgracia de no poder ser otra cosa que obrero se trasmutó en el orgullo de clase, el orgullo de la identidad. Ahora las identidades están fragmentadas y en disputa: mujer, inmigrante ,joven viejo, hombre, español, catalán. Eso son los términos iniciales del análisis que no se ha hecho.

    Hace 6 años 9 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí