Canciones de cuando éramos (más) libres
La condena al rapero Valtonyc por calumnias e injurias contra la Corona y enaltecimiento del terrorismo evidencia que algunos ámbitos judiciales son capaces de detectar guisantes de delito bajo quintales de papel de oficio
Xosé Manuel Pereiro 21/02/2018
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“El rock consiste en cagarse en ellos, pero no basta con decirlo, tienes que sentirlo en las mismas entrañas”
Jack Black en School Of Rock (Richard Linklater, 2003)
Hans Christian Andersen escribió en 1835 La princesa del guisante, el cuento que describe el método para identificar a una verdadera princesa: la que tiene la piel tan fina y delicada que nota la dureza de un guisante colocado bajo una docena de colchones. La condena a tres años y seis meses al rapero mallorquín Valtonyc por delitos de calumnias e injurias graves contra la Corona y de enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas evidencia que algunos ámbitos judiciales son capaces de detectar guisantes de injuria y enaltecimiento bajo quintales de papel de oficio. Curiosamente, ese sentido arácnido para detectar outsiders y bombistas del verso se ha desarrollado en los últimos y muy recientes tiempos. Esto pretende ser un repaso urgente, no exhaustivo –y desde luego no acusatorio– de canciones de cuando éramos (todos, músicos y público) más libres.
Críticas a la religión mayoritaria
“Abre la puerta que soy el diablo y vengo con perras; / Abre chiquilla, / las piernas que vengo a clavarte semillas / como cada día en el infierno me aburría / y me fui de bar en bar;/ vi a la virgen María cansada de ser virgen, / metida en un portal”. En descargo de la estrofa podría alegarse que era del grupo que no por nada se llamaba Extremoduro, y que pertenecía a la banda sonora de El día de la bestia, la película satánica (y de Carabanchel) de Álex de la Iglesia. Quizá pasó desapercibida porque en ella –la película– había un cura bueno (vasco, pero bueno).
Hablando de vascos, Kortatu decía en 1992: “Yo mismo nací demonio / en la cruz colgado por los cojones/ me cristianizaron a hostias / santo, imbécil y callado / yo mismo nací demonio / morí a causa de cristo”. Quizá zafaron porque estaba en euskera y porque el tema Jaungoikoa eta lege zaharra (Dios y la ley vieja) era una crítica acerba al PNV. No era cuestión de sitio ni de época.
Los vallecanos Ska-P también arremetieron lo suyo: “Apariciones de cristo, de la virgen / apariciones que son la puta risión / luego te venden litros de agua bendita / y muchas estampitas que te cuestan un cojón […] Soy testigo de ver a la virgen, y a cristo en una vespino / acababa de fumarme cuatro porros y tres litros de vino / jesucristo me pidió unos tragos y la virgen no paraba / de fumar y nos fuimos juntos hacer una bacanal”.
Al lado de estas composiciones, las polémicas por el pregón del Entroido de Santiago de Compostela de este año, o el del disfraz de papamóvil del año pasado en el de A Coruña son pellizcos de monja, nunca peor dicho. Para aquellos que siempre argumentan que con Mahoma no se atreven (quienes sean), recordarles el primer hit de Siniestro Total: “Ayatolah, no me toques la pirola […] soy un enemigo de Alá / no me gustan la rumba ni el jazz”. Y para finalizar este apartado y dar paso al siguiente, una estrofa de Cicatriz (1984-1995) que no es un alarde de sutileza: “Hay que machacar al clero / matar a la policía / toda esa puta gente / no son más que porquería”. Si alguien quiere buscarles líos legales, 1995 no solo fue la fecha de extinción del grupo, sino del último de sus integrantes, todos por la heroína y sus consecuencias.
Ataques a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado
Este es un género clásico en la música popular (incluso en la tradicional, para que nos vamos a engañar), y ya no hablamos del gansta rap. Ciñéndonos a la jurisdicción de los tribunales españoles y su interpretación variable de la libertad de expresión, lo curioso es que en los momentos más crudos de lo que vamos a llamar conflicto vasco o guerra del Norte, en los escenarios de allí o de allá, no se cortaban. “De qué se ha muerto este muerto? / de una bala en el pulmón / lo mató la policía / en una manifestación / la democracia funciona / y éste de que se murió? / fue porque le dio un infarto / se pasaron con la bolsa / porque no cantaba” (21, La Polla Records).
Lo de este grupo alavés era casi una especialización porque, sin abandonar el género, tenían temas sobre la corrupción (“Todo por la patria / todo por la pasta / todo por las leyes /y por los billetes / Protegiendo al ciudadano / a veces se os va la mano / todo por el bien común / y tu viejo que tal mea”, Todo por la patria) o las series televisivas y su influencia social (“Poli, mamá yo quiero ser poli/ contra el narcotraficante / y quedarme con la parte que me corresponde / Poli, mama yo quiero ser poli / acostarme con mil tías / con descuento y garantías en todos los puticlubs / ¡¡Mamá duerme tranquila, seré buen policía!! / Aceptar el soborno sin comerme la cabeza, / sacarme un sobresueldo de matón de discoteca /, alquilar pelis porno para ver con los colegas / tener una familia y un chalecito en la sierra”. Series de maderos).
Incluso tocaban un asunto tabú, las muertes autoinfligidas: “Funcionario público / vestido de paisano, / en estado de embriaguez / desenfunda el arma. / Dispara al suelo / sin causar heridos, / golpea los árboles / se aleja del lugar. / Sentado en su cuarto / siente la presión, / de la vida de ocupante / en esta tierra extraña. / Sabor a metal /entrando en su boca, / mueve un solo dedo / y esparce su cerebro”. (Solo un dedo).
No eran los únicos: En Hernani 15 de julio de 1984, Kortatu tenían un sueño, pero no se parecía mucho al que describió el Dr. King en las escaleras del monumento a Lincoln en 1963: “Un horrible sueño / mi cuarto en llamas / una granada / todo lo incendiaba. / Entre las llamas / yo disparaba, / sombras verdes / acechaban... / Ahora lo recuerdo, asesinos a sueldo / Buena recompensa por un etarra muerto”.
Y los siempre explícitos Cicatriz (aunque el resto no es que fuesen crípticos) titularon Terrorismo policial una canción que rezaba: “Un cañón acaricia tu espalda / un temblor se apodera de ti / una voz te dice no te muevas /sabes bien que aquí puedes morir /Terrorismo policial /Terrorismo policial / Contra gritos de libertad”.
Enaltecimiento
"Hoy puedes ser terrorista / solo por estornudar / Cualquiera que se resista / un terrorista será / ¡¡Todos somos terroristas!! / ¡¡Mecagüen los muertos!!” (Nadie es inocente). La Polla Records estaba muy lejos de sospechar que su hipérbole se acercaría bastante a la realidad. Ellos y sus compañeros de Rock Radical. Los más insistentes en este aspecto, Eskorbuto: “Están aplicando / la ley antiterrorista / detienen por la noche, / torturan todo el día. / No queremos sus tanquetas, / no queremos ver sus zetas” (Abajo la ley). “Hacienda cabrona, sube la renta, / así el poder adquiere mas poder, / crisis laborales, más obreros en las calles, / y mientras a ETA la llaman terrorista!” (Terrorista). No es que Eskorbuto fuesen especialmente abertzales (más bien no lo eran nada, y nunca tuvieron demasiado éxito en el País Vasco), pero tenían una experiencia personal claramente negativa. En 1983, cuando salían de grabar su primera maqueta, pasaron delante de una comisaría y su aspecto hizo que los detuvieran para identificarlos. La maqueta contenía tres temas: E.T.A., Rogad a Dios por los muertos y Maldito país España. Les aplicaron la Ley Antiterrorista y los tuvieron en los calabozos 36 horas. Nadie movió un dedo por ellos, pero a pesar de todo, aquello no tuvo consecuencias judiciales. Quizás la maquinaria judicial tenía problemas reales de los que ocuparse.
Amenazas a las autoridades y atribución de delitos
Aunque sea únicamente por una cuestión de marketing, lo cierto es que la música popular no suele escoger como temática la obediencia a la ley y la sumisión a los poderes constituidos. En ese aspecto, los 80 fueron realmente alegres. La Polla Records tenía claro el camino: “No quieres pobres en tu ciudad / capullo estúpido fascista / memo limpia tu cristal / la solución es una cámara de gas / con los políticos adentro” (La solución final), aunque también el resultado: “Estoy aquí y no tengo manera de salir / te digo, estoy aquí y estoy en este sitio solamente por soñar/ […] Yo decidí usar un arma / pero el diablo nunca descansa” (Tumba 37). Y volviendo a Cicatriz: “El ministro me da asco / y las pelotas le aplasto, / le tiro al suelo y / le meto una patada en el careto / No aguanto a esta sociedad, /goma 2 y a reventar!!" (Goma2) Una precisión para millennials: Goma2 no era la referencia a un tipo de explosivo cualquiera, sino a El explosivo. También hubo quien atribuía delitos a su propio gobierno, como Kortatu, que describía en Platinozko sudurrak al lehendakari Ardanza ofreciendo sustancias prohibidas a los miembros de su gabinete: "Ponen empeño y algo más, / ya que tienen para cada uno / tres rayitas / es el baile de la cocaína / en el gobierno vasco".
Injurias a la Corona
Continuando con la línea de apuesta por el poder horizontal que caracterizaba el apartado anterior, por mucho que Elvis fuese El Rey y los músicos afroamericanos incorporen títulos nobiliarios a su nombre artístico, la monarquía no es de las instituciones preferidas por compositores, sobre todo desde que dejaron de existir los músicos de corte y los royals oyen lo que oyen como todo el mundo, en la intimidad, o frecuentando discotecas que no suelen destacar precisamente por la excelencia de sus playlists. Sintiéndolo mucho, las diatribas a la sangre azul son un must. Tanto que hasta podemos prescindir de los vascos a la hora de tomar unas muestras: “Su majestad, el Pueblo pa servir al rey / Su majestad, el Pueblo pa cumplir tu ley (…) El Rey, saltando por encima de la ley, / El Rey, simpático holgazán, el Rey” (Simpático holgazán, Ska-P). O “El sello del trono corrupciones y desfalcos, / el brillo de la corona lo pulió Francisco Franco, / amistades peligrosas que terminan entre rejas / y algún duque empalmado / al que le gusta meter la mano” (Come elefantes, El Drogas, aunque éste es navarro).
Y, como era de prever, Albert Pla, que en su Carta al rey Melchor le hace al monarca una oferta que no debería rechazar: ser su yerno. “Yo por amor soy capaz de mandar a la mierda mis firmes principios de republicano / cambio de camisa y rindo pleitesía a la monarquía / que viva el amor que me convirtió en su esbirro majestad /sólo pensar que quisierais ser mi suegro majestad / yo ya le adoro yo le adulo y hasta le beso el culo”. Aunque los pioneros, los que iniciaron todo, en una gabarra rumbo a Westminster, fueron ellos, los Sex Pistols: “Dios salve a la reina / a su régimen fascista / te convirtió en un / subnormal / una bomba de hidrógeno en potencia”. Consiguieron ser arrestados, pero no condenados. Aficionados.
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Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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