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Seré breve.

Conocií a Guillem Martínez a principios de 2016, cuando coincidimos los dos en una comida que organizó Andreu Buenafuente. El motivo de la misma era la preparación de una entrevista que tenía previsto hacerle a Carles Puigdemont. Se trataba de un programa que iba a estrenar TV3 llamado Fora de seèrie, en el que cada semana un personaje conocido entrevistaría a otro. En palabras de Andreu: "Estaba interesado en escuchar la opinión de un grupo de personas en cuyo criterio confiaba" (y supongo que me incluyó a mí en el grupo porque me aprecia y le gusta que conozca gente y coma bien). No hacía ninguna falta, mi opinión ya se la había trasmitido, era muy básica y no necesitaba una tertulia para desarrollarla, consistía básicamente en "no la hagas".

Como sea. Recuerdo que me llamaron la atención tres rasgos de Guillem Martínez. El primero es que hablaba poco, y sólo cuando se le preguntaba, que es lo que me habían dicho de pequeño en casa que hacía la gente inteligente. El segundo rasgo era que hablaba muy flojito, y me costaba entenderle (que el análisis político se hiciera cada vez más complejo a la par que mi ingesta de vino aumentase a lo largo de la comida ciertamente no ayudaba). El tercero, que probablemente sea la persona que más fuma de la zona euro.

Saltamos a otoño de 2017, ese otoño que no se acababa nunca, cuando las cosas se pusieron feas, cuando el aire se volvió espeso e irrespirable (más o menos como ahora, pero igual es que ya nos hemos acostumbrado al calor y el hedor), cuando añorábamos vivir días que no fueran históricos, y yo andaba, como todos por aquí, la mar de preocupado por lo que se avecinaba.

Entraba en Twitter, asqueándome más y más a cada tuit leído, loco por encontrar algo de desahogo entre tanta tensión, y ahí me volví a topar con Guillem Martínez. Sus columnas de CTXT me hicieron recuperar por instantes mi esperanza en el periodismo. Además de escribir con honestidad, sentido común, oficio, lucidez y desapego, lo hacía con brillantez y un infinitamente necesario sentido del humor. Last, but not least, para corroborar mi intuición de que acostumbraba a dar en el clavo en sus análisis, parecía irritar a los de uno y otro bando. Guillem Martínez se convirtió en mi nuevo periodista de referencia.

A finales de 2017, en una entrevista que me hicieron los de CTXT durante el rodaje de la última película de José Luis Cuerda, declaré mi amor por las columnas de Guillem. A Guillem, en Twitter, parecieron agradarle mis palabras. Poco después, la gente de CTXT me propuso prologar este libro surgido de aquellas columnas.

Dije que sí. A condición de ser breve para mancillar lo menos posible el ejemplar que tienes entre las manos.

He intentado serlo.

Berto Romero

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'57 días en Piolín' es el segundo libro de la Colección Contextos, el sello editorial de la Revista Contexto junto a Lengua de Trapo. Compra tu ejemplar y te lo envíamos a casa en tres días.