PROCESANDO LA IDENTIDAD
El día en el que el Procés se disparó a la cabeza
La cosa, con la elección de un derechista esencialista de cajón, ha perdido ambigüedad. Torra es, ante todo, un fallo propagandístico descomunal
Guillem Martínez Barcelona , 15/05/2018
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1- Dispararse al pie no mola. Pero se puede ir tirando con un pie changado. O, incluso, ser un buen breakdancer. Pero dispararse a la cabeza mola menos. Y tiene una gama más amplia de efectos secundarios. Hoy, aunque el procesismo esté sobrado y de copas –supongo que de Chartreuse, el único licor que aún es propiedad de la Iglesia; incluso tienen dos gamas, y una es amarilla–, se ha disparado un tiro a la cabeza. Es posible que hasta lo ignore. Pero se ha disparado a la cabeza, a lo burro, sin pipa, y mientras se afeitaba. Lo que no sólo tiene mérito, sino que es un indicio de los inconvenientes de la selección negativa de líderes y piensas. No se pierdan, en ese sentido, los puntos 18-21. Pero dejemos los spoilers y vayamos al turrón.
2- Turrón = ya tenemos Presi. Gracias a la CUP, que ha sido decisiva con su abstención. ¿Por qué la CUP ha asegurado un Presi supremacista? Supongo que por varios motivos. Posiblemente, culturales, pues hay pocos motivos políticos. En el último CIS cat, la CUP subía un güevo, hasta los 11 dipus. Le hubiera convenido ir a por elecciones, digo yo. O, estéticamente, no ser la fuerza que posibilitara el retorno de la autonomía tras el 155; esto le convierte, desde ayer, cuando lo decidió, en el partido más autonomista del mercado.
3- Y eso que hay competencia para serlo. Desde el lunes posterior al 27O, que fue viernes, todos los partidos cat son, zas, autonomistas. Es decir, al reconocer las elecciones del 21D, reconocieron el 155 y, con él, la Consti y el carácter autonómico de la cosa. ¿Por qué no se plantaron? ¿Por qué concurrieron a las elecciones? ¿Por qué no dejaron al Gobierno que las convocaba en pelotas, sin algo parecido al 50% de los electores, visualizando un problemón político en el mundo mundial? Supongo que porque nunca lo habían hecho. Porque el Procés nunca ha sido un proceso de autodeterminación, ni de ruptura. Ha sido el intento de crear un objeto, con el que negociar con un Gobierno que no negocia cualquier cosa que no sea la indepe. Ha sido un conflicto entre élites, que dejaron de hablarse, aún cuando tenían tanto y tan similar que decirse, por lo que necesitaban un objeto que etc. Ha sido un proceso electoral. Ha sido un intento, exitoso, por el que una élite, que tenía que ir al Parlament en helicóptero, ahora pueda ir, si así lo desea, en patinete y trikini, que nadie se reirá, sino que aún les cantarán, henchidos por la emoción, el himno.
4- Supongo que el motivo cultural de peso para el apoyo de la CUP, vía su abstención, a un Presi supremacista, pasa por el concepto poble/pueblo/volks. La idea de que, cuando se es pueblo uno está más próximo a alguien de su pueblo, como Torra, que a alguien de otro pueblo, como David Bowie –el cantante: el héroe del Álamo/el pueblo tejano se llamaba Jim–.
5- El concepto pueblo es útil para la antropología, es decir, para la Academia. Pero para la política es una broma pesada, como se constata de su uso, como garrote, a lo largo de la historia. Fontana ha aludido al concepto pueblo para aludir a la sociedad catalana. Y lo que diga Fontana, para aquí el menda, va a misa. Pero creo que ese concepto, aplicado a la política, provoca serios problemas cotidianos. Y más conforme se avanza al fondo y a la izquierda. El concepto sociedad me parece, en mi humildad, más acertado y pragmático. Ayuda. Una sociedad y un pueblo se conservan de manera diferente. El pueblo suele conservarse más y mejor en formol, mientras que para conservar una sociedad es necesaria la discusión, los derechos, la corrección de la desigualdad, y ciertas dosis de educación.
6- El gran argumento de la CUP para su voto/abstención, que posibilita un Presi autonómico como la copa de un pino –un pino autonómico, quiero decir–, es que la CUP velará para que no sea autonómico. Lo que, enunciado así, ya es un chiste. En todo caso, la CUP vuelve a reivindicar el rol de fiscalizador del Procés. Con todo el cariño del mundo, es preciso señalar que, si algún día tengo lío en los tribunales, espero que el fiscal sea como la CUP.
7- Hasta la fecha, la CUP ha sido la pieza clave para evitar percibir que el Procés es un sistema propagandístico. En 2014 fue el único partido que avaló la consulta del 9N. Es decir, la hizo posible y con ello se evitó la percepción social de que aquello no era un referéndum, que no era lo prometido por CDC/Mas, que el trayecto no era político, sino sentimental, y que el beneficiario de todo lo que pasaba en ese marco era su propietario, la derecha. En 2015, facilitando la elección de Puigde, evitó unas elecciones, en las que CDC hubiera tenido que explicar en campaña que el objetivo de las elecciones era ganarlas y hacer Presi a Mas, no ningún proceso de autodeterminación. En septiembre de 2017 votó la Llei de Desconexió, una ley que une Ejecutivo a Judicial, en la línea húngaro-polaca, en vez de fiscalizarla, en vez de intentar crear, vamos, un marco propio y de izquierdas para la cosa Procés, o de explicar que el Procés, políticamente, estaba majara. El fiscalizador del Procés, por último, no se enteró –o se enteró después, por la prensa, como los políticos de la Transi se enteran de todo– de que todo era simbólico, y de que nadie iba a declarar ninguna DUI. En todo este trance, la CUP no nos ha librado de un nacionalismo esencialista modulado por la derecha, sino que ha seguido con el concepto poble como marco. Si bien, para ser justos, no ha sido el único grupo de izquierdas en darle como un poseso a la palabra poble.
8- Es posible que Roma no pague a traidores, pero Tarraco es más generosa. Es decir, no salirse del marco propuesto por la derecha puede tener ventajas personales, además de la de ubicarse en una zona de confort. Desde la que es imposible –al menos lo ha sido hasta ahora– fiscalizar nada. Los marcos son de quien los trabaja, no de los also starring.
9- Cat gana a Esp en descomposición de Régimen, por lo que hay que tomar nota de lo que pasa en Cat. Y en sus izquierdas. En ese sentido, hay que observar a la CUP como lo que es –la izquierda radical que ha estado más cerca de un gobierno– y extraer conclusiones para todos. Las izquierdas, en ese sentido, no son un monopolio. Son una cultura amplia. Por lo que hay que aprender de sus errores e intentar dialogarlos. En ese sentido, observar a la CUP puede ayudar a las izquierdas peninsulares tentadas a apostar por el marco pueblo. Sí, con el marco pueblo se ganan más votos que sin él. Pero la capacidad de hacer políticas diferenciadas de la derecha disminuye. De ruptura, ni te digo. Apostar por ser la única izquierda posible, por la izquierda como identidad –no sólo nacional; la izquierda como autoformulación, como identidad, como peinado, como texto de una camiseta, como léxico– es una muy buena idea comercial. Pero también una invitación al ensimismamiento y a la irrelevancia discursiva. Algo que puede también crear –ya ha pasado, me temo– sistemas de selección negativa procesista en las izquierdas. Las izquierdas, lo dicho, somos una cultura. Es decir, muchas. No unos gestos y palabras teatrales, dogmáticas, con las que son fáciles los eslóganes, si bien es imposible dialogar. Como perdamos la capacidad de hablarnos, estamos perdidos. Más en Cat, donde podemos acabar con tantas izquierdas como pueblos nos proponga la derecha. Lo que sería la monda.
10- Bueno. Kim II Torra empieza a hablar. Nada, que los logros en la producción del Procés harán de nuestra pequeña Corea una potencia aún más temida. Perlas. Sobre sus tuits supremacistas opta por la opción campechana de “no lo volveré a hacer más”. Cuela. El republicanismo procesista es la pera. En el turno de réplicas, amplía con más datos su asistencia a actos de homenaje a los hermanos Badía –unos filántropos; uno de ellos, apodado como el Capità Collons, por su carácter proto-procesista de rajarse en los momentos mágicos, ordenó, como capo de los Mossos, durante la II República, ametrallar un autobús de niños zaragozanos, que venían a BCN porque sus papás, de la CNT, estaban de huelga–; explica que vale, que fue, pero solo la puntita. Además también va a actos sobre patriotas catalanes de izquierda. En lo que es un ejemplo de cómo se puede desarticular a la izquierda fundamentada en léxico y otras anécdotas, utiliza, en un momento dado, la consigna cupera "els carrers seràn sempe notres". Habla del sistema educativo y sanitario cat como “sistemas de éxito”, lo que impide visualizar que la Comunidad Autónoma madrileña no pudo introducir allá el sistema sanitario cat –una melé indescriptible de empresas privadas, semipúblicas, públicas, y la supremacía de lo privado sobre lo público– gracias al éxito de la Marea Blanca. Muchas alusiones al concepto República. Importante: la República pasa a sustituir la palabra “independencia”. Es decir, la aplaza. Lo que indica que “República” es otro aplazamiento. Una trivialización. Tras haber quemado el concepto "autodeterminación", la derecha cat ahora se dispone a quemar ese otro concepto mágico de las izquierdas peninsulares, llamado República.
11- Bueno. Se vota. ¿Qué va a pasar ahora?
12- Creo que nada.
13- Ampliación del concepto “nada”. Supongo que el nuevo Govern, o su Presi, irán a Berlín, a jurar bandera. O a una suerte de misa televisada. Supongo que se montará, allá o en el Benelux, algún tipo de plataforma en cuyo nombre aparecerá la partícula República. Supongo que no será rupturista, sino una mezcla de cosa privada y pública –como la Sanitat; lo que tiene chiste–. Supongo que se explotará a tutiplén el concepto presos. Se pondrá a algunos como consellers. A los del PDeCAT, que no a los de ERC. La “recuperació” será por tanto del PDeCAT, que no de ERC, otro partido engullido por el marco. Se celebrará a bombo y platillo cualquier institución autonómica “recuperada” del 155. Es decir, cualquier logro autonómico. Y, supongo, se irá a elecciones pronto. En una entrevista en La Stampa, Puigde decía este finde que podrían ser el 27O. O también se podrían hacer coincidir con algún tramo judicial de la causa por rebelión de la Señorita Pepis que ha formulado Llarena como si de un 23F se tratara.
14- La CUP, cabe suponer, dificultará la legislatura. También cabe suponer que la legislatura pensará en la CUP, y ofrecerá algo parecido a un Proceso Constituyente, o a una Asamblea de Representantes. Si se les puede ofrecer consulta por referéndum, o no-DUI por DUI, y los “fiscalizadores” compran, pues esto también. La fiscalización parece consistir, desde 2012, en pugnar por el léxico. Esa cosa que puede esconder la nada en una política propagandística y de marcos, como ya se vio, por todo lo alto, el 27O.
15- Con la votación de hoy el procesismo recupera aún más sus sistemas propagandísticos. Tele, radio, subvenciones a prensa, etc. Se habla de Eduard Pujol –ese otro fruto de la selección negativa; en una sociedad no propagandística estaría en un bar, diciendo lo que dice en el Parlament– como capo/director general de la cosa información/es decir, propaganda. El aparato propagandístico echará humo.
16- No creo que pase nada más. Salvo que la caguen. La selección negativa, la escasa formación, el escaso conocimiento de los seleccionados negativamente, da pie a que puedan meter la pata otra vez, por inconsciencia, por desinformación, por asesoramiento dadá. La escasa sensibilidad social de los chicos-de-la-selección-negativa da pie a que puedan incrementar la ruptura social. Un concepto que les importa una higa, pues una sociedad viene equipada de cohesión social si vas y la llamas pueblo. La cohesión social, por otra parte, para el procesismo como para el Gobierno, no es un hecho que dependa de la realidad –los derechos, los ingresos–, sino de la percepción. Es decir, de la propaganda.
17- Vendrán tiempos de propaganda abusiva. Es decir, de crispación para quien no la comparta o la note rara. Se la utilizará, como siempre, para crear un marco democrático y social. Fuera de él no habrá democracia o izquierdas, lo que tiene guasa si pensamos que el marco es derechista. La propaganda, en fin, como dice Chomsky, es la violencia en democracia. Consiste en pegarte capones en la cabeza, hasta que crees que eres tonto por ser diferente. Habrá que aguantarla y no dejarse avasallar por ella. Y, en ese trance, conservar cierta esperanza e independencia personal. Supongo que el énfasis serán los presos y los lacitos amarillos. Pero la defensa del hecho de que haya presos políticos, por ejemplo, se puede realizar desde otro marco, que no es el procesista. Vamos, que se puede defender que no haya presos políticos sin defender ni beatificar a unos psicópatas sociales, de escasa cultura democrática y que no han hecho política, sino propaganda.
18- Además, hay luz a final del túnel procesista. Más próxima desde hoy, cuando el procesismo, lo dicho, se ha disparado en la cabeza.
19- El procesismo –por su propia dinámica, por razones de consumo interno, en otra toma de decisiones vertical, reducida y genial, y a cambio de ningún proceso político, sino propagandístico– ha posibilitado la presidencia a una persona supremacista, que ha escrito algo más que tuits racistas. No costará nada, a partir de la propagada, reducir hasta la anécdota ese trazo del Presi, por otra parte, nada particular. Tengo amigos –muy buena gente, por otra parte– que utilizan ese punto de vista. Lo hacen por sugerencia de los medios. Pero la apuesta por Torra tendrá consecuencias. Internacionales. Se sabe si una alocución es racista si cambias el sujeto de la oración por la palabra judío y el resultado da canguelo, pues denota que se suprime la argumentación por el prejuicio étnico. Y, en este caso, lo da y mucho. En el ámbito internacional, se intuía la naturaleza derechista y de nueva derecha del pack Procés. Verbigracia: durante su detención en Alemania, la primera visita en el talego que recibió Puigde fue la de la, glups, extrema derecha alemana. Luego vino Die Linke. Esa ambigüedad es hasta cierto punto normal. Y ha sido básica para crear el marco Procés en Cat. El soberanismo, en fin, sólo interesa a las nuevas-viejas derechas y a las izquierdas alternativas. Pues bien, hoy la cosa, con la elección de un derechista esencialista de cajón, ha perdido ambigüedad. Así lo ha entendido, por ejemplo, el portavoz de la Comisión Europea, que preguntado por su parecer por la elección de Torra, y explicadas algunas de sus constantes intelectuales, ha respondido que no iba a hacer ningún comentario sobre los escritos del Presi: "No los dignificaré con un comentario". Eso, en Versalles, era enviarte a la papelera de la Historia. Y la Comisión es Versalles.
20- La UE es muy tolerante con Estados que avanzan hacia los nuevos autoritarismos esencialistas, como Hungría, Polonia o Turquía. Lo ha sido con España, tras el 1O, y tras el discurso del rey. Es decir, lo es cuando se trata de Estados, su palabra favorita. No lo será en absoluto con ningún territorio sin Estado que juegue en esa Liga. Con la decisión de poner a Torra de Presi, el procesismo ha entregado a la UE todas sus armas. Y le ha regalado, vía UE, al Estado español una mayor libertad para acometer la cosa. Una cosa que ha entrado internacionalmente en el campo derechas-autoritarias-nacionalistas-populistas, del que ya no saldrá. Torra es, ante todo, un fallo propagandístico descomunal. Podrá conducir a otro éxito electoral, que es de lo que se trata. Pero ha cerrado cualquier solución en la UE, la instancia de solución a este asunto y a otros muchos asuntos. Tiene mérito, en ese sentido, adelantar por la derecha a un Régimen del 78 que se verbalizó muy gore con el discurso del rey, o que tiene presos políticos. Pero lo ha hecho. En su defensa, se debe señalar que el procesismo no nació para cargarse el R'78, sino por cuestiones más terrenales. Por lo que le importa un pito haber fortalecido a un R'78 más débil de lo que creemos. Hoy, por ejemplo, es mucho más fuerte que antes de votar a Torra. Bueno. El procesismo se ha disparado en la cabeza, lo dicho. Y, sin ser médico, puedo asegurar que los disparos en la cabeza suelen ser trascendentes.
21- El Procés será un sistema propagandístico cachas por años. Incluso por décadas. Pero ya tiene apellido en Europa. Es el de, pongamos, Trump. O Erdogan. O como se llame el Gran Hermano polaco. No mola. Será –ya lo era, pero ahora ya de forma definitiva– un objeto de consumo interno, que movilizará a más del 40% de los votantes. Supongo que –visto lo visto, ya no le queda otra– progresivamente antieuropeo. Y cada vez más alejado del campo semántico izquierdas –lo que no creo que le importe mucho, si bien tendrá consecuencias electorales–. O, incluso, del campo semántico democracia, que pasará a ser muy local e inexportable, nada sexy. Hoy, aunque nadie lo sepa, el procesismo ha perdido la partida. Nos costará comprenderlo y percibirlo en los próximos meses, pues estará que se sale. Pero la ha perdido. Ha cometido su gran y definitivo fallo propagandístico. Punto pelota.
22- Creo que Procesando el Procés, o cómo se llame esto, se acaba. Ya está todo más o menos procesado. Los compis de CTXT, por otra parte, me han propuesto empezar una nueva sección. No sabemos lo que es, pero creemos que consistirá en viajar por el mundo. Ha sido un placer compartir con ustedes estos puntos de vista que no hubieran existido sin ustedes ni nosotros.
23- Muacs.
Queremos sacar a Guillem Martínez a ver mundo y a contarlo. Todos los meses hará dos viajes y dos grandes reportajes sobre el terreno. Ayúdanos a sufragar los gastos y sugiérenos temas
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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