Análisis
Italia hacia el abismo
Todo apunta a que será el primer país de Europa occidental con un gobierno nacional-populista. Y, entonces, no temblarán sólo los Alpes y los Apeninos. Cuando eso pase, temblará toda Europa
Steven Forti Trento , 29/05/2018
El presidente de la República de Italia, Sergio Mattarella, anuncia su negativa a aceptar al nuevo ministro de Economía, Paolo Savona. Palazzo del Quirinale, 27 de mayo de 2018.
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Italia se asoma al abismo. Este domingo el país transalpino ha entrado en una de las mayores crisis institucionales de su historia, una crisis posiblemente mayor de la que se vivió a principios de los años noventa cuando la primera República sufrió su muerte súbita. Casi tres meses después de la celebración de las elecciones del 4 de marzo, todo está en el aire. Ya se ha superado el récord de tiempo en la historia republicana para formar gobierno: en la primavera de 1992, en medio de la tormenta de Tangentópolis y con dimisión incluida del entonces presidente de la República, Francesco Cossiga, Giuliano Amato tardó 83 días en jurar el cargo. Ahora las cosas van para largo. Y, ojo, porque se acerca una repetición electoral que puede favorecer una victoria por goleada de las fuerzas populistas y euroescépticas.
La crónica de un fracaso anunciado
Vayamos por orden. Tras dos meses de tiras y aflojas, en los que se han celebrado tres rondas de consultas en el palacio del Quirinale –sede de la presidencia de la República– sin ningún resultado positivo, los ganadores de las elecciones –el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga, que obtuvieron el 32,7% y el 17,4% de los votos, respectivamente– consiguieron ponerse de acuerdo para formar un ejecutivo. Hubo que esperar un nihil obstat de Silvio Berlusconi, ya que la Liga formaba parte de la coalición de centro-derecha –formada por Forza Italia, la Liga y Hermanos de Italia– que logró el 37% de los votos el 4 de marzo. Los de Di Maio y Salvini, que tenían la mayoría absoluta en las dos cámaras del Parlamento, elaboraron un “contrato” de gobierno, suficientemente genérico y ambiguo. Un programa claramente de derechas o neoliberal-populista, lib-pop en la sugerente definición de Mario Pianta. Una victoria clarísima de Matteo Salvini, el líder liguista, que ha conseguido que la Liga pase de ser una fuerza regionalista en declive para convertirse en un partido nacional y nacionalista al alza, estrecho aliado de Marine Le Pen y que mira a la Hungría de Orbán como modelo. Los dos nuevos aliados eligieron como presidente del Gobierno a un desconocido abogado y profesor de Derecho, Giuseppe Conte, que había colaborado con los grillini en los últimos meses. Un presidente difuso, con un curriculum hinchado y sobre todo con poco margen de maniobra, atado a un programa de gobierno elaborado previamente –que es de por sí una anomalía– y dependiente de los líderes de las dos formaciones que, además de reservarse las vicepresidencias, se repartían unos ministerios cruciales, como el del Interior (Salvini) y el de Desarrollo económico, Trabajo y Políticas Sociales (Di Maio). Desde ahí, querían implantar las duras políticas relacionadas con la inmigración y una versión reducida y limitada –en comparación con lo que defendía el M5E en el pasado– de la renta básica.
Para los demás ministerios se habían seleccionado figuras más bien desconocidas o dirigentes políticos de segunda fila de de cada partido. Con una excepción: Paolo Savona, un respetado economista de 81 años, exministro de Industria en los noventa en el gobierno Ciampi. En los últimos años, en diferentes artículos y publicaciones, Savona había defendido posiciones contrarias al euro, que lo habían convertido en una pieza clave en el engranaje de Salvini y en una fuente de preocupación para Bruselas, los mercados y el presidente de la República, el exdemocristiano Sergio Mattarella. El pasado miércoles 23 de mayo Conte había aceptado el encargo de Mattarella y, en los días frenéticos siguientes, se habían producido reuniones y llamadas telefónicas para acabar de cerrar el equipo de gobierno. Entretanto, Savona había publicado un artículo en su blog afirmando que respetaría los compromisos internacionales italianos, mientras que en el contrato de la Liga y los 5 Estrellas se habían matizado sus posiciones euroescépticas; al mismo tiempo otros responsables de las dos formaciones regalaban declaraciones sin ton ni son que hundían los títulos italianos.
El imprevisto desenlace final tuvo lugar el 27 de mayo, cuando Conte renunció al encargo y Mattarella, en una tensa rueda de prensa, explicaba las razones que lo habían llevado a bloquear el nombramiento del llamado “gobierno del cambio”, que había quedado de un día para otro en agua de borrajas. El presidente de la República ha considerado que el nombramiento de Savona creaba incertidumbre sobre la posición del país respecto al euro y ponía en riesgo los ahorros de los italianos, como había demostrado la pérdida de 51.000 millones de euros en la bolsa de Milán en tan sólo nueve días y el aumento de la prima de riesgo –había superado ya los 200 puntos respecto a los Bond alemanes– que afecta a la abultada deuda pública italiana (132% del PIB, la segunda más alta tras la griega). Pocas horas después, Mattarella encargaba la formación de un nuevo ejecutivo al economista Carlo Cottarelli, alto dirigente del Fondo Monetario Internacional durante más de dos décadas y comisario extraordinario para la revisión del gasto público en 2013 en el Gobierno de Enrico Letta.
A partir de ahí todo ha estallado. Salvini y Di Maio han atacado duramente al presidente de la República que, según su versión, se ha doblegado ante los mercados y a los diktat de otros países –Alemania in primis– contra la soberanía del pueblo italiano. Una decisión “inconcebible” que tachan de “golpe de Estado”. El líder liguista ha pedido inmediatamente nuevas elecciones, mientras los grillini, conscientes de haber perdido la iniciativa política, se han lanzado a pedir el impeachment de Mattarella por haber violado supuestamente la Constitución.
Más allá del ruido
Añadamos algunos elementos para entender mejor lo que ha pasado. Si bien es cierto que la decisión de Mattarella puede ser vista como aparentemente inusual, el presidente de la República se ha valido de la prerrogativa que le otorga la Constitución: según el artículo 92, es el presidente de la República quien nombra a los ministros propuestos por el presidente del Consejo, asumiendo así la responsabilidad institucional. Ya en el pasado, tanto Pertini como Cossiga, Scalfaro y Napolitano habían ejercido esta prerrogativa vetando el nombramiento de algunos ministros.
Una trampa hábilmente tendida por Salvini para encontrar la excusa perfecta para retirarse de un gobierno que tenía, posiblemente, los días contados
Por otro lado, Mattarella había intentado llegar a un compromiso, proponiendo al liguista Giancarlo Giorgetti, hombre de total confianza de Salvini, para el ministerio de Economía. La respuesta del líder de la Liga ha sido una negativa tajante, junto al rechazo para proponer cualquier otro nombre. Por eso Mattarella ha remachado que no podía aceptar imposiciones. Se trata, en definitiva, de una trampa hábilmente tendida por Salvini para encontrar la excusa perfecta para retirarse de un gobierno que tenía, posiblemente, los días contados y que jamás hubiese podido llevar a cabo un programa imposible, descargando las responsabilidades sobre Mattarella. Ahora la Liga, aún más que los 5 Estrellas, tiene la campaña electoral definida: el pueblo contra las élites, la defensa de la soberanía nacional contra los poderes internacionales que quieren “colonizar” Italia. La máquina de la propaganda está ya funcionando.
Los 5 Estrellas, que lo habían fiado todo al éxito de la operación del “gobierno del cambio”, se han quedado anonadados. Prácticamente, se han tragado todas las imposiciones de Salvini, tanto en el contrato de gobierno –en el que han desaparecido todas las medidas progresistas de su programa–, como en la decisión de los nombres, aceptando que Di Maio no fuese el presidente del gobierno y que Savona fuese el responsable de Economía. Salvini ha revelado las primeras medidas que habría aplicado el nuevo gobierno: bloqueo de la llegada de migrantes y cierre inmediato de los campos de gitanos. Un hecho insólito teniendo en cuenta que los 5 Estrellas doblaron en votos a la Liga el 4 de marzo. A esto se debe la reacción esquizofrénica de los grillini, que han llegado a pedir el impeachment de Mattarella, una ocurrencia tildada de memez por el analista político e historiador Aldo Giannuli, hasta hace poco cercano al Movimiento. Es cierto que el artículo 90 de la Constitución prevé la posibilidad de acusar al presidente de la República, pero solamente por alta traición o por atentado contra la Constitución, casos que no se dan ni desde el punto de vista formal ni desde el punto de vista sustancial en la decisión de Mattarella.
¿Y ahora qué?
Resulta extremadamente difícil, por no decir imposible, entender lo que puede pasar en los próximos meses. En primer lugar, habrá que ver qué margen tiene Cottarelli para formar gobierno, una misión casi imposible. No hay una mayoría posible ni en la Cámara ni el Senado para un ejecutivo con estas características. Así pues, lo más probable, a menos que Cottarelli no tire la toalla, es un ejecutivo de transición en minoría que se encargue de los próximos compromisos internacionales –G7 en Canadá, cumbre sobre Libia en París, Consejo Europeo y cumbre de la OTAN– y lleve el país hasta unas elecciones que se podrían celebrar entre septiembre y octubre.
De todos modos, no hay ninguna certeza y la situación podría cambiar de forma inesperada en los próximos días. Hay quien no descarta la posibilidad que se reabra la puerta a un gobierno político formado por la Liga y los 5 Estrellas o bien por todo el centro-derecha y quien habla de elecciones ya a finales de julio. Hay muchas especulaciones en un contexto que más que a una partida de póquer se parece a una ruleta rusa. Mientras tanto los especuladores siguen presionando: la prima de riesgo se acerca a los 300 puntos, los capitales abandonan el país y las agencias de calificación ponen el rating italiano bajo revisión por una posible rebaja.
En segundo lugar, habrá que obsevar cómo se mueven los partidos en esta nueva coyuntura. La principal incógnita atañe a la Liga: ¿se presentará en solitario para capitalizar la situación o mantendrá la alianza con Forza Italia y Hermanos de Italia con el objetivo de que el centro-derecha consiga la mayoría absoluta? De momento, en las elecciones regionales que se han celebrado en abril ha ido de la mano de Berlusconi y Giorgia Meloni (líder de Hermanos de Italia) y ha ganando tanto en Molise como en Friuli-Venecia Julia. Y la coalición de centro-derecha se mantiene también para las municipales que se celebrarán en junio, cuando se votará en 800 Ayuntamientos. El exCavaliere, recientemente rehabilitado y que podrá presentarse en unos futuros comicios, es posibilista y Salvini no quiere cerrarse ninguna puerta. Ya ha canibalizado a Forza Italia, ahora se trataría de darle el golpe de gracia: los sondeos otorgan a la Liga un avance notable (25% de los votos). Hay quien no descarta, sin embargo, una alianza populista entre los de Salvini y los 5 Estrellas: si se mantuviesen los resultados del 4 de marzo, una coalición de este tipo conseguiría una amplísima mayoría absoluta, conquistando el 90% de los colegios uninominales en todo el país, según el Instituto Cattaneo. Un escenario similar al de Francia del año pasado, pero con dos fuerzas escoradas a la derecha aupadas por Marine Le Pen y Steve Bannon y no por un liberal europeísta como Macron y su Republique en Marche.
La Liga y el M5E competirán por quién es más euroescéptico: Forza Italia estará entre dos aguas, mientras que el PD se presentará como baluarte del europeísmo
En tercer lugar, quedará por ver cómo se resuelve la profunda crisis institucional que se ha abierto. Aunque el impeachment contra Mattarella no prospere, el simple intento de promoverlo colocaría en una situación de debilidad al presidente de la República, que hasta hoy ha mantenido un alto nivel de apoyo en la sociedad italiana. La Liga y el M5E han convocado para el 2 de junio –fiesta nacional de la República– manifestaciones en Roma. Además, hay un elemento no desdeñable para tener en cuenta: el Quirinal se había esforzado durante los últimos meses en establecer buenas relaciones con los 5 Estrellas, convencido de que habrían jugado un papel clave en la nueva fase política. La estrategia había tenido éxito hasta ahora. Los ataques de Di Maio a Mattarella rompen los puentes que se habían construido con paciencia, empujando a los grillini a una posible deriva anti-institucional.
Entre tantas incógnitas hay una certeza: el tema estrella de la próxima campaña electoral –que ya ha empezado– será el europeo, junto a la inmigración, caballo de batalla de Salvini. La Liga y el M5E competirán por quién es más euroescéptico: Forza Italia estará entre dos aguas –dependiendo de si se presenta aliada a Salvini–, mientras el Partido Demócrata (PD), que ha defendido junto a los sindicatos al presidente de la República, se presentará como baluarte del europeísmo. Un PD, devorado por las luchas internas con un Matteo Renzi agarrado a su sillón, que ha desaparecido del mapa y ha perdido la ocasión histórica de abrir un diálogo con los 5 Estrellas, facilitando su salvinización.
No olvidemos que Italia, que fue un país euro-eufórico hasta los años dos mil, se ha convertido después, con la crisis de 2008, en uno de los países de la UE donde el europeísmo tiene menos apoyos. Pensar que las periferias –tanto las del norte como las del sur–, que han votado en masa a la Liga y al 5 Estrellas el 4 de marzo, cambien de opinión y pasen a defender la bandera europea es poco más que un espejismo. ¿Hay alternativas a esta elección binaria? De momento, no. La izquierda está desaparecida en combate, y no falta un sector –minoritario, eso sí– que no ve con malos ojos un gobierno soberanista, aunque sea Salvini el presidente. Para que estalle la “jaula” de la actual UE estos sectores se tragarían también a un xenófobo de extrema derecha en el gobierno del país. Apaga y vámonos. Prepárense porque en otoño todo apunta a que Italia será el primer país de Europa occidental en tener un gobierno nacional-populista. Y no temblarán sólo los Alpes y los Apeninos. Cuando eso pase, temblará toda Europa.
Queremos sacar a Guillem Martínez a ver mundo y a contarlo. Todos los meses hará dos viajes y dos grandes reportajes sobre el terreno. Ayúdanos a sufragar los gastos y sugiérenos temas
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Steven Forti
Profesor de Historia Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona. Miembro del Consejo de Redacción de CTXT, es autor de 'Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla' (Siglo XXI de España, 2021).
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