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El feminismo de pega de Spotify

La todopoderosa plataforma de música en streaming anuncia una herramienta para equilibrar el género en las reproducciones mientras promueve el dominio masculino en sus grandes listas

Liz Pelly (THE BAFFLER) 10/10/2018

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El 2 de marzo, Spotify anunció la cosa más Spotify que se pueda imaginar: el Ecualizador Smirnoff, una asociación de marca en forma de herramienta de conocimiento algorítmico. Juntos, Spotify y Smirnoff, afirmaron que la aplicación analizaría los hábitos de escucha del usuario y ecualizaría la proporción de género de su experiencia auditiva. Al entender el género de forma binaria, el ecualizador cuantificaría las reproducciones del usuario durante los últimos seis meses, mostraría el porcentaje de hombres y mujeres de su historial y le ofrecería una lista de reproducción personalizada más “equilibrada”. El Ecualizador Smirnoff estuvo disponible este verano para los usuarios de Spotify de Estados Unidos con edad legal para consumir alcohol y de cinco países más, algo que debería servir como recordatorio: esta herramienta se ideó para vender vodka.

En el comunicado de prensa que acompañaba a esta asociación, curiosamente las marcas incidieron sobre el hecho de que, a finales de 2017, no hubo ni una sola mujer o grupo de mujeres en la lista anual de las diez canciones más reproducidas en Spotify. Eso debería sorprender, pero en realidad concuerda con otros informes publicados a finales del año pasado. “Un aplauso para los chicos”, pregonaba Billboard en un titular de diciembre. Según Billboard, 2017 fue el primer año desde 1984 en el que el top ten de su clasificación anual de los mejores artistas estaba formado únicamente por hombres: “Los hombres dominaron las listas más importantes de tal manera durante el 2017… que coparon los primeros diez puestos de las tres listas principales de finales de año: mejor artista, mejores 200 álbumes y mejores 100 canciones. Ninguna mujer con un papel destacado apareció en la parte alta de las tres clasificaciones”.

Si tenemos en cuenta que el statu quo dominante en los principales sellos discográficos constituye el mismo mundo que Spotify fomenta en sus listas de reproducción más importantes y visibles (Éxitos de hoy, RapCaviar y Rockéame), esto nos conduce a una inevitable pregunta: ¿Qué papel desempeña la era del streaming y la listificación del pop en la preservación y, más aún, en la exacerbación de la desigualdad de género en la música? “En 2017, la parte alta de las listas de éxitos estuvo repleta de artistas de hip-hop (por lo general un género dominado por hombres), gracias en parte al continuado ascenso del rap en los servicios de streaming”, sugería ese mismo artículo de Billboard. De acuerdo, pero también deberíamos preguntarnos: ¿Solo es eso?

No queda claro si la cultura de la reproducción continua refleja simplemente un statu quo cada vez más androcéntrico o si el streaming está creando una cámara de resonancia apoyada en datos en la que los sonidos que reciben mayor consenso se elevan a los puestos más altos, y que nos conduce sutilmente hacia una cultura de música pop más homogénea y manifiestamente masculina. Los servicios de reproducción continua como Spotify crean entornos pasivos en los cuales los oyentes reproducen lo que les gusta, después lo que les gusta, después lo que les gusta y así hasta la saciedad. De momento, esto es lo que sabemos: los programadores de las listas de reproducción estudian las pautas de escucha y dan prioridad a las canciones con ratios de finalización más altos y eliminan las que tienen ratios de omisión más altos.

Durante el transcurso de un mes a comienzos de este año, y teniendo muy presente este problema de género, comencé un experimento para explorar el prejuicio de género de las listas más populares de Spotify. Escuché casi exclusivamente una muestra de las listas más populares: Éxitos de hoy, Viernes de novedades, Rockéame, RapCaviar, Estrenos country, ¡Viva Latino! y otras. Cada semana, durante un mes, descargué una hoja de cálculo con la información de la lista de reproducción y analicé la disparidad de género que contenía. Para no errar el sexo de los artistas como consecuencia de su apariencia o sonido, busqué confirmación sobre cómo se autoidentificaban los artistas mismos en sus páginas biográficas de Spotify o en otros lugares donde la información estuviera verificada. No encontré ningún artista en las principales listas de Spotify que no se identificara como hombre o mujer, aunque sí encontré un pequeño número de artistas que describiré como “misteriosos artistas virales de Spotify” con una cantidad desconcertante de reproducciones, pero con escasa presencia fuera de Spotify (y sin biografía en la plataforma o en ningún otro lado).

El resultado de este experimento fue este: descubrí que las listas de reproducción más populares y visibles de Spotify están abrumadoramente dominadas por hombres. No solo eso, afronté este proyecto utilizando una cuenta totalmente nueva para confirmar que el prejuicio de género se reproducía por la vía de las recomendaciones algorítmicas (es decir, que cuando un usuario escucha mayoritariamente listas dominadas por hombres, el resultado son listas todavía más dominadas por hombres). Claramente, Spotify mantiene el statu quo de la sexista industria musical, aunque la plataforma explote una apariencia concienciada de listas de reproducción como Viernes Feminista y publicite sistemas como el Ecualizador Smirnoff para mayor beneficio de su reconocimiento de marca y sus resultados.

El complejo de la lista de género

Spotify ha encauzado de manera activa a sus oyentes lejos del álbum como formato de escucha y en dirección hacia las listas de reproducción. Esto va en beneficio de Spotify: una cultura musical dependiente de las listas de reproducción depende de Spotify, mientras que una cultura musical dependiente de los álbumes, depende de los sellos discográficos. A medida que Spotify compite por convertirse en más poderoso e influyente que las casas de discos, y se transforma en el nuevo centro de poder de la industria, uno de sus principales intereses estratégicos han sido las listas (dirigidas por humanos, algoritmos y en ocasiones por un modelo híbrido) que hacen que el proceso de navegar por su plataforma sea cada vez más conveniente y personalizado.

Como consecuencia, las listas más populares de Spotify han surgido gracias a la influencia externa. Después de crear la nueva cuenta de Spotify a principios de este año para llevar a cabo dicho experimento auditivo, hice clic en la pestaña “álbumes” de mi cuenta completamente nueva y Spotify me respondió: “Tus álbumes favoritos aparecerán aquí”, seguido de un revelador: “Acude a tu página de navegación para encontrar maravillosas listas para cada estado de ánimo y momento”. Un pequeño pero poderoso gesto: en todo momento, la plataforma incita a utilizar las listas por encima de los álbumes. Por supuesto, esto plantea problemas relacionados con cómo los aficionados se relacionan con la música e incluso cuál es el contexto de esta música. Todo esto para decir: en el universo de Spotify, aparecer en las listas importa, y mucho.

Entre las listas de Spotify, Éxitos de hoy es la que tiene más seguidores: más de 19 millones, y la primera que observé en mi experimento. En esta lista orientada hacia el pop, y en otras, examiné el prejuicio de género según los “artistas principales”, y también según las “colaboraciones”. Cuando tuve en cuenta las colaboraciones, observe también las apariciones de hombres en las canciones de mujeres, para obtener una imagen más completa del porcentaje de canciones que incluían a hombres, y poder compararlo con el porcentaje de canciones que incluían a mujeres. Pensé que sería importante distinguir el género en lo que a colaboraciones se refiere, y no menoscabarlo, sino determinar con qué frecuencia estas listas hacían espacio para incluir canciones con voces de mujeres en exclusiva.

En la lista Éxitos de hoy, descubrí que durante el transcurso de un mes, el 64,5 % de las canciones tenían a un hombre como artista principal, un 20 % a mujeres y un 15,5 % eran colaboraciones entre artistas hombres y mujeres. Al tener en cuenta todas las colaboraciones, descubrí que el 85,5 % de las canciones incluían a hombres artistas, mientras que solo el 45,5 % incluía a mujeres. En esta lista me encontré con uno de los mayores porcentajes de mujeres artistas de todas las listas que examiné.

Después observé Viernes de novedades, una lista que se actualiza cada semana con aproximadamente setenta y cinco canciones estrenadas recientemente. Actualmente cuenta con más de 2 millones de seguidores, lo que la convierte en la lista menos popular de todas las que evalué, pero su importancia es significativa para la marca Spotify, ya que figura de forma prominente en la página principal del sitio cada viernes. Durante cuatro semanas, observé con detenimiento las 301 canciones que contenía. Hubo 71 canciones de mujeres, que representaron el 20,3 % del total de canciones; 211 de las 301 canciones fueron de artistas hombres, que conformaron el 70,3 % del total; 27 canciones fueron colaboraciones entre hombres y mujeres, lo que constituyó el 9 % del total. También hubo dos canciones de “misteriosos artistas virales” cuyo género fui incapaz de identificar. Cuando incluí todas las colaboraciones, descubrí que 248 de las 301 canciones (82,4 %) incluían a hombres, mientras que 112 (37,2 %) de las canciones incluían a mujeres. El número de hombres duplicó al de mujeres.

En la cotizada lista de Spotify RapCaviar, la única canción liderada por una mujer que apareció fue la de Cardi B, “Bartier Cardi (feat. 21 Savage)”. Esto significa que cada semana, durante cuatro semanas consecutivas, y en una lista de cincuenta canciones, solo hubo una canción con una mujer como artista principal. Este fue el porcentaje más bajo de canciones con mujeres como artista principal (2 %) que observé en mi estudio. Aparte de Cardi B, las únicas mujeres que figuraron en la lista RapCaviar, durante las cuatro semanas seguidas de mi experimento, fueron colaboraciones y apariciones: SZA en “All The Stars” con Kendrick Lamar, Rihanna en “Lemon” con N.E.R.D., Kash Doll en “So Good” con Big Sean y Metro Boomin y Beyoncé en “Top Off” con DJ Khaled, JAY Z y Future. Si no, los hombres constituían el 92 % de la lista. Las canciones lideradas por mujeres y las colaboraciones de mujeres constituían un 8 % del total de canciones de RapCaviar. Estas conclusiones iban en la misma línea del cálculo de David Turner que publicó The Muse a comienzos de este año: “La lista de reproducción más influyente de la industria musical omite prácticamente a las mujeres”, escribió.

En Rockéame, la lista más popular del estilo de música rock, la situación siguió siendo desoladora y regresiva. De media, durante las cuatro semanas, cada lista contuvo un 86 % de grupos compuestos exclusivamente por hombres, 9 % de proyectos liderados por mujeres y 5 % de bandas con participación de mujeres. Solo figuraron 5 mujeres artistas durante un período de 4 semanas: Alice Merton, K.Flay, Tash Sultana, Amy Shark y Bishop Briggs (que estaba con su propia canción y también en conjunto con Cold War Kids).

¡Viva Latino! tuvo el mayor porcentaje de canciones con mujeres como artista principal, lo que representó un 24 % de la lista ¡Viva Latino! durante el cómputo completo del mes. Las canciones lideradas por hombres constituyeron un 73 % de la lista. Las colaboraciones principales entre hombres y mujeres constituyeron solo un 3 %. Cuando incluí las colaboraciones de mujeres en canciones de hombres, la cantidad de canciones con mujeres subió a un 37 %. Cuando conté las colaboraciones de hombres en canciones de mujeres, los artistas masculinos figuraban en casi todas las canciones, de hecho, en un 99 %. (Solo había dos canciones con solistas femeninas sin colaboraciones masculinas).

De todas las listas examinadas, Estrenos country presentó en general el porcentaje más bajo de mujeres artistas. Durante todo el tiempo que realicé el estudio, Estrenos country solo tuvo cuatro cantantes femeninas en sus listas con 51 canciones: tres con artistas principales o solistas (Carrie Underwood, Bebe Rexha y Kelsea Ballerini) y una como colaboradora (Tori Kelly en la canción de Chris Lane “Take Back Home Girl”). Esto equivale a un 7,8 % de canciones con una mujer como cantante principal o como colaboradora y un 92,2 % de canciones única y exclusivamente con hombres. Cuando el blog de música country Wide Open Country escribió el año pasado una reseña sobre la lista Estrenos country, sus conclusiones fueron todavía más contundentes: solo una de las 51 canciones de una única lista era de una artista femenina.

Esto, estaremos todos de acuerdo, supone un montón de hombres. De hecho, cuando me apunté el mes pasado al Ecualizador Smirnoff como parte de mi experimento, la aplicación concluyó que había estado escuchando a un 100 % de artistas masculinos. Pero lo que sucedió en realidad es que yo solo había estado escuchando lo que Spotify me dijo que escuchara por la vía de sus listas de reproducción.

El statu quo algorítmico

Curiosamente, en una publicación de LinkedIn sobre el Ecualizador Smirnoff, Jerry Daykin, el director de colaboraciones con los medios de Diageo, la empresa dueña de Smirnoff, utilizó un válido argumento: “Las canciones más populares de Spotify se incluyen en más listas y como consecuencia se hacen todavía más populares”, explicó. Esto dice mucho sobre el simple efecto de cámara de resonancia en que se basa el diseño de Spotify. Las canciones que aparecen en las listas más populares de la plataforma terminan siempre en un mayor número de listas creadas por los usuarios o por un algoritmo (como por ejemplo la lista Descubrimiento semanal).

Mi intención, cuando creé mi nueva cuenta de Spotify para este experimento, era escuchar las listas más populares; aunque también escuché algunas de las cosas que me proponía Spotify. Por ejemplo, cada lunes escuchaba Descubrimiento semanal. También revisé Radar de estrenos, la lista algorítmica que contiene los nuevos lanzamientos musicales. Un viernes por la noche, Spotify me sugirió que “pusiera una banda sonora a mi fin de semana” con mint, la lista principal de EDM, y “cena con amigos”, que es más a lo que se parece, así que las puse algunas veces. Una noche entre semana, cuando Spotify me propuso “relajación y descanso”, o que escuchara un poco de “piano tranquilo”, acepté la oferta.

Asimismo, durante ese mes estudié y escuché atentamente las listas mencionadas anteriormente. Conseguí aprender sobre algunos fascinantes ángulos de la industria musical como por ejemplo Música Mastercard, Conjuntos juveniles de EDM cristiano, el álbum Man of The Woods de Justin Timberlake y muchas, muchas, muchas “historias de éxito virales”.

Al mismo tiempo, grabé mi lista Descubrimiento semanal todos y cada uno de los lunes. Además de investigar la disparidad sexual que abarrota las listas más populares de Spotify, también quería ver si el prejuicio de género se reproducía en las recomendaciones algorítmicas como Descubrimiento semanal. En total, en todas estas listas algorítmicas, descubrí que había un 79,2 % de hombres artistas, 12,5 % de mujeres artistas, 5,8 % de colaboraciones entre hombres y mujeres y 2,5 % de “misteriosos artistas virales” sin ninguna presencia perceptible en internet, como he comentado antes. Al considerar las colaboraciones femeninas, la participación de mujeres alcanzó un 23,3 %.

Estos números son muy parecidos al promedio que arrojan las listas más populares de Spotify que estudié, que en su conjunto comprendieron un 13,8 % de mujeres artistas sin contar las colaboraciones y 25,3 % de mujeres artistas contándolas.

Mis averiguaciones demuestran que Descubrimiento semanal reproduce en la práctica el mismo prejuicio de género. Los números, además, apuntan hacia un ligero aumento de dicho prejuicio

Esto no sorprende en absoluto. En su libro Armas de destrucción matemática, la matemática Cathy O’Neil escribe sobre la forma que tienen los algoritmos de mantener las normas. Como dijo una vez en una entrevista radiofónica: “Los algoritmos no hacen que las cosas sean justas” si se utilizan así sin más, “solo repiten nuestros hábitos pasados, nuestras rutinas. Automatizan el statu quo. Sería genial vivir en un mundo perfecto, pero no es así… Como todos tenemos prejuicios, eso significa que podrían estar codificando el sexismo o cualquier otro tipo de intolerancia”.

Feminismo con un clic

Si eres un usuario de Spotify y nunca te has dado cuenta de este prejuicio de género, podría ser porque Spotify sin duda ha intentado hacer algo al respecto, o lo que es lo mismo, han utilizado una defensa preventiva.

Aunque las principales listas de Spotify mantienen la desigualdad sexual de la música, la plataforma produce “contenido editorial” en otras secciones para promocionar un carácter joven y concienciado de su marca; una parte de este proyecto se gestiona a través de listas exclusivamente de mujeres que han sido creadas para casi todos los estilos musicales. Está Mujeres del Rock, Mujeres del Pop, Mujeres del Hip-Hop, Mujeres de la electrónica y Mujeres de culto. El Día Internacional de la Mujer, apareció una lista titulada Mujeres del mundo, que formaba parte de su actual serie “Amplifica”. También está la recurrente lista destacada Viernes feminista.

Estas listas contribuyen de forma manifiesta a la continua marginación y “otredad” de los artistas no masculinos. Además, normalizan la idea de que el sexo es un estilo musical, o la idea de que hay que valorar a las mujeres por su género en lugar de por su música. Se podría decir que las listas con orientación femenina son la versión de Spotify de las mismas historias regresivas denominadas “Mujeres del Rock” que han llenado las páginas de las revistas especializadas y suscitado debates durante generaciones. Salvo que aquí lo que se aprecia es una nueva mutación del concepto creado para los oyentes recostados de la era streaming, una innovación del “feminismo” con un clic.

Cuando hablo de “oyentes recostados”, me refiero a los que piensan menos en los artistas y en los álbumes y esos que asocian más la música con estados de ánimo y actividades. Este es un fenómeno que la reproducción continua ha potenciado, que ha redefinido todo el proceso de cómo conectamos con la música y que ha fomentado que los usuarios se vuelvan más pasivos. Estos cambios casi imperceptibles han contribuido a que toda la música se vuelva más como un hilo musical, en el que los oyentes se entienden más como clientes recurrentes de convenientes listas de confianza que como fans de artistas que adoran.

Pero, ¿qué significa que Spotify emplee este modelo de consumo pasivo al tiempo que participa nominalmente en cuestiones sociales, como por ejemplo la desigualdad sexual?, ¿Qué significa el criterio editorial promujeres vea su efecto disminuido por la realidad de un streaming sesgado? O peor incluso, ¿qué significa que las artistas femeninas se conviertan en poco más que una ambientación para los anunciantes?

En el trabajo de 2017 que Patrick Vonderau publicó en la Universidad de Estocolmo y que tituló “El efecto Spotify: la distribución digital y el crecimiento financiero” analizaba la tecnología automatizada de publicidad que utiliza Spotify y concluyó que la plataforma “no es únicamente un servicio de reproducción en continuo de música, sino una empresa audiovisual que opera a medio camino entre la publicidad, la tecnología, la música y, lo que es más importante, las fianzas”. También explicaba cómo Spotify “reintermedia totalmente la relación entre las agencias, los consumidores y la industria musical”. Por último, nos recordaba de forma conveniente que la trayectoria de ambos fundadores de Spotify, Daniel Ek y Martin Lorentzon, contaba con un importante pasado en publicidad.

Curiosamente, el Ecualizador Smirnoff apareció poco más de un mes después de que Neil Portnow, el presidente de The Recording Academy, sugiriera que las mujeres necesitaban “ponerse las pilas” si aspiraban a conseguir una mayor representación en la industria musical. Y aunque puede que algunas personas hayan visto la colaboración entre Smirnoff y Spotify como el intento de ambos por subirse al carro, la realidad es que formaba parte de una campaña publicitaria de Smirnoff llamada “Ecualizar la música” que se ha prolongado durante más de un año.

Cuando se lanzó el ecualizador en la antesala del Día Internacional de la Mujer, vino acompañado de un evento en Nueva York en el que Smirnoff presentó una botella de vodka de edición limitada llamada “Phenomenal You”. Smirnoff envió cien botellas a mujeres influyentes de las redes sociales de todo el mundo. En última instancia, esto es lo que para ellos está en juego: que las mujeres consuman más vodka Smirnoff.

Spotify presenta ciertamente una nueva y complicada relación entre las comunidades musicales, el negocio del entretenimiento y la industria de la publicidad. Con el Ecualizador Smirnoff, Spotify ha conseguido convertir el generalizado prejuicio de género de la industria musical, que en gran medida ellos mismos perpetúan, en una oportunidad comercial que poder explotar. Una parte considerable del negocio de Spotify consiste en construir su propia identidad como plataforma y, por lo que parece, la apariencia de concienciación feminista y el activismo mercantilizado en beneficio propio es un componente de marca que la compañía ha puesto en venta. Sin embargo, solo hace falta echar un vistazo rápido a su verdadero estado visual para darse cuenta de que el compromiso de Spotify con la justicia sexual, en su forma actual, es totalmente superficial.

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Liz Pelly es escritora en Nueva York y miembro del colectivo artístico Silent Barn.

Traducción de Álvaro San José.

Este texto está publicado en The Baffler.

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Liz Pelly (THE BAFFLER)

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