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VOX propone que los españoles de bien puedan usar armas para su autodefensa. Me temo que, a pesar de lo que pone en mi DNI –nacido en España– la medida no me beneficia. Yo nunca he sido un español de bien. Aunque no me he hecho las pruebas médicas para certificarlo, uno estas cosas las nota. Hay síntomas claros. En mi caso, por ejemplo, nunca he colgado una bandera de un balcón. Sin ir más lejos, cuando España se teñía de rojo y gualda para solucionar el problema con Cataluña, yo pensaba secretamente que los problemas no se solucionaban colgando trapos de un balcón, sino de formas más complejas. “Trapos”. No hace falta un test de españolidad para diagnosticar que no es buen español quien llama así a la gloriosa enseña nacional. Tampoco he ido nunca a los toros. Ni siquiera he disparado en mi vida contra un ciervo que pastase en el campo. Ni contra un mísero conejo. Dejadez e irresponsabilidad por mi parte. Si de mí dependiera la cosa, el pobre toro ya se habría extinguido por no matarlo. Y, por no matarlos, los ciervos y los conejos –al contrario que los toros– se habrían hecho fuertes hasta el punto de gobernarnos.

Otro síntoma claro que me hace descartar que la propuesta de VOX me incluya, es que no creo tener más derechos que alguien nacido fuera de aquí. Me pones en una rueda de reconocimiento a un senegalés, a un boliviano y a un señor de Burgos y, sinceramente, no estaría seguro de saber decidir correctamente cuál de ellos es mejor. Por si todos estos no fuesen síntomas suficientes para emitir un diagnóstico, nunca –y cuando digo nunca es nunca– grito viva el Rey. Ni viva la Guardia Civil. Ni viva España. Ni viva la Legión. Ni viva Cristo Rey. Y ya no es simplemente el no gritarlo; es que por una misa católica no paso desde hace décadas y mi relación con el desfile del 12 de octubre es que, si me lo cruzo por la tele haciendo zapping, cambio de canal inmediatamente por falta de excitación. Veo a una pareja de la Guardia Civil de uniforme de gala y me genera la misma sensación que una pareja de lesbianas en chándal recogiendo al niño del colegio: indiferencia. Vaya plan.

Ser mal español es una faena. Además de quedar fuera de propuestas tan interesantes como la de poder llevar armas, uno vive el día a día con cierto recelo, pensando cómo lo observarán los españoles que viven, piensan y votan de la forma correcta. Si la propuesta de VOX, por aquello de los pactos entre partidos de bien, saliese algún día adelante, además de con recelo, llevaría mi condición de mal español con cierto miedo: si los españoles de bien detectaran que yo estoy lejos de serlo, podrían sentirse atacados. E irían armados. Por lo que pueda pasar iré trazando un plan. Llegado el momento de ser detectado por un español de bien armado, diría que los españoles de mal somos como los toros: si nos disparas, lo que haces es evitar que nos extingamos. Espero sembrarles la duda. Aunque, pensándolo bien, un español de bien no duda. Tendré que darle otra vuelta.