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La vieja arma del dios Neptuno, el utensilio del Diablo caricaturesco de nuestra niñez, la santísima trinidad de las peores tradiciones, pinchos del mismo tenedor, ramas del mismo tronco, hijos de la misma madre, peldaños de la misma escalera, nudos de la misma cuerda, ciegos de la misma luz, Dios los cría y ellos se juntan, prisioneros de las mismas nostalgias, negadores de las mismas evidencias, fieles a las mismas consignas, neofranquistas del mismo cuño, caminantes del mismo camino, viejos de la misma senectud, enganchados del mismo pasado, poseídos de los mismos recuerdos, de la misma historia, revitalizados por la misma savia,  víctimas de la misma miopía, usuarios de las mismas mentiras, ruedas del mismo coche, vías del mismo tren, comedores del mismo plato, borrachos del mismo vino, habitados por el mismo odio, participan de los mismos enemigos, repiten los mismos programas, lectores del mismo diccionario y deudores de la misma semántica, amigos de los mismos amigos y amantes de las mismas amantes, perros con los mismos collares, paisajes con el mismo color, el artículo 155 de la Constitución como seña común de identidad, la violencia dialéctica como norma de conducta, la pedrada como recurso, la cornada como defensa,  el desprecio como costumbre,  el travestismo como método, la Constitución del 78, intocable, como el Evangelio, y sagrada,  como la Biblia, el icono del dictador y sus huesos, como salvaguardia.. Y los tres comparten, con escasa imaginación, el insulto franquista, devaluado y desemantizado, de “comunista”, con olor a moho y sabor a tienda de antigüedades.