Jane Birkin en el Rosario de Cristal
El modelo de fiestas del Pilar ha profundizado en esa gestión de inteligencias colectivas, dando visibilidad a programas, colectivos y artistas que configuran y sustentan la vida cultural de la ciudad durante todo el año
Vicente Díaz 18/04/2019
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Las fiestas del Pilar de Zaragoza son una extraordinaria anomalía en lo que a programación cultural se refiere: son unas fiestas “de pueblo” —sin ser peyorativo— en una ciudad de 700.000 habitantes. Son las fiestas del pueblo más grande de España, con lo que eso tiene de bueno. Esto supone una excepcionalidad que no se puede encontrar en ninguna otra ciudad de su tamaño.
La participación ciudadana, la ocupación de los espacios públicos, de la calle, la sensación palpable de celebración colectiva, la transformación durante nueve días de los biorritmos urbanos a la dinámica festiva, son propios de unas fiestas como las de cualquier localidad pequeña, pero con la oferta cultural propia de una gran capital europea. Durante esa semana y pico la población zaragozana construye su vida en torno a una celebración cultural opípara en la que la calle se convierte en el espacio central de la vida social y cultural. La seriedad con la que la ciudad entera aborda la organización de sus fiestas y se vuelca en ellas es destacable: las fiestas populares son una cosa muy seria.
En los últimos tres años se han desarrollado otras interesantes iniciativas que inciden en la universalización del acceso a la cultura. El desarrollo de un modelo descentralizado, que implica a nuevos polos de atracción en los barrios, incide en este propósito de facilitar el derecho de acceso a la cultura de toda la ciudadanía, a la vez que supone una invitación a descubrir la ciudad, a viajar por su interior.
Desde 2016, El Pilar Joven aglutina diversas actuaciones y espacios para los adolescentes y ha supuesto un hito en la mejora del modelo de fiestas. Los jóvenes de entre 12 y 18 años ya tienen un espacio propio y participan en la concepción, el diseño y el desarrollo de las actividades que alberga.
El modelo de fiestas del Pilar ha profundizado sensiblemente en esa gestión de inteligencias colectivas del panorama local, dando visibilidad a programas, colectivos, espacios creativos, artistas y gestores de la comunidad cultural zaragozana que configuran y sustentan la vida cultural de la ciudad durante todo el año. Todos ellos convierten a los Pilares en el festival de festivales en que se ha transformado en estos últimos años.
Además de dar visibilidad y apoyo a estos proyectos y actores culturales, se genera comunidad alrededor de las fiestas —una comunidad híbrida que percibe las fiestas como algo propio y transmite esa percepción— y se garantiza una mayor diversidad de la oferta. Esta programación es el perfeccionamiento del modelo de fiestas populares participativas reivindicado por la sociedad zaragozana con el fin de la dictadura franquista y asentado a lo largo de los últimos 40 años, y ha supuesto una conexión con las fiestas de buena parte de la ciudadanía, que se sentía ajena a ellas porque reclamaban una mayor diversidad y calidad de la programación.
Esa riqueza diversa, de alguna manera, configura el espacio-tiempo igualitario que son las Fiestas del Pilar, donde conviven en las mismas condiciones en el disfrute sus habitantes, los jóvenes y los mayores, los de los barrios ricos a los obreros, los defensores de la tradición y de la modernidad. O ese monumento a la inteligencia y la creatividad llamado Parque Río y Juego, un espacio dirigido a la infancia y concebido, diseñado y gestionado desde la excelencia desde el punto de vista cultural, lúdico y educativo. En paralelo, la programación infantil también alberga otros hitos importantes, como el parque de las Marionetas o la tradicional y popular Comparsa de Gigantes y Cabezudos.
Y todo ello, además, en una efectiva política de género en su programación, aumentando sensiblemente la presencia de artistas femeninas hasta alcanzar un carácter mayoritario en la última edición de las mismas.
Es difícil contar las fiestas del Pilar en un artículo, y a veces es más sencillo explicarlo con un momento vivido: el concierto de Jane Birkin con la Orquesta Sinfónica Ciudad de Zaragoza se tuvo que retrasar casi media hora porque el Rosario de Cristal, una procesión que es uno de los actos más populares de estas fiestas, atravesaba la plaza de San Bruno en la que tenía lugar la actuación. A escasos metros, en la plaza del Pilar, actuaba Rosana en un concierto organizado por una radiofórmula, mientras en otra plaza cercana se desarrollaba un festival flamenco co-organizado por el Ayuntamiento en colaboración la asociación de Promoción Gitana: una tarde cualquiera en las Fiestas del Pilar.
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Vicente Díaz es gestor cultural.
Las fiestas del Pilar de Zaragoza son una extraordinaria anomalía en lo que a programación cultural se refiere: son unas fiestas “de pueblo” —sin ser peyorativo— en una ciudad de 700.000 habitantes. Son las fiestas del pueblo más grande de España, con lo que eso tiene de bueno. Esto supone una...
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