Votemos en defensa colectiva: todas a las urnas
La traslación del trifachito andaluz al Gobierno supondría un retroceso abismal en nuestros derechos y nuestras luchas
Vanesa Jiménez / Mónica Andrade 25/04/2019
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Cuatro hombres debatieron el 22 de abril sobre el futuro de España ante casi nueve millones de personas. Las únicas mujeres que aparecieron en pantalla llevaban o una mopa en la mano, y se afanaban en sacar brillo al suelo que pisaban los candidatos, o una brocha de maquillaje, y se afanaban en quitar los brillos de la cara de los candidatos. Los mismos cuatro hombres volvieron a debatir el 23 de abril sobre el futuro de España. Las únicas mujeres que vimos en pantalla fueron Noelia Vera, diputada de Unidas Podemos que actuó como asesora de Pablo Iglesias, y la periodista Ana Pastor.
En los nueve primeros meses de 2018 se produjeron al menos 1.305 “agresiones sexuales con penetración”, es decir, una violación cada 5 horas, según el Ministerio del Interior
A finales de 2018, la población española era de 46.733.038 personas. 23.818.952 mujeres (el 50,97% del total) y 22.914.086 hombres (49,03%). Las mujeres somos más de la mitad de los habitantes de este país, y seguimos sufriendo desigualdad por nuestro género. Tenemos una tasa de paro tres puntos mayor que los hombres, según Eurostat. En Europa, la brecha de género es de un 16,2% y solo Grecia tiene una desigualdad salarial más alta que la española. Dos tercios del tiempo de cuidados no remunerado recae en las mujeres, según la OIT. El 70% de las personas con un trabajo parcial involuntario somos mujeres, según Oxfam. Una de cada tres empleadas del hogar en España, un colectivo formado por más de 630.000 personas, en su gran mayoría mujeres, está en situación de pobreza, también según Oxfam. En los nueve primeros meses de 2018 se produjeron al menos 1.305 “agresiones sexuales con penetración”, es decir, una violación cada 5 horas, según el Ministerio del Interior. En España, las mujeres inmigrantes tienen casi seis veces más riesgo de ser asesinadas que las españolas, según Amnistía Internacional. Podríamos seguir.
El 8 de marzo de este año, por segundo año, millones de mujeres y de hombres salimos a las calles para reclamar la igualdad de género, pero también para defender nuestros derechos y los de las mujeres migrantes, denunciar los feminicidios y las violencias sexuales, reclamar un sistema económico que no nos asfixie a ninguna, pelear por un futuro para el planeta…
La revolución feminista es una ola imparable que recorre el mundo, pero sigue encontrando diques en una sociedad heteropatriarcal espoleada ahora por los ascensos de la ultraderecha. Las mujeres somos más, pero no en política. Según cuentan nuestros colegas de Público, también somos minoría en el cómputo global de candidatos en estas elecciones generales: 707 hombres frente a 683 mujeres. Los números se vuelven aún más crudos si tenemos en cuenta que ningún partido coloca más mujeres como cabeza de cartel en las distintas provincias. En los territorios en los que se juegan pocos escaños, estamos abocadas a la nada.
El barómetro del CIS de marzo concluía que el 60% de los electores que aún no han decidido su voto somos mujeres, lo que implica que hay cuatro millones de indecisas
El barómetro del CIS de marzo concluía que el 60% de los electores que aún no han decidido su voto somos mujeres, lo que implica que hay cuatro millones de indecisas. La encuesta también reflejaba que el partido de ultraderecha es el que condensa más voto masculino (un 64,9% frente a un 35,1%), seguido por Unidas Podemos (57,6% hombres, 42,4% mujeres) y Ciudadanos (53,7% frente a 46,3%). Las fuerzas del bipartidismo eran las únicas con mayor voto femenino: 55% el PSOE y 56,6% del PP.
Desde que los ultras sirvieron de llave para el Gobierno andaluz, el feminismo está en la diana de todas las derechas. Con menos o más complejos, PP, Ciudadanos y la extrema derecha nos han colocado en el centro de sus soflamas.
El líder del Partido Popular, Pablo Casado, ha liderado en campaña la lucha contra lo que llama “ideología de género”, en un guiño claro a los sectores más ultras de la iglesia católica, contrarios a los avances de los derechos sexuales y reproductivos y a los derechos LGTBI. Con el paso de los días, y el miedo a perder votos, Casado se escudó en la familia para no hablar de las mujeres. Hasta que Cayetana Álvarez de Toledo, candidata del partido por Barcelona, nos devolvió de golpe a la realidad del PP al cuestionar el consentimiento consentido en las relaciones sexuales (“¿Ustedes van diciendo sí, sí, sí hasta el final?”). En el segundo debate, Casado resumió su visión del feminismo en tres sentencias: “Yo soy hijo de una madre, marido de una esposa y padre de una hija”, “eso (el consentimiento) tiene que ser explícito y figura en el Código Penal desde 1822” y “que tengan un empleo y den un portazo al maltratador”, en referencia a las víctimas de la violencia machista.
Albert Rivera, líder de Ciudadanos, enarbola el feminismo liberal de su partido, que se tradujo en un decálogo hecho público justo antes del 8M. Rivera defiende un feminismo “inclusivo, abierto”, en el que la medida estrella son los vientres de alquiler. “¿Hay algo más bonito que concebir un hijo para otra mujer? ¿Hay algo más feminista que una mujer ayudando de forma altruista a tener un hijo a otra mujer?”, declara el candidato. En el segundo debate también le puso el adjetivo español al maltrato que le importa (“cuando maltratan a una mujer, no es de PP, Ciudadanos o PSOE. Es una mujer española”). Rivera habla de feminismo como una batalla contra los techos de cristal sin entender, seguramente, que su feminismo es solo para el 1% de las mujeres.
El partido de ultraderecha, machista y xenófobo promete derogar la ley de violencia de género y “toda norma que discrimine a un sexo de otro”. En su lugar, propone promulgar una ley de “violencia intrafamiliar que proteja por igual a ancianos, hombres, mujeres y niños” (Desde 2010 feminicidio.net ha contabilizado el asesinato de 1.012 mujeres). También aboga por suprimir en la sanidad pública las intervenciones quirúrgicas ajenas a la salud (cambio de género, aborto…). El partido de ultraderecha, machista y xenófobo tiene a las mujeres en el punto de mira, pero también a los inmigrantes. Según el INE, el 14% de la población española, cerca de siete millones de personas, son de origen inmigrante: 4,7 millones tienen nacionalidad extranjera y 2,2 nacieron fuera del país, pero tienen nacionalidad española. De estos siete millones, más de la mitad son mujeres: más de 3,5 millones de mujeres que estarán aún más desamparadas y desprotegidas si el partido ultra tiene alguna capacidad de maniobra en el Gobierno.
El 28 de abril no solo elegimos al partido que queremos que nos gobierne, también y sobre todo decidimos el país de nuestro futuro más próximo
El 28 de abril no solo elegimos al partido que queremos que nos gobierne, también y sobre todo decidimos el país de nuestro futuro más próximo. Las grandes mayorías parlamentarias han desaparecido de casi toda Europa y los pactos son obligados. Nos encontramos, seguramente, en uno de los momentos más complejos de la democracia, con una crisis institucional que, de momento, no parece que vaya a cerrarse, con un país debilitado y más vulnerable fruto del austericidio al que nos condenó el Partido Popular y la amenaza de que el fantasma del fascismo que recorre el mundo llegue de alguna forma al Gobierno. Entendemos el voto como una representación de la libertad individual, pero hoy, cuando quedan pocos días para votar, tenemos que hacer un llamamiento.
Mujeres, nuestros derechos, los viejos derechos, los que tanto esfuerzo nos costaron, están en riesgo. Mujeres, las nuevas luchas, las que harán del mundo un lugar mejor en el que vivir, están en riesgo. Mujeres, votad en masa el 28-A. Mujeres, votad contra los partidos que nos quieren devolver al siglo pasado. Mujeres, hagamos de este país un lugar digno en el que vivir.
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Vanesa Jiménez
Periodista desde hace casi 25 años, cinturón negro de Tan-Gue (arte marcial gaditano) y experta en bricolajes varios. Es directora adjunta de CTXT. Antes, en El Mundo, El País y lainformacion.com.
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Mónica Andrade
Periodista. Nacida en Madrid y criada en Pamplona. Huye de los focos, prefiere el 'backstage'.
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