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Retrato de Anselmo Lorenzo.
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La noche anterior a la ruptura de la AIT, Karl Marx y Anselmo Lorenzo, delegado de la Región Española, estuvieron hablando en la cocina de la casa de los Marx, hasta las tantas de la madrugada, mientras comían pan y queso. ¿De qué estuvieron hablando un anarquista y el primer marxista, justo en aquel preciso momento, pocas horas antes de que el movimiento obrero quedara dividido para siempre? El gran tema de la conversación fue la literatura española del Siglo de Oro. Es decir, no se sabe de qué estuvieron hablando. La literatura no es la realidad, no está acodada en ella, ni siquiera para el fundador del materialismo histórico, que aquella noche recitó fragmentos enteros de Lope y Calderón, con la boca llena de queso, tan solo por el placer de sentir cómo determinadas cadencias de palabras salen de su boca. Hoy, posiblemente, esa conversación sería imposible. No existe algo parecido a Marx. O a Lorenzo. Y, por encima de todo, la literatura ha muerto.
La literatura ha pasado a ser realidad. Se sabe que las humanidades han muerto porque no hay opciones para la ficción, que de pronto resulta incomprensible. Cuando un libro no era real, transcurrían cosas fundamentales en él, pues todo el mundo sabía que la ficción era, simplemente, otro territorio. Un símbolo, una mentira. Había que buscar en ella un significado no previsto. En ocasiones, no se encontraba o no lo había. Era sólo belleza o perplejidad. O, incluso, nada.
Si la literatura es realidad, también lo es el cuento de Caperucita, un rap, una obra teatral, un artículo, una novela. No admiten conversación. Son hechos. Sólo se permite ante ellos adhesión o condena. Incluso judicial. Si objetos abstractos como un cuento infantil, un rap, una bandera, un símbolo religioso, vuelven a ser reales, es que vivimos una suerte de Edad Media, y que nosotros, que sólo pudimos ser reales, auténticos, de verdad, enfrentándonos a símbolos, como Marx y Lorenzo aquella noche, ya no lo somos tanto. Somos menos reales, al menos, que los símbolos. Lo somos menos, al menos, que un cuento, un rap, una bandera, una cruz.
Si la literatura es real, Aquiles, en fin, es un asesino, y nosotros también podemos serlo por leerlo.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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