Ángela Muñoz / Representante del colectivo de Las Kellys
“Nuestros convenios los redactan los hoteles y los sindicatos los aceptan sin rechistar”
Gorka Castillo 27/08/2019
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Desde la reforma laboral de 2012 el trabajo digno se ha convertido en un miserable sueño para las kellys, las camareras de habitaciones de los hoteles. Para Ángela Muñoz (Madrid, 1962), cabeza y alma de la organización, aquello fue como una declaración de guerra. Despidos, discriminación, externalización, promesas incumplidas. Perdieron salud pero ganaron la batalla del amor propio. “Es la lucha de David contra Goliat”, dice pausada. Y luego están las lumbalgias, la dolencia más frecuente que sufren estas mujeres esenciales para el sector hotelero. Ella lo expresa, sin quejarse, echando las manos a la espalda. “Algunas siguen fregando el suelo de rodillas, hacen 20 habitaciones al día hasta los 67 años”, afirma. Ángela Muñoz, camiseta verde y el lema de la organización que encabeza desde 2014 bien visible sobre el pecho, aguarda cerca de la madrileña Plaza de España donde los hoteles cinco estrellas conforman una suerte de triángulo de las Bermudas que las transforma en heroínas invisibles, en mujeres sin sombra. “Trabajamos pero nadie nos ve. Esta es la realidad de nuestra profesión”. Autodidacta y madre de dos hijos, habla de la dureza de su trabajo pero escuchándola da la impresión de que si un día todas desfalleciesen el sector turístico se haría añicos como una fuente de cristal. Al final, suelta la utopía que le ronda: “Si pudiera, tendría una casita en la playa con una gran biblioteca”.
Son ustedes “las que limpian” pero también las conocen como “las nadie”, ¿por qué?
Porque a nadie le importamos. También somos “las invisibles” y “las hormigas”. Nos conocen así porque trabajamos sin parar aunque nadie nos ve. Esa es la realidad de nuestra profesión. Nos quieren invisibles a pesar de ser decisivas para el sector hotelero. Sin nosotras no habría habitaciones limpias.
Nos quieren invisibles a pesar de ser decisivas para el sector hotelero
Mujeres en el umbral de la pobreza que forman parte de un sector económico que aporta más del 11% del PIB y el 12% del empleo en España. ¿Qué falla?
Pues que no se valora nuestro trabajo. Formamos parte del departamento más numeroso de un sector que es el que más aporta al PIB nacional pero estamos en una situación laboral deleznable. Explotadas, externalizadas, con contratos ilegales. Para que te hagas una idea te diré que el precio medio de una habitación hotelera en España supera los 100 euros por noche y una camarera de pisos cobra entre 2,30 y 2,50 euros brutos por unidad. Así que la mayoría debe limpiar una media de 400 habitaciones al mes para ganar entre 800 y 900 euros, con las pagas prorrateadas. Es muy duro.
¿Cómo es un día cualquiera en su vida?
Ahora soy gobernanta y distribuyo las tareas de las camareras de piso pero mi jornada laboral empieza realmente en cuanto me subo al metro. Me despierto sobre las cinco y media de la mañana porque tengo que estar en el hotel a las siete y cuarto. Respondo correos, convocatorias, contacto con camareras de piso que tienen problemas. Cuando termino mi trabajo, regreso a casa y empiezo con las tareas de mi hogar. Voy al supermercado, cocino, lavo. Vuelvo a contactar con los diferentes grupos territoriales de las kellys que hay en España, intercambiamos ideas y proyectos… Me acuesto sobre las 12 de la noche. Es agotador pero hay quien lo tiene mucho peor que yo.
Alguien dijo una vez que es más duro limpiar letrinas, fregar suelos y hacer camas durante ocho horas día que trabajar de sol a sol en un astillero. ¿Qué le parece?
Pues que tiene razón. Es muy duro. Hay veces que me dan ganas de decirles a todas esas personas que dudan de todo esto que vengan y hagan la prueba. Un día solamente. Tendrán que hacer 20 o 22 habitaciones, algunas con camas que miden dos metros y otras con literas, fregarán los baños, repondrán los minibares y barrerán las terrazas. Y hay que dejarlo impoluto en media hora. A todo esto habría que añadir los inconvenientes cotidianos con los que hay que pelear porque muchas veces no te dan material, las sábanas vienen justas o rotas, no funciona el aspirador, tienes que ir a un piso donde no puedes llevar el carrito porque hay escaleras o no rueda bien. Son muchas cosas. No todo es limpiar.
¿Cómo tiene la espalda?
Tengo dañada la zona lumbar, las manos y las cervicales. Una camarera de piso presenta daños en la espalda en los primeros ocho meses de trabajo. Algunas siguen fregando el suelo de rodillas y arrastran carros que pesan casi 200 kilos.
Algunas siguen fregando el suelo de rodillas y arrastran carros que pesan casi 200 kilos
Un estudio de CC.OO. ha detectado que muchas se medican para soportar esas cargas de trabajo.
Es que no se aplica la ley de prevención de riesgos laborales. Nosotras peleamos porque se reconozca que nuestro trabajo es penoso. A mi me costaba ponerme de pie por las mañanas. Tenía que calentar el cuerpo poco a poco. Pero la mayoría lo aguanta porque de su sueldo depende su familia porque conforman una unidad monoparental o el resto de miembros está en el paro. Muchas van al médico para que les calmen los dolores porque si piden la baja no cobran o las despiden. Para muchas es esto o nada. Las camareras tienen que durar hasta los 67 años pero ¿con qué nivel? Después de que nos recibiera Rajoy en La Moncloa aceptaron el codo de tenista, el manguito rotador y el túnel carpiano como enfermedades laborales pero lo hicieron para cerrarnos la boca porque hay otras más graves como la hernia de disco que siguen sin ser reconocidas. Nosotras queremos ir al origen de lo que nos enferma, es decir, qué consecuencias físicas tiene hacer 20 habitaciones al día, moviendo colchones, fregando suelos, arrastrando carros. No hay dios que aguante ese trabajo durante mucho tiempo.
¿Siempre ha sido así?
Antes de la reforma laboral teníamos nuestro convenio sectorial que se fijó en 1200 euros para hoteles de cuatro estrellas, con 14 pagas y 50 días de vacaciones por trabajar de lunes a domingo. Con la reforma laboral todo esto cambió. Ahora prevalecen los convenios de empresa y la subcontratación.
¿Conoce el artículo 42.1 del Estatuto de los Trabajadores?
Claro. Me lo he leído muchas veces, especialmente desde que los políticos nos dijeron que querían modificarlo. En ese artículo se habla de la igualdad de condiciones entre los trabajadores externalizados, es decir, nosotras, y los que no lo están pero es mucho más que eso. Nosotras sufrimos discriminación.
La igualdad de condiciones no es la solución para nosotras
¿Por qué?
Porque en un hotel hay camareros, recepcionistas, cocineros y hay gente de mantenimiento pero nos externalizan a nosotras. La incidencia en el resto de departamentos es mínima. Nosotras decimos que no se puede externalizar el trabajo estructural de una empresa. Quizá se pueda hacer con un trabajo puntual, aquel que empieza en una fecha y termina en otra, pero no con uno estructural como el de las camareras de piso. Lo que hacen con nosotras es una cesión ilegal de trabajadores porque las empresas nos hacen contratos por cuatro horas pero te meten cargas de ocho con lo cual no cotizas a la Seguridad Social. La igualdad de condiciones no es la solución para nosotras.
Muchos dicen que así es el sistema. Para que unos ganen, otros deben de perder.
Estamos de esa frase hasta las narices. Nos lo dicen muchas veces. Si no te gusta este trabajo ahí tienes la puerta porque hay 14 en el paro deseando aceptarlo. Vamos a ser claros. Si tenemos hoy una serie de derechos laborales admitidos es gracias a la lucha organizada de los obreros, pero de un tiempo a esta parte hemos perdido conciencia de clase. Yo soy obrera. Soy hija de obreros y he visto a mis padres pelear por conseguir los dos días libres semanales que todos tenemos, las dos pagas extras, los 30 días de vacaciones, la jornada de ocho horas, el subsidio de desempleo, la seguridad social. Todo eso fueron conquistas de los trabajadores y ahora vienen unos listos dispuestos a seguir ganando dinero a costa de recortarnos estos derechos. ¡Pero si los hoteles se llenan todos los días! Y más en Madrid. Si este negocio no fuera rentable no habría inversiones pero mira lo que representan en el PIB nacional.
Pero tienen a los sindicatos para defender sus derechos y negociar mejoras colectivas. ¿No es suficiente?
¿Crees que si hubieran conseguido mejoras nos habríamos autoorganizado? Un día le dije a un sindicalista de CC.OO. que si tuviéramos los medios que tienen a su alcance quizá nuestra situación se habría visibilizado antes. Al ser externalizadas ni siquiera tenemos representación sindical en los comités de empresa de los hoteles. Nuestros convenios actuales los redactan los hoteles y los sindicatos los aceptan sin rechistar.
Al ser externalizadas ni siquiera tenemos representación sindical en los comités de empresa de los hoteles
¿Hay muchos intereses en juego?
Sí. La prueba es que cuando pedimos al gobierno la modificación del artículo 42.1 del Estatuto de los Trabajadores nos respondieron que antes debían hacer muchos estudios económicos sobre el tema. Sin embargo, cuando nos externalizaron no hizo falta ninguno. Nos sacaron rápidamente. Mira, el Ayuntamiento de Madrid aprobó en 2018 hacer un estudio de calidad turística en los hoteles de la ciudad que ahí se ha quedado. Parado. No interesa hacerlo porque las empresas no quieren. La nuestra es la lucha de David contra Goliat.
Parece que el derecho corporativo en el sector hotelero se rige por reglas imperativas pero con unas obligaciones jurídicas, al menos con las camareras de piso, que no son exigibles.
Así es. Hay casos de compañeras a las que han obligado a interrumpir sus vacaciones porque otra había cogido la baja. Y el modo de lograrlo es la amenaza del despido. Tenemos compañeras trabajando 11 y 12 jornadas ininterrumpidas porque no les dan los días libres. ¿Quién aguanta eso? Nosotras hemos recorrido la Gran Vía de Madrid, desde Cibeles hasta Plaza de España, para ver cuántos hoteles no tienen externalizado a su personal y llevar la lista a inspección de trabajo. Nos encontramos que de unos 40 sólo hay tres o cuatro que no lo hacen.
¿A qué le suenan las promesas de los políticos?
A palabras vacías. Este sistema está montado para que los de arriba sigan moviendo los hilos. Sólo hace falta ver lo que ha ocurrido tras las elecciones. Parecen marionetas. Hace un año tuvimos una reunión con la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, donde se comprometió a trabajar por la mejora de nuestras condiciones laborales. ¿Sabes en qué ha quedado todo? En nada. Seguimos igual.
El desembarco de las grandes cadenas hoteleras y de los conglomerados turísticos, ¿han contribuido a mejorar su situación?
Ni lo han mejorado ni empeorado. Es que llegaron cuando el terreno estaba preparado para que siguieran haciéndolo igual de mal. Pero no todo el mundo funciona igual. Afortunadamente, algunos empresarios siguen preocupándose por el personal, hacen actividades corporativas, etc. El problema, insisto, es que la externalización aporta tantos beneficios que al final se genera una competencia desleal entre ellos mismos. Un hotel que contrata una plantilla respetando sus derechos puede ganar un 40% menos que una gran cadena que lo hace de cualquier manera porque la ley no les obliga a nada. Te lo diré más claro: cuando en este país le colocan las cuatro o cinco estrellas a un hotel ya no hay dios que se las arranque.
Hace unos meses, la dirección de un hotel en Bilbao decidió facilitar tapones para los oídos a los clientes para evitar que escucharan las demandas de las camareras de piso.
Ya ves cómo se las gastan las grandes empresas cuando lo único que pedían las trabajadoras era que no las externalizaran y que se las pagara como establece el convenio sectorial, es decir, no por producción sino por jornada trabajada. No pedían la luna sino que defendían sus derechos. Pero como no podían borrarlas del mapa, daban tapones a los clientes. Lo que no se escucha no existe.
Y los clientes, ¿comprenden sus demandas?
Depende. Hay clientes que se preocupan por nosotras, que te preguntan cómo pueden cooperar. Pero otros como el turismo de borrachera, el low cost, son terribles. Si vieras cómo dejan las habitaciones… Es un horror. A mí me educaron en el respeto mutuo. Cuando soy yo la clienta doy los buenos días a las camareras de piso, dejo la ropa sucia en la bañera, pongo los papeles en la papelera, meto mis cosas personales en el armario. También les pregunto si están externalizadas, y si lo están, pido que hagan la habitación porque cobran por habitación hecha. Suelo dejar un euro en la almohada. Los japoneses lo hacen cada día. Eso supone que en lugar de dar la propina a una camarera al final de la estancia se lo da cada día a la que hace la habitación. Yo hago lo mismo.
Si pudiera, tendría una casita en la playa con una gran biblioteca
¿Cuál es su sueño?
Me encanta el arte, así que me hubiera gustado tener un hotelito donde los estudiantes de Bellas Artes pudieran exponer sus trabajos en los pasillos. En la calle Prado de Madrid hay un hotel que puso en marcha algo parecido. Ahora, si pudiera, tendría una casita en la playa con una gran biblioteca.
¿Quién es Ángela Muñoz?
Una mujer que no ha perdido ni el entusiasmo ni la vitalidad. A la que sus hijos, que la quieren muchísimo, le dicen que está un poco loca pero que siempre intenta ser respetuosa y coherente. No entiendo que alguien diga A y luego haga B.
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Autor >
Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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