Zuckerberg en tu cama
Facebook intenta atajar la caída de ingresos y usuarios con la aplicación Dating, una versión propia de Tinder
Manuel Gare 11/09/2019
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La primera aplicación que Mark Zuckerberg desarrolló en Harvard fue Facemash, una web que enfrentaba fotos de alumnas de la universidad y permitía a los usuarios votar cuál estaba “más buena”. Aquello fue, para bien o para mal, la chispa que prendió la creación de Facebook: cuando nació en 2004, la red social no era más que un compendio de perfiles con información sobre sus usuarios. Unas páginas amarillas exclusivas para alumnos de universidad con ganas de indagar en la vida de sus compañeros y, con algo de suerte, echar un polvo. Por supuesto, la parte más popular de los perfiles era la dedicada a las relaciones. Además de indicar tu estado sentimental –soltero o con pareja–, podías rellenar la casilla “en busca de” (looking for) con opciones como “amistad”, “citas”, “trabajo”, la sensual “jueguecitos” (random play) o la desesperada “lo que caiga” (whatever I can get). Las dos últimas opciones fueron eliminadas a finales de 2007.
Más de un tercio de usuarios estadounidenses ha reducido el tiempo que pasa en Facebook y hasta un cuarto ha llegado a eliminar la aplicación de su móvil, según una encuesta del Pew Research Center
Con el paso del tiempo, Facebook dejó atrás su faceta de picadero digital universitario para abrirse al mundo global y enfocarse al contenido. Llegaron las publicaciones de texto, las fotos, los vídeos, los me gusta, la mensajería, las notificaciones, los grupos, los juegos, las fugas de datos. La creación de Mark Zuckerberg se ha convertido en la red social más completa de la historia y, sin embargo, los números no dejan de caer. Más de un tercio de usuarios estadounidenses ha reducido el tiempo que pasa en Facebook y hasta un cuarto ha llegado a eliminar la aplicación de su móvil, según una encuesta del Pew Research Center; datos que contrastan con los de Edison Research, que estiman una caída de usuarios activos del 6% en el país – unos 15 millones de personas– desde 2017. Mientras, la sangría de usuarios menores de 25 años se cuenta por millones según la firma eMarketer.
A pesar de todo, Facebook sigue en una posición de poder: la compra de Instagram y WhatsApp ha permitido a los de Zuckerberg crear un ecosistema social sin parangón. Y, al igual que sucede con Google, el uso masivo de sus productos supone una clara ventaja competitiva a la hora de incorporar nuevos servicios a su oferta digital. Por eso, que Facebook lance su propio Tinder –del mismo modo que Instagram copió la principal funcionalidad de Snapchat, su competidor directo– no deja de ser un movimiento previsible en tanto que refuerza la presencia de la red social madre, incorpora nuevos usuarios a ese ecosistema y, además, fideliza a los ya presentes.
El caso: Facebook Dating. De aquellos polvos, estos lodos. Zuckerberg vuelve a sus orígenes casamenteros para meterse en tu cama y exprimir las columnas de datos con sus propias manos: la aplicación será la que te sugiera posibles candidatos y candidatas en base a la información que recopilan sobre ti. ¿Te acuerdas de aquel vídeo del perro en monopatín que tanto te gustó? ¿De esa banda finlandesa a la que empezaste a seguir? ¿De aquel grupo de yoga que resultó ser una secta un poco chunga? ¿De aquella receta que compartiste para hacer croquetas de macarrones con queso? Ahí fuera hay gente con gustos tan desagradables como los tuyos, y Facebook está más que dispuesto a poneros en contacto y hacer que florezca el amor.
Facebook Dating “hace más fácil encontrar el amor a través de lo que te gusta” y crear “relaciones significativas" –sea lo que sea eso–, explican desde la red social. Por suerte para todos, las cuentas estarán separadas de los perfiles de Facebook y las opciones de privacidad permitirán mantenerte alejado de tus contactos habituales. A priori, no está previsto que vendan tu información a terceros y, además, han anunciado un paquete de medidas de seguridad que incluye elementos tan poco novedosos como la posibilidad de denunciar y bloquear otros perfiles o la limitación en el envío de imágenes, vídeos, enlaces o pagos a través de mensajería privada. Otra cosa que hace Facebook Dating es sacar partido a Instagram, la red social que más crece a día de hoy. La aplicación para ligar permitirá integrar en tu perfil fotos y stories para “ayudarte a mostrar, en lugar de decir, quién eres”.
Con el gancho de Instagram para captar a las nuevas generaciones y opciones como el Secret Crush –una lista secreta en la que añadir a personas que te gustan muchísimo pero a las que no te atreves a decírselo, así que las colocas ahí con la esperanza de que la otra persona (u otras personas) también te incluya en su lista y, solo entonces, Facebook os avise a los dos–, Dating espera convertirse en la opción online predilecta para conocer a tu futura pareja. De momento, ya está disponible en Estados Unidos y otros países americanos y asiáticos. A Europa llegará en 2020.
Desde un punto de vista tecnológico, es una aplicación perfecta. Un servicio que, sin que se lo digas directamente, lo sabe todo sobre ti y es capaz de emparejarte con personas a tu medida. Parece un sueño hecho realidad. Por desgracia, es una visión utópica con decenas de implicaciones preocupantes sobre la forma en que construimos nuestras identidades online y la manera en que eso se refleja en nuestras vidas.
Facebook, Instagram, WhatsApp. Lo saben todo sobre nosotros: dónde vivimos, a dónde salimos, a dónde viajamos, quiénes son nuestros amigos, con quién hablamos, qué compramos y cómo socializamos. Puede parecer catastrófico, pero no son más que las reglas del juego: cada día aceptamos que nuestros datos son el precio a pagar para seguir usando sus servicios. No se trata de robarnos dinero, ni de espiarnos a través de la webcam. Comercializar con nuestros datos es condicionarnos como usuarios: condicionar nuestras compras, nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestras decisiones. Saber para qué sirven y cómo se utilizan nuestros datos es fundamental para tomar conciencia de ese condicionamiento al que somos sometidos constantemente. Llegados a ese punto, podremos preguntarnos a nosotros mismos: ¿de verdad necesitamos que Facebook nos diga también con quién tenemos que acostarnos?
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Este artículo se publica gracias al patrocinio del Banco Sabadell, que no interviene en la elección de los contenidos.
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Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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