Desigualdad, combate.
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Los libros de Thomas Piketty son siempre monumentales, algunos más que otros. Los altos ingresos en Francia en el siglo XX. Desigualdades y redistribuciones, 1901-1998 abarcaba más de dos siglos de desigualdad en relación con los ingresos y la riqueza, además de los cambios políticos y sociales que tuvieron lugar en Francia. El éxito de ventas internacional que supuso El capital en el siglo XXI amplió esta perspectiva a los países occidentales más importantes (Francia, Estados Unidos, Reino Unido y Alemania). Su nuevo libro Capital e ideología (sin fecha prevista para su publicación en español, aunque publicado en francés como Capital et idéologie y con fecha de publicación en inglés prevista para marzo de 2020, con el título de Capital and Ideology) amplía la perspectiva aún más, para abarcar el mundo entero y presentar un panorama histórico sobre cómo se trató, y justificó, la propiedad de los activos (incluidas las personas) en diferentes sociedades históricas, desde China, Japón e India, hasta las colonias americanas gobernadas por países europeos, además de las sociedades feudalistas y capitalistas de Europa. Solo mencionar el alcance geográfico y temporal del libro basta para que el lector se haga una idea de lo ambicioso que es.
Antes de reseñar Capital e ideología, merece la pena mencionar la importancia del enfoque global de Piketty, que está presente en sus tres libros. Su enfoque se caracteriza por el regreso metodológico de la disciplina económica a sus funciones originales y principales: ser una ciencia que aclara los intereses y explica el comportamiento de los individuos y de las clases sociales en su vida cotidiana (material). Esta metodología rechaza el paradigma dominante durante el pasado medio siglo, que ignoró progresivamente el papel que desempeñaron las clases y los individuos heterogéneos en el proceso de producción y, en su lugar, trató a todas las personas como si fueran agentes abstractos que maximizan sus propios ingresos bajo determinadas limitaciones. El paradigma dominante vació la economía de casi todo su contenido social y presentó una visión de la sociedad que era tan abstracta como falsa.
La reintroducción de la vida real en la economía que han llevado a cabo Piketty y algunos otros economistas (no del todo por casualidad, ya que la mayoría son economistas que se interesan en la desigualdad) es mucho más que un simple regreso a los orígenes de la economía política y de la disciplina económica, porque hoy en día disponemos de muchísima más información (datos) de la que tenían los economistas hace cien años, y no solo sobre nuestras propias sociedades contemporáneas, sino también sobre las sociedades pasadas. Esta combinación entre metodología original de la economía política y macrodatos es lo que yo llamo “turbo-annales”, en honor al grupo de historiadores franceses precursor de la visión de la historia como una ciencia social centrada en el conjunto de las fuerzas sociales, económicas y políticas que conforman el mundo. Los temas que interesaban a la economía política clásica y a los autores asociados con la Escuela de los Annales pueden estudiarse en la actualidad de forma empírica y hasta de forma econométrica y experimental, algo que ellos no pudieron hacer tanto por la escasez de información como por la inexistencia de metodologías modernas.
Es por tanto en este contexto, creo yo, en el que debe analizarse el libro Capital e ideología de Piketty. ¿Qué éxito ha tenido su enfoque, que ahora se aplica al mundo entero y a un horizonte temporal muy extenso?
A efectos de esta reseña, dividiré el libro de Piketty en dos partes: la primera, que he mencionado antes, se fija en las justificaciones ideológicas de la desigualdad en diferentes sociedades (las partes 1 y 2 del libro, y hasta cierto punto la parte 3); la segunda introduce una manera completamente nueva de estudiar las recientes divisiones políticas en las sociedades modernas (parte 4). Tengo algunas dudas sobre el éxito de Piketty en la primera parte, a pesar de su enorme erudición y sus habilidades como narrador, porque el éxito es algo difícil de alcanzar cuando se aborda algo tan inmenso, geográfica y temporalmente, incluso para las mentes mejor informadas que han estudiado diferentes sociedades durante la mayoría de sus vidas. Analizar cada una de estas sociedades requiere un alto grado de conocimiento histórico sofisticado en relación con los dogmas religiosos, la organización política, la estratificación social y datos similares. Por poner solo dos ejemplos de autores que han intentado hacerlo, uno anterior y otro más reciente: Max Weber, durante toda su vida (y más concretamente en Economía y sociedad), y Francis Fukuyama en su obra maestra en dos volúmenes sobre los orígenes del orden económico y político. En ambos casos, los resultados no recibieron la aprobación unánime de los especialistas que estudiaban sociedades y religiones individuales.
En el análisis que lleva a cabo de algunas de estas sociedades, Piketty realiza un examen en cierto modo “directo” o simplificado de su estructura y evolución, que en ocasiones parece plausible aunque superficial. En otras palabras, cada una de estas sociedades históricas, muchas de las cuales duraron siglos, pasó por diferentes fases en su desarrollo, fases que están sujetas a diversas interpretaciones. Tratar esas evoluciones como si fueran una historia sencilla y no disputada es reduccionista. Es elegir una narrativa histórica plausible donde existen muchas, y esto contrasta desfavorablemente con la narrativa rica y matizada que emplea el propio Piketty en Los altos ingresos en Francia en el siglo XX.
Aunque tengo mis dudas sobre esa primera parte del libro, no tengo ninguna sobre la segunda. En esa parte, vemos al Piketty que saca provecho de sus mejores cualidades: un uso atrevido e innovador de los datos que da como resultado una nueva manera de observar fenómenos que todos veíamos pero que éramos incapaces de definir con tal precisión. En ella, Piketty “juega” en el conocido “campo” de la historia económica occidental que domina tan bien, probablemente mejor que ningún otro economista.
Esta parte del libro se fija de forma empírica en las razones de que la izquierda, o los partidos socialdemócratas, se hayan transformado paulatinamente para pasar de ser los partidos de las clases pobres y menos educadas a convertirse en los partidos de las educadas y acomodadas clases medias y medias altas. En buena medida, los partidos de izquierda cambiaron tradicionalmente porque su agenda socialdemócrata original tuvo mucho éxito a la hora de ofrecer posibilidades de educación y altos ingresos a las personas de orígenes humildes en los 50 y los 60 del pasado siglo. Esas personas, los “ganadores” de la socialdemocracia, continuaron votando a los partidos de izquierda, pero sus intereses y su visión del mundo ya no eran los mismos que los de sus padres (con menor educación). Entonces es cuando cambió la estructura social interna de los partidos, como resultado de su propio éxito político y social. En palabras de Piketty, se convirtieron en los partidos de la “izquierda brahmana” (la gauche brahmane), a diferencia de los partidos conservadores de derechas, que siguieron siendo los partidos de la “derecha comerciante” (la droite marchande).
Para simplificar, la élite se dividió entre los “brahamanes” educados y los “inversores” con mentalidad comercial, o capitalistas. Sin embargo, este desarrollo dejó sin representación a las personas que no experimentaron una movilidad social ascendente en cuanto a su educación e ingresos, y de esas personas se nutre la actual ola “populista”. De forma absolutamente extraordinaria, Piketty muestra la evolución en educación e ingresos de los votantes de los partidos de izquierda utilizando datos a largo plazo muy similares en todas las principales democracias desarrolladas (e India). El hecho de que el argumento sea tan constante para todos los países confiere una verosimilitud casi misteriosa a su hipótesis.
También sorprende, al menos a mí, que aparentemente los científicos políticos nunca hayan utilizado esos datos multianuales y multipaíses para estudiar este fenómeno. Esta parte del libro de Piketty probablemente transformará, o al menos afectará, la manera en que los científicos políticos examinarán los nuevos reajustes políticos y las nuevas políticas de clase en las democracias avanzadas en los próximos años. De igual manera que El capital en el siglo XXI transformó la manera en que los economistas examinan la desigualdad, Capital e ideología transformará la manera en que los científicos políticos examinan su propia disciplina.
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Este artículo se publicó originalmente en inglés en Promarket, el blog del Centro Stigler de la Universidad de Chicago. Traducción de Álvaro San José.
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Autor >
Branko Milanović
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