1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

¿El fin del sueño socialdemócrata en Suecia?

El modelo de Estado de Bienestar ha retrocedido, las desigualdades se han incrementado y la extrema derecha ha capitalizado parte del descontento social. Con todo, la izquierda sigue siendo una fuerza significativa

Göran Therborn (Nueva Sociedad) 10/07/2019

<p>Olof Palme dando un discurso en 1968.</p>

Olof Palme dando un discurso en 1968.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas contribuciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar puede leer la revista en abierto. Si puedes permitirte aportar 50 euros anuales, pincha en

La socialdemocracia llegó a Suecia a través de Alemania y Dinamarca, y los camaradas daneses sirvieron de modelo original para la primera generación de reformadores suecos. Pero desde mediados de la década de 1930, los suecos fueron universalmente reconocidos como los maestros de su clase. Entre 1932 y 1976, los socialdemócratas fueron eminentemente exitosos como impulsores de la reforma social desde el gobierno: cautos, graduales, bien preparados. Podían apuntar al pleno empleo, una economía próspera y abierta que fuese competitiva en los mercados mundiales, un generoso Estado de Bienestar y una sociedad igualitaria, que en 1980 tenía las tasas de desigualdad por renta y por género más bajas del mundo. La propuesta planteada por los sindicatos liderados por el SAP de crear “fondos de inversión de los asalariados” en 1976 fue quizá la medida de mayor alcance hacia una economía socialista jamás avanzada por los socialdemócratas convencionales1. La socialdemocratización del país fue suficientemente profunda como para mantener a los partidos “burgueses” –como se los conoce oficialmente en Suecia– de la coalición de centroderecha que gobernó en 1976-1982 en la senda del pleno empleo y los derechos sociales2.

Contrarreforma

Fueron los propios líderes del SAP quienes comenzaron la contrarreforma socioeconómica a comienzos de la década de 1980. El giro neoliberal comenzó como una especie de gestión de la crisis. El sector exportador se estaba volviendo menos competitivo debido a sus costos. Los productores de textiles y prendas de vestir que quedaban fueron barridos, los astilleros coreanos y japoneses superaron finalmente a los suecos, y los sectores del acero y la silvicultura se vieron obligados a reducir su tamaño. La rentabilidad era baja, y también la inversión. La balanza de pagos estuvo en números rojos entre 1978 y 1981, y la participación de los beneficios en el valor agregado cayó de un 30% en la década de 1960 y comienzos de la de 1970 a un 24% en 1978. Esto se presentó como una amenaza para los puestos de trabajo, aunque los niveles de empleo seguían subiendo a pesar de la crisis internacional. Tanto los economistas de la Confederación de Sindicatos Suecos, conocida como LO (Landsorganisationen i Sverige), como los de la SAP acordaron que sería necesario contener los salarios y aumentar los beneficios. La principal herramienta para conseguirlo fue devaluar la moneda un 16% en cuanto el SAP recuperó el poder en 1982. Los líderes del partido privaron a la propuesta de creación de fondos de inversión de los asalariados planteada por Rudolf Meidner de su verdadero potencial transformador, aunque se aprobó oficialmente una versión aguada, como gesto simbólico hacia los congresos del partido y del sindicato3.

La década de 1980 fue testigo del avance internacional de la teoría económica neoliberal. En ese marco, un grupo de economistas del SAP organizó un seminario para estudiar las nuevas ideas de Chicago que consiguió llegar a los oídos del ministro de Finanzas, Kjell-Olof Feldt, y del gobernador del Banco Central. La mercantilización y el control de la inflación se convirtieron en las nuevas prioridades de la política socialdemócrata. En 1985, este grupo impuso la liberalización de los mercados de crédito y de capitales en Suecia. Feldt contó que, cuando le presentó la propuesta a Olof Palme, el primer ministro respondió: “Hagan lo que quieran. De todas formas, yo no entiendo nada”. Estas decisiones, junto con la reorganización de la Bolsa de Estocolmo, durante mucho tiempo adormecida, abrieron las compuertas al capital financiero especulativo, tanto nacional como extranjero. Esto generó a su vez, en 1991, una crisis financiera de origen interno, que puso fin al pleno empleo en Suecia, redujo el PIB en un 4% y les costó a los contribuyentes otro 4% del PIB para rescatar a los bancos.

El SAP tuvo la suerte de que entre 1991 y 1994 estuviera en el poder una coalición “burguesa” –liderada por Carl Bildt, un partidario convencido de la Guerra Fría, del Partido Moderado–, que tuvo que enfrentar las consecuencias de este estallido de la burbuja financiera. Fue una tarea que la coalición desempeñó muy mal, lo que permitió la vuelta de la socialdemocracia al poder en 1994, con el 45% de los votos. Los socialdemócratas consiguieron volver a estabilizar la economía y liberar al país de su dependencia de los banqueros neoyorquinos. Fue un logro a corto plazo, sin embargo, conseguido con duras medidas de austeridad, y no incluyó un replanteamiento de la privatización, la mercantilización o la “nueva gestión pública” –que utiliza las prácticas de las grandes empresas en los servicios públicos– y, mucho menos, preocupación igualitaria alguna. Las coaliciones burguesas y las lideradas por el SAP, que se han alternado en el poder desde 1991, han actuado, por el contrario, como corredoras de relevos en la promoción de la desigualdad y la especulación. Juntas han eliminado los impuestos a la herencia y sobre el patrimonio y los bienes inmuebles, han hecho que los rendimientos del capital tributen menos que los ingresos del trabajo y han restringido la escala de las prestaciones sociales, además de endurecer el acceso a ellas. Hace dos años, la revista Forbes declaraba que “Suecia encabeza la lista de los mejores países para hacer negocios en 2017”, aunque se trataba de un país gobernado por socialdemócratas4.

La desigualdad económica se ha disparado. La tasa de ingreso disponible ha aumentado un 60% desde 1980 –de un coeficiente de Gini de 0,20 a 0,32 en 2013–, lo que devolvió la distribución de ingresos del país al nivel de la década de 1940 o quizá finales de la de 1930. Dos tercios de ese aumento pueden atribuirse a las decisiones políticas referentes a los impuestos y a las transferencias sociales, y solo un tercio a una distribución más desigual de la renta familiar bruta. La actual distribución de la renta en Suecia guarda cierta semejanza con la inglesa de 1688. El 0,1% más rico tiene en promedio una renta disponible, después de impuestos y transferencias, 38 veces superior a la del asalariado medio. En el momento de la Revolución Gloriosa, los temporal lords de Inglaterra tenían una renta 30 veces mayor que la de los mercaderes y comerciantes urbanos de clase media5. La distribución de la riqueza ha empeorado aún más, lo que dio como resultado el patrón más desigual de Europa occidental, a la par de los de Brasil, Sudáfrica o Estados Unidos6. En 2002, el 1% más rico de Suecia era propietario del 18% de la riqueza de los hogares; en 2017, ese porcentaje había subido al 42%7. Otras desigualdades están también profundizándose. La Autoridad Nacional de Educación (Skolverket) ha concluido que una cuarta parte de las calificaciones de los estudiantes puede atribuirse ahora a la clase social de los padres, frente al 16% en 1998. La brecha en la esperanza de vida a los 30 años entre grupos de distinto nivel educativo ha aumentado desde 2000 en dos años para las mujeres y uno para los hombres; llega hasta seis años menos de vida para los menos educados si se tienen en cuenta ambos sexos, en comparación con los muy educados. La desigualdad de género es una excepción y no ha aumentado. Las mejoras de 1968 y el movimiento feminista no han retrocedido y siguen repercutiendo en un país profundamente laicizado y sin una derecha religiosa significativa. Esto no significa que Suecia esté libre de dominación masculina y machismo: al contrario, el movimiento internacional MeToo, cuando llegó a Suecia, se convirtió en una serie de protestas colectivas en todo el país contra el acoso sexual, lideradas por las profesionales, entre ellas policías, académicas, médicas, abogadas y banqueras.

Factores

¿Cómo ha podido producirse este giro hacia desigualdades cada vez más profundas, que ha deshecho más de medio siglo de igualación gradual? El capitalismo posindustrial, globalizado y financiarizado tiene una tendencia intrínseca a aumentar la desigualdad económica, al debilitar la posición de los sindicatos, fragmentar a la clase obrera y descualificar a partes de ella mediante cambios en la demanda de trabajo, por no mencionar la apertura de nuevas perspectivas para el capital, mediante la deslocalización hacia países de salarios más bajos y el aumento de las oportunidades para extraer renta financiera. Habría sido de esperar, sin embargo, que la Suecia socialdemócrata se encontrase entre los países mejor situados para resistirse a esas tendencias y contenerlas. La desigualdad en Suecia ha aumentado, por el contrario, más que en la mayoría de los países de Europa occidental. Parece que hay tres razones principales para la sorprendente evolución de las pasadas tres décadas. Quizá el factor más importante haya sido el cambio de orientación de los dirigentes del SAP, que han abandonado cualquier preocupación significativa por la desigualdad y la justicia social. Un ejemplo ilustrativo fue el acuerdo sobre las pensiones, negociado en secreto entre el gobierno del SAP y los partidos burgueses en la década de 1990, y aprobado por el Parlamento en 1998. La idea principal era hacer que las prestaciones dependiesen de los cambios del PIB y de las tendencias demográficas. La intención era hacer el sistema más sostenible bajo la presión económica y demográfica, un objetivo racional tras el colapso financiero sueco de 1991. Pero los expertos que calcularon y negociaron el tema no tuvieron en cuenta las consecuencias distributivas de la nueva estructura de las pensiones. Resultó que, 15 años después, el sistema había producido un grado de pobreza relativa más alto que la media de la Unión Europea: 17% frente a 14% de media en la UE. En Dinamarca, el porcentaje de pensionistas pobres se sitúa en 8%-9%8. En otro acuerdo sobre tributación alcanzado en 1991, el gobierno del SAP introdujo tipos impositivos más bajos para los rendimientos del capital que para el (sustancial) ingreso del trabajo. En 2004, el gobierno socialdemócrata abolió todos los impuestos sobre sucesiones y donaciones9. La gestión de la crisis y la promoción del crecimiento expulsaron otras preocupaciones económicas. La socialdemocracia sueca siempre había prestado una importante atención a estos temas, pero antes lo había equilibrado con una preocupación equivalente por la seguridad social y la igualdad.

En segundo lugar, se produjo una ofensiva empresarial intensiva y bien financiada, desarrollada primero como resistencia (y venganza) ante los avances de los trabajadores en la década de 1970. En 1976, por primera vez en su historia, la federación de empresarios escogió como líder a un ejecutivo empresarial: todos sus predecesores habían sido funcionarios o semifuncionarios de las cámaras de comercio. Dos años después, la federación creó su propia oficina de propaganda, Timbro, el primer think tank importante de Suecia. En octubre de 1983, las organizaciones empresariales convocaron la que quizás haya sido la mayor manifestación acaecida en la historia de Suecia para oponerse a la propuesta de creación de fondos de inversión de los asalariados, contrataron 60 vagones de tren, 200 autobuses e incluso vuelos chárter para trasladar manifestantes a Estocolmo. (Uno de los principales organizadores consultó con un líder estudiantil de 1968 cómo organizar una protesta). La ofensiva fue suficientemente inteligente como para no adoptar una actitud explícitamente antisindical en un país fuertemente sindicalizado y con una sólida tradición de colaboración de clase. Se dispuso, por el contrario, a debilitar a los sindicatos con medios sutiles: encareciendo la afiliación sindical, por ejemplo, o la cualificación para obtener un seguro de desempleo de un sindicato, como hicieron los gobiernos burgueses. En esta campaña no encontraron resistencia. En 2010, el profesor de derecho Göran Groskopf, experto en asesorar a los suecos más acaudalados sobre elusión fiscal, describía el país como un “paraíso fiscal (skatteparadis) para los ricos”.

Las empresas de capital de riesgo, la forma más agresiva de capital financiero, están excepcionalmente bien representadas en Suecia: en proporción del PIB, son las segundas de Europa, después de Reino Unido

El tercer factor impulsor de la desigualdad –en concreto, de la distribución de la riqueza– ha sido el nuevo dinamismo del sector exportador de altas tecnologías. Concentrado durante mucho tiempo en la empresa de telecomunicaciones Ericsson, recientemente ha engendrado una serie de prósperos inventores en el sector de las tecnologías de la información que pronto han acumulado una gran riqueza: Skype, Spotify y juegos de ordenador como Candy Crush y Minecraft son todos suecos. Las empresas de capital de riesgo, la forma más agresiva de capital financiero, están excepcionalmente bien representadas en Suecia: en proporción del PIB, son las segundas de Europa, después de Reino Unido.

Relatos nacionales

La creciente polarización de clase que se está produciendo en la sociedad sueca no ha pasado desapercibida. Los gobiernos municipales de Estocolmo, Gotemburgo y Malmö han creado comisiones para investigar la segregación residencial y el estado de la sanidad y la educación, así como las desigualdades económicas. El movimiento sindical ha establecido un grupo de trabajo de investigación sobre igualdad, que deberá presentar sus conclusiones en el congreso de 201910. Sin embargo, no se ha logrado que el tema se sitúe en el primer plano de la escena política.

El relato predominante sostiene que Suecia se ha convertido en una sociedad amenazada por la inmigración. En la Suecia de 2018, el lenguaje burgués es un poco más pulido que el de Alemania durante las décadas de 1920 y 1930. De acuerdo con el líder del Partido Moderado, que encabeza la Alianza por Suecia, compuesta por cuatro partidos, la “integración” es el factor que conecta “muchos de los problemas que tenemos en Suecia”. Este persistente tema electoral –la “cuestión del destino”– es un reconocimiento tácito de que el programa neoliberal de rebajas tributarias y aumento de las privatizaciones, que todavía figura en las propuestas de la Alianza, ya no tiene un atractivo masivo.

En el invierno y en la primavera de 2018, el SAP y los cuatro partidos burgueses convergieron en ver a los inmigrantes y su “integración” como la principal cuestión política afrontada por el país, y compitieron entre sí para ser los mejor situados para abordarla. Este enfoque los puso a jugar en la cancha de los Demócratas de Suecia, xenófobos y antiinmigrantes, que se dispararon en las encuestas de opinión. Más tarde, el SAP comprendió su error y empezó a sostener que las elecciones de 2018 trataban fundamentalmente de política social o välfärd (bienestar), que en Suecia sigue siendo una palabra con connotaciones positivas. A medida que avanzaba la campaña, el SAP viró un poco hacia la izquierda propiciando límites a la especulación en los servicios públicos, atacando las propuestas de rebajar los impuestos, anunciando planes de aumento de los impuestos sobre el capital y prometiendo algunas prestaciones sociales más beneficiosas. Al final de la campaña, esto dio sus frutos, en el sentido de contener el desastre universalmente previsto. De la media de 23%-25% que daban las encuestas, los electores acabaron dándole al SAP el 28%, lo que claramente reafirmó su posición como partido más votado y, probablemente, salvó la cabeza de su líder, Stefan Löfven.

 Suecia fue históricamente un país de emigración, cuya población huyó en masa de la pobreza, pero también de la persecución religiosa y política

Inmigración y xenofobia

Como la mayor parte de Europa, Suecia fue históricamente un país de emigración, cuya población huyó en masa de la pobreza, pero también de la persecución religiosa y política. Las minorías étnicas –fineses y samis, principalmente– eran pequeñas y estaban oprimidas y sometidas a la asimilación forzosa. A finales de la década de 1930, la opinión pública burguesa y estudiantil se movilizó contra la aceptación en Suecia de una docena de médicos judíos que huían de la Alemania nazi; y durante la guerra, la “neutralidad” sueca implicó relaciones cordiales del gobierno del SAP con Berlín. Sin embargo, en 1943, las autoridades y los ciudadanos de Suecia ayudaron a los judíos daneses a cruzar el estrecho de Sund para escapar de la amenaza de deportación a Alemania.

Después de la guerra, y en especial a partir de la década de 1960, Suecia estuvo abierta a una significativa inmigración de trabajadores, la mayoría de Finlandia, pero algunos también del sur de Europa. En la década de 1970 aceptó refugiados políticos de América Latina, que en general fueron muy bien recibidos. Una nueva oleada de inmigrantes llegó con la ruptura de Yugoslavia a comienzos de la década de 1990, coincidiendo con la profunda recesión que siguió a la crisis financiera de 1991. Para entonces, la situación había cambiado. Ya antes, habían empezado a organizarse movimientos racistas y xenófobos, sobre todo en la provincia más meridional, Escania. En 1979 comenzó a funcionar un pequeño grupo activista llamado Mantener a Suecia Sueca (bss, por sus siglas en sueco); un municipio de Escania organizó un referéndum contra la aceptación de refugiados en 1988 y la moción salió aprobada por una mayoría de dos tercios. Ese mismo año, seguidores del bss y otros activistas establecieron un partido de extrema derecha con elementos neonazis, los Demócratas de Suecia.

 No es de extrañar que en 2015 Suecia fuese, junto con Alemania, el único receptor voluntario de la oleada de refugiados procedentes de Siria y Afganistán, con la admisión de más de 160.000

La Suecia de posguerra se consideraba a sí misma un país internacionalista y socialdemócrata. La Organización de las Naciones Unidas (onu) y la ayuda al desarrollo tenían un respaldo muy extendido. Palme situó su gobierno y su partido en oposición a la Guerra de Vietnam. El embajador sueco en Chile en 1973, Harald Edelstam, se convirtió en héroe nacional a la par que Raoul Wallenberg por ayudar a numerosos chilenos a escapar de los escuadrones de la muerte de la dictadura militar. A comienzos de la década de 2000, Suecia recibió a muchos refugiados de la destructiva guerra estadounidense en Iraq, y también de conflictos en el Cuerno de África y (más recientemente) Afganistán11. El alcalde de Södertälje, una población industrial satélite de Estocolmo, testificó ante el Congreso estadounidense que su ciudad estaba admitiendo a más refugiados de la guerra estadounidense en Iraq que todo eeuu, con orgullo pero también con preocupación. No es de extrañar que en 2015 Suecia fuese, junto con Alemania, el único receptor voluntario de la oleada de refugiados procedentes de Siria y Afganistán, con la admisión de más de 160.000: en proporción a su población, equivaldría a acoger casi un millón de refugiados en Reino Unido. En 2017, casi el 19% de los habitantes de Suecia había nacido en el extranjero, y de ellos, el 11% en África o Asia.

Aunque una franja racista y xenófoba de la población sueca se oponía a la política de apertura a los refugiados, la ciudadanía en general la respaldaba. El estado de ánimo predominante en ese momento lo expresaron los sucesivos primeros ministros: en 2004, el líder moderado Fredrik Reinfeldt animó a sus conciudadanos a “abrir los corazones” a los refugiados; en 2015, Löfven declaró: “Construimos puentes, no muros”. Pero Suecia tiene ahora, sin embargo, un significativo partido xenófobo y contrario a la inmigración, Demócratas de Suecia. El partido entró en el Parlamento en 2010 con el 5,7% de los votos y subió al 12,9% en 2014. En septiembre de 2018 obtuvo el 17,5% de los votos.

El floreciente Partido Popular Danés le ha proporcionado un modelo táctico, aunque Demócratas de Suecia es más conservador y posee raíces neonazis más directas, a diferencia del partido danés. Como provincia fronteriza con el continente a través del mar Báltico, la región Escania –donde más crece la extrema derecha– es el lugar de entrada de muchos inmigrantes (aunque el condado de Estocolmo tiene una proporción mayor de residentes nacidos en el extranjero). Es también una región muy desigual, con varios municipios posindustriales en decadencia cerca de áreas de riqueza y prosperidad. El nivel más bajo de apoyo a Demócratas de Suecia en ciudades y pueblos similares situados más al norte refleja el funcionamiento gradual de un proceso de difusión, con algunos parecidos a la expansión de la socialdemocracia por el país a finales del siglo xix. Incluso aquí, sin embargo, el partido tiene un acento claramente rural: los municipios de Escania que eluden su control son las dos ciudades de mayor tamaño, Malmö y Helsingborg, la ciudad universitaria de Lund y las zonas residenciales ricas y conservadoras.

A pesar de haber avanzado hacia el norte este año, Demócratas de Suecia sigue siendo un partido predominantemente meridional y provincial. A escala nacional se ha mostrado relativamente débil en 2018 en las principales ciudades –10% de los votos en Estocolmo y 14% en Gotemburgo, aunque ha conseguido el 17% en Malmö– y en las ciudades universitarias, con el 12% en Lund y en Upsala y el 9% en Umeå. Los votantes del partido proceden en su mayoría de la derecha tradicional12.

La actual dirección de Demócratas de Suecia se hizo con el mando del partido en 2005 y lo limpió de cualquier muestra de neonazismo explícito. Sin embargo, pueden encontrarse aún estas conexiones entre sus políticos locales, que tienden a expresar fantasías asesinas en las redes sociales: poner una ametralladora en el Puente de Öresund, desearle un accidente mortal a un político del SAP, ansiar que un ferry de refugiados se hunda, etc. El ascenso del partido se ha producido en dos fases. Hasta las elecciones de 2014 inclusive, el resentimiento entre los “perdedores” socioeconómicos fue su principal combustible propulsor. La región de Escania fue especialmente golpeada por la crisis de comienzos de la década de 1990. Quienes dependían de las prestaciones sociales sufrieron de nuevo durante la crisis financiera y la recesión de 2008, debido a la política aplicada por la coalición burguesa de favorecer a los empleados y recortar las prestaciones sociales. Las rentas del tercio más pobre de la población disminuyeron entre 2008 y 2013. En esos años, Demócratas de Suecia consiguió un número desproporcionado de simpatizantes y, sobre todo, de activistas y políticos locales entre los desempleados de larga duración, los jubilados anticipados y los trabajadores autónomos en situación precaria13.

Demócratas de Suecia aprovechó las preocupaciones sociales más amplias acerca de la inmigración y penetró de manera sustancial en la clase trabajadora, una cuarta parte de la cual los votó en 2018

En la segunda fase, desde las elecciones de 2014 hasta la actualidad, Demócratas de Suecia aprovechó las preocupaciones sociales más amplias acerca de la inmigración y penetró de manera sustancial en la clase trabajadora, una cuarta parte de la cual los votó en 2018. De acuerdo con las encuestas de opinión, el apoyo al partido alcanzó un máximo cercano al 20% de las preferencias en 2015, inmediatamente después de la afluencia de refugiados, luego bajó al 15% en 2017 y volvió a subir en noviembre de 2018. Este último cambio parece deberse a dos factores. Uno fue la vuelta de los moderados, que convirtieron la “integración” de los inmigrantes en la principal cuestión política de las elecciones y de toda la Alianza burguesa. El segundo fue un pánico moral azuzado por la información difundida por la prensa sobre la existencia de guerras de bandas a pequeña escala, con una serie de tiroteos. Pero los trabajadores tenían otra razón para preocuparse. En sectores como el transporte y la construcción, las empresas extranjeras de la ue intentan flexibilizar cada vez más el mercado de trabajo trayendo a trabajadores extranjeros mal remunerados (inclusive de países no pertenecientes a la ue, como en el caso de los obreros de la construcción tailandeses).

Adicionalmente, entre el 40% y el 50% de los votantes de Demócratas de Suecia –es decir, en torno al 8% del total de la población sueca– parece simplemente racista o xenófobo: personas que no quieren vecinos inmigrantes o que un integrante de su familia se case con un inmigrante14. Demócratas de Suecia no encaja bien en la etiqueta convencional de “populismo de derechas”. No se está subiendo a la ola de oratoria demagógica, con ataques feroces al establishment y promesas desenfrenadas a la población. Su líder no es un orador demagogo, sino un manipulador ingenioso, frío y con inteligencia estratégica. El partido se autodefine como “conservador social” sobre una “base nacionalista”. A pesar de atraer votos de protesta de la clase trabajadora, la mayoría de sus simpatizantes se autodefine de derechas.

La cultura universalista de la Suecia de posguerra seguía manifestándose en la actitud adoptada hacia Demócratas de Derecha por los partidos burgueses tradicionales, que todavía dudan en formar un gobierno de derechas con apoyo de los xenófobos. Desde 2014, el Parlamento sueco contiene tres bloques políticos. El rojiverde está compuesto por el SAP, el Partido del Medio Ambiente y el Partido de la Izquierda, de tendencia poscomunista. Los dos primeros formaron una coalición gobernante entre 2014 y 2018, con el apoyo parlamentario externo del último, necesario para alcanzar la mayoría. El segundo bloque es el de la Alianza, conformada por cuatro partidos burgueses (Moderado, del Centro, Demócrata Cristiano y Popular Liberal), mientras que Demócratas de Suecia constituye por sí solo el tercer bloque. Demócratas de Suecia está cortejando a la Alianza, en especial a sus elementos culturalmente más derechistas, el Partido Moderado y los Demócratas Cristianos, por el momento sin éxito en el ámbito nacional.

El descenso de la centroizquierda

Las rupturas socioeconómicas, las nuevas tecnologías de la comunicación y las nuevas formas de movilidad han debilitado –en algunos casos, prácticamente disuelto– las comunidades populares, sus organizaciones (partidos y sindicatos) y su cultura. Las ciudades y los pueblos industriales de Suecia han experimentado el vaciado de su cultura obrera, antes rica y densa. No obstante, el 61% de los trabajadores manuales y el 73% de los no manuales siguen afiliados a un sindicato. La Liga de Educación de los Trabajadores (abf, por sus siglas en sueco) tiene presencia en todo el país, aunque ahora ofrece principalmente cursos relacionados con aficiones y enseñanza de lenguas extranjeras. En 1982, el 60% de los electores suecos se consideraba “identificado” con algún partido político. En 2014, esa cifra había caído al 27%. En 1956, el 11% de los votantes había cambiado su preferencia de partido respecto a las elecciones anteriores; en 1968, la cifra era del 19%; en 1982, del 30%; y en 2018 la proporción había subido al 40%15.

La erosión del respaldo de la clase trabajadora al SAP empezó de manera más clara tras el giro a la derecha dado por el partido en la década de 1980

La erosión del respaldo de la clase trabajadora al SAP empezó de manera más clara tras el giro a la derecha dado por el partido en la década de 1980. Entre 1982 y 1991, su porcentaje de voto entre la clase trabajadora se desplomó del 70% al 57%. El principal beneficiario en ese momento fue Nueva Democracia, un partido neoliberal y populista con un claro tinte xenófobo. Tras una breve recuperación en 1994, en las elecciones de 2006 se produjo otra caída: en esta ocasión los votantes se decantaron predominantemente por los moderados, que se centraron en las cuestiones del empleo y en la brecha creciente entre ocupados y desempleados, con lo que duplicaron prácticamente entre 2006 y 2010 el apoyo de votantes de clase trabajadora. Estos trabajadores que votaron al Partido Moderado proporcionaron en 2014 a Demócratas de Suecia el grueso de su crecimiento electoral16.

Políticas migratorias

La nueva oleada de migración internacional (e intercontinental) ha creado un conjunto particular de problemas en Europa, durante medio milenio centro mundial de emigración, expansión y conquista, que envió a sus clérigos cristianos a convertir a seguidores de otras religiones. Cuando Europa dominaba los mares, no se hablaba de “integración de inmigrantes”. Los pocos europeos que “se pasaban a los nativos” eran despreciados, no idolatrados, en Europa. Ahora, los descendientes empobrecidos de los antiguos conquistados viajan a los países habitados por los descendientes de sus conquistadores. Este nuevo giro migratorio, acelerado por una serie de guerras lideradas por EE.UU. en la zona de influencia meridional de Europa, de Afganistán a Libia, está creando un verdadero problema para la socialdemocracia europea, cuyos votantes tradicionales se ven muy afectados por la afluencia de personas pobres y para quienes los derechos sociales y la justicia social fueron siempre principalmente de alcance nacional.

En la época en que el racismo se prodigaba por doquier, los movimientos obreros de los países colonizadores europeos plantearon con orgullo lemas tales como “Trabajadores del mundo uníos y luchad por una Sudáfrica blanca” (en la huelga militante que los mineros sudafricanos sostuvieron en 1922), o “Mantener a Australia blanca” (un punto del programa del Partido Laborista Australiano). En una era de “posracismo” oficial, ¿cómo van a lidiar los movimientos de la propia Europa con las masas de inmigrantes pobres que llaman a las puertas de sus fronteras? Los sindicatos suecos apoyaron en las décadas de 1960 y 1970 una inmigración de trabajadores reglamentada. Ahora piensan que debería permitirse solo de manera excepcional. También apoyan la política más restrictiva hacia los refugiados adoptada después de 2015, aunque siguen aceptando el derecho de asilo. Lo que más les preocupa son los contratistas de la ue que traen consigo sus propios trabajadores mal remunerados. Los líderes sindicales se han mostrado muy activos en la campaña contra Demócratas de Suecia –si bien con efecto limitado fuera de los grandes espacios industriales– y algunos sindicatos han prohibido ocupar cargos sindicales a los miembros de ese partido. Las masas de inmigrantes pobres sí plantean un grave reto para los partidos populares y progresistas, pero la oscilación del apoyo político a la xenofobia muestra que en gran medida ese reto es políticamente contingente.

En las últimas elecciones, los socialdemócratas consiguieron cambiar las prioridades de los electores, alejándolas de la inmigración, y eso frenó la marcha hacia la xenofobia. Pero el Estado de Bienestar no fue simplemente un tema ganador para el SAP. Hay muchas quejas sobre las listas de espera en los hospitales y sobre las grandes distancias que hay que recorrer para llegar a las clínicas en la vasta región septentrional. Aunque Suecia no ha estado sometida a un régimen de austeridad comparable al del gobierno conservador británico, los recursos disponibles resultan insuficientes para las demandas crecientes de una población envejecida. Los habitantes del norte acusan a los políticos regionales del SAP de sordera o insensibilidad a las necesidades sanitarias de la población. En la circunscripción más septentrional del país, históricamente un baluarte del SAP y de los comunistas, un partido regional en defensa de la salud (Partido de la Asistencia Médica) se convirtió en la fuerza más votada. Demócratas de Suecia ha intentado también aprovechar las injusticias relacionadas con el bienestar, afirmando que los recursos eran inadecuados, porque se gastaba el dinero en los refugiados. Los socialdemócratas no pierden apoyo porque su misión de efectuar reformas sociales se haya completado. Están siendo castigados, al contrario, por abandonar la tarea urgentemente necesaria de mejorar e intensificar esas reformas17.

El análisis de la crisis de la socialdemocracia debería prestar atención también a su resiliencia y al espacio existente para la aparición de una nueva izquierda. Esta resiliencia tiene dimensiones económicas, socioculturales y políticas. El aspecto económico hace referencia principalmente al lugar que el país ocupa en el sistema mundial: específicamente, a la medida en que es vulnerable a las oscilaciones del mercado mundial y a las presiones de los acreedores, o en que se ve perjudicado por el subdesarrollo. Suecia se encuentra a este respecto en una posición fuerte, como el noroeste de Europa en general, pero anteriormente gozaba de la ventaja particular, ahora reducida, de ser una economía igualitaria, de tributación elevada y fuertemente sindicalizada que competía con éxito en los mercados mundiales.

Desde el punto de vista social Suecia conserva, a pesar de todo, un duradero legado de reformas. No hay ciudades o regiones enteras arruinadas por la dislocación económica. El principio de los derechos sociales de los ciudadanos sigue firmemente asentado. Desde el punto de vista cultural, la orientación universalista y de solidaridad internacional observada en la posguerra todavía perdura en Suecia, y eso hace que a los partidos burgueses tradicionales les resulte más difícil formar gobierno con el apoyo de la derecha xenófoba, como han hecho ya sus homólogos de los otros tres países nórdicos.

La posición de la socialdemocracia sueca en el sistema de partidos es mucho más favorable que la de partidos hermanos de otros puntos de Europa, en especial fuera de la región nórdica

La posición de la socialdemocracia sueca en el sistema de partidos es mucho más favorable que la de partidos hermanos de otros puntos de Europa, en especial fuera de la región nórdica. No tiene que enfrentarse a uno o incluso dos grandes partidos burgueses, sino que afronta a una plétora dividida de formaciones de derecha más pequeñas. El SAP sigue siendo la mayor fuerza política en 25 de las 29 circunscripciones de múltiples escaños de Suecia, aunque hay solo una en la que todavía obtiene más de 40% de los votos, en el extremo norte. Sigue siendo el partido predominante de la clase trabajadora y mantiene estrechos lazos con un fuerte movimiento sindical. Aunque en la actualidad está dominado por políticos profesionales, el SAP puede todavía conectar con la gente común, en buena medida gracias al jefe actual, Löfven, ex-líder del sindicato de trabajadores metalúrgicos, sin educación académica, que exuda decencia popular, a pesar de mantener la misma arrogancia y los mismos prejuicios que cualquier político europeo convencional. Löfven muestra en ocasiones su instinto de clase, pero es también un representante típico de los cuadros sindicales del sector exportador, comprometido con la colaboración de clase en beneficio de las empresas del sector.

¿Realineamientos en la izquierda?

La socialdemocracia sueca está realmente sumergida en un profundo atolladero, con un respaldo electoral inferior al alcanzado en 1911. Pero no está moribunda ni perdiendo todo su peso político. La posición central del SAP en el sistema político sueco ha quedado reafirmada en las maniobras postelectorales y el partido ha vuelto a ascender lentamente al 30% en encuestas posteriores a las elecciones. Sus resultados recientes y sus perspectivas futuras ponen en cuestión las reflexiones simplistas sobre la crisis terminal de la socialdemocracia. Aun así, la falta de regeneración de la socialdemocracia tradicional está a la vista, lo que plantea otra cuestión cuando nos enfrentamos a las tendencias derechistas de hoy: ¿hay espacio para la aparición de nuevas alternativas de izquierda?

Como hemos visto en varios países, la crisis de la socialdemocracia puede compensarse con el ascenso de nuevas fuerzas de izquierda. El Partido de la Izquierda sueco dio un modesto paso adelante en las elecciones de 2018 al aumentar su votación hasta el 8%. En la actualidad es un partido de tamaño intermedio en las tres mayores ciudades de Suecia, con entre el 12% y el 14% y algunos baluartes municipales en todo el país. Es una razonable fuerza socialdemócrata de izquierda, sostenida por concejales diligentes y un líder popular, Jonas Sjöstedt, aunque sin mucha aptitud ideológica ni capacidad de innovación política. De orígenes comunistas y posteriormente con posiciones eurocomunistas, el Partido de la Izquierda mantiene el legado político de 1968 en Suecia y ha experimentado una considerable afluencia de nuevos afiliados en años recientes. Con el descenso del SAP, organiza ahora las mayores manifestaciones del 1º de Mayo.

Como en Alemania, en Suecia no hay lugar para otro partido de centroizquierda, y los partidos existentes están fuertemente institucionalizados, lo que no deja espacio real para que sobre sus ruinas se forme algo parecido a Francia Insumisa. Por la misma razón, no hay una puerta abierta para que los activistas de izquierda entren en una organización moribunda que todavía conserva un peso parlamentario real, como el Partido Laborista británico. Y tampoco hay sustento alguno para que emerja un movimiento de base como Podemos, al menos hasta la próxima crisis económica. Lo que hace falta –es posible que se alcance– es un amplio movimiento no sectario que sacuda al SAP, al Partido de la Izquierda y a los Verdes, inyectando nueva energía, nuevas ideas y una nueva dosis de radicalismo en sus venas, e infundiendo esperanza e inspiración en las personas de tendencia progresista desilusionadas con los partidos existentes. Podríamos añadir que hay más potencial en la clase media progresista de Suecia que en muchos otros países, ya que las capas intermedias suecas están compuestas mayoritariamente por empleados sindicalizados. Se vislumbra una gran batalla social que se centrará en la dignidad del trabajo profesional –su ética, su vocación, su autonomía y su responsabilidad–, que se halla sometido a los ataques cada vez más agresivos de la “nueva gestión pública”, los bucaneros de la privatización y sus sicarios de las consultorías empresariales. Estos cambios no están, sin embargo, a la vista en la actualidad. De modo que, incluso aunque se haya logrado en enero pasado un gobierno de cabeza socialdemócrata, en alianza con liberales, verdes y centristas, es probable que la contrarreforma socioeconómica continúe en Suecia, golpeando sin cesar al experimento de reforma social democrática e igualitaria más logrado del pasado siglo.

---------------

Nota: una versión más extensa de este artículo fue publicada en New Left Review segunda época No 113, 11-12/2018.

----------------

1.Se trató de un ambicioso proyecto de socialización de los medios de producción mediante la participación de sindicatos y trabajadores en la propiedad accionaria de las empresas, y de acceso de los trabajadores a la gestión de las empresas y hacia la democracia industrial [n. del e.].

2.La derecha debió su victoria en aquella ocasión al rechazo de la energía nuclear por parte del Partido de Centro, y se ocupó de gestionar la cuestión de la energía en una coalición dividida.

3. V. el detallado análisis de Jonas Pontusson: «Radicalization and Retreat in Swedish Social Democracy» en New Left Review No 165, 9-10/1987.

4. «Sweden Heads the Best Countries for Business for 2017» en Forbes, 21/12/2016.

5. Angus Maddison: Contours of the World Economy, 1-2030 AD, Oxford UP, Oxford, 2007.

6. Credit Suisse: Global Wealth Databook 2017, cuadro 6.5.

7. .Las distribuciones comparativas de la riqueza son más difíciles de calcular que las del ingreso, pero los datos sobre la extraordinaria concentración de Suecia parecen muy sólidos. V., por ejemplo, el trabajo del principal experto sueco en este terreno, Daniel Waldenström, junto con Jacob Lundberg: «Wealth Inequality in Sweden: What Can We Learn from Capitalized Income Tax Data?», documento de trabajo, Departamento de Teoría Económica, Universidad de Upsala, 22/4/2016. De acuerdo con las cifras tomadas de la Oficina Estadística sueca, el 30% más pobre del país no tiene riqueza neta, solo deudas netas (de hecho, tomado en su conjunto, el 60% más pobre no tiene riqueza neta). Se puede encontrar más documentación sobre los resultados de la contrarreforma sueca en G. Therborn: «The ‘People’s Home’ is Falling Down, Time to Update Your View of Sweden» enSociologisk Forskning vol. 54 No 4, 2017, y Kapitalet, överheten och allá vi andra: Klassamhället i Sverige –det rådande och det kommande, Arkiv / a-z, Estocolmo, 2018.

8. La pobreza relativa se define cuando los ingresos se ubican por debajo de 60% del ingreso medio nacional. V. Oficina Estadística de Suecia: «Högre andel äldre med låg inkomst i Sverige jämfört med Norden», 25/10/2017.

9. De acuerdo con Leif Pagrotsky, entonces ministro del SAP, la abolición del impuesto sobre sucesiones fue un regalo hecho por Göran Persson a la clase empresarial sueca como expiación por no haber podido introducir a Suecia en el euro en el referéndum celebrado en 2003. Erik Sandberg: Jakten på den försvunna skatten, Ordfront, Estocolmo, 2017.

10. A lo largo del último año he tenido el honor de dirigir un proyecto de análisis político, «La clase en Suecia», junto con Katalys, el think tank sindical, que hasta el momento ha publicado unos 20 informes y el libro Kapitalet, överheten och allá vi andra: Klassamhället i Sverige –det rådande och det kommande, cit.

11. Desde comienzos de siglo, Suecia ha formado también parte de la «fábrica de refugiados», con su participación en las guerras de eeuu y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (otan) en los países natales de los solicitantes de asilo, aunque más como promesa de lealtad a la potencia imperial que como gran fuerza de destrucción. El ejército sueco se unió a la ocupación de Afganistán en 2002 y a la guerra librada por la otan en Libia en 2011. A pesar de la guerra de saudíes y eeuu en Yemen, Suecia sigue vendiendo armas a los invasores.

12. Kirsti Jylhä, Jens Rydgren y Pontus Strimling: Sverigedemokraternas väljare, Institutet för Framtidsstudier, Estocolmo, 2018. Estos datos proceden de una gran encuesta efectuada en febrero y abril de 2018.

13. Olle Folke et al.: «Arbetslinjen och finanskris förklarar sd:s framgångar» en DN Debatt, 5/9/2018.

14. K. Jylhä, J. Rydgren y P. Strimling: Sverigedemokraternas väljare, cit.

15. Henrik Oscarsson y Sören Holmberg: «Swedish Voting Behaviour 1956-2014», Departamento de Ciencias Políticas, Universidad de Gotemburgo, 21/10/2015.

16. Per Hedberg: «Väljarnas partier 2014», Departamento de Ciencias Políticas, Universidad de Gotemburgo, 2015.17. Los habitantes de Estocolmo lo han visto de cerca en el actual escándalo por la construcción de un nuevo hospital, el Nya Karolinska, mediante una alianza público-privada al estilo Blair, que se ha convertido en una ciénaga de corrupción y amiguismo, impuesta, a pesar de la oposición de todas las organizaciones profesionales, por políticos burgueses y una horda de asesores guiados por cuestiones ideológicas y liderados por el Boston Consulting Group.

CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas contribuciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Göran Therborn (Nueva Sociedad)

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. luis

    Con el asesinato de Olof Oalme murió aquella socialdemocracia respetada por todos. Esta de ahora quiere entrar en la otan

    Hace 5 años 4 meses

  2. jose

    Existió la socialdemocracia sueca gracias a que Suecia tiene multinacionales que aportan lo necesario para adormecer a los trabajadores suecos, indiferentes a cómo esas multinacionales obtienen beneficios. Las cosas hay que analizarlas en su totalidad, no compartimentándolas. Si analizáramos la vida de algunos delincuentes, seguramente resultaría que de puertas adentro de sus casas son padres ejemplares. Pero ¿cómo alimentan a esos familiares y "criados"?

    Hace 5 años 4 meses

  3. jose

    La extrema derecha no existe, es una venda en los ojos. Existe quienes la alimentan bajo esta fórmula y otras más. Reinhard Gehlen, nazi, fue designado por los "demócratas" como jefe del espionaje de la RFA, (la paperclip y todo eso). Los trajes cambian, pero los hilos que mueven a los muñecos no. Bah.

    Hace 5 años 4 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí