La falta de acceso a la salud, cuatro veces más alta entre las personas pobres
Un informe pone de relieve las desigualdades que existen en el ámbito de la sanidad. Entre las mujeres, las brechas son más acentuadas: a la mitad de las que están en situación de pobreza nunca se les ha realizado una mamografía
ctxt 13/09/2019
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Según varios índices y clasificaciones, España encabeza la lista mundial de países en esperanza de vida, niveles de salubridad y bajos ratios de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, el acceso a la salud, un derecho universal y gratuito, no se libra –de la misma forma que no se libró de los recortes– de uno de los principales males sociales de los últimos tiempos: la desigualdad. Así lo asegura un informe de La Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN) publicado en los últimos días, donde se constata que el nivel socioeconómico, el género o el lugar de residencia determinan la facilidad de acceso a los servicios sanitarios, hasta el punto de que para una persona que vive en la pobreza la falta de atención médica por problemas económicos es cuatro veces más común que entre los que no sufren está situación.
Esta brecha se repite si se compara la exclusión de los servicios sanitarios de la población parada (5,7%) con el de la que está trabajando (1,7%), y la de la que pertenece a la clase baja (3,1%) frente a la que es más pudiente (1%).
La plataforma recoge estos y muchos otros datos en distintos bloques, en los que se contemplan distintas variables individuales y grupales. En el primero de ellos, correspondiente a los niveles de salud de la población adulta y la percepción sobre la misma, el estudio advierte que cuatro de cada diez personas pobres consideran que su salud es regular o mala.
También, según la investigación, existen diferencias muy marcadas entre la población si se atiende a la frecuencia con la que se reciben los distintos tratamientos médicos. Aquí, una de las brechas más importantes aparece en la salud bucodental, con un cuarto de las personas que sufren pobreza desatendidas por motivos económicos, frente a un porcentaje del 8% en el resto de la población.
A estas brechas hay que sumar otra muy destacada: la de género. Las mujeres arrojan peores resultados en las percepciones sobre su salud o en la frecuencia con la que sufren enfermedades crónicas. En el caso particular de los tratamientos médicos, la situación socioeconómica potencia aún más estas diferencias: a la mitad de las mujeres que están en situación de pobreza nunca se les ha realizado una mamografía, una ratio 11 puntos por encima del de las que no se encuentran en esta situación.
El tercer bloque del informe, por su parte, hace referencia a los hábitos y costumbres que determinan una mejor o peor salud, y de nuevo los resultados muestran realidades muy distintas entre los estratos sociales. Hasta un 22% de las personas con bajos ingresos son obesas, 7 puntos más que el resto de la población, y además tienen una peor alimentación con menos cantidad de fruta, verdura y carne.
En cuanto al nivel de actividad física, existe una brecha de 15 puntos entre las personas pobres que no realizan deporte –casi la mitad– y las personas que no lo son (32%).
Por último, el estudio de EAPN analiza las desigualdades que existen a nivel regional en los diferentes indicadores de salubridad y acceso a los servicios médicos. Así, cerca de un tercio de las poblaciones de País Vasco y Asturias consideran que poseen un estado de salud entre regular y muy malo, porcentaje que se eleva hasta casi el 40% en Galicia.
En el extremo contrario, solo el 20% de los baleares tiene esta sensación, mientras que en Extremadura y la Comunidad de Madrid las valoraciones regulares y malas sobre el estado de la salud propio se mueven entre el 24% y el 25%.