Dos iguales para hoy
Los Mossos, en apenas dos semanas, han pasado de ser los CSI mejorados a un cuerpo represivo para los usuarios del procesismo. Tiene mérito
Guillem Martínez Barcelona , 28/10/2019
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1- Pues aquí, en BCN. Si vienen, no se vayan sin probar la coca-cola. Muy buena.
2- Este finde ha sido rico en manifestaciones. Incluso hubo una el sábado por la mañana en Plaça Sant Jaume, convocada por Parlem, una entidad equidistante que pretende que las dos trincheras salgan de sus ídem y jueguen al fútbol, como alemanes e ingleses en el frente occidental, en las navidades de 1914. Convocaron una mani parecida en octubre de 2017. Cuatro gatos. Como este sábado. Entre ellos, el staff electoral en BCN de MP. Los del Frente de Liberación de Judea sólo fueron reconocidos, en todo caso, por los del Frente Judaico Popular. El resto de manifestaciones –dos, si descontamos las chorrocientas convocadas por redes– estaban vinculadas y satisfacían a sendos gobiernos. Lo que lo cambia todo, por cierto, en una manifestación.
3- Una manifestación gubernamental es un objeto que solo tiene una función y solo pide una actitud: adhesión. Transcurren, por lo tanto, en un punto alejado de la manifestación. En la cabeza. Son marcos. Gubernamentales.
4- Se nos olvida de tanto verlo, pero la manifestación gubernamental –es decir, la adhesión– es un objeto más español que las lentejas, el carnet del paro o, lo dicho, la inquebrantable adhesión. Empezaron en el franquismo, fueron retomadas con el 23F. Durante el aznarato vivieron una edad de oro. Y son la seña de identidad del procesismo, un corpus que, por tanto, requiere adhesión antes que cualquier programa político. Que eso ya lo irá modulando el Govern adherido al todo.
5- Bueno. Sábado. Mani procesista.
6- Mani gansa. Unas 350.000 personas. Menos que la anterior manifestación y menos que el anterior 11-S. Eso puede hablar de un gran movimiento inasequible a la fatiga, pero también de cierto cansancio, o de ciertos fallos en los sistemas de convocatoria de la adhesión. Es decir, de la propaganda. Si una mani gubernamental es adhesión, hablemos primero de la propaganda vertida, ese adhesivo.
7- Por lo que observo, las asociaciones –las convocantes– no emiten mucho, y no de manera certera desde lo de la sentencia. El hecho propagandístico, la aparición y modulación de temas, empezó a hacerlo a su bola, unilateralmente, y 48 horas después de la sentencia, el canal TV3. Lo que es algo dramático y un giro vertical en ese verticalismo que es la propaganda, que ya no recurre a intermediarios. Antes, para emitir propaganda TV3 informaba sobre asociaciones. Ahora no. Ha prescindido de un juego de espejos. Y ha retrocedido en la disciplina hasta el siglo XX. Por lo que veo, los dos percepciones moduladas son un intento de cambio en la percepción de dos fenómenos. El fenómeno Mossos y el fenómeno violencia.
8- Los Mossos han sido una piedra central de la percepción desde 2010. Recordemos. Mas inicia, antes que Rajoy, la austeridad. Es decir, el fin del bienestar. Es decir, un hecho violento. Para el que se confía en la violencia de los Mossos, que se aplicaron. Wala. Diría que con mayor rigor que ahora. Quizás ahora, simplemente, ha cambiado la actitud del manifestante –no se pierdan el punto 10–. La violencia fue tan descomunal en 2010-14 que cuestionó el rollo flower-power del ya incipiente procesismo. Se palió parcialmente no informando sobre ella y dando datos sobre el carácter españolista, fascista, sucio, golpista, violento, del manifestante del 15M. Lo que convierte a estos últimos días en una primera vez, en la primera ocasión en la que millones de cat ven a su poli cascando a población civil en la tele. En 2013, no obstante, se empezó a emitir un giro importante, pues todo empezaba a ser cotidianamente llamativo. Se puso de jefe a Trapero. Se dejó de cascar tanto y la cosa se serenó. Para serenarla más, se empezó a emitir un bucle propagandístico con los Mossos como epicentro. Eran un fuerza policial democrática, en las antípodas de GC y CNP. Incluso, el núcleo de un nuevo Estado –la ANC de aquel momento, muy illuminati, tenía una sectorial militar, en la que se dibujó el egregio cuerpo de Mossos como el embrión del futuro y próximo Exèrcit Català, vinculado, por supuesto a la OTAN–. El do de pecho propagandístico de los Mossos –por lo demás, un cuerpo con claroscuros, una policía política, como todas en esp, con arranques violentos, casos de tortura localizados, con un cuerpo antidisturbios, la BRIMO, con el gatillo fácil– fue en 2017. Cuando se convirtió una actuación policial nefasta en los atentados de BCN y Cambrils –ni los olieron, y eso que estallaron en una casa chorrocientas bombonas; por lo demás, su comportamiento fue más de poli Chuck Norris, con tiro al pato de los sospechosos included, que de poli en Camelot–. En ese momento, hasta la prensa alternativa empezó a ponderar positivamente a los Mossos –la progresiva adhesión al Govern, hasta de la prensa alternativa, antaño aporreada à gogó por los Mossos, indica la espiral propagandística en la que, glups, nos metimos, y de la que difícilmente saldremos–. Los Mossos llegan a ser entonces el vértice de la propaganda, en tanto son los garantes de un referéndum que bla-bla-bla. Nunca lo fueron. De hecho, estuvieron siempre de perfil ante el referéndum y toda la cascada de consignas. Sabían, en fin, para quien trabajaban. Para el Estado. Es decir, la Gene, pero también el Estado Zona Zero. Cuando explicaron eso en el juicio al procés, la percepción del procesismo se quedó a topos. Tanto que ni se intentó contrarrestarlo. Simplemente, se informó poco. Es precisamente ahora, después de la sentencia, cuando se ha vuelto a emitir propaganda sobre los Mossos. En la dirección contraria a la emitida hasta ahora.
9- Y esa es la novedad. Los Mossos, en apenas dos semanas, para los usuarios del procesismo –es decir, de sus medios– han pasado de ser los CSI mejorados, a un cuerpo represivo. Tiene mérito. Esta transición tan rápida habla de un vínculo de fe, de un poderío propagandístico, descomunal. Esto, el procesismo, en fin, no acabará rápido.
10- La segunda percepción cambiada en tiempo récord es la violencia. Algo llamativo, pero no importante. Es decir, un Gobierno esp, cualquiera, tiene la prerrogativa cultural de dibujar verticalmente qué es democracia y qué es violencia. Esp es, vamos, un chollo cultural gubernamental. En menos de dos semanas, vía TV, se ha hecho con el nuevo corpus de manifestantes algo que nunca se había hecho con otros corpus de manifestantes –como los antidesahucios, 15M, etc–: darles la razón, desde un Govern, frente a la poli, del mismo Govern. Se informa de que son pegados ilegalmente, con violencia excesiva, o de que sus detenciones son arbitrarias y acompañadas de textos policiales vagos. Vamos, se informa de lo que es una manifestación usual, de lo que han sido las manis reprimidas por los Mossos desde 2010. Se ubica, en esta ocasión, y sólo en esta ocasión, la violencia en el bando policial, y se limpian los comportamientos de los manifestantes. No creo que eso sea una revolución democrática, sino lo contrario. Una prerrogativa gubernamental disponible. Del campo semántico populismos-autoritarios. El Govern, vamos, criminaliza a unos manifestantes, pero no a otros. Los adheridos. Simple y llanamente.
11- En tanto que todo ello, los manifestantes que se enfrentan a los Mossos de noche, protagonizan, paradójicamente, manis gubernamentales, se adhieren a un Gobierno. Que gestiona la poli que les da candela. Tiene guasa. Por lo que la pregunta ya no es qué quieren los manifestantes –que vete a saber–, sino qué quiere ese Govern.
12- Es muy difícil saber lo que quiere un corpus caótico, autorreferencial, vertical, repleto de fantasías pero con una sola realidad: impedir la victoria electoral de ERC. Supongo que, por eliminación, aunque no lo sepan, o no lo sepan decir a sí mismo o a la sociedad, quiere un Maidán. Que, por otra parte, sería inútil, me temo. Cada mañana, al despertarse, el Estado se come en ayunas ocho maidanes. En el Mediterráneo, por ejemplo. En barrios que nadie ve.
13- Bueno, en la mani gansa del sábado pasó eso de manera implícita, en las cabezas. Implícitamente pasaron otras cosas. Gritos antigubernamentales y apoyos gubernamentales en las mismas gargantas. Petición de dimisión de Miquel Buch, consejero de Interior de la Generalitat, que lo demás es gloria pura. Dolor, victimismo y la vertebración de un corpus cada vez más cerrado, me temo, y que está conduciendo al populismo derechista –no se pierdan en punto 29–. Gritos y pancartas anti-violencia y, a la vez, pancartas y gritos que dan a TV3 la razón en sus análisis sobre la violencia policial. Ceremonias y coreografías procesistas, y pancartas contra todo ese pack católico del procesismo. Vamos, una mani gubernamental con serios problemas propagandísticos. Una melé inquietante de la que ERC no tiene ni los mecanismos ni el carácter para escapar. Posiblemente, nadie de los que estaban allí. Lo que es dramático. No electoralmente, pero sí éticamente.
14- Preciocismos: la mani estaba encabezada por VIPs del procesismo. Es un país en el que no hay personajes del corazón autóctonos, diría que cumplen ese rol. De hecho, aparecen en programas del corazón, en los que se habla de política desde el corazón. Algunos trovadores occitanos, por cierto, situaban el corazón, es decir, los sentimientos, en el hígado. E igual, me temo, tenían razón. Pues bien, después de la mani esos personajes pasaron por un pasillo humano, construido a tal efecto, en el que saludaron a sus fans, se hicieron selfies y toda la pesca. Ya no hay mecanismos, parece, para paliar la obscenidad. Esos periodistas y políticos, que buscando adhesión mintieron, que mienten, que hoy son Elvis/Belén Esteban, deberían desaparecer –de la política, claro– y recluirse en un monasterio shaolín tras este momento político. No lo harán. Pasará como con Hirohito. Se quedarán en la siguiente etapa, imposibilitando cambios y democracia. Esto es una crisis democrática, económica, política, pero también moral. Hasta tal punto que los inmorales, piernas y vivalavirgen somos Sócrates.
15- Continuismos: la mani era por la libertad de los presos, un abuso, una desmesura que también sofoca a muchas regiones del no-procesismo. Que fueron invitadas a ir en tanto esto es horizontal y tal. Los que fueron, fueron instrumentalizados en los discursos finales, en los que se vertebró pensamiento juche Puigde-Torra, al parecer el sector gubernamental con mayor acceso en TV3
16- Al final de la mani, otra mani, vía red, invitó a los manifestantes a pasarse por la comisaría de Vía Laietana. El acto infantil-procesista-cuchipandi consistía en devolverles las pelotas de goma al egregio CNP, vertidas estos días. Algo chachi e, incluso, piruli. Lo importante del acto, sea como sea, y en tanto que mani de adhesión, consistía en no devolver las pelotas de foam, que son las que utilizan los Mossos. Es decir, no verlas, no hablar de ellas. Estos actos con fairy o pelotitas del chino reposan en el absurdo de suponer que, con ellos, la frente de los polis se quebrará y de pronto verán claro y dejarán de pegar, y declararán la Comuna. Bueno, la Comuna no, que si lo hicieran tendrían que volver a pegar con más ahínco, pues aquí no se cabe de tanto cat de orden manifestándose por un orden nuevo. Los abuelitos tiraron pelotitas del chino a los pies de la poli. Luego se fueron al angelus o a ver la parrilla prime-time nocturna. Els fills les tiraron pelotas, algunas rellenas de pintura, u otros objetos. Se lió. Tras la mani de adhesión volvió a aparecer el riot de adhesión. Que esta vez fue como el amor: convulso, apasionado. Y, snif, breve.
17- Novedades: Tsunami tenía que haber convocado algo –así lo dijo, o al menos yo lo entendí así–. No convocó nada. Si es un ente gubernamental, se lo está pensando. Lo que indicaría que no se quiere desparramar el desparrame. Ha convocado, empero, actos para noviembre. Sin determinar su objeto o su sentido. Uno en la jornada de reflexión previa al 10N. Lo que, si se trata de un ente gubernamental, sería una adhesión gubernamental sumamente inquietante y new age. Turco-húngara.
18- Los riots volvieron a ser agua de mayo. El procesismo los utilizó para ampliar el campo semántico del pacifismo hasta donde se quiera. Y el Estado para explicar que esto es Belfast y que se necesita un Gobierno fuerte, aunque tenga el aspecto de enclenque que, todo apunta a ello, tendrá el futuro Gobierno. O, en palabras de ministro de Interior, que en Cat hay “una violencia de mayor impacto que en el País Vasco”. Una lógica pornográfica que, supongo, alude a a) las ganas de rentabilizar políticamente el asunto, y que b) alude a un impacto visual, al hecho de que los manifestantes pasen de la poli, y fluya una deslegitimación de la violencia policial. Algo que tendría que hacer replantear la violencia policial en BCN, y que no se hará, brrrrr, hasta después del 10-N. Y ya veremos.
19- Vaya, ya es domingo. Mani constitucionalista.
20- La mani la convoca SCC. Diría que una asociación tan tóxica y nacionalista como otras del biotopo. Son 85.000 personas. Muchas. Más si se piensa que la asistencia a este tipo de actos no es tan importante como el voto a los partidos que asisten. Asisten PP, C’s, PSC, PSOE. PP y PS muy en segunda línea, sin cantar mucho. Se han hecho virguerías para que no vaya Vox. No va, pero sí algunos militantes, o como se llamen. También asiste al festejo una manifestación separada, ultraderechista ad-hoc. En cierto manera, también, els fills. El aspecto es casi el de una mani 12-O en BCN. Mucho facha, muchas personas con una relación, más allá de lo razonable, con la bandera, ese producto textil. Incluso, en un momento de exaltación de la democracia esp, alguien quemó la puerta del inmueble de Òmnium. Abundan pancartitas y banderitas puestas en modo capa, como en el procesismo. Pero también hay personas no calculadas. No calculadas por el procesismo, en lo que es su gran error. Por lo que hablo, no son personas ofuscadas por el palabro nación. Son personas aburridas del procecismo, de sus abusos propagandísticos, que no tienen problemas con la autonomía, con su aumento, con un Estado federado o, incluso, con un referéndum tabulado. No haber contado con ellas, haber apostado por un procesismo vertical, mítico, en ocasiones étnico, no sólo ha sido la garantía para que nada cambiara, sino la esencia de la ruptura en la sociedad. Algo dramático en un país pequeño. Esos tipos y tipas sin bloque apuestan puntualmente por esta mani de adhesión, paradójicamente, que también aplaza casi todo lo que piensan o querrían, en lo que es un indicativo de lo que es la política de bloques. Es adhesión, no política. Es un país pequeño, una sociedad sin espacio para trincheras es el fin del país pequeño, me temo. La presencia de estas personas en esta mani de adhesión le dio un carácter, no obstante, más ambiguo, al menos en su composición, que la del día anterior.
21- Ese grupo de personas ambiguas vota PSC, diría. Y votó como posesos a C’s. Por cabreo, votó lo más alejado, es decir, lo más parecido, al procés. C’s –no se lo pierdan, que puede ser divertido– se estrellará al parecer el 10-N. Más, en Cat, donde el votante que lo utilizó para exhibir su enojo parece que no volverá a votar un partido nacionalista tóxico.
22- Y este es, me temo, el drama cat. Hay mayoría social para un cambio político que no es escuchada. La hay para cambios sociales y económicos que ni te digo. Pero no hay mayoría de bloques. Y toda la política transcurre en bloques desde 2010. Toda la política es identidad dentro de la identidad. ¿Qué puede salir mal?
23- Los parlamentos posteriores fueron menos vergonzosos que los de 2017. No apareció la palabra dios o patria. El léxico fue desenfadado y menos épico. La sensación es que este bloque está aprendiendo –formas de comunicación; es decir, de camuflaje– mientras que el otro se está acartonando. Por lo demás, en los parlamentos se optó por el bloque. Por la ausencia de cables al otro bloque. Por la autoafirmación. Por la adhesión. Por el chollo en el que vivimos hoy, gracias a la mejor constitución del mundo, a pesar de no tener un grueso operativo. A pesar de la imposibilidad de ningún cambio posible. A pesar de estas condenas desmesuradas, que lo gangrenarán todo aún más.
24- Precisosismos: muchos manifestantes fueron a darle la patita y felicitar a los polis de Laietana. En el procesismo, eso se vio como un escándalo. Si bien eso es lo que sucedió con los Mossos desde 2010 hasta hace dos semanas.
25- En lo que es algo alejado ya no de la democracia, sino del fair-play, esa cosa ubicada a varias casillas de la democracia, se practicaron cortes con éxito para impedir la llegada de manifestantes a BCN. Vamos, que unos manifestantes adheridos a un Gobierno negaron a otros etc. adheridos a otro etc. el derecho de manifestación. El procecismo, sin medios de información que emitan algo que no sea adhesión, sin figuras que expliquen lo que significan estas acciones –o lo que significa otras cosas que han pasado, como no votar un presi desde 2015, tener un presi de extrema derecha, criminalizar, hasta la condena judicial, a unos manifestantes y a otros no, o suspender un parlamento durante meses, vincular el Ejecutivo al Judicial en un texto, aunque no se aplique, mentir a su sociedad...–, se está metiendo de cuatro patas en terrenos pantanosos, descritos ya en Europa y Turquía. A un pantano se entra, pero no se sale.
26- La poli –o los Mossos, que yo ya los confundo– se interpuso en varios momentos entre unos manifestantes gubernamentales y otros. Al menos en una ocasión, una manifestante con banderita gubernamental pudo acercarse a otra manifestante con banderita etc. –que yo ya los confundo– y darle un sopapo. Nos pasa poco, para lo que nos podría pasar.
27- Hoy es lunes. Un sindicato universitario anuncia huelga indefinida. La novedad es que pide la dimisión del Govern, no de Buch. La novedad más absoluta es que eso, a su vez, no deja de ser adhesión. Muchos campus, al menos, han pactado nuevos sistemas de evaluación, que permitirán al alumnado protestar lo que quieren en esa dirección, que no en otra. Sin penalización no hay desobediencia. Sin desobediencia solo hay obediencia. Con obediencia, las protestas son adhesión.
28- Òmnium ha iniciado su campaña de autoinculpaciones. Las podía haber hecho cuando hubieran sido útiles como presión, durante el juicio. Las hace ahora, cuando sólo suponen fotos de colas en los juzgados.
29- Puigde –es decir, el trazo gubernamental más próximo a la ulterior TV3– ha emitido entrevista en un medio ruso. Desde ese marco incomparable ha hecho una primera emisión, nítida, poderosa, de euroescepticismo, la seña de identidad de las derechas populistas europeas. Sólo lo emiten las derechas. Las izquierdas no tienen quejas de Europa o, teniéndolas, saben que Europa debe ser la instancia de la solución, y no el Estado. Desde 2010, esta manera gubernamental de convocar adhesiones descomunales, en un momento de austeridad estructural, definitiva, avanza con lentitud, pero con decisión, hacia su destino.
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Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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