De cómo unir a productores agrarios y culturales
Existe hoy un amplio debate social y hasta de Estado sobre la cuestión rural, y en el medio artístico hay un reconocimiento y un interés en explorar este campo
Amelie Aranguren 26/11/2019
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“Yo aparido en monte y una cabra parida la puedo meter en una cuadra en cualquier sitio porque todo son cuadras vacías. Cuando entro pienso, coño qué sitiu más guapu pa unas oveyas, o pa unas cabras. Si sabes de quien era te dices: cuanto pasaría este aquí, cuanto tocinu freiría en esta esquina Y otras piensas que se te derrumba contigo dentro. Hace 30 años salía un rebaño de cada cuadra. Ahora quedan uno o dos en cada pueblo”. Estas son las palabras del joven pastor Nel Cañedo, miembro de Campo Adentro y antiguo alumno de la Escuela de Pastores, promovida también por esta asociación como propuesta formativa concreta teórico-práctica que nos permite reflexionar sobre el papel de la producción cultural en la revitalización y fomento de nuevos modelos de pastores en el siglo XXI, su papel en la custodia del paisaje o la construcción de nuevos saberes rurales en diálogo con el conocimiento tradicional.
Este proyecto impulsado en el año 2009 por el artista Fernando García-Dory se basa en la interpelación de arte, agricultura y medio rural. Vinculando territorio, cultura y cambio social ensaya un modelo de estrategia cultural estructurado en cuatro ejes principales que se retroalimentan mutuamente: 1) conocimiento (investigación, debate y edición), 2) formación, 3) producción (artística cultural), y 4) economía (comercialización de productos agroalimentarios o apoyo a artistas y productores y productoras agrarias).
Desde el ámbito artístico-cultural es posible desarrollar, en paralelo a la formación, herramientas para la investigación, crítica y reflexión sobre las amenazas y oportunidades que ofrece el medio. Plantear el campo como espacio de creación contemporánea ya que las posibilidades de aprendizaje mutuo entre arte y mundo agrícola son infinitas. El propio arte se redefine y el artista pasa a ser un mediador, un catalizador que genera nuevas nociones de organización social y una sensibilidad diferente, de la mano de agentes hasta ahora invisibles en la producción cultural contemporánea (pastores, agricultores, apicultores…).
La Fundación Cerezales Antonino y Cinia es un proyecto que surge en 2008 a partir de la idea de Antonino Fernández, penúltimo dueño de la cerveza Coronita, de impulsar el desarrollo de la comunidad de Cerezales del Condado (León) de donde era oriundo. El objetivo de esta fundación es generar un proyecto cultural que sirva como revulsivo en la vida de todos los habitantes de la zona. En su apuesta por la descentralización de la cultura, los programas intentan revitalizar las zonas rurales por medio de acciones orientadas para todos los públicos y hacia múltiples ámbitos de acción, que tengan un impacto real y palpable. Desde la recuperación de técnicas locales para el cultivo, cuidado de animales de razas autóctonas, estancias creativas para que los artistas entren en contacto con el entorno de la fundación o planes de formación local. Otro esfuerzo por reactivar territorios afectados por la despoblación a través del arte y la cultura es Pueblos en Arte con iniciativas Ruta N-234, carretera nacional escasamente transitada que comunica Burgos con Sagunto. Aquí se trata de unir entre sus finas arterias cientos de poblaciones, algunas de ellas en grave proceso de desaparición. Cada año se invita a un artista a recorrer esta carretera interactuando con la población y componiendo un mapa de conexiones que pueda servir de inspiración para inventar nuevas formas de habitar espacios.
Sin duda existe hoy un amplio debate social y hasta de Estado sobre la cuestión rural, y en el medio artístico hay un reconocimiento y un interés en explorar este campo. Los centros de arte de mayor renombre internacional programan exposiciones y seminarios, y se multiplican espacios de arte que reivindican crear una nueva cultura rural. Podría quedar la duda del rigor y profundidad de estas manifestaciones de interés, y el riesgo que conllevan de una saturación de acepciones de nuevo urbanocéntricas del campo como lugar de escape y garante de esencias en apariencia antinómicas a la ciudad. De ahí el temor de Nel Cañedo de que “se intente frenar el despoblamiento en el medio rural favoreciendo la instalación de modelos de negocio propios de medios urbanos. Lo único que se hace es atraer a gente de la ciudad que ponen un negocio de tipo urbano en el campo. Esa gente sigue teniendo un estilo de vida urbano, ganándose la vida con un modelo de vida urbanita y a los fios que tenga, aunque los tenga en el pueblo, los va a educar en un estilo de vida meramente urbano, por tanto esos rapaces, cuando sean grandes van a volver a marchar del pueblo a la ciudad. Por tanto pan pa hoy y fame pa mañana”.
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Amelie López–Aranguren es miembro de Campo Adentro.
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