¿Un nuevo paradigma?
El pacto de gobierno está algo más avanzado de lo que se supone. Les paso varios ingredientes. Cambios para algunos tramos de la Ley Mordaza o la contra-reforma laboral. Algún pequeño palo en los tramos altos del IRPF. Tal vez dos bancas públicas
Guillem Martínez Madrid , 5/12/2019
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Segunda reunión de los equipos de PSOE y PSC con ERC.
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1- La estructura de las revoluciones científicas, de Thomas Kuhn, es un pequeño pero importante libro aparecido a principio de los 60 del XX –aporta palabros, como paradigma, hoy absolutamente frecuentes hasta en una conversación de fútbol o de bralettes–, en el que se dibujan los cambios de época en la ciencia. Es decir, los cambios de época. Viene a señalar que, tras una fase de duda y mal rollo, se produce un cambio de paradigma, que viene a desembocar en lo que Kuhn denomina un periodo de “ciencia normal”. Es decir, de normalidad. La normalidad científica es, por tanto, una ciencia que no se pelea consigo misma hasta el próximo periodo de duda y mal rollo. La normalidad, a secas, tal vez sea tan solo eso. Un periodo con más certezas que dudas o, al menos, de aplazamiento de las dudas, de estabilidad en torno de un paradigma. En ocasiones esos periodos normales son tan asfixiantes como la Escolástica. En otras, tan abiertos y libres como la teoría de cuerdas. Si todo me sale bien, este articulete acabará en este punto 1, que ahora parece una seta, esas cosas que salen donde quieren y cuando quieren. Todas las setas, por cierto, son comestibles. Al menos una vez en la vida. Vaya, esto sí que no viene a cuento. Olvídenlo.
Se está negociando que ERC se ponga de perfil a cambio de que PSOE deje de estarlo. Se está negociando, a cambio de una abstención, una negociación intergubernamental, si bien muy acotada en su trayecto y punto final estético
2- Prosiguen las negociaciones. Son opacas. Es decir, que sus integrantes van en serio. La opacidad dibuja, por cierto, un PSOE inaudito en su verticalidad. Filtra poco o nada porque no hay nada que filtrar. Todo el conocimiento está en el vértice, y no llega al partido, que está a dos velas. Es decir, son negociaciones difíciles de intuir, pues participa en ellas un paradigma hasta cierto punto desconocido. No es el paradigma PSOE. Es el paradigma Sánchez. Un Sánchez 4.0. No es el Sánchez aparato, ni el Sánchez con léxico 15-M que hablaba de presiones, ni el Sánchez de marcos patrióticos de la pasada legislatura. Es el Sánchez que, supongo, pasará a la historia de lo cotidiano como el Sánchez normal. El Sánchez paradigmático. Que vete a saber cómo es, salvo que es vertical. Metáfora sobre la no información de las negociaciones UP-PSOE: no están negociando las personas que se anuncia que están negociando. Negocian otros, en lo que es un indicio de que vete a saber lo que negocian. Posiblemente negocian otras cosas, o desde otros accesos, diferentes a los que nos llegan.
3- La cosa está avanzada. Podría haber Gobierno hace días. No lo hay por la cosa cat. Por lo que, ya puestos, empezaremos hablando de la cosa cat. Puntos 4-12. No se los pierdan, que luego avanzaremos hacia el punto 1, que sigue en estado seta.
4- La cosa cat –las negociaciones PSOE-ERC– es absolutamente cat. Es decir, no es lo que parece.
5- Se está negociando que ERC se ponga de perfil a cambio de que PSOE deje de estarlo. Se está negociando, a cambio de una abstención, una negociación intergubernamental, si bien muy acotada en su trayecto y punto final estético. Ambos interlocutores lo saben. Lo que dificulta, o retrasa, el acuerdo, que no está en estas negociaciones, diría. Está en Cat. Es la escenografía, esa cosa tan cat y que puede llegar a ser la esencia de la Cat del siglo XXI.
6- Escenografía: ERC debe salir airosa, a través de estas negociaciones, en el chicken game cat. No erosionarse en Cat –esa realidad virtual, apasionada, idealista, autoreferencial– por lo que pacte en Esp. Acceder al Olimpo cat de ser el partido que negocia con Esp.
7- En cierta manera, ERC debe de gestionar la derrota ante el PSOE/el Estado. Y ante JxC, esa máquina propagandística, con la que es más complicado negociar nada. Gestión de la derrota: abandonar –quizás sólo parcialmente o no todo el rato– el léxico majara procesista, nunca confirmado en la realidad, y pugnar por el reconocimiento de la cosa nación, el blindaje de competencias y la mejora de financiación. Y, claro, la libertad de los presos –esa subnormalidad que lo empantana todo–, que vía beneficios penitenciarios o indulto puede ser realidad en un plis-plas. Debe de pugnar, vamos, por ser el PNV post-Ibarretxe, el actual. La otra tesitura es seguir en la deriva de un chicken game intraducible, inexportable, sin programa más allá del escenográfico, de consumo interno y sin ningún resultado salvo el electoral. Es decir, glups, la vida.
8- Puede haber soluciones preciosistas e imaginativas, con escasa repercusión jurídica, pero gran repercusión escenográfica. Soluciones procesistas, vamos. Una –se habla de ella desde 2017– es un nuevo texto estatutario. Que no se llamaría Estatut, sino Constitució. Y en el que –como en el último estatuto andaluz, o como en el Estatut que se comió con patatas el Congreso y el TC– se reconociera la cosa nación en el preámbulo y con palabros raros.
9- Las reuniones PSOE-ERC transcurren, me dicen, en dos lenguajes diferentes. Es decir, que PSC no participa como traductor. Lo que es una mala noticia. Y una perdida de tiempo. El procesismo, por ejemplo, es un colectivo humano que necesita traducción constantemente, pues en su lenguaje ‘sí’ suele significar ‘no’, y lo que se dice en un territorio debe significar lo contrario en otro.
10- JxC es consciente de la derrota. En alguna región de su subconsciente. Por lo que no rechaza de pleno las negociaciones. Participa escenográficamente en ellas a través de sus reuniones con PSOE. Y, supongo, con el ánimo de visualizar en Cat que es un partido con el que se debe de negociar. Supongo que PSOE participa en esas reuniones para dar honor, para relajar la cosa. No deben ser reuniones muy lucidas. Sus representantes no brillan tanto por su capacidad de negociar, sino por la de aproximarse al paradigma propagandístico y léxico que representan. Son, vamos, selección negativa à gogó. La jefa de la cosa, Laura Borràs –se habla, de ella, glups, como posible candidata a la Gene–, ahora está implicada en un posible caso de corrupción. Sus mails personales aparecidos en la prensa sobre el caso no son muy edificantes. Negociar con un político acusado de corrupción es, por otra parte, una bicoca para la otra parte.
el R’78 se ha recompuesto, asumiendo algo que no se produjo en 1977, y que puede suponer la normalidad en un periodo corto o largo. Una posibilidad fáctica e intelectualmente vetada, e imposible de realizar. La integración de las izquierdas a la izquierda del PSOE
11- Si la escenografía es lo que ralentiza el pacto PSOE-ERC, cuidadín, que en breve Puigde puede ser eurodiputado y disponer, por tanto, de la inmunidad para volver a Esp a comerse una paella. O a ser candidato de JxC a unas autonómicas. Lo que crisparía la partida de chicken game cat, el gran qué de las reuniones PSOE-ERC, me temo.
12- PSOE y UP, sea como sea, dan por hecho el pacto. Lo que encara este articulete a su punto final. Es decir, al punto 1.
13- ¿Qué es el pacto? Cabe suponer que algo más avanzado de lo que se supone. Les paso algunos ingredientes. Algún cambio, que incluya el palabro derogación, para algunos tramos de la Ley Mordaza o la contra-reforma laboral. Algún gesto para que los sindicatos vuelvan a ser interlocutores de algo. Algún pequeño palo en los tramos altos del IRPF –a partir de 100.000 euros, decía el programa PSOE; 60.000 decía el programa UP; vete a saber–. Tal vez dos bancas públicas. Una, de nueva creación, facilitaría crédito a empresas y pymes, y la financiación de la transición energética. Otra –Bankia, nacionalizada por Rajoy, lo que quita hierro al asunto–, podría ser la banca que garantice cajeros automáticos en la plaza del pueblo, y la posibilidad de que una parte importante de la sociedad pueda acceder a la domiciliación del recibo de la luz, o de que no salga disparada del sistema financiero. La privatización de las cajas de ahorro fue, en fin, un cambio absoluto y cruel en la vida cotidiana. Y, ya puestos, el nacimiento, brutal y despiadado, de una nueva oligarquía donde ya la había. Se habla de algún tipo de impuesto para la banca y para empresas. Aumento del salario mínimo, indeed. Alguna posibilidad para acotar, vía municipio y en determinadas zonas calientes, la cosa alquileres. Derechos para animalitos. Lo que posibilitaría, digo yo, el enfrentamiento con Vox y el resto de partidos del chicken game esp, por el tema toros, y no por otros temas. También se augura un nuevo tono –quizás poco más– con la cosa cat. Cierto alejamiento del neoliberalismo más radical, al menos en sus puntas, de las derechas esp. Y de su banda sonora política: el nacionalismo machote.
14- Se trata, por tanto de socialdemocracia. Tal y como ha quedado. Es decir, más amabilidad que reparto de la riqueza vía IRPF salvaje. Piketty no está ni se le espera. Por otra parte, como en el resto de socialdemocracias europeas. La socialdemocracia ha pasado de ser una orientación del Estado a unos trazos gubernamentales cuando ganan las izquierdas. Más profundos en el Norte, donde dejó un sello fuerte, y donde se negoció más fieramente la soberanía en el momento de incorporación a la UE. Bueno, también lo es en Nueva Zelanda, ese sitio raro, en el que hay pájaros raros, sin alas, por lo que igual no cuenta. Como en cualquier Estado europeo, esta socialdemocracia no planifica ni garantiza el Bienestar, por otra parte afectado y en reducción por las directrices comunitarias. Los cambios estructurales habidos en la Esp de la ulterior crisis, modulados por el PSOE de ZP y, más y más profundamente por el PP, han sido, no obstante, tan radicales, que incluso esa socialdemocracia, lo que queda de ella, puede ser un alivio. Al menos espiritual, dependiendo del grado de virtualidad/procesismo que adopte. Ya veremos.
15- En UP están satisfechos. O, al menos, transmiten relajo y cierto orgullo. Durante la pasada no-legislatura hable con algún staff, que me mostró una preocupación abstracta ante este hecho: el deseado Gobierno de coalición hubiera supuesto, por el mismo precio, que el PSOE se comiera con patatas a Podemos. Por lo que sea –por el resultado de los pactos, o por fenomenología–, ahora no existe ese temor. Ven un Gobierno de izquierdas sólido, que no sólo puede apurar la legislatura, sino cumplir un ciclo superior al de una década. Ven un momento histórico. El primer Gobierno, desde la Guerra Civil, con izquierdas a la izquierda del PSOE. Ven un cambio de paradigma.
16- El cambio de paradigma no alude a volver al Negrín style. Habla del alma de Podemos, diría. O, al menos de su alma MAD. Es comunista. Para ser exactos, eurocomunista –cuando pienso en eurocomunismo siempre pienso en Berlinguer, y no en Carrillo; es más, cuando pienso en cualquier cosa, nunca pienso en Carrillo–. Y, para ser más exactos, supongo, sentimental. La sentimentalidad es la esencia de las cosas. El cambio de paradigma aludido consiste en conseguir algo que Carrillo no pudo conseguir. Gobernar en coalición.
17- Cada ciudad tiene sus mitos. Intraducibles. Tal vez anecdóticos. Pero forman parte de la mirada colectiva. MAD, sus izquierdas, poseen una gran identificación con el palabro comunismo. Como en BCN, pongamos, con la palabra anarquismo. No se traducen en políticas, pero sí en cosmovisiones, en formas, en respeto, en carácter, incluso. Por lo que son innegociables e ilustran, lo dicho, un carácter. La admiración por Carrillo –un tipo no admirado en todos los territorios– quizás es el sello que se visualiza en Podemos en esta etapa, el sello que ilustra las arrugas de su cerebro. A través de él, y si esto en efecto dura una época –se me ocurren impedimentos: a) los medios esp, b) una nueva crisis económica, en la que vuelva a desaparecer, incluso, la amabilidad–, puede nacer un nuevo paradigma. Un nuevo paradigma en el que más que la recomposición del R’78, se valora un mito: se ha conseguido lo que no consiguió Carrillo. Podemos –que al nacer buscó su integración, frustrada, en IU, y que sólo luego decidió ser partido– no es, en fin, tanto 15-M como izquierda post-comunista. Al menos en su tramo más sentimental.
18, O PUNTO 1- Paradigma: el R’78 se ha recompuesto, asumiendo algo que no se produjo en 1977, y que puede suponer la normalidad en un periodo corto o largo. Una posibilidad fáctica e intelectualmente vetada, e imposible de realizar. Un Gobierno de coalición. La integración de las izquierdas a la izquierda del PSOE. Una gran región de las izquierda, excluidas en los 70, serán ahora Estado. Y lo modularán. Es posible que eso, y las políticas vertidas en este nuevo tramo –limitadas, con menos soberanía incluso que en los 70 pero, por guion, diferentes–, sea lo que Kuhn podría denominar la normalidad próxima. Ya veremos. Todo, en todo caso, es más inestable y menos épico que en los 70. Y dura mucho menos.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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