
La Habana, Cuba.
Pedro SzekelyEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
“Ya ahorita te toca”
“¿Y tú cuándo vas a tener niños?”.
“¿A qué estás esperando?”.
No pasa demasiado tiempo sin que yo escuche frases por el estilo. Según el día, respiro hondo e intento una frase amable; o me cruzo de brazos y con una mirada fija digo que no hay ninguna prisa. Si nunca he contestado algo verdaderamente grosero, conste que no ha sido por falta de ganas.
Tengo 30 años, y desde los 20 y pico encuentro gente mandándome a parir. Cualquier médico, conocidos de la familia, incluso la señora que entregaba los cheques en algún lugar donde trabajé.
Quisiera pensar que se trata de puros comadreos, de nuestra identidad extrovertida y charlatana. Pero tampoco pequemos de ingenuos.
Es el patriarcado ejerciendo sobre una. Así, tan a menudo.
En telenovelas y películas se repiten mil veces −¡Diosss!− los finales felices con bodas y barrigas. Según tal narrativa, si no tienes esas dos cosas, hijita, algo estás haciendo mal. O sea, puedes ser astronauta o camionera, pero cuidado con incumplir tu rol de esposa y madre.
Cierta vez una especialista del polo científico de La Habana comentaba que la emancipación femenina nos ha ganado derechos, pero no nos ha quitado deberes. En la lista permanecen estos dos, subrayados y con asteriscos.
Cuba posee avances notables en materia de equidad de género. A pesar de las “conquistas”, todavía aparecen personas a endilgarte −como quien pone un cepo− tu encargo de perpetuar la especie. Como si no hicieran falta dos para hacer un hijo. Como si los niños no nacieran en determinadas condiciones sociales y económicas. Como si una no anhelara más perspectivas que esa.
Justo es decir que el fenómeno tiene carácter cuasi universal. La profesora e investigadora Aylinn Torres, explica: “Desde finales del siglo XVII se registra una preocupación estatal, refrendada por las burguesías nacionales europeas, por regular la reproducción social y biológica del cuerpo nacional. En lo adelante, ello alcanzaría todas las geografías estatales y se asentaría en la convicción ad hoc de que somos las mujeres las reproductoras de las naciones, biológica, cultural y simbólicamente. Ese rol se ha naturalizado hasta tal punto, que la responsabilidad del Estado con sus ciudadanos se ha trasmutado en derecho del Estado de intervenir en el cuerpo de las mujeres y su reproducción biológica.
“A las mujeres se nos ha instado a parir los soldados de la patria, la mano de obra para el desarrollo, y hemos debido, también, dejar de parir cuando el crecimiento demográfico se ha entendido como causa del estrangulamiento de las economías nacionales y como perjuicio para la nación”.
Antigua como el tiempo es la noción de que una mujer está incompleta mientras no se convierta en madre. Antigua, extendida, y falsa.
De regreso al contexto cubano, la preocupación por el envejecimiento poblacional, absolutamente válida y atinada, a veces deviene expresión de posturas inquisidoras. Parece más fácil cuestionar las decisiones de las mujeres, su voluntad de armarse un camino por sí mismas, antes que plantear un enfoque integral del asunto.
“¿Y por qué no se abordan los problemas para adoptar? ¿Y la solución a las altas tasas migratorias entre los jóvenes? Si se incrementa la fecundidad y luego cuando lleguen a jóvenes se van, igual se mantendrá el envejecimiento. En el país existe una fuerza laboral desaprovechada, para que le echemos la culpa a la fecundidad de las mujeres por los dilemas que deberá enfrentar la economía en el futuro”, opina la socióloga y profesora Reina Fleitas.
Por otro lado, el acceso al aborto libre y seguro, institucionalizado en la isla a mediados de los sesenta, representa una garantía de enormes proporciones. Parecería que con ese derecho vencimos la madre de las batallas por la autodeterminación.
Pero el machismo funciona como una hidra de nueve cabezas, y cada tanto hay que repetir que nuestros cuerpos son naciones soberanas, que no tenemos que dar cuentas al mundo de lo que sucede o no sucede en ellos; dentro de ellos.
¿De verdad quieren hablar sobre maternidad? Pues bien.
En este país las mujeres solteras y lesbianas no pueden acceder a servicios de reproducción asistida. Lean de nuevo: aunque lo ansíen con toda su alma, no pueden. Mucho menos existen posibilidades de adopción para parejas LGBTI.
Hace un par de años se anunciaron varias disposiciones para estimular la natalidad, las cuales incluían rebajas del pago de los círculos infantiles (guarderías estatales), traspaso de la licencia de maternidad y paternidad a los abuelos trabajadores, y la opción de las madres de simultanear esta prestación con su sueldo si se reincorporan al empleo. Un forista definió esos cambios como “ponerle una curita a una herida en la carótida”.
“No se va a resolver el asunto de la baja fecundidad con las medidas que se están tomando−continúa la profesora Fleitas−. En primer lugar, porque la idea de pocos hijos forma parte de la nueva cultura de la igualdad y los derechos de la mujer a tener vidas alternativas. ¿Deberíamos cuestionar que ellas descarten ser madres si quieren priorizar otros proyectos? ¿Cuántos hombres lo hacen y lo han hecho a lo largo de la historia?”.
Lastres conocidos siguen pesando:
Según la última Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género (2016), las mujeres dedican alrededor de 14 horas semanales más al trabajo no remunerado, en comparación con los hombres. La sobrecarga doméstica y de tareas de cuidado fue señalada como el cuarto problema en relevancia para ellas.
El 39 % del fondo habitacional se halla en regular o mal estado técnico, y el déficit de viviendas alcanzaba 929.695 unidades a finales de 2018
El 39 % del fondo habitacional se halla en regular o mal estado técnico, y el déficit de viviendas alcanzaba 929.695 unidades a finales de 2018. En junio se anunció la subida de salarios para el sector presupuestado, y tres años antes ocurrió lo mismo en el sector empresarial. Lamentablemente, todavía no alcanza. Lamentablemente, aquello de que los bebés vienen con un pan bajo el brazo es mentira.
En palabras de la demógrafa María Elena Benítez: ojalá todos los niños nacidos en Cuba fueran deseados, y ojalá todos los deseados pudieran nacer.
Hablemos de eso, si pretendemos una discusión seria.
Por demás, a muchas no nos sirve el arquetipo de maternidad sublimada, esas falsas postales de la realización plena. Criar lleva esfuerzo, renuncia, tomar decisiones y disponer la existencia en función de alguien más. Lleva, en suma, desearlo y estar listas. Aun si las circunstancias fueran óptimas, habrá quien no lo desee, quien no esté lista nunca, y es su derecho que así sea.
Sépanlo.
Algunos muchachos de mi generación aseguran sentirse acosados con este tipo de cuestionamientos acerca de sus no hijos. El patriarcado también ejerce sobre ellos, claro; aunque de seguro con menor frecuencia e intensidad.
Volviendo al principio, la pregunta tiene una respuesta que no por obvia debería callarse.
La respuesta es: cuando yo quiera.
Ya está abierto El Taller de CTXT, el local para nuestra comunidad lectora, en el barrio de Chamberí (C/ Juan de Austria, 30). Pásate y disfruta de debates, presentaciones de libros, talleres, agitación y eventos...
Autora >
Eileen Sosin Martínez
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí