
La Venus de Milo.
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Lo mejor en esta ocasión será empezar por el final, por los tres minutos de descuento. Hasta allí llegaba el partido con una ventaja mínima cobrada en los primeros veinte minutos. La gente y los pingüinos habían empezado a desfilar camino de la calefacción del coche o de las aglomeraciones del metro, tan de agradecer algunas tardes, así que muchos no asistieron en directo a la deslumbrante proeza del portero esloveno.
¡30 años antes de cristo y lo hemos encontrado nosotros. Sí, señoras y señores, el brazo izquierdo de la Venus de Milo es el del capitán del Atleti, hoy Jan Oblak! ¿No lo creen? Pues peor para ustedes.
La escultura tiene un tamaño ligeramente superior al natural, lo mismito que el esloveno, es algo superlativo, lo mismito que nuestro portero. Pues ahí estaba el brazo, en el barrio de San Blas, apareciendo alrededor de las ocho y cuarto de la tarde. ¡Gol, gol gol, se abrazaba el personal tras lo que hizo el guardameta! No se recuerda nada similar, celebrar una parada como si fuera un gol a favor. Nosotros podemos. ¡Qué sacudida de emoción!
Vale, sólo estábamos jugando contra el Levante en casa, pero ¿a quién le importa eso de utilizar la curva praxiteliana ahora si hemos encontrado el muñón de mármol más importante de la historia de la escultura?.
Roscones decían que había para repartir entre las familias pero no los catamos, y eso que fuimos bien acompañados por los hijos de Bruno que querían su parte. Ni asomo del preciado bizcocho. Nos resarcimos en la tienda, Pedro preciosa gorra azul y un servidor bufanda para el nuevo año que no me quitaré hasta terminar esta crónica.
Nada más empezar roza el Atleti el gol, pero no. Correa saca el libro, rechaza el buen portero Aitor y ni Joao ni Saúl la cuelan con todo a favor. Gentileza para los que llegan tarde a ocupar sus localidades, es un suponer.
“A ver si el portugués va a estar de resaca”, proclama una voz aparentemente autorizada.
La tropa colchonera calla la ocurrencia. A los 13 minutos Tripi templa, dentro de sus posibilidades y Ángel mete un golazo al primer toque con su pierna derecha. Nuestro córner florece. Queremos tanto al 10. Claro que nuestro amor no debe ser suficiente dado que la jugada siguiente empatan los valencianos con un gol del pistolero Roger tras varios rebotes. Al delantero granota le pasa como al joven Camello, ayer en el banquillo local, que en una ocasión hablando de sí mismo dijo que “se le caían los goles”. Ayer nos quedamos con las ganas de verle entrar al campo.
Correa siguió a lo suyo, bailando por el frente de ataque, con Morata y Joao cerca pero no tan enchufados como el argentino, a estas alturas el mayor peligro del Atleti en lo que va de temporada. En el minuto 18, Lodi mete un balón de rosca a la corona del área grande y allí esperaban Giménez y Felipe, los dos enormes centrales. Remató el segundo de fuerte cabezazo abajo, Aitor pudo tocar la bola pero no impedir que entrara. Celebró el brasileño con su habitual pirueta. No sé por qué me late que a Simeone le pasa lo que a muchos de los socios. Nos da miedo verle dar esos saltos mortales. A mi además me da dolor de espalda, cosas de la edad supongo. Tres goles en menos de veinte minutos parecían un buen augurio para una tarde festiva en la que, pese a los reclamos por parte del club, no parecía que hubiera más niños que cualquier otro jornada.
A partir de entonces los rojiblancos dieron un paso atrás dejando al equipo granota, ayer vestido de gris, no me pregunten por qué, el dominio del balón. Circulaba el esférico con criterio por el centro del campo, los valencianos trataban el cuero con sentido pero a una velocidad inofensiva. Los cuatro centrocampistas del Atleti parecían escondidos, intentando robar y salir rápido a la contra, circunstancia que apenas se produjo. ¡Cómo se echa de menos a Koke se oyó decir por nuestro sector! Pues sí, muchísimo. Llegó el descanso sin mayores sobresaltos para alegría de los más pequeños que organizaron tremendo partido entre las colas de los aseos y las de los bares.
En la reanudación entró el comandante Morales, un jugador que necesita campo abierto para ser dañino y ayer no encontró esos espacios. Rochina y Koke destacaban por su trabajo incesante y el Atleti seguía en la trinchera. Los cambios del Cholo, otra vez jaleado, no cambiaron el panorama. Pudo sentenciar en dos ocasiones, una tras un disparo durísimo del menino –qué rápido es armando el disparo– que rozó el palo izquierdo. Se impacientaba el público, se pedía la hora. Bardhi, el talentoso macedonio avisó con una jugada que obligó a Oblak a estirar su brazo hasta el infinito. Se empieza a palpar una cierta inquietud, hasta que llegó el descuento y lo que ya hemos contado. Remató otra vez el 10 de los valencianos, ahora de cabeza y a bocajarro y ahí apareció entonces el brazo de un portero inconmensurable. Oblik, Oblak…ya conocen la canción. Jan Oblak es para nosotros el placer accesible, el milagro doméstico que tanto necesitamos para sobrevivir en estos días de lucecitas, villancicos, y de voces en el Parlamento que dan entre asco y miedo.
Cuando se retire que lo lleven al Louvre y lo dejen allí para siempre.
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Autor >
Luis Mengs
Luis Mengs es realizador. Algunos de sus trabajos se han proyectado en museos como el Thyssen-Bornemisza de Madrid, Bellas Artes de Bilbao, Fundación Telefónica, Reina Sofía, Nagasaki Prefectural Art Museum, Public Library de Nueva York y el Palacio de Carlos V en Granada. Desde 2015 dirige con mano de hierro una empresa de un solo empleado.
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