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Cuando se olvidaron de quienes eran, volvieron a casa. Combinaron éxitos y caídas, vestuarios de primera y casetas de tercera, amigos de verdad y de mentira. Carlos Ramos y Dani Hernández, ambos jugadores del Zamora CF (Grupo I – Tercera División) apostaron su vida a una carta: el fútbol.
Es matemático. La niebla y el invierno llegan a la vez a Zamora. Carlos Ramos y Dani Hernández acaban de terminar el entrenamiento matutino en los anexos del Ruta de la Plata y vienen directos a la cámara. Mientras posan, no paran de bromear. Son amigos desde pequeños. “Compartimos vestuario en el Juvenil Nacional del Zamora, conseguimos el ascenso a División de Honor”, recuerda Carlos. “¡Nos llamaban la generación de oro!”, añade Dani. Se miran, se ríen y empieza la entrevista.
¿En qué momento se os pasa por la cabeza la posibilidad de triunfar en el fútbol?
Carlos Ramos: No sé si te das cuenta de eso. En mi primer año de juveniles suceden mil cosas. Ascendemos a División de Honor, debuto en Segunda B (Zamora CF) con 16 años, soy subcampeón de España y me ficha el Atleti. En ese momento empiezo a pensar que por qué no, que puedo llegar a ser alguien. Tengo solo 16 años.
Dani Hernández: También durante la etapa de juveniles. En mi segundo año en la categoría, debuto en Segunda B con el primer equipo del Zamora con tan solo 17 años. Es cuando se activa algo en mí. Me empiezo a cuidar más, a ser más profesional, a salir menos con mis amigos. Pienso que tengo que aprovechar la oportunidad.
Cuando empiezas a jugar en equipos más importantes, muchos se acercan a ti por interés
Y llegan el Atlético de Madrid y el Getafe.
C. Hago un buen campeonato de España sub-18 y unos representantes se ponen en contacto conmigo. A partir de ahí, empiezo a recibir llamadas de equipos extranjeros y españoles. Siempre he sido un poco cagón y mi familia y yo consideramos que la mejor opción es el Atlético de Madrid: está cerca de Zamora y tiene una gran cantera. Hablamos con Amorrortu, al que le estoy eternamente agradecido, y firmo con ellos. Cuando debuto con el Zamora ya había fichado por el Atleti.
D. Ya estoy con el primer equipo del Zamora y hago una primera vuelta muy buena. Estamos en el grupo madrileño y nos enfrentamos a un montón de filiales. Llega Navidad y mi padre me dice que le ha llamado el Getafe, que me quieren fichar ya. Hablamos con el club, pero ellos no se querían desprender de mí, estábamos peleando por la permanencia, y me piden que aguante hasta el final de la temporada. Me quedo, lo arreglo todo con el Getafe y cuando acaba la temporada me voy a Madrid.
Empieza el sueño.
C. Vives en una burbuja. No valoras lo que tienes hasta que lo pierdes. Esa burbuja te acaba absorbiendo. Cuando estaba en el Atleti mi sensación era: “Estoy triunfando”. Me equivoqué.
¿Cuántas personas creéis que se acercaron a vosotros por interés?
C. Durante la etapa de formación haces amigos para toda la vida. Cuando empiezas a jugar en equipos más importantes, muchos se acercan a ti por interés: camisetas, entradas, etc. Es difícil saber en quién confiar. Al final, acabas entendiéndolo y asimilas que la gente se acerque a ti por interés. Es duro, pero es la verdad.
D. Yo recuerdo pensar: “Tío, ¿no has hablado conmigo en mi vida y me pides esto?”. Después está la noche, que es otro peligro. Al final estás allí solo con 21, 22 años y empiezas a salir, a conocer gente de todo tipo y si no tienes cuidado… Yo tuve suerte y considero que tengo la cabeza bien amueblada, pero te encontrabas de todo.
¿Hicisteis amigos de verdad?
C. Mira, a Iván Alejo le conocí en el Atleti. A día de hoy, nos sigue ayudando a mí y a mi familia. Le da igual que ya no esté ahí arriba, él sigue conmigo. La imagen que tiene la gente de él es totalmente equivocada, siempre lo digo.
D. He jugado en muchos equipos y he hecho tres grandes amigos, los podría contar con los dedos de una mano. Jon Villanueva, en Córdoba. En Compostela, Joaquín, y Ángel Encinar en el Zamora.
Volvemos al verde, ¿Cómo son los primeros días en un vestuario de primera?
C. (Resopla) Los primeros días son muy duros, la primera semana lloraba todos los días. ¡Y eso que mis padres estuvieron conmigo en Madrid una semana entera! Cambia todo: la exigencia, el ritmo, la intensidad. Yo juego con el filial, pero entreno con el primer equipo. No estaba acostumbrado. Echaba de menos Zamora y Álvaro Busnadiego, un amigo de toda la vida que vivía en Madrid, me ayudó muchísimo.
D. Mi sensación fue: “Estoy viviendo lo que he soñado desde pequeño”. Llego a Getafe y me dicen que voy a hacer la pretemporada con el primer equipo. Convivo con Diego Castro, Pedro León, Pablo Sarabia, Álvaro Vázquez, etc. Era mi primera experiencia fuera de casa y estaba siendo increíble.
¿Y el día del debut? (No tardan ni un segundo en responder, lo recuerdan con milimétrica exactitud)
C. Debuto en Córdoba, en un amistoso. Óscar Mena me dice que Simeone quiere que vaya. Apenas hubo charla previa, estábamos todos los canteranos en el banquillo. En el minuto 25, se lesiona Baptistao y no me da tiempo ni a calentar. Salgo a jugar, disfruto y me digo: “Joder, estoy triunfando”. Empiezas a pensar que ya es difícil salir de este equipo, que a ver cuánto tiempo aguantas, que si te vas de aquí será para irte a otro equipo mejor, etc. En muchas ocasiones, el entorno te hace pensar que vas a triunfar muchas más veces de las que tú te crees.
D. Debuto en el Trofeo Ciudad de Vallecas, contra el Rayo. Solo piensas en seguir ahí, en no irte nunca. Ya en competición oficial, recuerdo que hubo una semana en la que estuve a punto de ir convocado con el primer equipo. Jugaban en Cornellá y había un hueco para un jugador del filial. Luis García me dijo que iba a ser yo, pero mi rodilla no mejora y me quedo fuera. Ahí pensé: “Va a llegar, estoy a punto”.
¿Sabes lo difícil que es fichar por un equipo cuando acabas de descender? Recibía llamadas, pero ninguna interesante.
Llega, pero se acaba. Carlos abandona el Atlético de Madrid y tú el Getafe. ¿Cuándo se tuerce todo?
C. Al año de debutar juego el Carranza, le gusto al Cholo y decide que haga la pretemporada con el primer equipo. Todo parecía ir bien, pero mi equipo, el filial, desciende de categoría. El Atleti C desaparece y nos juntamos 40. Decido que no quiero estar ahí y empiezo a buscar salidas. En la cesión todo se tuerce y acabo en el Guijuelo, que es segunda B, y me doy cuenta de que esto es lo que me espera, que mi vida ahora es esta, que este es el fútbol de verdad y el que me espera: luchar en los campos de Segunda B.
D. El momento clave es cuando salgo del Córdoba (se va del Getafe y ficha por el cuadro andaluz). Me voy al Compostela. El presupuesto es altísimo y el objetivo es ascender a Segunda. La ciudad está ilusionada, tenemos muy buenos jugadores. Pero no tengo un buen año y acabamos descendiendo. Ese año es clave. ¿Sabes lo difícil que es fichar por un equipo cuando acabas de descender? Recibía llamadas, pero ninguna interesante. Te toca volver a empezar. Salir de un filial y de un equipo como el Córdoba es jodido. Ves la primera división cada vez más lejos y tus objetivos cambian. Ya no juegas para triunfar, empiezas a jugar para el equipo, para lograr un objetivo común.
Si pudierais volver atrás…
C. Lo he hablado con muchos amigos, cambiaría ser un poco más sinvergüenza. Subía a entrenar y estaba más pendiente de pasársela bien a Griezmann, a Koke, que de demostrar lo que yo podía valer, de jugar para mí y para ver si yo podía triunfar y quedarme allí. Me arrepiento de no ser más valiente y tener más confianza.
D. Cambiaría la manera de cuidarme, de afrontar las semanas, de afrontar una suplencia, un partido sin convocar. Arrepentirme no me arrepiento de nada, todo lo que he vivido me sirve y me ha servido para aprender. Estoy contento con lo que he hecho y con las decisiones que he tomado.
¿En algún momento dejasteis de creer en vosotros mismos?
C. En Pontevedra. Llego y no juego. Cambiamos de entrenador y empiezo a ser importante. Pero en enero me dicen que no cuentan conmigo. Sin embargo, van pasando las semanas y cambian de opinión, que me quedo. El mismo día que acaba el mercado, salgo del entreno y me dicen que estoy fuera. Me dejan sin equipo ese mismo día, a las 14:00h. Solo quería volver a casa. Piensas en si de verdad no eras tan bueno, si todo había sido una casualidad.
D. El año del Amorebieta fue durísimo. En marzo me lesiono, rotura parcial del ligamento de la rodilla. No sentía que estuviese haciendo nada bien. Quería volver a casa, volver al sitio en el que nació esa confianza.
Zamora como terapia.
C. Allí está mi familia, mis amigos, mi casa. Necesito esa calma. Muchos lo ven como un paso atrás, pero estoy disfrutando como un enano. Me siento querido y solo pienso en una cosa: ascender de categoría con el equipo de mi ciudad, el Zamora. Vuelvo al lugar en el que fui feliz.
D. Después del año en el Amorebieta solo quería volver, lo necesitaba. Ahora solo pienso en hacer feliz a los míos, a mi afición, a mi familia. En disfrutar jugando al fútbol. Te das cuenta de que es lo único que importa.
Después de todo, ¿seguís amando el fútbol?
C. El fútbol es mi vida. Claro que me gustaría jugar en un Atleti, en un Barça, pero el Zamora también es el fútbol. En tierra, en césped, da igual. Es lo que más me gusta en el mundo.
D. Lo digo siempre: el fútbol es mi droga.
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Autora >
Sandra Sánchez Riquelme
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