Querida suscriptora, querido suscriptor:

CTXT, el medio del que formas parte fundamental, acaba de cumplir cinco años. Enhorabuena. Cumpleaños feliz. Y que cumplamos juntos muchos más. Para un medio de comunicación que hace periodismo de análisis y de contexto, que lo hace sin más medios que tu ayuda y el trabajo de periodistas libres, cumplir cinco años de vida es el equivalente montañista a escalar el Annapurna en chanclas y bañador. Es decir: en principio, imposible. Pero a veces, como dicen las pintadas de los muros, las cosas imposibles ocurren. Así que aquí estamos cinco años después. Cada uno tiene su historia personal de este periodo, de esos orígenes y yo, que escribo esta carta, también tengo la mía. Hace cinco años, un excorresponsal de El País, Miguel Mora, me llamaba por teléfono para proponerme que me uniera a una aventura extrañísima. Queremos hacer un medio de periodismo reposado, pensando en el lector, de calidad, que llegue tarde a las últimas noticias si hace falta, pero que llegue bien. Tenemos grandes periodistas que han trabajado en grandes medios europeos –me dijo– y ahí estuve a punto de interrumpirle para preguntarle si sabía que estaba llamando al Gerardo de twitter no al de la generación del 27. Ajá, le seguí la corriente, como se le sigue a quien se empeña en regalarte algo sin conocerte de nada. Al colgar, llamé a mi madre y le conté: un nuevo medio que sale en internet, sí, y me han ofrecido que colabore, no, mamá, en papel no, en internet, sí mamá, el resto son periodistas de verdad, y yo qué sé mamá, no se me ocurrió preguntar “qué haces llamándome a mí”, he dicho que sí, pero no creo que dure mucho, menos con fichajes así y con ese nombre, CTXT, que parece una maldición india, no mamá, tu táper de lentejas no lo tengo yo, te lo devolví, me acuerdo perfectamente.

Mi madre, que de medios digitales ni puñetera idea, pero de intuición controla, me dijo que a ella le sonaba bien eso del periodismo reposado y aquello del contexto. “Está muy bien pensado y, además, buena falta que hace, que estáis tontos con tanto vídeo en el móvil y tanto facebook; leer cosas en condiciones es lo que tenéis que hacer. Y el nombre, a mí, no me parece tan feo”, fueron sus palabras durante su TED Talk telefónica. Acertó. 

Durante estos cinco años nos han pasado muchas cosas. A cada uno de nosotros. A cada una de nosotras. Unas buenas, otras malas y otras, pues ni frío ni calor. Nos han pasado en CTXT y han pasado en la sociedad, material de trabajo de esta revista. Por CTXT han pasado grandes periodistas y expertos de esos que nunca salen en Ana Rosa Quintana. Han pasado artículos, viñetas, reportajes, columnas de opinión y editoriales que ahí quedarán, como hemeroteca de los años con más altibajos –y necesidad de análisis– que ha vivido una generación. Al menos la mía. También han pasado por CTXT distintas redacciones. La primera, el salón de casa de los primeros suicidas del proyecto; después una pequeña oficina y ahora un taller. Lo del taller es para no olvidar que un periodista no es otra cosa que un obrero que escribe, analiza, opina o investiga para que otros trabajadores lo lean. 

En el país también han pasado cosas. Cuando CTXT empezó, Rajoy aún andaba leyendo los Marcas de su primera legislatura y en Cataluña el debate no era de presos, ni de lazos amarillos. En enero de 2015, las candidaturas ciudadanas aún no sabían que llegarían a gobernar las principales capitales del país y el fascismo español no era más que un llavero de Franco a tres euros en el Rastro de Madrid o el mercadillo del jueves de Sevilla. En enero de 2015, Donald Trump solo era una broma distópica con la que jugar al juego de “¿te imaginas?”. En 2015 la palabra brexit arrojaba en google menos resultados que fofisano.

En estos cinco años nos ha pasado de todo, pero quienes hacemos CTXT hemos tenido la suerte de que todo nos ha pasado estando aquí, en un medio en el que, gracias a ti, hemos podido analizar, opinar y escribir con la libertad que el momento requería. Estos cinco años de periodismo hechos con la intención de crear un espacio de servicio público te los debemos a ti, que recibes esta carta. Gracias y que cumplamos juntos muchos más. El táper de lentejas, a propósito, sí que lo tenía yo.