La demoníaca invención del cero
Esta cifra, tal y como la usamos, se la debemos a matemáticos indios. Cuando el matemático Fibonacci la introduce en Europa en el siglo XII, copiada de los árabes, se la consideró un producto del diablo
Manuel de León 13/02/2020
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“Multiplícate por cero” es una de las frases ya míticas de Bart Simpson, cuando quiere condenar a alguien a su total desaparición. También usamos la expresión “es un cero a la izquierda” para indicar la irrelevancia de una persona. Así que el cero está inmerso ya en el imaginario colectivo de la humanidad, pero lo que muchos ignoran es que ha sido una invención (o descubrimiento, si nos ponemos platónicos) relativamente reciente.
El cero está intímamente ligado al sistema decimal. Y tiene dos funciones: una, como simple cifra que indica la ausencia de la magnitud que estuviésemos midiendo. Por ejemplo, “tengo mi cuenta corriente a cero”; la otra es posicional. Es decir, no es lo mismo 15 que 105 o 150. Ahí el papel del cero es la clave del sistema.
El primer uso del cero como cifra tiene raíces antiguas, y prácticamente todos los sistemas de numeración lo han incorporado, pero no como parte del sistema y sin el significado actual. Por ejemplo, en el antiguo Egipto los escribas usaron un símbolo para el cero, tal y como aparece en el papiro Boulaq 18, datado en el 1860 antes de Cristo. Ese símbolo significa “algo hermoso y placentero”.
Posteriormente, a mediados del segundo milenio a.C. los matemáticos de Babilonia introdujeron un sistema numérico sexagesimal (que todavía persiste en nuestra manera de medir ángulos o el tiempo) e indicaron el valor posicional del cero con un vacío. Más tarde, en el 300 a.C. usaron dos cuñas en sus tablillas cuneiformes.
En la antiguas culturas precolombinas, los mayas también usaron el cero (un glifo que era una especie de concha de tortuga). Y los incas lo indicaban en sus quipus (series complejísimas de nudos) con la ausencia de nudos.
Los griegos usaban un vacío para el cero, y cualquiera que haya operado con números romanos entenderá rápidamente sus limitaciones para el cálculo y la ausencia del cero.
¿A quién le debemos el cero tal y como lo usamos en nuestros días? A los matemáticos indios, que lo denominaban en sánscrito shunya (el vacío). El matemático y astrónomo indio Brahmagupta teorizó, en el siglo VI, sobre el cero como resultados de cantidades positivas y negativas. Se encontró una inscripción en Angkor Wat (Camboya) datada en el año 683 donde aparece el número 605. En el templo de Chaturbhuj, en Gwalior (India), también aparece el cero, ya posicional y como un pequeño círculo. También le debemos a los indios las cifras del 1 al 9, prácticamente tal y como las escribimos hoy en día. Los árabes transmitieron los conocimientos matemáticos de los indios por todo el Magreb y España (su Al-Ándalus), y una prueba de ello es el Codex Vigilanus del siglo X (llamado así por su autor, el monje Vigila) que se conserva en El Escorial y en el que aparecen las cifras del 1 al 9 (pero no el cero).
El cero causa una revolución cuando el matemático Fibonacci (Leonardo de Pisa) lo introduce en Europa en el siglo XII, en su Liber abaci (Libro del ábaco); Fibonacci lo aprendió de los árabes en sus viajes acompañando a su padre por el norte de África. El nuevo sistema decimal, con el cero incluido, simplificaba de una manera casi mágica los cálculos de los comerciantes, acostumbrados al ábaco, que no precisa del cero. La lucha fue tremenda, y el cero fue acusado de elemento demoníaco. Al final, y como ocurre con las revoluciones, la lucha de lo nuevo tratando de imponerse a lo viejo.
El cero ya está en nuestras vidas (espero que los lectores lo valoren algo más tras esta breve historia). Para finalizar, cero es una palabra que viene de la traducción árabe del nombre en sánscrito, sifr, que dio lugar tanto a la palabra “cero” como a “cifra”.
“Multiplícate por cero” es una de las frases ya míticas de Bart Simpson, cuando quiere condenar a alguien a su total desaparición. También usamos la expresión “es un cero a la izquierda” para indicar la irrelevancia de una persona. Así que el cero está inmerso ya en el imaginario colectivo de la humanidad, pero...
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Manuel de León
ICMAT-CSIC, Real Academia de Ciencias.
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