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En lugar de trabajar el campo, algunos prefieren gastarse la ayuda en el bar. Un sector que necesita ser subvencionado debería desaparecer. Somos los pedigüeños de Europa. No podemos andar interviniendo los precios como si esto fuera la URSS. El mercado se regula solo: es la ley de la oferta y la demanda.
El código ideológico de algunos dirigentes políticos acaba de mutar, por sorpresa, del liberalismo económico más ortodoxo al marxismo tomatero de temporada. Los defensores de la teoría del libre mercado, esa que dice que si cobras una miseria por tu trabajo o por tu producto es porque tu trabajo y tu producto bien valen una miseria, se dan codazos hoy para salir en la foto de las reivindicaciones agrarias. Unas reivindicaciones que piden, para patatús del dios neoliberal, la intervención del Estado en los precios de origen. Algunos políticos se llegan a mimetizar tanto con la reivindicación que incluso acuden a las manis con tractor propio en calidad de terratenientes. “El coletas come lubina y los agricultores en la ruina”, se quejaba amargamente con una pancarta el exalcalde de Almendralejo (PP), imputado en la trama Púnica. Otros, como el presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores de Extremadura, graduado en empresariales por la socialcomunista universidad privada y católica ICADE, piden directamente ir a protestar frente a la casa de Pablo Iglesias. Para ellos, la injusticia es sangrante: ¿Cómo puede ser que en sus 41 años de vida y un mes como vicepresidente Pablo Iglesias haya dejado morir al campo español de esta manera?
Que partidos de derechas apoyen una lucha justa, como la de los agricultores, es un fenómeno tan exótico de ver como una aurora boreal en Cuenca. Pero a veces pasa, y tiene que ver con esa cosa llamada estereotipo del protagonista al que arrimarse. En este caso, el estereotipo es el agricultor. Un hombre auténtico, de la España rural, llano, representante de un modo de vida tradicional, al que se le suponen unos valores conservadores. El agricultor como nuevo objeto de deseo de una derecha española que ve como Cataluña y Venezuela tendrán que entrar en barbecho: ese terreno no acaba de dar los frutos esperados durante la temporada de siembra. En Vox, con un programa económico de bajada de impuestos y un programa moral de sálvese quien pueda, hacen ahora suyas las reivindicaciones de unos agricultores que piden ayuda estatal. Lo hacen con la esperanza de que de aquí salga una especie de movimiento tipo chalecos amarillos en versión extrema derecha española. El corte de carreteras durante las protestas agrícolas ya no supone un ataque contra la democracia, ni son terroristas quienes se enfrentan a la policía o paralizan la circulación para que su lucha sea escuchada. Dirigentes como Iván Espinosa de los Etcéteras o Pablo Casado, señoritos en esa España de Los santos inocentes de Mario Camus, juran hoy haberse criado correteando entre sembrados de cebollinos y descargando alpaca del mismo modo que el último fichaje millonario del Madrid jura haber sido merengue desde pequeñito.
La lucha del campo, como toda lucha contra el capitalismo salvaje, es una lucha justa y compleja. Los agricultores que hoy se manifiestan para defender un sector maltratado no deben dejar de protestar por lo que es justo, ni tampoco deben olvidar que, por debajo de ellos, hay injusticias mayores como la acumulación de tierras en manos de unos pocos o la explotación de los jornaleros y las jornaleras, inmigrantes y españoles, que con sus manos, su precariedad y sus peonás de cuatro duros se dejan la espalda y las manos para llenar las neveras de la ciudad. La lucha del campo, como toda lucha contra el capitalismo salvaje, tampoco debería confundir quiénes son aliados y quiénes infiltrados.
En lugar de trabajar el campo, algunos prefieren gastarse la ayuda en el bar. Un sector que necesita ser subvencionado debería desaparecer. Somos los pedigüeños de Europa. No podemos andar interviniendo los precios como si esto fuera la URSS. El mercado se regula solo: es la ley de la oferta y la demanda.
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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