El afecto indio
Morata y Llorente: de Cibeles a Neptuno
Los dos jugadores del Atleti están consiguiendo con entrega y compromiso que vayan a menos los recelos de parte de la afición colchonera por su pasado madridista
Ricardo Uribarri 20/03/2020
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No es fácil para un futbolista dar el paso de cambiar un equipo por otro que sea de la misma ciudad o con el que tenga una gran rivalidad. Especialmente en España, donde las aficiones lo llevan peor que en otros países, en los que es más habitual. Estamos ante una actividad donde la pasión suele ir por delante de la razón y eso condiciona el pensamiento de muchos hinchas. Algo que se acentúa cuando el jugador involucrado en esa operación ha tenido en el pasado algún gesto polémico hacia su nuevo club o tiene muy marcado el ADN del eterno contrincante. ¿Cómo darles la vuelta a esos recelos, cuando no animadversión? Sólo se me ocurre una manera. La que están haciendo Álvaro Morata y Marcos Llorente en el Atlético de Madrid.
La buena actuación de ambos en el importante partido disputado hace unos días en el campo del Liverpool, donde Llorente marcó dos goles y asistió para que Morata hiciera el definitivo 2-3, siendo decisivos para que los rojiblancos lograran el pase a cuartos de final de la Champions, provocó que muchos de los seguidores rojiblancos, que no les veían con buenos ojos por su pasado en el Real Madrid, reconocieran que están empezando a cambiar de opinión. Y no sólo por su contribución al equipo, brillante ese día, pero irregular a lo largo de la presente temporada, sino por su entrega y compromiso desde que están en el club colchonero. Una actitud que además viene acompañada de gestos que algunos definen como tribuneros, pero que muchos otros agradecen y entienden como parte de su conversión a una nueva fe futbolística. Para el recuerdo quedará la icónica imagen de Morata, después de hacer su gol, arrodillado y pidiendo perdón con las manos a los seguidores atléticos desplazados al campo de Anfield.
Serán mejores o peores jugadores pero si había alguna forma de ganarse a los aficionados viniendo de donde venían es la que están llevando a cabo: respetar la camiseta dejándose la vida en cada jugada
Al delantero madrileño le persigue un cántico que hizo en el balcón de la Comunidad de Madrid en 2014 contra su actual club tras ganar el equipo merengue la décima Liga de Campeones. Una situación que le ha pasado a más futbolistas (Figo, Courtois…) y de la que debería aprender el colectivo para el futuro. Pero ya se sabe, se dejan llevar por la emoción del momento y dicen cosas de las que años más tarde se arrepienten, porque se dan cuenta que les puede cerrar puertas o ponérselo más difícil. En ese caso ha estado Morata, que desde el primer día que se puso la rojiblanca ha tenido dos trabajos: rendir en el césped y lograr el perdón de los que tienen presente aquel episodio. Algunos siguen sin concedérselo, pero parece que hay una mayoría que lo ha borrado de su memoria o está en proceso de hacerlo. Con su positivo talante en el campo y fuera de él, “me siento muy identificado con la filosofía del Atleti, no sólo en el fútbol, sino en todo”, afirmó en su día, se está ganando el cariño de la grada. Y no lo tenía nada fácil.
Marcos Llorente no arrastraba ningún episodio con el Atleti del que arrepentirse. En su caso, el problema era el de provenir del equipo blanco y ser parte de una familia con marcados genes madridistas (es sobrino-nieto del mítico Paco Gento y su abuelo, su padre y sus tíos jugaron para el club de Chamartín), algo por lo que muchos ya le pusieron la cruz. Su precio de compra, 30 millones de euros fijos más 10 en variables, unido a un discreto inicio de campaña, en el que fue poco utilizado por Simeone y apenas lució cuando le tocó jugar, no ayudaron a eliminar los recelos. Quizá otro podría haberse desanimado al ver que las expectativas que tenía cuando decidió cambiar el Bernabéu por el Metropolitano no se estaban cumpliendo. Pero los que conocen a Marcos destacan que gestiona bien esas situaciones y que no se viene abajo. Ha seguido trabajando dando lo mejor de sí en los entrenamientos para responder de la mejor manera cuando llegara su momento. Y si ya en el mes de febrero dejó buenas sensaciones en alguna de sus apariciones, su aportación en Liverpool fue clave para que unos cuantos cambien de opinión sobre él.
A los aficionados de los equipos hay una cosa que les gusta tanto como disfrutar del talento de un jugador. Y es ver entrega, derroche y compromiso
A los aficionados de los equipos hay una cosa que les gusta tanto como disfrutar del talento de un jugador. Y es ver entrega, derroche y compromiso. Muchas veces se aplaude de la misma manera una carrera para salvar un balón que un regate preciosista. Lo que no se perdona es la desidia, no entregarte al máximo. Y en ese aspecto, tanto a Morata, que aguantó lesionado la parte final del partido en Liverpool dando lo máximo, como a Llorente no se les puede poner ningún pero en su periplo rojiblanco. Serán mejores o peores jugadores, habrá a quién les guste más o menos, pero si había alguna forma de ganarse a los aficionados rojiblancos viniendo de donde venían es la que están llevando a cabo: respetar la camiseta dejándose la vida en cada jugada. De esa forma recibirán, como mínimo, lo mismo desde la grada.
La vida es caprichosa y en numerosas ocasiones te lleva por caminos que nunca habías imaginado. El sentimiento de afinidad hacia algo aparece cuando estás a gusto en un sitio, te tratan bien y vives buenas experiencias. Igual que la profesionalidad no es discutible, en este fútbol tan profesionalizado que vivimos no se le puede exigir a un futbolista que desarrolle el mismo amor hacia un equipo que tiene el seguidor. Pero eso no significa que no lo pueda terminar por sentir. Los vínculos se heredan, pero también se crean. Casos hay de jugadores que experimentaron esa sensación. En el Atleti hay varios. ¿Recuerdan el “vine como un vikingo y me voy como un indio” de Juanfran? El lateral alicantino, que ha dejado una huella imborrable en el club, reconoció el día de su despedida que “vengo de un pasado madridista, con un papá madridista, pero al que enseguida transformé a rojiblanco. Como a toda mi familia, mis amigos y mi entorno”.
Los afectos se ganan con el tiempo. Tanto los de los jugadores como los de la grada. Y a veces, de los que más esperabas en el terreno afectivo te sorprenden negativamente, como algunos canteranos rojiblancos que han demostrado tener poco sentido de pertenencia, mientras que de los que menos esperabas en ese aspecto terminan por identificarse con el club. Ya dice el dicho que uno no es de donde nace sino de donde pace. Y en el fútbol, como en tantas otras cosas de la vida, lo importante es encontrar tu sitio en el mundo. Si Álvaro y Marcos siguen así, van por buen camino hacia él.
No es fácil para un futbolista dar el paso de cambiar un equipo por otro que sea de la misma ciudad o con el que tenga una gran rivalidad. Especialmente en España, donde las aficiones lo llevan peor que en otros países, en los que es más habitual. Estamos ante una actividad donde la pasión suele ir por delante de...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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