GOBERNÁNDOSE ENCIMA VIII
Generaciones, corona-virus y Corinna-Vivales
Un gobierno es vertical. Aquí y en Lima. Es un organismo con diálogo moderado en el mejor de los casos
Guillem Martínez Madrid , 10/03/2020
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1- En los últimos días la cosa ha ido de generaciones, de una Europa defendiéndose de invasores orientales como no lo hizo en Constantinopla, de coronavirus y de un nuevo escándalo en la Corona, ese virus. Por lo demás, en MAD hace un frío que hiela el alma, ese objeto que, con el frío, crea más calidez de la deseada. De manera que aquí me tienen en casa, escribiendo esto mientras escucho boleros de Manzanero, tan blando que podría llevar adhesivos de Super Pop en la carpeta. Buuuua. Bueno, al tajo. Empezamos con las generaciones, esa una medida del paso del tiempo, ese animal veloz y que muerde en el pecho. “Nos hizo falta el tiempo. / El pan que un día amasamos, / aquel vino que probamos, / se fue de nuestras manos”. Disculpen, esa meditación del tiempo la apunta Manzanero, ese hijo de XXXX. “Pues pienso estar así toda la tarde, pollo”. Además, respondón. Bueno, las generaciones. Vamos que nos vamos.
2- Uno se parece más a su época que a su padre, decía Ortega. Sobre la época, ese padre putativo, Jung va y dice que “el espíritu de la época escapa a las categorías de la razón”, y que tiene “la pretensión de detentar el privilegio de ser el sentido común”. La época, en fin, son las generaciones, esos cacharros que aportan un sentido común conforme se formulan, opuesto al de la generación con la que se enfrentan. Actualmente, disponemos en el Gobierno de dos épocas. Lo que indica que, tengan la edad que tengan sus usuarios, disponemos de una suerte de dos generaciones, y de dos sentidos comunes. Todo ello, guau, por el mismo precio.
3- Lo sabemos todo sobre una. El pack PSOE. El sentido común del PSOE es la Cultura de la Transición/CT. La CT es el intento de acceder a la cohesión social por medio de criterios culturales. Verticales. Para practicar la CT es necesario algo de lo que ya no se dispone. Unos medios de comunicación dispuestos a ello. Que como que no, o no siempre y todo el rato. Y una política con todos los sujetos apostando por ello. Eso tampoco sucede. Cuando era gobierno, el PP dejó de confiar en mecanismos culturales para aguantar este edificio con aluminosis, denominado R’78, y confío más en multas, poli y jueces. Mal rollito. PP, C’s, Vox, en general, han abandonado el cacharro CT. Han dejado de optar por aplazar el enfrentamiento a través de mitos de cohesión y han optado por el enfrentamiento –algo penalizado en la CT–, a través de otros mitos. Vamos, que lo sabemos todo del PSOE, salvo que no sabemos nada. PSOE está en modo work in progress, en modo reajuste de su ser CT, ese sentido común. Es, en todo caso, el sentido común más longevo en la plaza. Más de 40 añitos. Se dice rápido.
4- Sobre UP también sabemos poco. Sabemos que en el pack convive postcomunismo, post15M y la época, la suya, otros mitos, otras percepciones, otro lenguaje, y otras formas de leer, caminar, hacer esquí náutico o, ejem, follar. La primera prueba de fuego de una generación es integrarse y mantener o no, con ello, su originalidad generacional. Y UP se está integrando o, al menos, forma parte de un gobierno. Un gobierno por lo demás, unido por el hecho de estar en el trademark socialdemocracia débil. Pero desunido por el trademark generaciones. Cuidadín.
5- En la uni te enseñan que un gobierno es un organismo colegiado, de la misma manera que, si pudieran, te enseñarían que la faja Playtex es la mejor, más cómoda y que menos se nota. Alguien, en fin, escribió eso hace años, y coló. Si bien, en el caso de un gobierno, al menos, la cosa no es así. No es un organismo colegiado, o lo que le digan a su madre. Es vertical. Aquí y en Lima. Un gobierno es, así, un organismo con diálogo moderado en el mejor de los casos. Un punto crucial para conseguir eso son las reuniones de los jueves, presididas por la vicepresi Calvo, a las que asisten los subsecretarios. Allí es donde cuelan, o no, las cosas que acceden, o no, al Consejo de Ministros de los martes. Allí, en fin, es donde se depuran las discusiones. Hasta el punto, o al menos esa es su función, de morir.
6- Breve inciso. La reunión de los jueves es un dique. Los ministros de la CNT, en el 36, al menos, refirieron en tiempo real su imposibilidad de gobernar, de colar algo en el CM. De hecho, solo se comieron una rosca Montseny y García Oliver. En sus memorias, García Oliver explica varios truquis para colar papeles en un CM. Pero, brrr, no son aplicables. Porque vete a saber si lo hizo. O por que descansaban en otra época, ese sentido común y, por lo mismo, esa forma de burlarlo. Fin del breve inciso. “Ya era hora”. Calle, Manzanero, y siga llorando. “Voy”.
7- Las reuniones de los jueves son una pieza clave. El proyecto gubernamental es aprobar, en 2020, 92 leyes. La mitad de ellas, antes de agosto. Mucha ley. A ojo, unos 2.398 kilos. Un volumen notorio, que ubica las tensiones gubernamentales y sus subtipos en dos puntos. En el Congreso/Adriana Lastra, que será el punto en el que se deberá negociar 92 veces con otras ideologías y generaciones/épocas. Y en la reuni del jueves/Carmen Calvo, en la que dos socialdemocracias, diferenciadas por su época/generación, se darán para el pelo. Hasta agosto, en esos dos puntos de fricción se ha tratado o se tratarán objetos fascinantes como la Ley de Educación, el ya tradicional Código Penal de cada legislatura, o la Ley de Libertades sexuales. Eso último ya ha pasado. Y ha supuesto un formidable combate generacional inesperado. Veámoslo.
8- La Ley de Libertades Sexuales, en su choque contra Calvo, en sus erosiones con Justicia y –cuidadín, esto es la pera– en su contenido, es un choque generacional con resultado inesperado. Explica la cosa generacional. Junto, o en tensión, con la cosa me-la-envaino/Ley del Juego, y no-me-la-envaino/reformas laborales, puede explicar el pack UP. Alehop:
9- El encargo de la ley llegó a Igualdad rapidito de Presidencia. La idea era que existiera antes del 8M. Se empezó a elaborar en modo ‘etapa-15M’, me dicen. En un ministerio aún sin ordenadores –ni, supongo, jacuzzi, o roomba–. Con las redactoras de la ley reunidas en círculo. Es una ley complicada, por otra parte. Es decir, que afecta a varios ministerios. Entre ellos Justicia, que está con lo del Código Penal y, como ocurre en The Office, no quiere líos con los de otra planta. Por lo visto, lo problemas con Justicia no han sido tales, sino los habituales, relacionados con la cosa unificación y léxico. Justicia recibió el anteproyecto tres semanas antes de su paso al Consejo de Ministros. Y dió por finalizada su participación en la cosa el viernes anterior al martes en el que el CM hizo público el anteproyecto. Quedaron, al parecer, como amigos. En el trámite de su negociación con otros ministerios se vio afectado en, fundamentalmente, un aspecto. El gasto. Se eliminaron propuestas que suponían pasta. Y que afectaban, principalmente, a mujeres migrantes sans papiers. Vamos, que el gasto es ideología. Como sabe la cultura socialdemócrata, más en una generación que en otra. Hubo otras fricciones, además de los análisis de clase, como cierto miedo a que el CGPJ –la Justicia, ese portero de discoteca para esta legislatura– abriera la boca de la cara cuando le toque.
10- Sí, hubo bronca en el Consejo de Ministros. Pero, por tradición, lo que pasa en el CM, en Las Vegas, o en el colonoscopista, queda en el CM, Las Vegas, etc. Si la hubo, lo importante, por tanto, es que la reunión del jueves no funcionó como dique. Falló esa función. De hecho, practicó esa función por otros medios. La vicepresidencia del ramo jueves filtró, hace semanas, el anteproyecto. La idea era ridiculizarlo y someterlo a estrés. Con ello, Vicepresidencia planteaba el conflicto generacional. Era un esta-gente-no-está-preparada. Pero, por lo mismo, era un combate generacional en el feminismo institucional. Por su liderazgo. Es decir, era un no aceptar que otra generación –en este caso, UP– lidere políticas públicas.
11- El pitote planteado por Calvo era interno. Entre un feminismo PSOE, más identitario, más abolicionista, con menos empatía en el tema trans, que representa una época dilatada, y otro por dibujar, más abierto en sus itinerarios y con otros focos en la percepción, de otra época posterior. Es una disputa por la hegemonía del feminismo institucional en la que una generación ha hecho trampa. Ha practicado con herramientas deshonestas, como la filtración y el rumor. Y ha exhibido un sentido común que se ha percibido como de otra época, que es lo peor que le puede pasar a un sentido común o a un coche. “O a mí”. Calle, Manzanero. En el ínterin, eso ha creado tensiones, incluso, en la propia generación de Calvo, en la que había ministros que veían con simpatía la ley, y con antipatía esos apaños. Lo divertido es que el fin de la crisis ha supuesto una devaluación de Calvo en la bolsa. Pero también –no se pierdan el punto 13– un bonus track generacional.
12- El contenido de la ley puede ilustrar esa diferenciación entre feminismo, también generacional. Empezando por el título, que alude a libertades, y no a agresiones. Es decir, tiende a la exigencia de derechos antes que al rol de víctima. La activista feminista Justa Montero me explica la ley. Ahí va. “Esta ley contempla la violación, la agresión y otras formas de violencia, como el matrimonio forzoso, la mutilación genital femenina... Por tanto, amplía el concepto de violencia de la ley de 2004, en la que se habla de violencia de género, aunque en realidad solo se refería a malos tratos en la relación de pareja y expareja”. “Trata sobre la libertad sexual, sobre el consentimiento de la mujer. Por eso es la ley de solo-sí-es-sí. Todo se articula sobre el tema del consentimiento”. “Elimina la distinción entre abuso y agresión. Se rebajan las penas, no es una ley punitiva, pero se fijan agravantes”. “Hay un enfoque integral. Hay reparación material y simbólica”. Posee tramos problemáticos –“las mujeres migrantes en situación administrativa irregular no tienen garantizados sus derechos si no se toca la Ley de Extranjería”–, y temas nebulosos: “el acoso callejero es complicadísimo. Está por aclarar”. Eso es lo que también opina la periodista Nuria Alabao: “la penalización de fenómenos que ocurren en la calle siempre afecta a los que viven en la calle: personas sin hogar, migrantes. Gente pobre”.
13- A toro pasado –en mi vida he visto pasar un toro, ahora que lo pienso–, creo que la crisis ha sido útil. En primer lugar ha supuesto una exteriorización del gobierno, ese agujero negro. Que discutan, que verbalicen diferencias sin llegar a la navaja, no es malo. Es más, es bueno en un gobierno de coalición, que debe tener válvulas comunicativas. No considero especialmente grave que ministros y vicepresis se quejen de su trabajo. Y no veo que eso afecte a la unidad de casi nada. Tampoco a la de un gobierno. Además, el pasado jueves –el San Jueves ese de la reunión de subsecretarios/Calvo–, en un topos informal, Pedro y Pablo, al parecer, y para sellar el malentendido y el distanciamiento frente a la calvinidad, cerraron una ampliación del pacto de Gobierno. Hacia la izquierda. Una limitación de los desahucios, en direcciones parecidas a las establecidas en casos de hipotecas impagadas, pero para alquileres. Yupi. La cosa puede augurar una regulación de precios en zonas limitadas. O no. Ya veremos.
14- Las generaciones, en fin, precisan verbalizarse de alguna manera. En ocasiones, incluso, por la boca. Y este Gobierno debe verbalizar, de alguna forma, sus diferencias. Como en el caso Couso, que separa a PSOE de UP. Y no por los 180.000 euros que se le reclaman al Estado vía sentencia recurrida, sino por la idea de Estado que crea la sentencia que el Gobierno va a recurrir. Un Estado, más o menos, responsable de sus ciudadanos en el exterior, estén esos ciudadanos en zona de guerra o no. Otro punto de separación generacional, que deberá ser verbalizado, es la crisis de la dinastía en activo más corrupta de Europa. La crisis de la monarquía es una publicación por entregas desde Fernando VII/la primera consti, que se ha agravado otra vez con nuevos datos, procedentes de Suiza, sobre su financiación ilegal. Podemos tiene este mes su tercer congreso, o como se llame. Cabe suponer que el congreso repercutirá en una mayor tabulación como partido al uso. Pero la novedad, al parecer, está en su apuesta republicana. Que puede ser procesista o, todo lo contrario, operativa. Sea una cosa u otra, se tendrá que ejercer de una manera u otra. Y con hambre de gol generacional. Y con roces con el PSOE –un sentido común no republicano– en el Gobierno y en el Congreso, topos en el que aún no está claro que al final no haya ninguna comisión que investigue al rey de las comisiones. Entre las comisiones –el saqueo, vamos, un deporte históricamente transgeneracional en los borbones– y el discurso del 3-O –feroz, anclado en una generación antigua–, la monarquía, en fin, se sale de varios sentidos comunes. De casi todas las generaciones, vamos.
15- Gracias al cante suizo sabemos por qué las derechas están tan monárquicas. Sabían que esto acabaría siendo una crisis de Estado. Un momento en el que varias generaciones aplazadas mirarán al R’78 al careto. No obstante, siguen como apollardadas. Parece que están levantando cabeza con el coronavirus, un tema que debe parecer que preocupa a un partido constitucionalista, sustentado en los pensionistas, ese colectivo que, al parecer, sólo agrupará a los nacidos con anterioridad a 1957. Es decir, cada vez menos personas, por lo que cada vez es menos sentido común. A ver cómo les va con la construcción de un sentido común nacionalista gore. Supongo, snif, que bien.
16- Sobre el coronavirus. Es una buena noticia que exista una respuesta. Es decir, que, tras Rajoy, la Sanidad haya vuelto a ser universal, y no haya guetos sanitarios. Por lo demás, no sé nada de epidemias, salvo de la de peste negra del siglo XIV. Meditaciones: a) en aquel momento la epidemia creció hasta niveles absurdos por el hambre previa. Vamos, que el reparto de la riqueza, o de la miseria, es Sanidad. Y, b) con muertes de hasta del 60% en algunos puntos –no será el caso en este caso–, la sociedad no se fue al garete por el culto que recibieron los muertos, debidamente enterrados, con ceremonia y honor. Supongo que c) en el siglo XXI sería el culto a los vivos. No tomarles el pelo, no reducir sus derechos. Asumir gastos. No dejar a nadie atrás por su edad. Y que esto, que pinta una crisis económica, no llegue a crisis humanitaria y de derechos. Que para eso ya tenemos a los Rangers de Grecia. Hoy el Gobierno va a emitir medidas al respecto. A ver.
17- Rayos, he acabado con la peste negra. Esto no hay quien lo levante, así que lo dejo. Manzanero, ¿Pillamos un Glovo? “Venga ese Glovo. ¿Mola papear mientras nos pelamos Megaestructuras Nazis en el DMAX?”. No sé decirle que no, Manzanero. Lo peor de cuando estás blandengue es acabar de noche de tíos con Manzanero. Brrrrrr.
1- En los últimos días la cosa ha ido de generaciones, de una Europa defendiéndose de invasores orientales como no lo hizo en Constantinopla, de coronavirus y de un nuevo escándalo en la Corona, ese virus. Por lo demás, en MAD hace un frío que hiela el alma, ese objeto que, con el frío, crea más...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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