Zozobrando
Fin de mes y de todo
Marta Bassols 2/04/2020
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Hoy empieza un nuevo mes, o acaba otro, con sus cuotas y facturas de aguas y luces y sombras oscuras, como el día gris, y llueve y yo estoy premenstrual y confinada elegantemente con eyeliner y ligueros en el centro de mi salón intentado hacer de esto un paraíso sin lograrlo mucho porque me ha escrito un gestor que no puedo pagar contándome unas cosas… Oh, un momento ha llegado la hora del aplauso (¡Qué difícil no creer que somos monos!) y, en realidad, tengo que hacer un gran esfuerzo para no escribir tacos de puta mierda, joder, hostia. Aunque lo normal, dadas las circunstancias que me rodean este treinta y uno de marzo, uno de abril, o tres, (¡Qué más da si es el último día del primer mes de la pandemia que nos azota, o el primero del orden del nuevo mundo!), sería salir a la calle y correr hasta Madrid con el impulso de mi rabia (que debe ir más ligera que el AVE) y arrancar a mordiscos las cabelleras de quienes destinan las partidas presupuestarias de este nuestro gobierno-progresista y de izquierdas. Que ha inyectado quince millones de euros para ayudar a las televisiones privadas, pero no hace moratorias de alquileres, mientras que da créditos para poder hacer frente los pagos en lugar de congelarlos. Y en la carrera, morder también a todas y todos los tibios y tibias que me encuentre por el camino diciendo que hacen lo que pueden y que este es el mejor escenario posible dentro de toda nuestra tormenta de mierda, y que vais a pagar las tributaciones y facturas de aguas y luces y sombras, a pesar de que la gestión de la crisis de la epidemia en este país esté de momento siendo un despropósito de medidas de poco pan y mucho circo televisado y cifras de muertos y contagiados, que encima son verdaderas y aterradoras, mientras que a las autónomas ya nos han descontado las cuotas. Nos quitan toda la responsabilidad individual y nos encierran con los niños por si acaso, en favor de nuestra salud, y tenemos que creérnoslo.
Pero yo no quiero ver a nuestros abuelos morir (tampoco quiero ver morir a los inmigrantes cruzando el Mediterráneo) y sé que los hospitales están colapsados, y entonces me parece una medida que bien aplicada podría surtir algún efecto, y entonces pienso en el bien común y lo hago, y me convierto en píxel, y me comunico por las cámaras de mis dispositivos con amigas y jefas y productoras para no perder las propiedades del cariño (aún tomado frío) ni del salario. Y desaparezco de la calle y dejo que tomen el control de mi propio cuerpo y del aire que respiro y me empapelo la cara y me enguanto las manos cuando bajo a la compra fugazmente, aunque luego no lave los paquetes de pasta, ni las latas de cerveza que vaya usted a saber cuántos empleados y clientes fallidos habrán manoseado. No se puede ser aséptica del todo, no podemos creer que lo arreglaremos así y nosotros, sobre todo, porque al sujeto “nosotros” lo están desmantelando.
Hoy como digo, han cobrado la cuota de autónomas (o ayer, o mañana) y además me he enterado de que, para poder cobrar una prestación de poco más de seiscientos euros (una sola vez), tendría que facturar este mes por debajo de los 250 euros, es decir cero. A mis amigas de Alemania, el mismo día, les han ingresado cinco mil pavos. A todas. También les incrementan la prestación que recibe cada criatura (hasta los dieciocho años) en más de ciento cincuenta euros. Allí no hacen salsa rosa en la tele sobre cómo se van muriendo los infectados, no aplauden a las ocho, y sí, están confinados. Su número de infectados está bajo control, y no es casualidad que el nuestro no haya parado. Me refiero, como me dice mi amiga Teresa, a que la plaga no es una maldición contra España. Si el virus llegó hasta Europa, son los países que peor lo han gestionado en los que (por esa razón) se ha descontrolado. Entonces, ¿por qué tenemos que pagar impuestos y tasas cuando no estamos ingresando? Como dice Lao Tse, si ves más allá del miedo, siempre estarás a salvo. No perdamos la perspectiva de qué debemos permitir a un gobierno si queremos seguir viviendo una vida que podamos masticar y tragarnos.
La solución es más fácil de lo que pensamos. Si no nos cuidan de verdad, nos plantamos.
Hoy empieza un nuevo mes, o acaba otro, con sus cuotas y facturas de aguas y luces y sombras oscuras, como el día gris, y llueve y yo estoy premenstrual y confinada elegantemente con eyeliner y ligueros en el centro de mi salón intentado hacer de esto un paraíso sin lograrlo mucho porque me ha escrito un...
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Marta Bassols
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