Discriminación
La epidemia se ensaña con los gitanos de Perpiñán
El 90% de los pacientes hospitalizados pertenecen a esta histórica comunidad. La crisis sanitaria también acentúa la pobreza y el racismo en esta localidad del sur de Francia
Enric Bonet 4/05/2020
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¿El virus no entiende de clases? Que se lo pregunten a los gitanos de Perpiñán. La comunidad gitana sedentaria más antigua de Europa ha sufrido el azote de la covid-19. En el céntrico barrio de Sant Jaume (en catalán; Saint-Jacques en francés), el mal alojamiento y las enfermedades relacionadas con la pobreza (obesidad, diabetes, síntomas asmáticos…) han favorecido la incidencia de la pandemia, lo que convierte a los gitanos de la Catalunya Norte en un ejemplo más de cómo la crisis sanitaria acentúa las desigualdades sociales.
Fuentes de los servicios sanitarios apuntan que de los 30 muertos contabilizados en esta localidad aproximadamente el 75% son gitanos
Aunque Perpiñán no es la ciudad francesa más afectada por el coronavirus, sus habitantes gitanos han sufrido la enfermedad de forma trágica. “De las 300 personas hospitalizadas hasta finales de abril a causa de la covid-19, el 90% de ellas pertenecen a esta comunidad”, explica el doctor Hugues Aumaitre, jefe de los servicios de enfermedades infecciosas en el hospital de esta localidad del sur de Francia. Fuentes de los servicios sanitarios apuntan que de los 30 muertos contabilizados aproximadamente el 75% son gitanos.
“Fue uno de los primeros clústeres –núcleo con un elevado número de contagios– en Francia”, asegura Cathy Oustrière, de la asociación Le fil à métisser. Según esta enfermera, que dirige uno de los colectivos más implicados con la comunidad y en el que trabajan payas y gitanas, “el barrio más afectado ha sido el de Sant Jaume”. Este distrito, en el que residen unos 5.000 gitanos (de los 10.000 que viven en toda la ciudad), “no es solo uno de los más pobres de Francia, sino que además en él abundan edificios en malas condiciones y viviendas pequeñas”, recuerda Oustrière. “Hay pisos en los que conviven nueve personas bajo un mismo techo. ¿Cómo se pueden respetar las medidas de distancia social en esta situación?”.
“El principal motivo del fuerte impacto de la covid-19 es nuestra manera de vivir en comunidad”, explica Samir Meziani, pastor gitano y mediador en el barrio de Sant Jaume. De confesión evangelista, muchos de ellos participan en ceremonias religiosas en las que los abrazos resultan habituales. A principios de marzo detectaron los primeros contagios en Perpiñán y en esos mismos días se celebraron matrimonios y entierros en los que el virus pudo circular. “Hubo mucha gente que acudió al funeral de un pastor evangelista que falleció a causa del coronavirus”, explica Oustrière, sobre un acto celebrado a mediados de ese mes, antes de que decretaran la cuarentena en Francia el 17 de marzo.
“Desconocemos cuál fue el paciente cero”
¿Pero cómo llegó la enfermedad a este colectivo? “Desconocemos cuál fue el paciente cero”, reconoce Aumaitre. Según este doctor, están estudiando varias hipótesis: “El mitin de Puigdemont, la campaña de las municipales francesas o la visita de un pastor evangelista procedente de Córcega”, una de las primeras zonas afectadas en Francia. También se especuló con que los contagios empezaron a través de un miembro de la comunidad que hubiera asistido a la iglesia evangelista La Porte ouverte de Mulhouse (nordeste), donde se celebraron unas jornadas del 17 al 24 de febrero que fueron uno de los primeros focos de la epidemia en el país vecino. “Pero no hemos encontrado a ningún gitano de Perpiñán que participara en ese encuentro”, sostiene Aumaitre.
Más allá del origen, la pandemia se ensañó con esta comunidad. Debido a la pobreza, se trata de una población “con factores de riesgo, como niveles de obesidad y diabetes más elevados que la media”, asegura el jefe de los servicios de enfermedades infecciosas. Una de las particularidades ha sido que “los enfermos eran más jóvenes de lo habitual, con varios casos de hombres de 30 o 40 años”, recuerda Oustrière. De hecho, la primera víctima de covid-19 en la capital de la Catalunya Norte solo tenía 24 años.
“Cuando empezaron los contagios, nos dimos cuenta rápidamente de la amenaza que representaba para esta comunidad”, afirma Aumaitre. El hospital de Perpiñán triplicó el número de camas de reanimación y multiplicó por diez las que disponía en los servicios de enfermedades infecciosas. “Hemos podido atender a todos los enfermos en condiciones óptimas”, añade el doctor. Además, impulsaron dos centros ambulatorios en los distritos gitanos. También se puso a su disposición un hotel para aislar a los contagiados. “Pero muchos de ellos no quisieron encerrarse ahí. No fue una buena solución”, considera Meziani, quien lamenta el escaso material de protección, como mascarillas, que se proporcionaba a los enfermos con síntomas leves al inicio de la epidemia.
Tras un mes y medio de cuarentena, cuya desescalada empezará el 11 de mayo, también se ha degradado la situación social en Sant Jaume. “Cada vez nos encontramos con más personas que nos dicen que se han quedado sin dinero y que no les queda casi nada en la nevera”, lamenta Oustrière, sobre la cruda realidad en un barrio en que el 60% de las familias se encuentran bajo el umbral de la pobreza. Muchos de sus habitantes vivían de empleos informales, como vendedores ambulantes, hojalateros o lampistas. Pero todas estas actividades quedaron paralizadas. Aquellos pequeños comercios, que antes les permitían comprar a crédito, dejaron de hacerlo. Una urgencia social que se ha visto compensada con el reparto voluntario de alimentos.
La pandemia acentúa la pobreza y el racismo
El tejido asociativo sirvió, asimismo, para atenuar las consecuencias más graves. El colectivo Le fil à métisser no solo atendió a los enfermos gitanos en sus domicilios, sino que también les ofreció asistencia psicológica a través de una línea telefónica y con conversaciones de grupo en las redes sociales. Tras el desconfinamiento, “preveo que el 80% de las personas de esta comunidad sufrirán síntomas de ansiedad”, sostiene la psicóloga Shereen Defour, que colabora con esta asociación. Además de la angustia por el virus, muchos de ellos no pudieron despedirse de sus seres queridos. Y esto “resulta muy duro, ya que el vínculo familiar es fundamental para los gitanos”, recuerda Meziani.
La ultraderechista Reagrupación Nacional fue la fuerza más votada con el 35% de los sufragios en la primera vuelta de las municipales el 15 de marzo
Este grupo es doblemente víctima de esta crisis, tanto por el incremento de la pobreza como de la xenofobia. Cuando se supo el fuerte impacto en esta comunidad, proliferaron mensajes en redes en los que se consideraba que el origen del virus no era chino, sino gitano. “Hay mucho racismo en Perpiñán”, lamenta Meziani, sobre una localidad donde la ultraderechista Reagrupación Nacional fue la fuerza más votada con el 35% de los sufragios en la primera vuelta de las municipales el 15 de marzo. “A una de mis pacientes, que es diabética, uno de los especialistas del hospital se negó a atenderla si no iba a la consulta con mascarilla”, explica Defour, quien considera que esta exigencia se debía a “su condición de gitana”.
“También se nos ha acusado de no respetar el confinamiento”, reconoce Meziani. Una desconfianza xenófoba que también ha sido habitual en el resto de Francia con los habitantes de la banlieue. No obstante, en el caso de los gitanos, en realidad “se encuentran hiperconfinados”, asegura la psicóloga de Le fil à Métisser. “Tienen mucho miedo al virus y la mayoría de ellos dicen que no llevarán a sus hijos a la escuela el 11 de mayo”, cuando empezará una vuelta al colegio voluntaria en Francia.
Como reconoce Meziani, este aislamiento no es un hecho ajeno en la historia de esta comunidad: “El confinamiento no resulta ninguna novedad para los gitanos, ya que hace tiempo que nos encontramos confinados dentro de la sociedad”.
¿El virus no entiende de clases? Que se lo pregunten a los gitanos de Perpiñán. La comunidad gitana sedentaria más antigua de Europa ha sufrido el azote de la covid-19. En el céntrico barrio de Sant Jaume (en catalán; Saint-Jacques en francés), el mal alojamiento y las enfermedades relacionadas con la pobreza...
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