EQUILIBRIO TERRITORIAL
La España vacía después de la covid-19
En esta crisis el medio rural ha ganado credibilidad pero ha perdido la prioridad que tanto le costó conseguir en la agenda pública y en la agenda política, frente a las urgencias de la crisis sanitaria y la crisis económica
Francisco Ramos 2/06/2020
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La primera oleada del estudio sero-epidemiológico ENE-Covid19 ha dibujado el mapa de la España interior en torno a Madrid, con altas tasas de prevalencia de anticuerpos IgG anti SARS-COv2. Rompe el modelo Barcelona, única provincia costera con una tasa superior a la media nacional, propia de nuestro modelo de jerarquía urbana de dos ciudades globales con intensas relaciones entre sí.
Habrá tiempo y dos rondas más de este estudio para explicarnos la razón de esta alta tasa de prevalencia en provincias de elevada dispersión y baja o muy baja densidad demográfica. El paradigma es Soria, con una tasa que duplica la de su comunidad y casi triplica la de España; o Cuenca, con una tasa parecida. Aunque la tasa de los municipios de población inferior a 5.000 habitantes está por debajo de la del conjunto del territorio, no sabemos aún cómo se comportan las de los municipios rurales de las provincias con tasas más altas de prevalencia.
La explicación está en las intensas y complejas relaciones de Madrid con su área de influencia. Precisamente este mapa de prevalencia marca el perímetro de los territorios con mayor interacción con el gran Madrid, en el que además de las distancias interviene el tiempo de desplazamiento o, lo que es lo mismo, la facilidad de comunicación.
¿Queda Extremadura fuera de este mapa por sus dificultades de comunicación con Madrid? Además de las extremeñas, otras provincias con graves retos demográficos, como las del noroeste peninsular, remotas y aún sin AVE, quedan fuera de este mapa de provincias con tasas de prevalencia superiores a la media nacional.
En las secuelas económicas y sociales de la crisis sanitaria vamos a volver a ver las consecuencias de la intensa dependencia de las economías rurales respecto a las urbanas y de los territorios dependientes respecto al gran área metropolitana de Madrid.
Amenazas y oportunidades para la España interior
El mapa español de la pandemia juega en contra del relato de la España rural como reducto de vida saludable y reclamo para la captación de turistas, inversores y nuevos residentes, desengañados durante el confinamiento de las limitaciones y patologías de la vida urbana, y alentados por las oportunidades del teletrabajo. ¡Madrid llega muy lejos!
La que se llamó España vacía o vaciada ha perdido la prioridad que tanto le costó conseguir en la agenda pública y en la agenda política
En este argumento han puesto sus expectativas muchas autoridades locales y militantes de la ruralidad, que reclaman con todo el derecho, oportunidad y ahora urgencia, más y mejor conectividad con fibra óptica en todas las poblaciones. Sin embargo, en el medio rural se presume cierto rechazo a la llegada de foráneos portadores de toxicidad. Por otro lado la idea del retorno a la naturaleza puede acabar en manos de promotores del urbanismo de mancha de aceite, en el que el campo se queda en unos pocos metros cuadrados de jardín en los que instalar una mesa de cultivo ecológico.
La crisis sanitaria y sus incidencias, junto con la cuarentena, han reforzado el arraigo de valores que obran a favor de la ruralidad y los territorios con retos demográficos, como el de sostenibilidad, equilibrio –ecológico, económico, demográfico, territorial y social– y soberanía productiva. Pero la que se llamó España vacía o vaciada ha perdido la prioridad que tanto le costó conseguir en la agenda pública y en la agenda política, frente a las urgencias de la crisis sanitaria y la crisis económica. El propio apoyo altruista de la población urbana a esta causa cederá frente al interés por la salud y el empleo propios.
Cabe esperar la acumulación de los recursos públicos para la recuperación económica en las áreas de concentración de empresas y de población, con riesgo de incrementar los desequilibrios territoriales. Y probablemente no pueda ser de otra manera. Se dirá habrá que arrancar la(s) locomotora(s) para que tiren de todo el convoy, o algo así. Pero la recuperación tiene que ser una oportunidad para la transición ecológica y la lucha contra el cambio climático, que no son posibles sin correcciones del modelo económico que favorezcan el equilibrio territorial. La urgencia, sin embargo, se va a focalizar en las políticas de protección social y de reconstrucción de los servicios sanitarios y de atención a las personas mayores, frente a las de convergencia territorial. El arte está en hacerlas compatibles desde su propia concepción.
Particularmente grave para esta España interior puede ser la aceleración del declive de las ciudades medias, capitales de provincia y centros comarcales, a quienes incumbe la responsabilidad, no siempre asumida, del liderazgo territorial. Tradicionalmente prestaban servicios casi en exclusividad, que ahora tienen que competir con los que se proveen por circuitos digitales, o bien desde las capitales autonómicas o desde Madrid, gracias a la facilidad de las comunicaciones. La mayoría venían perdiendo población desde la instalación de la crisis económica. Si fallan estos núcleos con un tejido económico mínimamente diversificado, con capacidad de provisión de servicios y de vida social y cultural y, por tanto, de creación de empleo y fijación de población, no habrá donde sostener una estrategia de equilibrio territorial y frente a los retos demográficos.
El medio rural ha ganado credibilidad. No ha fallado la provisión de alimentos. Se ha respetado con naturalidad un modelo de confinamiento urbano
Si se repite el patrón demográfico de la crisis económica de 2008, junto a la caída del saldo vegetativo asistiremos en la España interior a la emigración de los inmigrantes extranjeros, con efectos no solo demográficos, sino también económicos. A pesar de la crisis de empleo, se intensificará igualmente la emigración interior, por balance de oportunidades entre las grandes áreas urbanas y los territorios periféricos.
Para la España interior, que se había puesto de moda con la etiqueta de vacía o vaciada, la crisis es tiempo de riesgos y oportunidades, como para todos los territorios. Por las consultas que he hecho para este artículo, desde fuera se ven más las amenazas y desde dentro un poco más las oportunidades. El optimismo es un buen activo para abordar estos retos.
En esta crisis el medio rural ha ganado credibilidad. No ha fallado la provisión de alimentos. Se ha respetado con naturalidad un modelo de confinamiento urbano. A pesar del mayor riesgo derivado del envejecimiento y del distanciamiento físico, se ha mantenido el sentido de comunidad. Hay que destacar también el comportamiento más que solvente de los ayuntamientos rurales en el ejercicio de competencias impropias, gestionando una parte de la crisis sanitaria, económica y social.
El principio desde el que abordar los retos demográficos de la España interior, sigue siendo el de equidad, que parte de la igualdad de derechos de la ciudadanía, pero da por sentado que para hacerla efectiva no se puede tratar igual a los desiguales. Los principios constitucionales de igualdad y justicia dan fundamento a las políticas de equidad, que incluyen las políticas de compensación y discriminación positiva. Nueva normalidad, misma clave democrática.
La primera oleada del estudio sero-epidemiológico ENE-Covid19 ha...
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Francisco Ramos
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