análisis
El oasis gallego: ¿por qué ganará el PP (de nuevo) este domingo?
Feijóo ha conseguido que los populares, además de ganar elecciones, desprendan un aura de invencibilidad que funciona como la mejor de las herramientas electorales
Daniel Vicente Guisado / Víctor Pérez-Guzmán Arbáizar 7/07/2020
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El PP en Galicia podría ser fácilmente diagnosticado como un partido que sufre un trastorno de bipolaridad política y electoral. A nadie se le escapa las enormes diferencias entre las elecciones autonómicas y las generales. Mientras que en los comicios del pasado 10-N PP y PSOE empataron en votos y escaños en Galicia, según la preelectoral del CIS el primero aventaja al segundo en 26 puntos de cara a las elecciones de este domingo 12 de julio.
El PP en Galicia consigue un voto mucho más autonomista que en el resto de España. Algo que no ocurre en el País Vasco o Cataluña
Independientemente de la debilidad del PP en España, con dos intentos reales de sorpasso en el último año (primero de Ciudadanos y después de Vox), dos elecciones generales perdidas, una moción de censura exitosa que les apartó del gobierno central y una pandemia mundial con su posterior gestión política, la marca regional popular en Galicia, capitaneada por un imparable Feijóo, parece seguir siendo imbatible. En todas las encuestas publicadas en lo que llevamos de año el candidato del PPdeG obtendría la mayoría absoluta. Sería la cuarta consecutiva desde el 2009. ¿Qué está pasando en Galicia?
El lema de los populares gallegos (“Galicia, Galicia, Galicia”), o la ausencia deliberada de todo símbolo del Partido Popular en la escenografía de la campaña electoral, da muestra de lo que Alberto Núñez Feijóo pretende desde el primer momento: alejarse del nuevo ADN popular. Sin embargo, en modo alguno el candidato a revalidar la presidencia de la Xunta quiere desligarse de la esencia galleguista de los populares, sino marcar distancia con una política nacional hiperbólica que en el último año ha radicalizado las posiciones del PP. Puede que Casado se crea cómodo en estas nuevas coordenadas, pero Feijóo tiene claro que este no es un escenario digno de batallar. En este sentido, si se compara la ideología declarada por los votantes del Partido Popular, ya en 2016 se veía cómo el PP de Feijóo es capaz de aglutinar voto en el centro de manera mucho más eficiente que los populares a nivel nacional.Esta moderación ideológica, conjugada con un espacio electoral de derechas que sigue sin fragmentarse (ni Ciudadanos ni VOX parecen estar robando votos al PP), es sin duda una de las claves del éxito del PP Gallego.
Bien sabe el actual presidente de la región que las inmensas mayorías que heredó de su antecesor Fraga, y que este domingo espera ratificar, únicamente se construyen sobre una heterogeneidad de igual o mayores dimensiones. Una diversidad que el PP nacional no es capaz de obtener. Una de esas dimensiones en las que la marca regional consigue distanciarse de la nacional y parecerse más al conjunto gallego es el eje nacionalista. En las anteriores elecciones autonómicas gallegas, entre los que votaron al Partido Popular, solo un 3% se sentía únicamente español. Entre los que votaron al mismo partido en las generales del 10-N esta cifra ascendía al 23%. Algo similar, pero ciertamente con menor intensidad, ocurre entre los que se sienten más españoles que gallegos. Por el contrario, el PP de Galicia cosecha datos opuestos al nacional entre aquellos con un fuerte sentimiento nacionalista: considerarse más gallego que español y únicamente gallego, con el 39,7 y 27,5% respectivamente, a diferencia del 4,4 y el 1% del PP de Pablo Casado. El PP en Galicia consigue un voto mucho más autonomista que en el resto de España. Esto no ocurre en otras regiones históricas como el País Vasco o Cataluña.
Se puede ver la dimensión nacionalista de otra forma. En las elecciones gallegas del 2016, entre aquellos gallegos/as que se consideraban nacionalistas (27,3% sobre el total de la región), 1 de cada 3 optó por votar al PP de Feijóo. Unas cifras mayores que las que obtuvo cualquier otro partido de la oposición, incluido el BNG. Sin embargo, la cuestión no acaba aquí. También el Partido Popular arrasó con más de la mitad de los apoyos entre los que no se consideraban nacionalistas (la opción mayoritaria con el 72,7% sobre el total de ciudadanos gallegos). Tanto el conjunto del electorado del PP como el del PSOE tienen una composición muy similar a la del conjunto de ciudadanos de la región, con un 78% de votantes no-nacionalistas. Las antiguas Mareas estaban más balanceadas entre ambas opciones (35,3 y 64,7%) y, por último, el BNG del 2016 ostentaba un electorado claramente inclinado hacia el lado nacionalista (72,8 y 27,2%), un sector que recordemos es minoritario en la región.
Probablemente estos últimos datos ayuden a entender el cambio que la candidata del BNG, Ana Pontón, ha realizado en esta campaña, mucho menos centrada en la cuestión identitaria y más sensible a las demandas sociales. En la mayoría de los últimos sondeos el BNG está en viva pugna con el Partido Socialista de Galicia por la segunda posición. Una señal de cómo la nueva apuesta pragmática de Pontón, con la ayuda del desmoronamiento de las Mareas, parece sentarle bien al Bloque.
Existe no obstante otra cuestión que en el PP nacional es tabú: la organización territorial. El PP de Galicia es mayoritario entre los votantes que tienen como preferencia un Estado único sin autonomías, un Estado con menos autonomías y un Estado como el actual. Las tres opciones representan casi el 78% del total de ciudadanos gallegos. Incluso en una opción como la de potenciar las autonomías actuales el PP gallego es bastante competente, con números cercanos al PSOE y al BNG en 2016. Únicamente se descuelga de la opción sobre la posibilidad de un Estado gallego independiente, aunque esta representa solo el 5% del electorado. Una muestra de cómo Feijóo ha conseguido encarnar el ya tradicional “galleguismo equidistante”. En Galicia, a diferencia del País Vasco o Cataluña, el nacionalismo partidista abandonó la vía centrista-burguesa que tan buenos resultados ha reportado al PNV y a CiU en las últimas décadas. En este territorio, donde las organizaciones nacionalistas desde el tardofranquismo estuvieron muy ancladas a opciones claramente de izquierdas, ha sido el Partido Popular el que ha representado este papel de equidistancia nacionalista.
Durante las tres últimas legislaturas ninguno de los partidos de la oposición ha presentado un liderazgo capaz de disputar la Xunta al actual presidente
Una última cuestión que puede explicar el éxito de Feijóo en Galicia tiene que ver más con los deméritos de la oposición que por las virtudes propias. Durante las tres últimas legislaturas ninguno de los partidos de la oposición ha presentado un liderazgo fuerte capaz de disputar la Xunta al actual presidente. Si se atiende a los datos de las encuestas postelectorales de Galicia en los últimos años, se puede observar cómo, mientras que a Feijóo prácticamente la totalidad de encuestados declara conocerlo, todos los portavoces que han pasado por los distintos partidos de la oposición cosechan porcentajes sustancialmente más bajos. Incluso en estos comicios, donde los candidatos de PSOE y BNG han conseguido mejorar en este aspecto, la diferencia con Feijóo en el número de encuestados que declaran conocerle es mayor a 20 puntos.
Esta diferencia en los liderazgos de los partidos puede ser uno de los factores que expliquen esa bipolaridad electoral que se mencionaba al comenzar el artículo. Por ejemplo, más de un 20% de quienes recordaban haber votado al PP en 2016 manifestaban sentir la misma o más simpatía por el PSOE que por el PP. En un contexto donde tienes opciones que te agradan de manera parecida, un liderazgo fuerte puede ser la clave para decantar la balanza del voto. Aquí es probablemente donde esté ese 10% de electorado socialista que Feijóo reconoció recientemente que necesitaba atraer, y que las declaraciones de Cayetana Álvarez de Toledo dificultaban.
Es curioso que en Galicia cuando se pregunta directamente por el partido que gustaría que ganara, la correlación de fuerzas entre el PP y las formaciones de izquierdas sea pareja e incluso ligeramente mayoritaria entre las opciones de partidos de izquierdas, y, sin embargo, tanto en la intención de voto como en el voto real de las últimas elecciones la victoria del PP ha sido aplastante. En Galicia Feijóo ha conseguido que el PP, además de ganar elecciones, desprenda un aura de invencibilidad que funciona como la mejor de las herramientas electorales.
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Daniel Vicente Guisado y Víctor Pérez-Guzmán Arbáizar son politólogos. Están cursando el Máster en Análisis Político y Electoral de la Universidad Carlos III de Madrid.
El PP en Galicia podría ser fácilmente diagnosticado como un partido que sufre un trastorno de bipolaridad política y electoral. A nadie se le escapa las enormes diferencias entre las elecciones autonómicas y las generales. Mientras que en los comicios del pasado 10-N PP y PSOE empataron en votos y escaños en...
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Daniel Vicente Guisado
Es politólogo por la UC3M. Especializado en análisis electoral y político.
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Víctor Pérez-Guzmán Arbáizar
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