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¿Ustedes se acuerdan de cómo la crisis económica de 2008 provocó la refundación del capitalismo, tal y como habían demandado personalidades tan poco sospechosas de bolchevismo como Sarkozy? Yo tampoco. El mal nunca duerme. Sobre todo si su objetivo es algo más modesto que el de dominar el planeta y convertir a sus habitantes en esclavos, y se limita a querer extraer enormes beneficios de la prestación de unos servicios esenciales que ya presta ese conjunto de organizaciones que llamamos Estado, sin más ánimo de lucro que el de mantener los sueldos de los que la integran.
Por eso creo que no nos vamos a acordar de cómo la crisis del coronavirus contribuyó al refuerzo de servicios públicos como la sanidad, la educación o la asistencia, sino a su deterioro en nombre de su mejora.
De hecho, en Galicia ya se ha dado el primer paso con la educación universitaria. El pasado 6 de mayo, la misma Consellería de Educación que ni siquiera había informado al profesorado de secundaria sobre qué planes tenía para acabar el curso, presentaba un borrador de “Programa de transformación a la docencia innovadora en el sistema universitario de Galicia”. Formalmente era tan borrador que ni disimulaba el método de elaboración mediante corta y pega, mezclando tipografías e incluso idiomas, pero el fondo era claro: proponía un proceso de reconversión de las universidades gallegas a la enseñanza semipresencial permanente. Veinte días después, la Xunta retiraba el proyecto “por la utilización para la confrontación que están haciendo determinados colectivos de la iniciativa de la propuesta” (sic).
Basta con ser padre de alguien en edad escolar para constatar que la enseñanza telemática generalizada es, a día de hoy, fuente de más desigualdades
Esos “determinados colectivos” eran las tres universidades gallegas, las centrales sindicales y decenas de profesores universitarios que habían iniciado una recogida de firmas en contra de la medida. ¿A qué se debía presentar una reforma de tal calado para una institución que está saliendo del paso como puede de una emergencia, y en un período de apagón informativo para cualquier tema ajeno precisamente a esa emergencia? Bien, es un debate que planea sobre la universidad en general, pero ¿urgía tanto como para encargarle un plan a una consultoría, sin enviar un mísero whatsapp a los afectados? (La retirada, sin embargo, no tiene ningún secreto: hay elecciones autonómicas en un mes y lo último que conviene es abrir frentes).
El exrector de la Universidade da Coruña (UdC), Xosé Luís Armesto tiene claras las razones: “la implantación generalizada de la enseñanza semipresencial en la universidad pública, como primer paso hacia lo virtual, favorecería la creación de universidades privadas, al disminuir los requisitos para su implantación; el modelo virtual en una universidad dirigida al lucro permitiría incrementar los beneficios y disminuiría los costes de personal, creando empleo únicamente docente e en condiciones precarias”. En Galicia existen tres universidades públicas, A Coruña (UdC), Santiago (USC) y Vigo (Uvigo) con sus tres respectivos campus satélite en Ferrol, Lugo y Ourense. La demanda parece estar tan cubierta que el único proyecto privado previsto tiene respaldo bancario (Abanca). Si se incrementa la oferta, tendrá que estimularse la demanda de alguna forma, o reducir los gastos. Nada mejor que el viejo reclamo de la modernidad.
No hace falta ser Paulo Freire ni Célestin Freinet, basta simplemente con ser padre de alguien en edad escolar en estos meses de confinamiento para constatar que la enseñanza telemática generalizada (repito, generalizada) es, a día de hoy, fuente de más desigualdades. Entre los alumnos que tienen ordenador propio y los que tienen uno para toda la familia, o ninguno. Entre los que se pueden permitir pagar conexiones decentes y los que van tirando con los datos del móvil. Entre los que viven en territorios con fibra óptica y los que tienen que subirse al campanario de la iglesia para tener cobertura.
Las mayores movilizaciones que se han registrado en Galicia en los últimos años han sido contra las decisiones del gobierno de Feijóo en materia sanitaria
Armesto cita al Nuccio Ordine aterrado “por los elogios que está recibiendo estas semanas la enseñanza telemática, entre ellos, por desgracia, los del ministro de Universidades, Manuel Castells”. Ordine, desde la Universidad de Calabria, se pregunta si, en el futuro, “la interacción humana será un lujo cada vez más reservado a las familias ricas y lo digital y virtual quedará para formación de la gente con menos recursos”. Y Nellie Bowles, la corresponsal del NYT en Silicon Valley, le contesta desde allí que “los ricos ahora temen a las pantallas. Quieren que sus hijos jueguen con bloques, y las escuelas privadas libres de tecnología están prosperando. Los humanos son más costosos, y las personas ricas tienen la voluntad y la capacidad de pagarlos”. En muchos lugares de Wichita (Kansas) y de Utah, miles de niños tienen como único profesor un software con un programa escolar breve.
El colmo de la propuesta semipresencial y semiclandestina es que la Xunta de Galicia no tiene competencias para ponerla en marcha. No conviene desdeñar, sin embargo, el papel del PP de Galicia como FAES con fuego real. La Xunta de Fraga fue la que inició el invento aquel de las Fundaciones sanitarias, que después se reprodujo con exuberancia mediterránea en Valencia o se desarrolló con furia inmobiliaria en Madrid. La campaña de Feijóo de 2009 para acabar con el gobierno bipartito de PSdeG y BNG, que después integró aquellas fundaciones en el sistema público, fue la primera “todo vale” de este lado de los Pirineos. Y ahora Alberto Núñez Feijóo se ha convertido en el adalid de lo público.
Con iniciativas como la universidad semipresencial o con declaraciones como que “la sanidad pública gallega de 2009 [la que él heredó], no habría podido contener el coronavirus”. Curiosamente, las mayores movilizaciones que se han registrado en Galicia en los últimos años han sido contra las decisiones del gobierno de Feijóo en materia sanitaria. 100.000 personas contra la concesión de la gestión del macrohospital de Vigo, que el bipartito había previsto como público, a una multinacional (y a la vez mantener los conciertos con centros privados). Decenas de miles de manifestantes en Monforte, Burela o Verín contra la supresión de servicios en los respectivos hospitales comarcales.
En resumen, el típico político capaz de cortar una secuoya y subirse luego al tocón para pronunciar un discurso para su conservación, como definió en 1952 Adlai Stevenson II a un joven estadista que despuntaba, Richard Nixon.
¿Ustedes se acuerdan de cómo la crisis económica de 2008 provocó la refundación del capitalismo, tal y como habían demandado personalidades tan poco sospechosas de bolchevismo como Sarkozy? Yo tampoco. El mal nunca duerme. Sobre todo si su objetivo es algo más modesto que el de dominar el planeta y convertir a...
Autor >
Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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