Cinco flamencas / Rosario ‘la tremendita’, cantaora
“Lo único que no cabe en el arte son los miedos y los prejuicios”
Enrique Fuenteblanca 8/08/2020
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Rosario La Tremendita (Triana –Sevilla, 1984) aúna, en una misma mirada, la transgresión permanente y la claridad de lo jondo. De esta manera, hace de la tradición raíz y de la búsqueda en otras formas culturales una disciplina. Su imagen proyecta un pretendido inconformismo, pero sería demasiado fácil quedarse en esta idea de superficie. Para La Tremendita, mirar hacia afuera supone un acto de enriquecimiento y, como sucedería con el mejor Mairena, un ejercicio de traducción. En un mundo de bastardías, la voz de Rosario (como las mejores traducciones) es capaz de avivar las emociones que nutren a las expresiones artísticas más dispares. Su meta es cantar de forma honesta y sin prejuicios; hacer respetando, en todo momento, la esencia que la caracteriza.
Cuando se piensa en la Tremendita, frecuentemente vienen a la mente palabras como transgresión o inconformismo. ¿Hasta qué punto crees que esa idea puede enriquecerte o limitarte?
Realmente no es algo premeditado. Yo me he criado en la tradición desde pequeña, en la base establecida del flamenco: las peñas, los concursos, los festivales flamencos del mantón y la silla. He evolucionado hasta aquí por muchos factores y motivos diferentes, y realmente no he pensado en qué me puede limitar o no. Yo me manifiesto en el arte tal y como soy y lo desarrollo tal y como lo pienso en ese momento. ¿Esto tiene algunos límites? Es posible. ¿Me lleva a algún tipo de ruptura y me abre a otro tipo de campos? También es posible. Pero no es nada premeditado. Yo no me levanto por la mañana pensando qué voy a hacer, sino que hago música, contemplo el arte, me desarrollo y busco la parte creativa de lo más natural que hay en mí, y eso es lo que sale.
El artista flamenco ha estado vinculado tradicionalmente a la fiesta, pero también a escenarios como el tablao, el teatro y el café cantante. Por esto, siempre ha tenido mucho de performer, de artista que trabaja sobre un ambiente y un espacio determinado. Sin embargo, hablas de una naturalidad, de la ausencia de premeditación en tu forma de entablar la relación con el entorno. ¿Qué buscas en esa forma de ser y de moverte en el ámbito artístico?
Tengo la cabeza como la ves por fuera, con un lado rapado y otro largo. Me encanta una reunión tradicional con mi padre, y también un festival de electrónica
Absolutamente, honestidad. Creo que si algo de lo que hiciera estuviera pensado (hasta la cuestión estética y la forma en que me muevo), perdería mucha esencia de lo que realmente es. Evidentemente, me meto en un estudio y paso horas buscando la música y pensando el proyecto, pero todo tiene que partir desde una verdad. Ni con mi música ni con mi estética ni con nada voy buscando aprobación o llenar butacas. Busco encontrarme conmigo misma y si eso llena butacas pues genial. Pero surge desde una cosa muy honesta y nada premeditada. Me visto con un mono porque llevo un bajo, una guitarra y mil aparatos y como vestía antes resultaba muy incómodo. Me pongo unas botas planas y bien amarradas porque doy muchos saltos. Lo del pelo es porque no me gusta peinarme. Entonces busqué una estética cómoda. Todo va en base a mi verdad y a que yo me sienta cómoda y a gusto con lo que hago.
En tu trabajo adquiere una gran presencia el concepto como una forma de articular el proyecto musical. ¿Qué supone para ti lo conceptual? ¿Te consideras una persona que tiende al conceptualismo?
No, creo que no. Mi música se ha ido desarrollando a la misma vez que yo iba evolucionando y que algo me generaba interés. Una vez, un periodista me dijo que parecía que mi trabajo estaba cronológicamente pensado, que tenía ideados los próximos diez discos. Por supuesto que no es así, ojalá. Simplemente, trato de ser coherente con el momento en el que estoy y eso es lo que aporto. No me puedo saltar pasos, tengo que pasar por esos diez años y esa es la evolución. Es verdad que, cuando algo me interesa, me gusta entrar a fondo. Hoy en día se le llama concepto pero, realmente, para mí simplemente hay un desarrollo sobre algo que me interesa y me gusta darle todas las vueltas de tuerca hasta agotarlo. ¿Que busco un concepto? Se le puede llamar así, pero lo único que hago es música y, a través de la música, busco un pensamiento. Porque para hacer música necesito un pensamiento.
Ahora estoy en un momento contrario a eso. En el nuevo proyecto, no estoy trabajando sobre un concepto definido como en Delirium Tremens o en Fatum. En este caso, el álbum se llama Tremenda y es un disco en el que voy a poner en coherencia lo que llevo trabajando en los tres últimos años respecto al tipo de sonoridades, letras, la forma de romper estructuras... pero solo voy a hablar de cómo me encuentro en este momento y de lo que yo le estoy aportando a la música. No voy a tratar de contar nada externo a mí. Voy a hablar de mí misma. Creo que ahora me toca eso. Realmente creo que un artista debe estar conectado consigo mismo y desarrollar eso sin pretender nada. Que luego los demás lo analizan y encuentran algo, perfecto. Pero no creo que deba ser la pretensión del artista.
¿Qué importancia tiene para ti la reivindicación y qué relación guardas con tu entorno político?
Creo que es necesario reivindicar desde la verdad, no por el simple hecho de llamar la atención. Para mí, el reivindicar por entrar en una corriente de éxito o ganar audiencia pero no hacerlo desde una honestidad o una verdad carece de interés. Yo hago lo que hago. No intento cambiar el mundo, ni trato de llamar la atención o reivindicar nada. Simplemente intento ser una transmisora de mi verdad y de mi sentido común, de mi lógica en el arte, y así lo expreso. Si en el futuro con ello soy considerada transgresora o reivindico algo es perfecto. Pero si eso se hace de manera pretenciosa carece de sentido.
Para mí lo más contemporáneo que hay es un cantaor, que supuestamente está dentro de lo puro, que canta una soleá tradicional sintiéndose libre, inconsciente de los prejuicios
Para mí, la polémica buscada tampoco tiene ningún tipo de interés. En el arte, uno se debe expresar con la disciplina que desarrolla. Mi momento de expresarme verdaderamente es cuando estoy metida en un estudio o sobre un escenario. Todo lo demás es verborrea. No es la palabra, es lo que una es, muestra y desarrolla. Para mí eso sí tiene interés. Creo que la verborrea, la polémica superficial y el yo soy no lleva a ningún sitio. El camino se abre andando, desarrollando y exponiendo. Y también siendo tolerante con lo que se expone, porque no solo lo tuyo es válido.
A nivel político, yo sé que mi estética cuesta más, que mi manera de expresarme con naturalidad y decir lo que pienso y no lo que quieren escuchar tampoco es cómoda. Mi música no es diplomática, ni mis letras lo son. Se juntan muchos factores que hacen que me sea muy complicado establecer conexiones a nivel político. Para otros artistas es de otra manera, su arte es más diplomático y te contarán otra versión. No es algo que lleve mal, no tengo problemas con nadie ni con nada y tampoco me interesa. La relación que tengo con mi entorno político ha de ser como con la música: honesta. Si funciona genial, y si no funciona asumo las consecuencias de ser quien soy.
Trato de mostrar mis pensamientos de acuerdo a mi desarrollo y a mi forma de ser y de actuar en la vida, tanto personal como profesionalmente. No me gustan los mítines, quedar bien tampoco. Creo que esto está muy presente en la sociedad en la que vivimos y que nos está llevando a la falta de honestidad en la que estamos viviendo hoy en día. Hay mucho egoísmo y falta de verdad. Demasiado ‘quedar bien’. Pero desnudarte y mostrarte tal y como eres, guste o no, eso ya es más difícil.
¿Qué tipo de contemporaneidad te interesa? ¿Hay algo ahora que puede explotarse y que no ha habido en otros momentos históricos dentro del campo flamenco?
Yo creo que, ahora mismo, hay muchos caminos abiertos dentro del flamenco, todos válidos, fundamentales. Desde lo más contemporáneo a lo más tradicional. ¿A dónde nos van a llevar esos caminos? No lo sabemos. ¿Son necesarios? Sí, y es algo fundamental, porque si el flamenco está en movimiento es necesario. Algunos quedarán ahí y otros se seguirán desarrollando. Otros caminos serán considerados “una época”. Pero no te puedo contestar a esa pregunta porque no lo sé. Por otro lado, hay algo peligroso en el todo vale. Hay verdaderos genios en este país completamente desconocidos y artistas que no han trabajado nada completamente encumbrados. Tanto los artistas como el público tienen una responsabilidad respecto a la música, eso es algo que no debemos olvidar.
El flamenco también te encasilla y te genera muchos miedos, y si no te los quitas no puedes ser lo que quieres ser
De todas formas, creo que buscamos demasiadas etiquetas. “Yo soy contemporánea”, “soy pura y tradicional”... Yo tengo ahí un problema, porque cuando me preguntan no sé lo que soy. Tengo la cabeza como la ves por fuera, con un lado rapado y otro largo. Me encanta una reunión tradicional con mi padre y una olla de caldereta, y también meterme en un festival de música electrónica. ¿Tendría que definirme? Yo no me puedo definir. El tema de las etiquetas me cuesta muchísimo porque no me veo en ninguna. Yo soy Rosario Guerrero Hernández, me llaman La Tremendita, mi padre es cantaor. Me he criado en el barrio de Triana. Me encantan Los Chichos, Los Chorbos y Parrita. Me encanta Camarón y Morente, y David Bowie. Todo me genera interés: la olla de garbanzos de mi madre y el sashimi de atún. Me encanta cantar por soleá y coger un bajo.
No creo que ahora mismo sea momento de etiquetar nada. Creo que debemos abrirnos y entender todo de una manera mucho más libre. Los seres humanos necesitamos pertenecer a un grupo, sentirnos partícipes de algo. Sin embargo, puedo estar cómoda en muchos sitios que podrían parecer opuestos. Se supone que lo contemporáneo es lo que es actual y lo que va avanzando, si yo estoy dentro de eso lo veremos con los años. A lo mejor en el futuro me consideran completamente tradicional, ya lo veremos.
Lo único que no cabe en el arte son los miedos y los prejuicios. Cuando veo a un cantaor que supuestamente está dentro de lo puro, si está cantando una soleá tradicional pero lo hace sintiéndose libre y completamente inconsciente de los prejuicios que conlleva el flamenco, para mí eso es lo más contemporáneo que hay. No tiene que ser algo a nivel estético y sonoro muy moderno ni tiene por qué ser forzosamente electrónica. Para mí, una guitarra y una voz puede ser lo más contemporáneo del mundo, si está dentro de esa libertad, esa expresión y esa evolución.
¿Dónde te gustaría hacer un espectáculo?
No es un lugar, pero a mí me gustaría hacer arte relacionado con la gastronomía. Creo que para mí la música y la gastronomía van en paralelo. Me parece que se está haciendo un trabajo en el mundo gastronómico muy parecido al arte. Me encanta comer. Me gustaría buscar algún lugar en el que se cocine de una determinada manera, algún sitio en mitad de la selva y hacer algo relacionado con ello.
¿Te sientes feliz respecto a lo que significa La Tremendita en este momento?
No sé si estoy feliz, eso son momentos. Pero sí estoy cómoda. He encontrado mi lenguaje y mi forma de expresarme después de muchos años de trabajo y ahora siento que soy yo, y eso es muy difícil. Para mí, este disco es un proyecto de luz. Siempre hay algo que te da miedo, que no muestras o sobre lo que tienes prejuicios, pero en este momento y respecto al arte estoy completamente de frente. Lo que hago es absolutamente honesto. A veces me equivoco mucho, pero creo en lo que estoy haciendo. Creer en quien eres y en lo que haces es un punto de partida muy importante. Por algo se empieza y, en este momento, soy coherente con lo que yo quiero ser. Llevo cantando desde que tengo cinco años. He vivido muchas experiencias y también he ido mucho al psicólogo. El flamenco también te encasilla y te genera muchos miedos, y si no te los quitas no puedes ser lo que quieres ser. Pero a día de hoy sí lo soy. Eso no quiere decir que vaya a estar toda mi vida con el bajo y la cabeza rapada. A lo mejor, dentro de unos años me apetece coger el mantón. Pero, si lo hago, va a ser desde la misma honestidad con la que cojo hoy cojo el bajo y me pongo el mono.
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Rosario La Tremendita (Triana –Sevilla, 1984) aúna, en una misma mirada, la transgresión permanente y la claridad de lo jondo. De esta manera, hace de la tradición raíz y de la búsqueda en otras formas culturales una disciplina. Su imagen proyecta un pretendido inconformismo, pero sería demasiado fácil...
Autor >
Enrique Fuenteblanca
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