Asaari Bibang / Cómica y actriz
“Me di cuenta de que no estaba amando a las mujeres cuando empecé a hacer comedia”
Marina Lobo 20/08/2020
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Asaari Bibang en el camerino de la sala Moby Dick.
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Asaari Bibang (Malabo, 1985) lleva cuatro años haciendo comedia. Empezó a hacer monólogos porque “estaba harta de hacer de puta en el cine”. Acaba de arrancar su nuevo show Amén, Hermana en Madrid (y ahora también en Barcelona), producido por la Riot Comedy, un proyecto que nace para dar impulso a las mujeres en comedia.
Antes de conversar con ella, voy a ver su show. Entre el público, en el que ahora se diferencian los grupos mejor que nunca debido a las medidas de seguridad por la covid, hay más mujeres que hombres y alguna gente que ha venido sola a ver el espectáculo porque, según escucho decir detrás de mí –una no puede evitar poner la oreja en conversaciones ajenas cuando la persona habla lo suficientemente alto– la vieron haciendo un monólogo en La Resistencia, de Broncano. Asaari entra con música latina y una fuerza increíble al escenario. Durante hora y media se suceden las risas y los aplausos que no hace falta forzar. Crítica social, feminismo y sexo son algunos de los temas que aborda en el escenario. Al lado –bueno, realmente a unos ocho metros– tengo un grupo de chicos treintañeros que no dejan de aplaudir cuando Asaari hace un chiste sobre lo mal que se les da a algunos masturbar a las mujeres. Uno de ellos se acerca al final de la actuación y la felicita.
Asaari es cercana, habla con el público en varias ocasiones y además nos ha puesto una canción de Camela. Se ha metido a la sala en el bolsillo. Tras la actuación, comienza la entrevista en el camerino –siento romperos la imagen de una habitación espléndida con un tocador, maquillaje y el nombre de la artista en la puerta en letras doradas, es una habitación con sillas y un baño. Eso sí, hay cervezas–. Asaari empieza la entrevista riéndose y reconociendo que ser mujer y negra en comedia es algo “raro”.
“La gente se sorprende porque no saben qué vas a decir, no saben qué punto y qué nexo van a encontrar contigo que les haga gracia, qué coincidencias pueden tener contigo en la rutina del día a día que les haga gracia, porque en eso consiste la comedia, en decir: hostia, es verdad. Entonces ellos me ven a mí mujer negra en comedia y piensan yo no puedo tener nada en común con esta señora. Qué me va a explicar. Pasa lo contrario con un hombre blanco, con ellos dicen hostia, el colega, seguro que se va de marcha y es como yo”.
Pero hoy, por ejemplo, aunque gran parte del público eran mujeres, también había hombres, y de hecho alguno ha venido al final del show a felicitarte. ¿Qué sensaciones te deja eso?
Lo que tiene la comedia es que si hace gracia se ríen. Lo que pasa es que empezar desde ese cero es un poco difícil porque te lo tienes que currar mucho más en un principio, pero hay muchos tíos blancos heteros que vienen a mi show y que les gusta un montón, y yo creo que es porque hay justicia. No hay crítica, sino sorna, y cuando hay sorna hace gracia, aunque esconda mucha verdad.
Hay mucha crítica en tu show, pero es cierto que vas hilando muy bien con anécdotas graciosas que ocurren en el día a día en las sociedades española y estadounidense, pero que realmente esconden problemas mucho más grandes.
Hay muchísima crítica, sí, pero no lo hago desde el reproche. Lo hago desde el punto de decir: os estoy dando mi visión de las cosas. Cuando esto está sucediendo tú estás viendo una cosa, ahora ven que te explico lo que veo yo. Se lo estoy explicando, no le estoy guiando hacia lo que tiene que sentir. Yo le estoy dando la información desde lo cómico y, a partir de ahí, ellos reflexionan lo que quieren, lo que no quieren o simplemente se ríen.
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Yo soy Asaari Bibang. Siempre me preguntan:
- ‘¿Asaari? ¿Asaari? ¿Y qué significa?’
- Y yo: pues lo mismo que Antonio. Nada.
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¿Qué gestos racistas te encuentras en el día a día?
A día de hoy no tendría que ocurrir que a una persona se la tratara diferente por sus rasgos. En cualquier situación. Tú entras a un sitio y aún ocurre mucho que en muchas situaciones que cualquier persona blanca puede vivir de manera normal yo las vivo como en alerta, porque sé que no se me trata igual. No te puedes imaginar la de veces que he cogido un taxi, he empezado a hablar con el taxista porque soy una persona a la que le gusta dar conversación, y que me diga: “Oye, ¿es verdad que las chicas de tu país son muy exóticas y muy calientes?”. Eso me ha pasado varias veces. O “qué bien hablas español”. Son cosas que se dan por hecho que, aunque no vengan desde la mala intención, constatan que hay una idea y una preconcepción muy erróneas.
Los medios están fomentando muchísimo el racismo. Por ejemplo: que ocurra un hecho delictivo y digan la nacionalidad de la persona si es migrante, porque cuando es al contrario no lo dicen; la asociación que están haciendo entre migrantes y covid; titulares que vemos últimamente en medios de comunicación de primera línea; que se haga una encuesta por la calle y nunca jamás se pregunte a personas migrantes salvo que el asunto sea sobre temas de migración; que no se vean personas racializadas en la televisión salvo que estén hablando un día sobre inmigración; que las personas que salen en ficción siempre estén haciendo personajes que están relacionados con sus rasgos étnicos.
¿Se han visto acentuados todos estos comportamientos con la llegada de la covid?
Si yo entro a un local, que me ha pasado, y siete personas llevan una mascarilla con la bandera de España y con las siglas de la Guardia Civil, me siento incómoda, y esto me pasa últimamente muchísimo. No es que esas personas no estuvieran antes, es que ahora me están diciendo: “Cuidado”.
Naciste en África, te criaste en Cataluña y vives en Madrid, ¿Cómo te ha influido ese viaje en tu forma de ser y en tu forma de pensar?
Tengo la suerte de ser una mujer negra, española, nacida en Guinea que habla catalán y vive en Madrid. Lo que me da una riqueza cultural a la que tendría que aspirar todo el mundo
Yo creo que es una suerte, y creo que muchísima gente viviría mejor y sería más feliz si supieran que es una suerte. Vivimos en un país maravilloso que tiene la suerte de que en Galicia se habla gallego, en el País Vasco se habla euskera, tenemos Andalucía que no tiene absolutamente nada que ver con el norte, Cataluña donde se habla catalán… y a mí me da mucha pena que esto se trate como una desgracia cuando es una bendición. Y yo tengo la bendición de ser una mujer negra, española, nacida en Guinea que habla catalán, que vive en Madrid. Lo que hace es darme un enfoque, una visión, unos conocimientos y una riqueza cultural que es algo a lo que tendría que aspirar todo el mundo. Y por supuesto que a mí me faltan muchas cosas, pero lo poco que he ido arrastrando por mis vivencias lo vivo como una bendición, porque es lo que es, y me da muchísima pena cuando la gente lo vive con esa beligerancia y con esa catalanofobia y madrileñofobia. Está ocurriendo una cosa muy fea en la actualidad y creo que se podría evitar si tuviéramos la visión de que en la diversidad está la riqueza.
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Los niños migrantes ya tenemos suficiente presión. Te sacan de tu país para darte una vida mejor, invierten en ti y depositan toda su confianza, no puedes llegar a España y decirles “quiero ser gamer”.
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Llegaste a España en el 92. ¿Cómo de difícil es hoy en día llegar aquí siendo niña o niño migrante? ¿Es más fácil que cuando tú lo hiciste?
Yo creo que ahora el problema ya no está en llegar siendo niño o niña migrante, yo pondría más el foco en el hecho de ser español de padres migrantes, porque a mí el término de “inmigrantes de segunda generación” me parece tan feo, me parece una anulación, me parece un etiquetar. Que a día de hoy todavía no se acepte que una persona puede tener rasgos latinos y ser tan española como tú me parece horrible. Entonces yo no pondría el foco en 1992 que fue cuando llegué yo y no había tantas personas migrantes o negras, sino en el hecho de que España ya no es tan blanca, España es un cúmulo de culturas, de rasgos y algo que tendría que ser maravilloso se ha denostado y se ha etiquetado como “de segunda generación” y es ese “de segunda” lo que hiere.
A pesar de toda la crítica que hay en tu monólogo, donde hablas de Trump, aludes a las protestas antirracistas por George Floyd, no hay ninguna mención a la ultraderecha en España. ¿Es el no mencionarlos algo consciente?
Es que yo creo que todo lo que critico en el monólogo e incluso el cierre de ese bloque que habla de EE.UU, y en el que acabo diciendo “Hay mucha gente que dice que España no es como Estados Unidos. Y yo les digo: claro que no, no se tarda seis horas en llegar a Galicia”. Es un running gag que hago refiriéndome a un chiste anterior sobre la distancia que hay entre Los Ángeles y Nueva York. Porque todo lo demás que nombro sobre EE.UU. también pasa aquí. Lo único que pasa aquí es que no tenemos la segunda enmienda y no podemos portar armas. Así que no les nombro porque creo que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio pero creo que todas estas actitudes tan chulescas que está habiendo ahora de decir “soy racistas y soy fascista y qué”, en realidad se deben a eso y que no nombrarles no implica para nada que no me esté refiriendo a ellos.
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Yo nunca me llevé bien con las mujeres y menos con las mujeres negras. Porque cuando iba a los castings sabía que solo había sitio para una.
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Últimamente en las series, en las películas, da la sensación que siempre hay una mujer, una mujer negra, un homosexual… ¿Crees que esto realmente aporta?
No, creo que es anecdótico. ¿Sabes cuándo dejará de ser anecdótico? Cuando nadie sepa que lo están haciendo porque lo son. ¿Y sabes cuándo dejarán de ver que lo están haciendo porque lo son? Cuando dejen de destacarlo y cuando les inviten solamente porque está a la orden del día. Por ejemplo, cuando ocurren las protestas en EE.UU. y todo lo de George Floyd se habló muchísimo, hubo en los debates en la televisión un montón de personas negras, de activistas, de actores negros… no han vuelto a hablar. Ya no les he vuelto a ver en ningún sitio. Cuando esa actualidad pasa es como si eso dejara de existir y no deja de existir. Y no solamente no deja de existir, sino que conseguiríamos que dejara de existir si normalizáramos el hecho de que las personas racializadas están ahí siempre no porque sean racializadas, sino porque son personas y están en una sociedad.
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Ahora amo a las mujeres. A todas. Os amo chicas.
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Has dicho que “ahora amas a las mujeres” y de ahí viene también el nombre de tu show ‘Amén, hermana’. ¿Cuándo empiezas a amar a las mujeres o cuándo te das cuenta de que no las estabas amando?
Me di cuenta de que no estaba amando a las mujeres cuando empecé a hacer comedia. Cuando empecé a dejar de verlas como rivales en los castings y a hacer comedia, donde me vi rodeada de hombres blancos heterosexuales y vi que se tenía que luchar igual, que ellas no eran mi problema, que mi problema era el sistema, y que el sistema nos jode a todas las mujeres por igual y que la única forma en la que vamos a conseguir que ese sistema deje de jodernos por igual es, curiosamente, uniéndonos y no separándonos ni atacándonos entre nosotras. Y eso lo sentí de mi parte hacia ellas pero también de su parte hacia mí y no lo digo como un reproche, lo digo porque era una realidad en la que nos veíamos abocadas y además una realidad que creo que de alguna manera se fomentaba.
¿Crees que ahora mismo desde el movimiento feminista se está teniendo en cuenta lo suficiente a las mujeres racializadas?
Yo creo que tiene que haber un cambio de paradigma en el feminismo actual y que mientras exista el feminismo interseccional, mientras necesitemos un apellido al feminismo para incluirnos es que algo falla. Creo que muchas veces se olvida. Un amigo me decía “es que Asaari, siendo negra solo puedes ser una cosa: negra”. Entonces cuando se habla de cosas de negras estoy pero, coño, es que yo soy una mujer negra. Y todo lo que les ocurre a las mujeres me ocurre a mí, pero es que también me ocurre porque soy negra y si ese factor no se tiene en cuenta no me estás teniendo en cuenta aunque me tengas en cuenta como mujer. Porque las problemáticas que yo pueda tener como mujer, y que tú también puedes tener, no son las mismas ni por las mismas razones. Si tú como mujer blanca no tienes en cuenta esas razones y esos matices realmente no estás teniendo en cuenta mis problemas de mujer, estás teniendo en cuenta solo tus problemas de mujer porque no son los mismos, aunque nazcan de la misma base.
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Necesitas a alguien a quien admirar, un referente, y ahí fue cuando apareció mi heroína personal: Mel B de las Spice Girls. De repente todas las niñatas de mi cole querían formar un grupo como las Spice Girls y yo… lo empecé a petar en todos los festivales del colegio.
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¿Fueron las Spice Girls, a pesar de que evidentemente todas las mujeres que componían el grupo eran mujeres heteronormativas, un empujoncito para la inclusión?
En realidad lo que hago con la figura del Mel B es hablar de la importancia de los referentes. En Mel B estoy poniendo a todas aquellas personas que suponen un referente para nosotros y reflejando la carencia de esos referentes cuando yo era pequeña. Poner la televisión y que solo hubiera personas blancas. Imagínate una niña negra, que es la única niña negra de su colegio, que están haciendo una obra de teatro en la que todos los personajes son blancos y blancas, que a lo mejor si van a hacer Blancanieves o Caperucita roja… no cuentan contigo, pero de repente hacen El patito feo y entonces sí. El patito feo. Que de repente van a hacer una obra de teatro y sabes que Raquel Valenzuela, la rubia, va a hacer de la princesa, y que si hay alguna bruja te va a tocar a ti, pero claro, si la gente no enciende la televisión y ve que hay una presentadora negra… parece que muchas veces la ficción lo que hace es representar la realidad y otras veces parece que la realidad está representada en la ficción y yo creo que en realidad son dos cosas que se nutren y es muy difícil progresar cuando ninguna de las dos, ni realidad ni ficción, da el paso de trascender esos prejuicios.
En televisión te dicen que no va a ser creíble. ¿Cómo que no va a ser creíble? Si en la sociedad ya está pasando, que ves un grupo de amigos de 15 años y son cada uno de su sitio, cómo no va a ser creíble. Y si realmente no es creíble, cómo va a empezar a ser creíble si tú no tienes la valentía de representarlo y decir esto está pasando, míralo.
¿Crees que esa multiculturalidad de la que hablas está derivando en un menor racismo entre esas futuras generaciones?
Yo creo y tengo la esperanza de que la generación que va a cambiar todo esto, esa generación de la que hablo que ya va a clases con niños de todas partes y ni les importa, todavía tiene que ser una generación representativa en la sociedad, tener una voz que se escuche, estar en unos espacios en los que se les escuche. Yo ahora puedo considerar que hay una generación afrodescendiente que está ocupando esos espacios, pero es que esos espacios todavía están copados por personas que tienen una mentalidad que no afecta a esto, entonces va a costar todavía varias generaciones que se lleve a cabo ese cambio real y que las personas que ya no tienen esa mentalidad ocupen cargos de poder para desde arriba cambiar la estructura. Sin poder no puedes cambiar las cosas. Y la comunicación es poder, y hasta que esas personas que representan el cambio no tengan voz en esos espacios de poder va a costar mucho que cambien las cosas y hasta que eso pase creo que va a llevar varias generaciones, y es una pena porque estamos ya en 2020 y es surrealista que todavía estemos así. Yo siempre pienso en mi trabajo como en un legado y es algo de lo que soy consciente.
Hasta que esas personas que representan el cambio no tengan voz en esos espacios de poder va a costar mucho que cambien las cosas
¿Tú creías que iban a cambiar más rápido las cosas? ¿Que en 2020 habríamos dado algún paso más como sociedad de los que hemos dado?
Yo pensaba que para 2020 vería más actores y actrices negras en la ficción. Estoy viendo algunos pequeños cambios, compañeros que empiezan a hacer algún papel que no tiene que ver con su racialidad, y me alegro, pero creo que todavía es anecdótico y que cuando es anecdótico es para decir “mira lo avanzados que estamos”.
Uno de los problemas cuando eres mujer en comedia es la falta de referentes. ¿Qué referente escogiste tú?
Pues mira, un cómico que a mí me encanta, que me parece que tiene mucho carisma y sobre todo mucha bondad, que es importante, es Lamine Thior. Para la comedia hace falta mucha mala leche, pero también, y va a sonar muy manido, y además yo estoy muy en contra de esa obsesión de que hagamos pedagogía, pero creo que hay un poder en la bondad y en el amor también, porque al final lo que quieres es comunicar y llegar a la gente, y no llegas a la gente desde el reproche ni desde el odio.
La comedia es una forma de comunicación. Tú adoptas un posicionamiento que puede ser real o puede ser personal o no, porque a veces dices cosas que tú no piensas desde otra intencionalidad, y estás haciendo un posicionamiento ficticio, y yo creo que se requiere muchísima inteligencia para hacerlo y mucha inteligencia emocional. Yo no creo que tuviera menos razón ahora que antes en las cosas que decía, pero de qué me sirve tener razón si a nadie le importa.
¿Cómo han sido estos meses sin actuar?
Es penoso cómo se trata a la cultura en este país. Refleja una imagen tan terrible… porque un país es su cultura, un país es su arte, y que se trate tan mal a los artistas en general dice mucho del país en el que vivimos y esta pandemia y esta situación económica no ha sido otra cosa que la culminación de ese maltrato. Conozco muchísima gente de este ámbito que no tenía ni dinero para comer, ni para pagar su alquiler. Yo personalmente lo he vivido con paz, porque cuando empezó todo esto de la pandemia, yo me dije “Asaari, esto es una situación muy jodida emocionalmente, económicamente. Tú ya estás jodida en todo eso en general, como no te vengas arriba, te hundes”. Lo que pasó en ese momento es que todos los trabajos que teníamos pendientes, de todos los artistas, se cancelaron. Yo me he tirado cuatro meses sin trabajar. Y agosto, porque en agosto pocas cosas se hacen de comedia. O sea, puedo contar que hasta octubre no vamos a trabajar. Estamos hablando de siete meses sin trabajar para una persona que no tiene ingresos de otro tipo. Yo tuve la suerte que, desde un principio, me di cuenta de que eso iba a ser así y entré en una dinámica de autocuidados y me obligué a estar arriba, porque sabía que si no me iba a ir a la mierda, y de esta no sales. Además tengo un niño pequeño y si no lo hago por mí lo tengo que hacer con él.
Esta pandemia y esta situación económica no ha sido otra cosa que la culminación del maltrato a la cultura
¿Cómo es el proceso de creación de un monólogo todo el día en casa, sin vivencias más allá del confinamiento y con un niño?
Durmiendo muy poco. Yo escribo por la noche, estudio por la noche, hago todo por la noche cuando el niño está acostado. Además, en unas circunstancias normales, todavía va al colegio, puedes ordenar los horarios… pero claro, durante la pandemia estaba todo el día en casa diciendo “mamá” cada 5 minutos. Además estaban on fire porque no sabían qué hacer. Ha sido complicado pero también he estado autoconociéndome a mí misma mucho. Yo siempre he estado muy pendiente del futuro, de que el mundo girara, de que pasaran cosas, y pensaba que eso era lo que necesitaba, que me pasaran cosas, y cuando pasó todo lo de la pandemia me di cuenta de que necesitaba que el mundo se parara un poco. Sé que ha sido muy catastrófico pero a mí personalmente me ha hecho darme cuenta de que con tanto ruido a veces en la vida cotidiana no tienes tiempo de escucharte a ti misma. Hay tanto ruido que no te oyes, no te ves, no te analizas, no tienes tiempo de nada más que para ir con el corre corre de cada día. Y a mí este tiempo me ha ayudado a escucharme y de esa escucha ha nacido ‘Amén Hermana’.
Asaari Bibang (Malabo, 1985) lleva cuatro años haciendo comedia. Empezó a hacer monólogos porque “estaba harta de hacer de puta en el cine”. Acaba de arrancar su nuevo show Amén, Hermana en Madrid (y ahora también...
Autora >
Marina Lobo
Periodista, aunque en mi casa siempre me han dicho que soy un poco payasina. Soy de León, escucho trap y dicen que soy guapa para no ser votante de Ciudadanos.
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