PERFIL
La caída del ‘presidente’ Kanye West
El rapero reconoce que la estrategia de su candidatura a la Casa Blanca consiste en robar votos a Joe Biden
Álex Blasco Gamero 30/08/2020
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Exterior. Calle. Noche. Un lexus negro cruza a toda velocidad una de las carreteras que lleva a la ciudad de West Hollywood (Los Ángeles) a altas horas de la noche. El conductor, cansado, cabecea. Se frota los ojos, se acomoda en el asiento y se vuelve a frotar los ojos, pero el sueño no le deja hacer más. Sus párpados caen y apoya la cabeza en el volante mientras relaja el pie del acelerador. El coche vuela por la ciudad angelina hasta topar con un objeto no identificado. Este queda irreconocible y el conductor herido, pero no grave. Esta fue la única información que dio el Departamento de Policía de Los Ángeles sobre el accidente que sufrió Kanye West el 23 de octubre de 2002.
Un accidente que, más tarde, dio para especular si era solo sueño o conducía borracho, si fue un accidente imprudente o uno planificado por personas que le acusaban de robar bases o si chocó con un objeto o contra otro coche, algo que un año después pareció confirmarse con la denuncia de Miguel Ángel Villasana. Una denuncia que el Tribunal Superior de Los Ángeles desestimó y de la que poco más se sabe. Lo que si se sabe es que este accidente le dio una simbólica prótesis mandibular y una historia para comenzar su carrera como rapero con la canción Through the Wire.
Con su primer hit, precedido por una carrera infravalorada en el sello Roc-A-Fella Records como productor de artistas del nivel de Jay-Z, Kanye se posicionó en lo alto del panorama musical estadounidense. Una canción con barras sobre el accidente, su renacimiento como artista y sus creencias religiosas, que dio paso a su primer álbum The College Dropout, a la creación de su propio sello discográfico, GOOD Music, en 2004, y a una más que productiva carrera artística.
Hoy West es más conocido por su marca de zapatillas Yeezy, su matrimonio con Kim Kardashian, su amistad con Donald Trump y su “candidatura” a la presidencia de los EE.UU. que por su música o sus 21 grammys, pero vayamos por partes.
Todos sabemos que este 2020 está siendo, cuando menos, raro, lo que puede que no sepan es que en lo que llevamos de año West ha sido la segunda celebridad del mundo, según la revista Forbes, que más dinero ha ganado, con 170 millones de dólares, por detrás de Kylie Jenner (590 millones) –hermana de Kim Kardashian (esposa de West)– y perseguido por Roger Federer (106,3), Cristiano Ronaldo (105) y Leo Messi (104). Hablamos de un patrimonio total estimado de 1.300 millones de dólares. Un patrimonio que, en gran medida, se debe a su carrera musical que, en los últimos años se ha visto adelantada por su carrera en el mundo de la moda, gracias a sus colaboraciones con la compañía alemana Adidas. Una práctica que se ha basado en crear hype/sobreexpectación mediante su aparición puntual en eventos o paseando por la calle con unas zapatillas que más tarde saca con un nombre bíblico en una tirada de pocas unidades y con un precio nunca inferior a los 200 euros. La sorpresa para algunos es que estas deportivas suelen agotarse a las pocas horas de salir, si no a los pocos minutos –así somos los milenials, lo siento.
Con una influencia social derivada de su carrera artística y de su familia política y una cartera bien abultada, Kanye decidió pasar al ataque en 2016. Se presentó frente a la Trump Tower de Nueva York, llamó al telefonillo y declaró su amor por la candidatura de Donald. Un buen susto para muchos de sus seguidores y una declaración de intenciones que fue interpretada por muchos analistas políticos como un acercamiento de Trump al electorado negro. El presidente republicano solo consiguió convencer al 8% de los votantes negros, lejos del 29% que obtuvo entre el electorado hispano y asiático.
Este nuevo camino de baldosas amarillas que tomó West, no pilló por sorpresa a unos pocos críticos musicales. Tras la muerte de la madre del cantante en 2007, este se sumergió en la religión, en su momento protestante, con evidencias que ya se podían intuir en la canción Jesus walk, de su primer disco –que curiosamente versionó en 2009–, y que más tarde confirmó con el álbum The Life of Pablo, inspirado en el apóstol San Pablo. Su posterior conversión al cristianismo coincidió con la salida de su último disco Jesus is King, que sirvió también para presentar su línea de ropa inspirada en Jesucristo, otra “más elegante” para asistir a misa –porque Jesús mola, pero el dinero más– y empezó a predicar la palabra de Dios junto a un coro de góspel cada domingo.
Tanto predicó su palabra que este, al final, le contestó y el 5 de julio el cantante confirmó la noticia: “Ahora debemos cumplir la promesa de EE.UU. al confiar en Dios, unificar nuestra visión y construir nuestro futuro. Me postulo para presidente de Estados Unidos”. Pocos minutos después de este anuncio, varios políticos republicanos y multimillonarios, entre ellos la candidata Lane Ruhland y el dueño de Tesla Motors, Elon Musk, se unieron a su causa.
Una candidatura que muchos analistas vieron como un nuevo intento del partido republicano de conseguir el voto negro o, mejor dicho, de que no lo ganase Joe Biden. Si en la anterior ocasión, a Trump no le valió con aparecer junto al cantante, en estas elecciones sería el mismo artista el que conseguiría los votos.
Sobre el papel todo parecía tener sentido; en la práctica más. En muchos estados, West no podría presentarse por lo que su candidatura independiente se reduciría a unas pocas listas, en Arkansas, Illinois Wyoming y Missouri, una evidencia más de que su candidatura se basaría en rascar votantes a los demócratas. Sin embargo, los estrategas de la campaña del rapero olvidaron dos cosas: la salud mental del artista y su familia política.
Tras una serie de comentarios, entre los que insinuó que la esclavitud en EE.UU. fue una opción, que el nombre de su partido seria Birthday Party porque “cuando ganemos, será el cumpleaños de todo el mundo”, que la vacuna contra la covid es “la marca de la bestia” o que iba “a usar la estructura de Wakanda (ciudad ficticia de los comics de Marvel ‘Pantera Negra’) porque es la mejor explicación de lo que nuestro equipo de diseño va a hacer en la Casa Blanca”, la ya de por sí poca seriedad de la candidatura se empezó a resentir y, junto a ella, la salud mental de West. Una situación que ya vivió en 2016, cuando tuvo que cancelar una gira debido a un brote psicótico derivado de su adicción a los opioides. En aquel momento, a su familia política, más preocupada por su economía, no pareció interesarle mucho su estado de salud. Ahora, tras su primer mitin el 19 de julio, sí parece afectarle.
El Partido Demócrata inició la contra al patapoom pa´rriba con el secretario de prensa del expresidente Bill Clinton, Joe Lockhart, preparado en el área para rematar: “Si Kayne quiere postularse para ayudar a Trump, habrá que darles en su bolsillo. Vamos a boicotear todos los productos Kardashian. Eso incluye a todas las hermanas. Nada de show, de perfume o de cualquier mierda que vendan.” Esta afirmación no gustó nada a la familia Kardashian, que empezó a poner en duda la capacidad de Kayne. El músico reaccionó acusando a su esposa Kim y a su suegra de querer internarlo en una institución psiquiátrica. En un tuit lapidario sentenció: “Si me encierran como a Mandela todos sabréis por qué”. Kim alegó un trastorno bipolar del rapero, que nunca se había conocido antes. Como resultado de la trifulca, Kayne se ha visto “obligado” a tomarse unas vacaciones fuera del foco mediático, una circunstancia que puede afectar muy negativamente al negocio familiar, según la apreciación de Lockhart: “Aquellos que argumentan que esto no es un problema de las Kardashian, no entienden su modelo de negocio. Se basa en permanecer en el ojo público. Kanye es una parte importante de esa gestión. Ignóralos y el imperio se desmorona”. O lo que es lo mismo, los West-Kardashian habían estado intentando jugar a romper la piñata con una vara sin darse cuenta de que, en realidad, se acercaban a un avispero.
Es difícil saber si Kanye West es realmente bipolar, si simplemente piensa así o si todo es una campaña de publicidad, lo que sí se puede afirmar es lo que el artista declaró tras su regreso de las “vacaciones”: “Mi campaña presidencial está diseñada para robar votos al candidato demócrata, Joe Biden”. Sorpresa.
Exterior. Calle. Noche. Un lexus negro cruza a toda velocidad una de las carreteras que lleva a la ciudad de West Hollywood (Los Ángeles) a altas horas de la noche. El conductor, cansado, cabecea. Se frota los ojos, se acomoda en el asiento y se vuelve a frotar los ojos, pero el sueño no le deja hacer...
Autor >
Álex Blasco Gamero
De Leganés. Estudió periodismo y cª políticas –eso dicen dos papeles muy caros–. Actualmente es miembro de la redacción de CTXT.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí