ANÁLISIS
Media hora de claridad de João Félix no basta
El Atlético defraudó y dejó patente que no le alcanza para aspirar a cotas mayores. El Leipzig fue más certero y claro en la circulación de balón
Felipe de Luis Manero 14/08/2020
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El equipo de Simeone, confuso y aturdido durante el grueso del partido, cambió su cara con la presencia del portugués en el campo. El Leipzig fue más certero y claro en la circulación de balón. Nagelsmann planteó un partido inteligente: apostó por una presión no tan agresiva de inicio, para así poder vaciar a sus futbolistas en tareas ofensivas. La sensación de dominio fue constante, aunque Oblak no estuvo apenas exigido.
Golpe de efecto
Tan impactante fue la ausencia en el once titular rojiblanco de Joao Félix como sorprendente el planteamiento inicial de Julian Nagelsmann. El Leipzig mantuvo el sistema de tres centrales y dos carrileros en la fase de posesión, pero viró a un 4-2-3-1 cuando no disponía de la pelota. Más allá del dibujo, lo verdaderamente llamativo fue la ausencia de presión del cuadro germano en la salida del rival. Pudo ser para dosificar el físico de sus jugadores ante la posibilidad de un partido largo o quizás se trató de una decisión estratégica, pero lo cierto es que hasta la salida al césped de Joao Félix, el Atlético no utilizó apenas el centro del campo. Se jugó a lo que quiso el Leipzig, que varió a su antojo el ritmo del partido.
Sin ideas
Así que la parte del plan de partido del Leipzig referida a su rival estaba clara: dejar pensar al Atlético y aguardar su desesperación. El conjunto de Simeone exhibió una preocupante falta de ideas cuando iniciaba el juego desde atrás. El embotamiento mental de los centrales hizo desaparecer a los centrocampistas. De este modo, cuando Oblak sacaba en corto, Savic y Giménez abrían a los laterales (que tardaban en coger altura) o desplazaban en largo hacia Costa (siempre acosado por Upamecano). Hasta la irrupción de Joao Félix, el único agitador atlético fue Carrasco, hasta el punto de que el juego del equipo colchonero se hizo previsible: todo el peligro llegó por el flanco izquierdo, gracias a las incursiones del belga y, en menor medida, de Lodi.
Un equipo maduro con balón
Con 33 años recién cumplidos, Julian Nagelsmann ha construido uno de los equipos más decididos y maduros cuando ostentan la posesión: la idea es mover la bola con eficacia y rapidez, empleando pocos toques, y no postergar demasiado la llegada al área rival. A pesar de la presión avanzada del Atlético (intermitente y descompensada en muchas ocasiones), el Leipzig consiguió salir desde atrás de una manera fluida y sencilla.
Al contrario de lo que ocurría en el Atlético, el conjunto alemán siempre disponía a varios jugadores por delante del balón. Así, el poseedor gozaba de varias opciones de pase y el balón seguía circulando con velocidad. El equipo de Nagelsmann, una máquina ofensiva bien engrasada pero a la que tal vez el confinamiento le restó algo de fuste, se mueve en armonía: los futbolistas viajan juntos hacia la portería rival sin perder de vista la pelota. Esa es la base de su hoja de ruta: convertirse en un equipo indómito cuando tiene el cuero. Ese dominio –ausente de filo, es cierto– incomodó en esta ocasión a los futbolistas rojiblancos, tantas veces acostumbrados a escenarios similares. Dentro de esta orquesta con funciones tan bien repartidas, destacaron el descaro de Upamecano y el criterio de Kampl.
La imagen inferior corresponde a la jugada del primer gol del Leipzig. Hay hasta seis futbolistas posicionados por delante del balón, con movimientos y desmarques continuos que hacen estéril la defensa estática. Casi todos los futbolistas participan en la jugada, gestando una obra coral en la que las individualidades pesan menos. Hasta Halstenberg, uno de los centrales, tiene contacto con la pelota en la frontal del área.
¿Hubiera sido diferente con Joao Félix en el once titular?
El fútbol es un deporte extremadamente complejo que a veces tiene unos mecanismos inesperadamente sencillos: en ocasiones la táctica más eficaz es colocar al mejor en el campo. El cambio en el ánimo, las intenciones y hasta en las botas de sus compañeros que supuso la entrada de Joao Félix fue extraordinario. El luso se colocó como una suerte de enganche y, durante un lapso de tiempo, retiró la maleza y allanó el camino a su equipo. Partiendo desde la izquierda y bajando a recibir casi hasta la medular, su poderío fue incontenible para la zaga alemana: conducía, encaraba, buscaba paredes y abría huecos hasta ese momento inexistentes. Ninguno de sus compañeros, hasta entonces, había recibido entre líneas. En la jugada que da pie al penalti se apoya en Diego Costa. El hispano brasileño hizo un trabajo oscuro y muy poco agradecido, recibiendo de espaldas y fajándose con un portento como es Upamecano. Esa dejada a Joao fue una justa recompensa a ese esfuerzo ciego. Esta es la imagen previa a esa jugada. Fíjense en el portugués: comienza en el centro del campo y al final casi se mete en la portería de Gulacsi.
Colocándonos en los zapatos de Simeone, cabe imaginar que el técnico argentino esperaba un partido cerrado y largo, en el que desgastar a Joao Félix podía ser un riesgo innecesario. El primer gol del Leipzig echó por tierra cualquier planteamiento previo y envolvió al Atlético en un manto de urgencia e incertidumbre. No es fácil responder a la pregunta formulada anteriormente porque jugar al fútbol ficción suele resultar tramposo, pero, observando el desarrollo de los acontecimientos, cualquier argumento que desaconseje la presencia del portugués en los 90 minutos de un partido de tal envergadura, a uno le parece escuálido, mendaz y hasta insano.
El otro fútbol
Nagelsmann comenzó a jugar el partido varios días antes, en sus respuestas ofrecidas a los medios de comunicación. Particularmente lo hizo en una entrevista en The Athletic, donde pintó a los jugadores del Atlético como poco menos que ladinos marrulleros. Pues bien, al final los únicos obsequios que se pudieron ver en el césped del José Alvalade los dejó el Leipzig, mucho más expeditivo sin balón. El tanteo de faltas final fue de 21 a 12 para los alemanes, con un parcial insultante de 12 a 2 en la primera mitad. En cuanto a duelos ganados, los hombres de Simeone no presentaron malos guarismos (63 a 52 a favor, 24 a 19 en balones aéreos), aunque sí que se mostraron erráticos en las segundas jugadas. El Leipzig también ganó el partido del otro fútbol.
Decepcionante Atlético
El Atlético post confinamiento había dejado mejores sensaciones que el del resto de la temporada. Eso, unido a la fijación que tiene Simeone con un torneo que le ha girado la cara en varias ocasiones, hacía prever una puesta en escena imponente que finalmente no fue tal. El equipo –a excepción de Joao Félix– defraudó y dejó patente que no le alcanza para aspirar a cotas mayores.
El equipo de Simeone, confuso y aturdido durante el grueso del partido, cambió su cara con la presencia del portugués en el campo. El Leipzig fue más certero y claro en la circulación de balón. Nagelsmann planteó un partido inteligente: apostó por una presión no tan agresiva de inicio, para así poder vaciar a sus...
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Felipe de Luis Manero
Es periodista, especializado en deportes.
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